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Ni Bruselas ni Washington: UK busca perfil propio en el pulso de Occidente contra Putin
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Qué papel quiere jugar Londres

Ni Bruselas ni Washington: UK busca perfil propio en el pulso de Occidente contra Putin

La tensión internacional por el desafío de Rusia en Ucrania sirve a Londres para proyectar su nueva posición mundial y demostrar que es un actor clave en seguridad y defensa para Europa

Foto: El primer ministro británico, Boris Johnson. (Reuters/Carl Recine)
El primer ministro británico, Boris Johnson. (Reuters/Carl Recine)

Cuando Antony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, viajó a Berlín el pasado 20 de enero para tratar con sus homólogos europeos la crisis de Rusia en la frontera con Ucrania, la jefa de la diplomacia británica, Liz Truss, fue una de las grandes ausentes. Mandó a una persona de su equipo. Pero ella decidió irse a Australia, acompañada por el ministro de Defensa, Ben Wallace, para discutir asuntos del Aukus, el acuerdo cerrado el año pasado para dotar a Canberra de submarinos de propulsión nuclear.

La decisión no estuvo exenta de críticas. Pero venía a subrayar dos aspectos clave: el compromiso de Londres con Asia, una piedra angular de su política exterior en la era pos-Brexit, y su obsesión para demostrar que, fuera de la UE, no va a ser solo un subordinado de Washington. El pulso internacional contra Vladimir Putin se ha convertido para Downing Street en una gran oportunidad para que la nueva Global Britain proyecte su posición mundial, demuestre que es un actor clave en seguridad y refuerce su parentesco militar con Estados Unidos y la OTAN.

Foto: Cosecha de trigo cerca del pueblo de Hrebeni, en la región de Kiev. (Reuters/Valentyn Ogirenko)
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Sin duda alguna, Londres quiere ser un jugador determinante en el enfrentamiento de Europa contra Rusia, un papel que ha desempeñado desde que Winston Churchill advirtió sobre un 'telón de acero' después de la Segunda Guerra Mundial. Pero también está deseoso de demostrar que, dos años después de abandonar la UE, quiere hacer ahora las cosas de manera diferente. Y, ante todo, quiere evitar que se repitan los titulares de 2014, cuando Rusia se anexionó Crimea y se consideró que Reino Unido estaba ausente del escenario internacional.

“Independientemente del Brexit, Reino Unido sigue desempeñando un papel clave en la defensa de Europa”, asegura James Rogers, cofundador del 'think tank' Council On Geostrategy. “Estamos en un momento significativo en el que Londres está demostrando lo rápido que puede reforzar a sus socios. No se creía que fuera a ser así, ¿verdad? Se suponía que cuando Reino Unido saliera, la UE iba a dar un paso al frente en geopolítica. En cambio, es Londres quien está liderando la ayuda a Ucrania mientras que la UE está dividida. No parece tener una política clara ante la perspectiva de una posible invasión rusa. Está paralizada por las diferencias entre los miembros orientales y centrales y Alemania y Francia”, explica a El Confidencial.

Foto: EL presidente ucraniano Volodímir Zelenski visita a las tropas en la frontera. (EFE)

En Londres, siempre ha existido recelo respecto a la ambigüedad que muestra Berlín con Moscú por el gasoducto Nord Stream 2, la infraestructura germano-rusa geopolíticamente controvertida desde el inicio de su construcción hace casi cuatro años. Pese a que las obras terminaron el pasado mes de septiembre, sigue sin operar al estar aún pendiente de certificaciones. Se temió que la tubería fuera un instrumento del Kremlin para asfixiar a Ucrania, tradicional país de tránsito de gas ruso hacia el mercado europeo. De ahí que a Estados Unidos y los propios países del este de la UE tampoco les gustara nunca el proyecto.

La semana pasada, Reino Unido prefirió que los aviones de sus fuerzas armadas evitaran el espacio aéreo alemán y tomaran una ruta más larga, vía Dinamarca, al transportar las armas antitanques destinadas a Ucrania. Aunque el viaje supuso un par de horas más, le permitió a Londres ahorrarse el tiempo que supondría pedirle permiso a Berlín, un trámite que habría retrasado la misión.

Mientras que Alemania se ha negado a otorgar una licencia de reexportación a Estonia para que enviara a Ucrania artillería de origen alemán, Downing Street ya ha enviado a Kiev un equipo de unos 30 soldados especializados del Regimiento de Guardabosques de operaciones especiales, así como 2.000 misiles antitanque de corto alcance, y está dispuesto a mandar más si fuera necesario. “En dos días, Reino Unido ha proporcionado más armas que todos los países de la OTAN desde 2014”, especificaba Defense Express, web de una de las consultoras militares más importantes de Ucrania.

"En dos días, UK ha proporcionado más armas que todos los países de la OTAN desde 2014"

En el pulso internacional contra Putin, Londres está siendo el mejor aliado para Washington. Ambos países han retirado de Ucrania al personal de sus embajadas. Aunque si Rusia invade a su vecino, pocos creen que haya apoyo militar activo de algún miembro de la OTAN, ya sea de Estados Unidos (que también está suministrando armas a través de Estonia, Letonia y Lituania) o el Reino Unido. Con todo, se da prácticamente por hecho que Downing Street proporcionaría más apoyo militar técnico e inteligencia.

El Gobierno británico no es muy dado a revelar las informaciones de sus servicios secretos. Sin embargo, el sábado pasado acusó al Kremlin de querer instalar a un líder prorruso en Kiev. “El exdiputado ucraniano Yevhen Murayev está siendo considerado como potencial candidato”, aseguraba el comunicado de Exteriores, que exponía un largo listado de políticos ucranianos que “mantendrían vínculos con los servicios de Inteligencia rusos”, entre ellos, Serhiy Arbuzov, viceprimer ministro de Ucrania entre 2010 y 2012, y primer ministro interino en 2014, o Vladimir Sivkovich, exvicedirector de la Seguridad Nacional Ucraniana y del Consejo de Defensa.

El anuncio calculado buscaba frustrar un potencial complot de Moscú y enviar un mensaje de advertencia directo a Putin. Tuvo gran repercusión en los rotativos de ambos lados del Atlántico, aunque en casa la noticia quedó diluida por el 'Partygate', un escándalo que podría acabar costando el puesto a Boris Johnson. En este sentido, son muchos los que consideran que desvelar justamente el sábado por la noche un posible golpe de Estado en Ucrania parecía estar programado para ocupar los titulares de los dominicales británicos del día siguiente y así desviar la atención sobre las polémicas fiestas en pleno confinamiento.

Foto: Boris Johnson junto a Vladimir Putin en la Conferencia Internacional de Libia en enero de 2020.  (EFE/Alexei Nikolsky) Opinión

“No hay distracción tan tentadora como la guerra”, escribía Simon Jenkins, columnista de 'The Guardian', que agregaba que lo único más peligroso que un líder populista con problemas son dos populistas con problemas, en referencia a Putin y Johnson. Pero volviendo a la escena internacional: a pesar de todas sus diferencias por el Brexit, para la UE, mantener fuertes lazos de defensa y seguridad con Reino Unido es un objetivo clave. Militarmente, los Estados del este ven a los británicos como el socio más importante del Viejo Continente en la OTAN, el principal garante de seguridad de la región.

El año pasado, Reino Unido envió 140 ingenieros para ayudar a Polonia a asegurar su frontera con Bielorrusia después de que el régimen autoritario de Minsk provocara una crisis migratoria en el flanco oriental de la UE. En ese momento, el Ministerio de Defensa de Reino Unido señaló que el personal “apoyaría a las tropas polacas con tareas de planificación e ingeniería específicas”. El ministro de Defensa de Polonia calificó el despliegue como una “expresión de nuestra solidaridad aliada”.

Foto: Ejercicios militares de Rusia y Uzbekistán. (EFE)

Reino Unido también es visto por altos funcionarios de la UE como un socio indispensable en cualquier paquete de sanciones, como el año pasado, cuando Londres y Bruselas coordinaron un castigo económico a Bielorrusia. La responsable de Exteriores, Liz Truss, ha advertido de que las eventuales sanciones que se plantean ahora hacia Rusia “afectarían a personas concretas, así como instituciones financieras”.

Por último, está la diplomacia británica, uno de los grandes fuertes que siempre han caracterizado a Reino Unido. El ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, ha acordado reunirse con su homólogo, Ben Wallace, en Moscú. También se espera que Truss visite Moscú y Kiev en las próximas semanas para mantener conversaciones. Más allá de establecer el posicionamiento de la Global Britain, Londres tiene amplias razones históricas y estratégicas para adoptar ahora una línea dura con Rusia. El envenenamiento de un exagente de inteligencia ruso y su hija en Salisbury, Inglaterra, con un agente nervioso en 2018 causó una crisis diplomática. Reino Unido culpó del ataque a la Inteligencia militar rusa y expulsó a unos 150 diplomáticos. Pero, al mismo tiempo, tampoco se ha hecho nada para evitar que los multimillonarios rusos utilicen Londres como refugio, donde compran propiedades e influencia en la mismísima Cámara de los Lores.

Cuando Antony Blinken, secretario de Estado de Estados Unidos, viajó a Berlín el pasado 20 de enero para tratar con sus homólogos europeos la crisis de Rusia en la frontera con Ucrania, la jefa de la diplomacia británica, Liz Truss, fue una de las grandes ausentes. Mandó a una persona de su equipo. Pero ella decidió irse a Australia, acompañada por el ministro de Defensa, Ben Wallace, para discutir asuntos del Aukus, el acuerdo cerrado el año pasado para dotar a Canberra de submarinos de propulsión nuclear.

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