La revolución que la IA trae al mercado legal: nuevas firmas, fondos y viejos bufetes en apuros
El segundo artículo del serial que analizar el impacto de la IA generativa en el sector legal anticipa la reconfiguración que se producirá en el mercado de servicios jurídicos, con firmas emergentes y bufetes tradicionales replanteándose su oferta
En muy poco tiempo desde su aparición, apenas meses, todos los grandes actores del sector legal han coincidido en señalar la inteligencia artificial (IA) generativa como el gran factor de disrupción de la abogacía en el corto y medio plazo. Tanto es así, que la International Bar Association (IBA), la principal agrupación de abogados a nivel global, reunida la semana pasada en París, la identificó "unánimemente" como "la cuestión más importante, tanto en términos de desarrollo del derecho sustantivo como en términos de los desafíos planteados para la profesión jurídica". Un impacto que, aunque resulta "difícil de predecir", indicaba la organización que actualmente preside la española y socia de Gómez-Acebo & Pombo Almudena Arpón de Mendívil, no impide aseverar que "es necesario un mayor estudio del efecto de la IA en el modelo de negocio, tipo de trabajo, estructura del personal, la formación y el desarrollo, precios y otras cuestiones que afectan a los bufetes de abogados".
La IBA es el último gran organismo en alertar de la "reconfiguración" que va a sufrir el negocio de la abogacía y, en consecuencia, el mercado de los servicios legales. O, dicho de otro modo, los cambios que se vislumbran a escala micro, pronto se trasladarán a nivel macro. De momento, lo que ya están comprobando quienes operan con la IA generativa, como se exponía en el primer artículo del serial que la semana pasada inició El Confidencial, es que la máquina es capaz de absorber muchas de las tareas que hoy conforman el desempeño de los letrados, reduciendo así el número de horas de trabajo humanas que la profesión requiere para dar respuesta a la demanda de servicios legales. En un sector que lo que vende, en esencia, son horas de trabajo, ese exceso de oferta en las horas disponibles acabará siendo corregido por el mercado, pronosticaban los expertos consultados, expulsando a aquellos profesionales cuyo servicio consista en realizar tareas potencialmente automatizables.
Sin embargo, el impacto de la IA generativa en el sector no se quedará únicamente en acabar con los abogados que se muestren como el rival más débil, sino que provocará un auténtico terremoto en el mercado, alterando la correlación de fuerzas existente entre los grandes actores; abriendo ventanas de oportunidad para firmas más pequeñas y nuevos modelos de negocio; e, incluso, provocando que muchos clientes se lancen a contratar directamente con los proveedores cuando contemplen como asumible el riesgo que conlleva prescindir del asesoramiento de un letrado o despacho externo. Pero no todo son sombrías noticias para los bufetes tradicionales. Como señala Manuel Fernández Condearena, socio responsable de Legal Management Consulting de Deloitte Legal, la IA también ampliará el negocio legal "por arriba", pues abre un sinfín de aspectos en los que se va a demandar asesoramiento legal —derecho digital, propiedad intelectual, protección de datos, etc.—. Un nicho, no obstante, que no todos los letrados tienen formación y recursos para explotar.
A la espera de comprobar cuánto negocio crea esta nueva tecnología, el socio de la consultora BlackSwan Miguel Ángel Pérez de la Manga expone por qué la automatización tiene el irremediable efecto de reducir el mercado de los servicios profesionales en lo que respecta a la abogacía. "Se denomina servicio profesional al asesoramiento que conlleva aplicar, entre el diagnóstico del problema y su tratamiento, un conocimiento muy amplio, muy interrelacionado y que es abstracto", detalla Pérez de la Manga; "si al hacer el diagnóstico aparece de forma automática el tratamiento, estamos ante una materia que ya no forma parte de los servicios profesionales y que, a la larga, no podrá cobrarse como tal".
Tras esta transición, explica el consultor, todavía puede darse una etapa de asimetría en la información en la que los despachos aún logren vender dicho asesoramiento a su antiguo precio, pero esta no durará, pues pronto aparecerán otro tipo de proveedores que ofrecerán el mismo servicio a un coste mucho más competitivo. En donde sí puede producirse una igualación de la competencia, agrega el también socio de BlackSwan José Luis Pérez Benítez, es en relación con el posicionamiento de las firmas en materia de marketing y reputación. "La IA va a permitir a muchos abogados y bufetes crear contenido, notas, Q&A o artículos de opinión en materias sencillas, como familia, desahucios u okupación, con los que inundar la red y atraer tráfico. En esos casos, los letrados van a tener que redoblar sus esfuerzos para distinguirse de sus competidores", apunta Pérez Benítez.
No hay que irse demasiado lejos para encontrar ejemplos de materias que, fruto de su sistematización o automatización, han salido total o parcialmente del ámbito de los servicios profesionales o se han situado en la escala más baja de precio y rentabilidad del asesoramiento de las firmas, como determinados aspectos de las políticas de compliance o protección de datos. Algo similar sucede con la litigación masiva o la gestión algunas cuestiones laborales o fiscales, como la gestión de nóminas, derivados a las gestorías o a las unidades de advisory de los despachos. En todas esas materias, convertidas en un commodity, ningún cliente está dispuesto a pagar los honorarios de un asunto sofisticado o complejo. "Cuando deja de ser necesario el conocimiento amplio, abstracto y complejo, y la información aparece estructurada, se produce el mencionado automatismo entre diagnóstico y tratamiento. En ese momento, florecen otro tipo de empresas, más centradas en mejorar la efectividad y la velocidad del proceso, que poco a poco van bajando el precio del servicio", concluye Miguel Ángel Pérez de la Manga.
Así, por tanto, si la IA generativa es capaz de consolidarse como una tecnología fiable y se extiende su uso, un importante número de materias o tareas dentro del asesoramiento jurídico —las más rutinarias y/o sistematizables— saldrán del ámbito de actuación de los despachos. "Para cualquier servicio jurídico, antes había que contratar un despacho de abogados. Ese monopolio empezó a romperse hace unos años, pero la IA generativa va a terminar por segmentar el mercado legal de forma muy acentuada", corrobora Eugenia Navarro, socia de la consultora Lois. Estos nuevos modelos, surgidos al calor de dicha fragmentación o causantes de la misma —firmas mucho más apalancadas en la tecnología, lo que les permite concentrarse en un servicio o tarea que realizan de forma mucho más rápida y eficiente—, suelen ubicarse bajo los amplísimos paraguas de los conceptos ALSP (los proveedores alternativos de servicios legales, por sus siglas en inglés) o legaltech.
De este modo, los expertos anticipan un enriquecimiento del ecosistema de ALSP presentes en España. A veteranos como Afiens —especializado en la revisión y mejora de procesos— o Abroading —para la externalización de servicios y procesos que no requieren alta especialización—, nacidos hace más de una década y pioneros en el uso de la tecnología para eficientar determinadas tareas legales, se han sumado desde entonces otras firmas como Bigle Legal —para la gestión de la vida de los contratos—, Dilitrust —enfocada a la gobernanza de sociedades—, Councilbox —para la celebración en remoto de reuniones válidas legalmente—, Signaturit —de firma electrónica—, Legal Pigeon —que encuentra abogados para cubrir vistas— o Atlante —servicios procesales para entidades de recobro—. Muchas de ellas aún son desconocidas para el grueso de los profesionales del sector, pero en los últimos meses están intensificando su actividad, en buena medida, aprovechando el empujón del hype tecnológico que ha creado la IA generativa.
No es demasiado aventurado prever que el acelerón provocado por la IA, que va más allá del propio uso de esta tecnología y se extiende a todas las demás, continúe impulsando el creciente negocio de los ALSP. Un sector que, según el informe Alternative Legal Services Providers 2023 de Thomson Reuters, superó el pasado ejercicio los 20.000 millones de dólares de facturación global —casi 19.000 millones de euros—, lo que supone un crecimiento del 47% respecto de dos años antes. Suma y sigue.
El crecimiento de los ALSP, las legaltech y firmas de un perfil similar está teniendo un efecto secundario cuya evolución conviene seguir de cerca, no solo para comprobar el impacto en sus propias estructuras y funcionamiento, sino también para el conjunto del sector. Se trata de la entrada de socios capitalistas —es decir, socios no abogados— en las mismas, muchos de ellos fondos, para respaldar los planes de crecimiento e inversión de estas firmas. En nuestro país, el ejemplo más representativo es la compra de Legálitas por parte de la gestora de capital riesgo Portobello, adquisición que ha permitido a la plataforma lanzar un ambicioso plan de expansión y digitalización. Pero no es el único. Moira Capital posee un tercio del accionariado de la firma de litigación masiva Eskariam o son varios los acuerdos de financiación anunciados entre Arcano y Reclamador. Fuera de España, la startup legal Robin AI recaudó 10,5 millones de euros en la ronda de financiación celebrada antes de verano y, la semana pasada, se hizo pública la compra por parte de Inflexion de la filial de Allen & Overy dedicada al compliance y la gestión de los riesgos legales Aosphere.
'Big four' y bufetes al acecho
El estudio de Thomson Reuters, sin embargo, pone de manifiesto otra circunstancia que debería poner en alerta a los ALSP. Y es el creciente interés que este suculento nicho de negocio parece haber suscitado en los peces gordos del sector: las ágiles big four y los grandes despachos de abogados, menos versátiles pero siempre dispuestos a explorar nuevas fuentes de ingresos. Un apetito que la IA acrecentará en la medida en que esta eleve la eficiencia y reduzca costes. Algunos bufetes ya han lanzado filiales de alto perfil tecnológico que les permitan prestar servicios menos rentables. En el panorama nacional, el primer bufete en adentrarse por esta senda fue Cuatrecasas, a través de Rauda ALSP, un ejemplo que recientemente ha seguido Gómez-Acebo & Pombo. Entre las firmas internacionales, Allen & Overy, Linklaters, Eversheds Sutherland o Ashurst también tienen su propia firma cautiva que ofrece un servicio legal alternativo.
Las big four, por su parte, quieren más. Al ser preguntadas por las oportunidades que les ofrece la inteligencia artificial transmiten que han encontrado en ella un filón para diseñar nuevos productos y servicios. "Llevamos años aplicando la tecnología para ser más eficientes en el asesoramiento que prestamos a nuestros clientes; esa no es la gran novedad en este momento. Nuestro gran objetivo con la IA generativa es, aplicando la información y los datos de los que disponemos, poder crear soluciones y entornos específicos para las empresas con las que trabajamos", revela Patricia Manca, socia responsable de Legal Management Services de PwC Tax & Legal, que considera que este avance les abre "un abanico enorme de posibilidades para desarrollar proyectos que hasta ahora no podíamos ejecutar".
En este punto, Manca se muestra convencida de que la velocidad es clave. "La inteligencia artificial no es una tecnología de nicho, sino que es muy transversal; por ello, habrá muchos clientes que no tardarán en volar solos y ponerse a implementar sus propias soluciones, prescindiendo de lo que les ofrezcamos los despachos externos. Si somos rápidos y les planteamos una aplicación automatizada y competitiva a tiempo, a muchos no les compensará un desarrollo interno", reflexiona Manca, que se dice "muy partidaria de la co-creación" entre firmas y asesorías jurídicas. En la misma línea, Manuel Fernández Condearena asevera que la amplitud de los potenciales casos de uso y la necesidad de proteger la información de cada compañía hará que aparezcan muchas soluciones a medida basadas en IA. Un servicio en el que la capacidad de destinar recursos y conformar equipos transversales será una gran ventaja competitiva para las big four.
¿Entrarán los bufetes a competir en el mercado de este tipo de soluciones? Hasta la fecha, pocas firmas se ven como proveedores de tecnología, aunque alguno lo descarta con la boca pequeña o enunciando aquello del nunca digas nunca. Relacionado con esta cuestión resulta reseñable la idea que ofreció Ignacio Gómez-Sancha, socio director de Latham & Watkins en España, en una reciente entrevista en El Confidencial al ser preguntado por cómo afectaría la IA generativa al sector. En su respuesta, Gómez-Sancha auguraba que se produciría un "efecto novedoso" que se concretaba en que "los grandes bufetes van a robar cuota de mercado a proveedores de servicios de menor valor añadido con los que antes no competían", aunque sin concretar más allá.
El pronóstico del socio director de Latham & Watkins es que las firmas más sofisticadas acabarían por atraer un tipo de trabajo que, aunque a priori no es su target por el perfil de asunto y su rentabilidad, descubrirían que pueden realizarlo a muy bajo coste y prácticamente sin destinar a la misma recursos humanos. "Quien puede lo más, suele poder lo menos", reflexionaba en conversación con este diario, "de modo que, en el largo plazo, la inteligencia artificial va a convertirse en una gran barrera para los despachos más pequeños, que no tienen nuestra capacidad de inversión". Es decir, otorgará a los bufetes de la élite una ventaja competitiva tan grande que estos terminarán por acaparar un trabajo que no se habían planteado explotar antes. "Esta creo que va a ser una tendencia inesperada y que aún no se ha predicho en el sector", remataba.
Porque, aunque los ALSP insistan en que ellos están para complementar el trabajo de los bufetes tradicionales y no para competir con ellos, lo cierto es que no son pocos en estos despachos quienes muestran sus recelos contra ellos. Es lógico, pues captan una facturación que antes acaparaban ellos, aunque sea a base de tener a sus júniors realizando tareas repetitivas o de menor valor añadido. Así, aunque el estudio de Thomson Reuters refleja que son mayoría quienes en las grandes firmas creen que los ALSP les pueden ayudar a dar satisfacción a la presión a la baja sobre los honorarios que les trasladan los clientes y que pueden apoyarse en ellos para expandir su negocio, casi uno de cada dos abogados tradicionales también se muestra temeroso de que la tecnología de estos proveedores alternativos absorba tareas que hacen sus letrados. Una proporción similar los ve como competidores directos.
Idoya Fernández, socia y directora del área de Conocimiento e Innovación de Cuatrecasas, señala que entre los planes de su firma no está el convertirse en proveedor de soluciones tecnológicas o alterar el segmento de negocio al que se dirige su organización. "El core de nuestro negocio es el asesoramiento legal de alto valor añadido; las herramientas que estamos desarrollando con la IA generativa son para mejorar el desempeño de nuestros abogados", explica. Ese enfoque es la que explica que el ALSP de Cuatrecasas no presta servicio directo a clientes, sino solo a sus propios profesionales.
Algo más matizada es la respuesta de Eduardo Abad, socio responsable del Comité de Innovación y Digitalización de Garrigues, en relación con la posibilidad de ofrecer soluciones tecnológicas a sus clientes. El letrado expone que, si bien convertirse en proveedor tecnológico puede resultar muy problemático y engorroso para un bufete —tanto por plantilla, como servicio y cuestiones de responsabilidad—, en Garrigues sí están contemplando cómo maximizar las posibilidades de la plataforma compartida que ponen a disposición de sus clientes a través de la aplicación de inteligencia artificial.
Las amenazas para los grandes despachos no solo van a venir de los ALSP en lo relativo a tareas automatizables, también de firmas más pequeñas que van a ver elevadas sus capacidades gracias a la potencia de la máquina. Lo explicaba Pere Pons, socio director del bufete Chevez Ruiz Zamarripa en Madrid, en una entrevista en este diario. "A los bufetes de mayor tamaño, con estructuras más voluminosas, les van a surgir nuevos competidores, pues firmas más pequeñas van a poder hacer trabajos más grandes", aseveraba en relación con aquellas operaciones o litigios a las que despachos con menos músculo no podían aspirar por no contar con plantilla suficiente para revisar grandes volúmenes de documentación. "La IA va a permitir que, en operaciones de M&A en las que antes necesitabas un equipo de 20 personas, ahora las puedas hacer solo con cinco", ejemplificaba Pons.
De este modo, se ampliará el abanico de bufetes que pueden aspirar a las grandes transacciones, siendo quienes tienen una estructura menos pesada quienes puedan ofrecer un precio más competitivo. "Eso resentirá la rentabilidad de los despachos más voluminosos", reflexiona el socio director de Chevez, que indica que si él fuera el máximo responsable "de una firma enorme, estaría asustado". En su opinión, no es en absoluto descartable que, en ese escenario, se produzcan concentraciones de firmas o algunas de ellas se reestructuren para seguir siendo competitivas.
Por otro lado, aparecerán nuevas grandes firmas, o se fortalecerán las ya existentes, que acaparen un importante número pequeños litigios o asuntos, fundamentando su rentabilidad en el volumen. Una opción que subraya Jordi Estalella, socio de Lois. "Para los despachos cuyo modelo se base en las economías de escala, la IA generativa aumentará su capacidad de gestionar más asuntos y, como consecuencia, incrementará sus ingresos al tiempo que reducen costes". Una auténtica amenaza para los pequeños bufetes o abogados individuales que, por su tamaño, no tienen la capacidad de ofrecer precios tan competitivos. ¿Otra palanca para empujar a nuevas fusiones entre despachos?
Proveedores que venden a cliente
Finalmente, Miguel Ángel Pérez de la Manga apunta una consecuencia más que previsible del auge de los proveedores de servicios tecnológicos provocará en el mercado de servicios legales: la posibilidad de que estos contraten directamente con el cliente, saltándose al abogado. "Los desarrolladores de la tecnología pronto se darán cuenta de que si venden solo a los abogados tienen un público objetivo mucho más pequeños que sí comercializan sus productos al conjunto del mercado. Además, es lógico que quieran ser ellos quienes rentabilicen las ventajas de su producto o servicio", indica el consultor. Una opción posible y legal, pues al margen de la litigación, en donde sí o sí es necesaria la intervención de un abogado, existen muchos otros servicios jurídicos en los que esta es facultativa, como la redacción de un contrato o una reclamación administrativa. Así sucedió con el producto SAP, rememora el consultor, que barrió a economistas y contables de muchas grandes empresas. "Y no vi a ninguno de ellos celebrando que una máquina haría su trabajo y ellos se llevarían el dinero, como parecen creer algunos abogados".
A nadie debería sorprenderle o escandalizarle que se prescinda de los abogados para aquellos negocios jurídicos que conllevan bajo riesgo, pues esta tendencia ya se está produciendo en el seno de las empresas, tal y como apuntaba el informe Contratos y la brecha Legal-Negocio, de la consultora ODDS Legal. El documento revelaba que, de media, las asesorías jurídicas se ausentan ya de la firma de tres de cada 10 contratos. En aquellas corporaciones con unos flujos de trabajo bien establecidos y procedimentados, la inhibición de los in house responde a la priorización de los recursos, concentrándose en aquellos asuntos de mayor valor añadido y delegando en las áreas de negocio los contratos que implican menor riesgo.
José Ángel Sandín, CEO de Lefebvre, asevera que, en términos de negocio, la opción de ampliar su clientela más allá de los profesionales de la abogacía es "sin duda interesante", pero "a día de hoy es peligroso", pues las respuestas que ofrece su herramienta GenIA-L, como el resto de soluciones basadas en inteligencia artificial generativa, requiere de la supervisión humana. "Nuestra recomendación es que se verifiquen las respuestas", incide Sandín, "porque ellos tienen un criterio jurídico que les va a permitir detectar si lo que les ha devuelto la máquina está completo o incompleto, o requiere de matices; cualquier asunto jurídico tiene un montón de aristas".
En cualquier caso, José Manuel Mateo, product manager de Lefebvre, indica que el interés que las compañías les han trasladado por GenIA-L va más allá de los propios abogados de la asesoría jurídica. En este sentido, Mateo asegura que su aplicación es tan manejable y ofrece respuestas tan bien detalladas que es comprensible que otros profesionales más allá de los in house, como los directores del departamento de RRHH o del área Financiera, pudieran utilizarla con el criterio suficiente "para discernir sí la respuesta es adecuada o no, si encaja en el problema que le están planteando o si es necesario verificarla de alguna manera".
En muy poco tiempo desde su aparición, apenas meses, todos los grandes actores del sector legal han coincidido en señalar la inteligencia artificial (IA) generativa como el gran factor de disrupción de la abogacía en el corto y medio plazo. Tanto es así, que la International Bar Association (IBA), la principal agrupación de abogados a nivel global, reunida la semana pasada en París, la identificó "unánimemente" como "la cuestión más importante, tanto en términos de desarrollo del derecho sustantivo como en términos de los desafíos planteados para la profesión jurídica". Un impacto que, aunque resulta "difícil de predecir", indicaba la organización que actualmente preside la española y socia de Gómez-Acebo & Pombo Almudena Arpón de Mendívil, no impide aseverar que "es necesario un mayor estudio del efecto de la IA en el modelo de negocio, tipo de trabajo, estructura del personal, la formación y el desarrollo, precios y otras cuestiones que afectan a los bufetes de abogados".
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