Los misteriosos millonarios rusos que Boris Johnson no quiere que conozcas
El líder 'tory' considera que es más apropiado publicar el documento una vez hayan finalizado las elecciones anticipadas del próximo 12 de diciembre. Pero, ¿acaso tiene algo que ocultar?
Aquella noche del 21 de agosto de 2012 hacía buena temperatura en Londres. La ciudad acaba de clausurar unos exitosos Juegos Olímpicos. Westminster aún se encontraba en pleno receso estival, pero en los jardines de la embajada de Rusia, situada en el lujoso barrio de Kensington, está teniendo lugar una fiesta que atrae a interesantes personajes de la política británica.
Hay música, shashlik a la parrilla y un mago entreteniendo a los invitados. Muchos de ellos son rusos residentes en el Reino Unido, dueños de millonarias mansiones y con hijos internos en el elitista colegio de Eton. No falta un detalle. La ocasión lo merece: se presenta oficialmente “Conservative Friends of Russia” (Amigos Conservadores de Rusia).
Uno de los mayores artífices de este grupo es Sergey Nalobin, quien actualmente vive en Moscú, en un bloque de apartamentos conocido como “la casa FSB” por sus estrechos vínculos con los espías del Kremlin.
La fiesta cuenta con alrededor de 250 invitados, entre ellos, una joven llamada Carrie Symonds -la novia actual de Boris Johnson-. También están Matthew Elliott -quien luego se convertiría en el director ejecutivo de Vote Leave, durante el referéndum del Brexit- y Dominic Cummings -el cerebro de la campaña euroescéptica convertido hoy en el principal asesor de Downing Street-. Por cierto, Cummings estuvo trabajando en Rusia entre 1994 y 1997, intentando establecer una aerolínea que conectara Samara con Viena.
El primer ministro Boris Johnson se ha negado ahora a publicar un informe de 50 páginas realizado por el Comité Parlamentario sobre Inteligencia y Seguridad, respecto a la posible injerencia de Rusia en la política británica. El líder 'tory' considera que es más apropiado publicar el documento una vez hayan finalizado las elecciones anticipadas del próximo 12 de diciembre. Y la pregunta es: ¿Tiene algo que ocultar?
Críticas de todos los lados
El Gobierno ha recibido todo tipo de críticas. Desde los partidos de la oposición hasta la exsecretaria de estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, candidata en las presidenciales de 2016. La pesquisa del ex investigador especial Robert Mueller sobre la influencia rusa en las elecciones a la Casa Blanca determinó que se habían producido interferencias “de forma generalizada y sistémica”.
En el Reino Unido, sin embargo, el Ejecutivo defiende que no hay evidencia de interferencia rusa “exitosa” en la cita con las urnas, incluido el referéndum que terminó con el triunfo del Brexit en 2016. Pero, según los expertos, definir “exitosa” es complicado e incluso discutible.
La decisión del Número 10 de posponer el informe hasta después de comicios ha levantado todo tipo de especulaciones. La prensa local considera que el Partido Conservador no se siente especialmente cómodo revelando ahora el perfil de alguno de sus generosos donantes. En este contexto, el grupo de “Amigos Conservadores de Rusia” ha despertado cierto interés, sobre todo, por sus vínculos con Sergey Nalobin, un diplomático ruso sospechoso de espionaje que, durante sus cinco años de residencia en el Reino Unido, cultivó grandes contactos con el Partido Conservador.
El lobby se fundó en 2012 con el 'tory' pro Brexit John Whittingdale como vicepresidente honorífico. Por aquel entonces, Carrie Symonds (novia actual de Boris Johnson) trabajaba como asistente del diputado. Durante los años que Nalobin estuvo viviendo en el Reino Unido, fue a eventos exclusivos de recaudación de fondos para el Partido Conservador y se reunió con tories de alto perfil. En enero de 2014 publicó, por ejemplo, en Twitter una fotografía con el propio Johnson (por aquel entonces alcalde de Londres) donde lo describió como “un buen amigo”.
Según una investigación realizada por 'The Guardian' y 'The Insider' (una web rusa independiente), Nabolin tiene ahora un apartamento en Michurinskiy Prospect 27, en el suroeste de Moscú. Los lazos de este bloque de pisos con el espionaje estatal están tan bien establecidos que los vendedores pueden anunciar sus propiedades como la “casa FSB” a precios superiores a los del mercado.
Extraños millonarios rusos
Aparte de las conexiones con el diplomático, el Partido Conservador ha recibido en los últimos años donaciones más que generosas por parte de rusos residentes en el Reino Unido, como Lubov Chernukhin, la mujer del ex viceministro de finanzas ruso, quien pagó 160.000 libras para jugar un partido de tenis con Boris Johnson y David Cameron. El partido fue el lote estrella en una subasta para recaudar fondos celebrada en el verano de 2013, donde también estuvo Vasily Shestakov, compañero de judo de Vladimir Putin.
En la actualidad, “Amigos Conservadores de Rusia” no existe. El grupo se disolvió a los pocos meses, cuando salieron a la luz los supuestos vínculos de Nabolin con el SVR, la agencia de inteligencia exterior del Kremlin. Aunque tampoco ayudó el hecho de que su fundador, Richard Royal, especialista en comunicación de Ladbrokes, publicara un gran ataque en redes contra el diputado laborista Chris Bryant -un crítico acérrimo del Kremlin- con la fotografía del parlamentario en calzoncillos en un local gay.
“Westminster Russia Forum” (WRF), fundado en el mismo 2012, es quien tomó su testigo. A su conferencia anual asisten cientos de representantes de empresas británicas y rusas. Desde enero de 2014, su presidente es Nicholas Cobb, quien, según 'Washington Examiner', guarda vínculos estrechos con el Kremlin. A través de su empresa de comunicación y eventos, “Cobb Energy Communications”, ofrece sus clientes “acceso inigualable” tanto a representantes políticos, como organizaciones no gubernamentales y las cámaras de comercio rusas.
Por otra parte, según ese mismo medio, Cobb también estaría relacionado con la revista publicada en inglés, 'Russia Focus', en cuya web revela que está financiada en parte por la federación comercial rusa (vinculada a las agencias de servicio de inteligencia SVR y GRU rusas en Londres). Entre sus artículos, la revista ensalza la anexión rusa de Crimea y pone en duda la responsabilidad de Moscú en el ataque perpetrado con el agente nervioso Novichock, contra el exespía Serguéi Skripal y su hija Julia, que tuvo lugar en marzo de 2018 en Salisbury.
"No sé nada del informe"
El Confidencial se puso en contacto con Cobb, quien atendió la llamada telefónica -con tono sumamente amable- negando cualquier vínculo con el Kremlin. “Francamente no sé nada acerca del informe que ahora no quiere publicar el Gobierno británico y ni mucho menos tengo datos sobre la supuesta interferencia rusa de la que se habla”, explica. “Westminster Russia Forum es un grupo neutral políticamente. Nuestra labor es la de crear un punto de encuentro y diálogo entre los dos países. Apenas celebramos actos políticos. Nos centramos más en la cuestión económica y cultural”, matiza.
Cobb asegura que cuando lee noticias como las del 'Washington Examiner' se “echa a reír”. “Creo que las voy incluso a enmarcar”, señala. “Todos los medios saben que cuando ponen Rusia en sus titulares van a crear interés. Hay una obsesión, paranoia diría, con Rusia y sus supuestos espías. Vivimos en un momento en el que cuando los políticos no logran solucionar sus problemas, como pasa ahora con el Brexit, echan la culpa a terceros. Y esto no es responsable”, recalca.
Reconoce que en la fiesta de inauguración de “Amigos Conservadores de Rusia” estuvieron figuras destacadas del Partido Conservador, pero señala que no tiene “vínculos estrechos con la formación”. “Tenemos relación con figuras que hicieron campaña por el Brexit, pero también con los que hicieron campaña por la permanencia”, añade.
Asimismo, reconoce que conoce a Nabolin aunque “solo de en un par de ocasiones”. Y sobre la relación con la embajada rusa en Londres señala que es “informal”, aunque muchos de los eventos del grupo tienen luego lugar en sus jardines. Respecto a su financiación, asegura que proviene de sus miembros -alrededor de 200-, que pagan una cuota anual de 25 libras.
Boris, ¿detrás de toda la trama?
La presión sobre Downing Street para que publique el informe parlamentario sobre la supuesta injerencia rusa ha aumentado en los últimos días después de que 'The Sunday Times' asegurara que el documento revela los nombres de hasta nueve empresarios rusos que habían realizado donaciones generosas al Partido Conservador en los últimos años. La formación asegura que “todas sus donaciones son legales”.
El Comité de Inteligencia y Seguridad de Westminster escuchó las declaraciones de los servicios secretos británicos y otras figuras, algunas bien conocidas como Bill Browder un exinversionista en Rusia convertido ahora en gran crítico contra el Kremlin. Entre otros testigos también estaría Chris Steele, el ex oficial del MI6 detrás del famoso dossier sobre Donald Trump.
El informe revelaría la preocupación ante la apertura del Reino Unido a la influencia rusa, primero a través del sistema financiero (City) y luego a través de la política. En este sentido, podría haber evidencias de relaciones específicas que implican al propio Boris Johnson quien, en su época como ministro de Exteriores, acudió a una fiesta en una villa italiana organizada por Evgeny Lebedev, quien dirige el 'Evening Standard' y cuyo padre es un exoficial de la KGB.
Un funcionario aseguró a la BBC que, aunque había detalles de la interferencia rusa, el Gobierno podría haber refutado muchas de las acusaciones. Estas no serían tan explosivas como la gente piensa, pero Downing Street ha cometido un gran error ya que, al no querer publicar el documento, las preguntas y sospechas sobrevuelan ahora la campaña electoral para la cita con las urnas del 12 de diciembre.
Aquella noche del 21 de agosto de 2012 hacía buena temperatura en Londres. La ciudad acaba de clausurar unos exitosos Juegos Olímpicos. Westminster aún se encontraba en pleno receso estival, pero en los jardines de la embajada de Rusia, situada en el lujoso barrio de Kensington, está teniendo lugar una fiesta que atrae a interesantes personajes de la política británica.
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