Es noticia
¿Cuántos abogados sobran en España? Así impactará la IA en el trabajo de los bufetes
  1. Jurídico
El martes 7 de noviembre, segunda entrega

¿Cuántos abogados sobran en España? Así impactará la IA en el trabajo de los bufetes

El Confidencial arranca un serial para analizar los cambios que la inteligencia artificial generativa provocará en el sector legal. El primero aborda las tareas que serán sustituidas por la máquina y señala qué letrados deben temer por su empleo

Foto: La IA generativa reduce el volumen de horas que requiere la abogacía para satisfacer la demanda de servicios jurídicos. (EC Diseño)
La IA generativa reduce el volumen de horas que requiere la abogacía para satisfacer la demanda de servicios jurídicos. (EC Diseño)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Desde el retorno de las vacaciones de verano no se habla de otra cosa en el mundo de la abogacía. Ni dentro ni fuera de España. Jornadas, artículos, informes, ponencias, noticias, posts en redes sociales... Todo, o prácticamente todo, gira en torno al impacto de la inteligencia artificial (IA) generativa en una profesión que, esta vez sí, parece haber encontrado una tecnología que actúe como un auténtico game changer —término que se emplea para definir aquellos factores que tienen la capacidad de alterar las reglas de juego—. Al menos así lo creen quienes operan con ella dentro de los propios despachos de abogados o los proveedores tecnológicos especializados en el ámbito legal. Discrepan en los términos que emplean para describirla, pues algunos la encuentran "revolucionaria" y otros únicamente "transformadora", pero existe coincidencia en que estamos ante lo que puede suponer un punto de inflexión en la prestación de los servicios jurídicos.

Es lógico el escepticismo de quienes piensan que puede estarse ante una burbuja. No sería el primer hype tecnológico que después acaba en bluf, como ha sucedido recientemente con el metaverso y blockchain, o, algo más lejos en el tiempo, con Second Life. Alguno recuerda también el fiasco de Ross Intelligence, la versión jurídica de la herramienta Watson de IBM, un supuesto súper buscador jurídico que apareció en 2016 y que, empleando machine learning y procesamiento de lenguaje natural, se dijo que introduciría a la abogacía en una nueva era. "¿Quién ganará, el robot o el abogado?", se preguntaba algún artículo, evocando el enfrentamiento entre el ajedrecista Gary Kasparov y la IA de Deep Blue. Hoy, sin embargo, solo se acuerdan de Ross, ya cerrado, quienes tiran de ejemplos para subrayar que en el sector legal suelen inflarse las expectativas de unos cambios que, después, tienen un efecto mucho más moderado o, directamente, no se producen.

Sin embargo, la IA generativa tiene algo que la hace diferencial frente a otras tecnologías. "El gran cambio es que es muy buena con el lenguaje que, al final, es la herramienta con la que trabajamos los profesionales del Derecho", explica Idoya Fernández, socia y directora del área de Conocimiento e Innovación de Cuatrecasas, el primer bufete español en anunciar un acuerdo con la startup especializada en IA en el sector jurídico Harvey. La implantación de la herramienta y la formación de los abogados arrancó en septiembre. Al contrario que la IA "a secas", detalla Fernández, la generativa "procesa y redacta muy bien en cualquier idioma", ya sea español, inglés o alemán, "sin necesidad de entrenamiento", lo cual facilita que comprenda, analice, resuma o saque conclusiones de los textos que se le proporcionan, o los genere ella misma de acuerdo con las pautas que se le introduzcan.

El sistema aún no es perfecto, revela la socia de Cuatrecasas, pero ya supone una gran ayuda para los profesionales de la firma. Y su uso va a más. "Evoluciona tan rápido que la tecnología de la que hoy disponemos es peor que la que tendremos en solo tres o seis meses", augura Fernández. Muy similar es la valoración que realiza Eduardo Abad, socio responsable del Comité de Innovación y Digitalización de Garrigues, bufete que está trabajando en su propio modelo de IA generativa que integra, entre otras, la tecnología de Harvey. "Es una herramienta muy relevante. Aún no diría que se trata de un antes y un después, pero es cierto que avanza a una velocidad exponencial y ya nos está obligando a cambiar algunas cosas. Es difícil prever todo lo que podrá hacer en el futuro", relata el Abad, quien alerta, no obstante, que "hay algo de burbuja y ruido" en torno a la IA generativa. "Porque no es capaz de hacer todo lo que se está diciendo que puede hacer, se están exagerando mucho sus capacidades", corrobora Fernándo López, experto en IA y deep learning fichado en mayo por el despacho para afrontar el proceso de incorporación de esta tecnología.

Foto: Logo de ChatGPT. (Reuters/Dado Ruvic)

La herramienta MIAbogado, lanzada por Ecix Group al mercado en septiembre, permite visualizar algunas de las tareas de la profesión de abogado que puede hacer la IA generativa. Según sus creadores, la aplicación realiza tres grandes funciones. En primer lugar, resuelve dudas jurídicas, bien sea respondiendo a preguntas directas del usuario; bien sea tras analizar escritos o documentos introducidos en el sistema. En segundo término, analiza cualquier texto legal —o una multitud de ellos— en un tiempo muy reducido. Finalmente, redacta todo tipo de documentos jurídicos, ya sea un contrato de arrendamiento, una querella por apropiación indebida o el clausulado de una política de protección de datos. Todo ello, subrayan desde Ecix, con una precisión del 90%. El coste de la suscripción a MIAbogado es de 50 euros mensuales, una cuantía ni mucho menos prohibitiva para los profesionales del Derecho, público al que se dirige la aplicación.

Álvaro Écija, socio director de Ecix Group, anticipa que no tardaremos en ver otras herramientas como MIAbogado. "En los próximos cinco años, la prestación de los servicios jurídicos va a dar un giro de 180º", predice, pues "la IA generativa va a automatizar un sinfín de procesos que actualmente se realizan de forma manual". En su opinión, una parte importante del trabajo que hoy se hace en los bufetes de forma más o menos artesanal evolucionará hasta convertirse en el resultado de "una cadena de producción industrial". Es decir, el procedimiento de prestación de servicio jurídico será más rápido y efectivo, pues la precisión de la máquina siempre es mayor que la del humano; más barato, al beneficiarse del efecto de las economías de escala, y requerirá de menos profesionales, el elefante en la habitación de esta tecnología. "Su impacto en la mano de obra es inevitable, pero es igual que lo que sucedió con la industrialización de otros sectores productivos", pronostica Écija.

¿Tiene realmente la IA generativa la capacidad de expulsar de la profesión a un número importante de abogados?, ¿hay riesgo real de sustitución del humano por parte del robot? La respuesta abrumadoramente mayoritaria de los expertos consultados es que sí, que en la abogacía no son pocos quienes están directamente amenazados por este avance tecnológico. Una impresión que corroboran los estudios que analizan el impacto de la automatización en la economía. Así, un reciente informe de Goldman Sachs señalaba que el 44% de las tareas realizadas por los abogados podrían ser asumidas por la máquina, siendo el sector legal el segundo con un índice más elevado, solo superado por el de los administrativos y oficinistas.

Este alto porcentaje de tareas automatizadas, calculado respecto de la abogacía estadounidense —que presenta algunas diferencias relevantes con la que se ejerce en la Europa continental, pero no como para invalidar la extrapolación del dato—, convierte al sector legal en el que tiene un mayor riesgo de sustitución de profesionales por la tecnología, situándose incluso por encima del ámbito de las actividades administrativas y oficinas, o del de las finanzas. No obstante, los autores del informe consideran que es mayor la proporción de tareas que realizan los letrados en los que la IA generativa será complementaria a la labor del ser humano. Un matiz que no debería ser un alivio total para quienes tengan razones para preocuparse, pues tras esa complementariedad también se encierra el riesgo real de pérdida de empleos, inevitable si una misma tarea puede llevarse a cabo con menos mano de obra.

Otra entidad que ha alertado del riesgo de sustitución que para los profesionales del Derecho tiene esta tecnología es la OCDE. En su último estudio sobre el impacto de la inteligencia artificial en el mercado laboral, el organismo afirmaba que, junto a los actores de doblaje y los escritores, "los abogados son otra profesión en la que se espera que la IA reemplace a una parte considerable del personal". Unos mensajes muy crudos que, sin embargo, tecnológicas e instituciones están tratando de amortiguar, reenfocando en positivo la influencia de la IA generativa, subrayando antes las oportunidades que los perjuicios para evitar que una actitud defensiva o excesivamente temerosa de quienes componen el sector. Sin embargo, el riesgo existe, es real, aunque no a todos afectará de la misma manera. Aquí también habrá ganadores y perdedores según la especialización y segmento del mercado al que se enfoque cada firma o letrado.

Un sector que vende horas

El peligro para la abogacía, de acuerdo con las capacidades y limitaciones que hoy demuestra la IA generativa, no es la sustitución directa del letrado por la máquina —que también, pero a menor escala—, sino el descenso en la necesidad de mano de obra, pues podrá hacerse el mismo trabajo con menos profesionales. La clave para ello es que lo que venden la gran mayoría de bufetes y abogados, en esencia, son horas de trabajo. La hora es la unidad de medida básica de la profesión y, sobre la base de la misma establece la carga de trabajo que requiere un asunto; se fijan los honorarios que debe pagar el cliente; se mide la rentabilidad de un caso, o se evalúa el rendimiento de los letrados. Por lo tanto, si la IA generativa reduce el volumen de horas que requiere la profesión para dar respuesta a la demanda de servicios jurídicos, se producirá un exceso de oferta que, antes o después, el mercado acabará corrigiendo.

Por mucho que después un letrado deba revisar el trabajo de la IA generativa, tarea imprescindible pues todos los que operan con ella insisten en que cualquiera de las aplicaciones desarrolladas tiene un riesgo elevado y real de producir alucinaciones —así se denominan las respuestas erróneas que crea la máquina con apariencia de auténticas y/o veraces—, la reducción del tiempo dedicado a la búsqueda de información, la revisión y análisis de documentación, o la redacción de escritos se va a liberar mucho tiempo de trabajo que, a la larga, no podrá ser facturado al cliente. Bien porque este conozca y comprenda el impacto de las soluciones basadas en dicha tecnología y así lo requierea, o bien porque sean otros despachos quienes aprovechen la ventaja competitiva que ofrecen para mejorar su posición en el mercado rebajando sus precios, un movimiento que elevará la presión para que los demás hagan lo mismo. Pura ley de la oferta y la demanda.

* Si no ves correctamente el módulo de suscripción, haz clic aquí

"Van a sobrar abogados", prevé Jorge Morell, abogado y fundador de Legaltechies, para quien "es obvio" que una parte importante de la profesión "va a tener que transformarse" si no quiere desaparecer. "El peligro no solo es externo, sino también, y sobre todo, interno", continúa, pues los letrados que integren la IA generativa y automaticen procesos se volverán "más competitivos", siendo capaces de atraer a los clientes de quienes no son tan eficientes. Ahora bien, la espada de Damocles no pende sobre todas las cabezas por igual. El peligro es mayor en el caso de despachos pequeños o abogados individuales, sin una especialización concreta —quienes hacen un poco de todo—, que ofrecen servicios de escaso valor añadido y que apenas litigan, pues para actuar en juicio siempre hace falta la intervención de un letrado. Por ejemplo, quien solo realice contratos no demasiado complejos, reclamaciones sencillas o asuntos societarios básicos es carne de cañón, opina Morell.

"La tecnología siempre tiene más impacto en los servicios más estandarizados o estandarizables, en donde lo más relevante es el proceso, mientas que afecta menos cuando la prestación es más sofisticada", confirma Miguel Ángel Pérez de la Manga, socio de la consultora BlackSwan. Prueba de ello, agrega su socio José Luis Pérez Benítez, son los litigios masivos, a los que la automatización y la robotización los ha convertido en un commodity. Apenas quedan ya pleitos por cláusulas bancarias, por ejemplo, en donde el abogado no vaya a éxito y su retribución no salga de las costas procesales. Solo quienes se dediquen al trabajo "singular y complejo" o "muy especializado", se suma Eugenia Navarro, socia de la consultora Lois, están a salvo de verse zarandeados por la IA generativa. En esta descripción encajarían las grandes firmas o las boutiques de menor tamaño pero hiperespecializadas en una materia, enfocadas a los asuntos de alto valor añadido.

Foto: Seis palancas que marcan el futuro de los bufetes. (Pexels)

¿Es consciente la abogacía de a pie la que se le viene encima? Delia Rodríguez, abogada de familia y socia directora del bufete Vestalia Asociados, de apenas una decena de profesionales, piensa que no todo lo que debería. "Hay pasividad o miedo a la tecnología", describe, aunque también comprende la escasa capacidad de inversión o de establecer estrategias de crecimiento que tienen los despachos de menor tamaño. "Aunque en un mercado tan competitivo y ante una disrupción como la que plantea la inteligencia artificial generativa, la innovación no es que sea necesaria para crecer, es que es vital para subsistir", reflexiona. En su bufete han iniciado un proyecto piloto para automatizar la recogida y el tratamiento de la información de los clientes, con formularios digitalizados, "para poder concentrar al equipo en lo que marca la diferencia en el Derecho de familia, que es la atención personalizada, la empatía y el acompañamiento humano".

El Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid (ICAM) es consciente de la "preocupación" que existe en muchas capas de la profesión, como admite Mabel Klimt, diputada responsable de Innovación de la institución y socia directora de Elzaburu. A pesar de las limitaciones a la contratación y los plazos que debe respetar la entidad colegial, Klimt relata que la actual junta de gobierno estudia cómo incorporar en su oferta de servicios a los colegiados herramientas tecnológicas que les permitan no descolgarse de los avances en materia de IA. También ayudar a los letrados en su formación, especialmente a los más mayores. "Es cierto que como colegio tenemos una capacidad de contratación que muchos abogados individualmente no poseen", explica en conversación con este diario; "en su momento, evaluaremos las herramientas disponibles y valoraremos si podemos poner a disposición de nuestros colegiados alguna de las mismas".

Existe conciencia de la IA

Lo que no puede decirse, en absoluto, es que los abogados sean ajenos a la IA generativa. Bien sea por el miedo a la sustitución o bien sea porque la identifican como una tecnología que realmente puede aliviarles de las tareas más repetitivas o de menor valor añadido, lo cierto es que son varios los informes que manifiestan que los letrados están muy al tanto de las distintas herramientas que van apareciendo. Mucho más que el conjunto de la población. Una encuesta de la LexisNexis señala, por ejemplo, que el 86% de los profesionales del Derecho conoce la existencia de la IA generativa, casi 30 puntos más que si se toma como referencia a la ciudadanía en general.

Sin embargo, al preguntarles por sus sentimientos sobre el impacto de la IA generativa para su profesión, solo el 15% respondió que será "positivo". En cambio, seis de cada diez dijo tener sentimientos encontrados; el 12% aseguró no estar seguro y el 11% respondió, directamente, que era negativo. Un recelo que también se aprecia en otro reciente informe de Thomson Reuters, que revela que si bien ocho de cada diez abogados ve una aplicación clara a esta tecnología en sus quehaceres, solo el 51% considera que "debe aplicarse" al trabajo legal. Uno de cada cuatro, en cambio, sostiene que su utilización no es conveniente. ¿Miedo a los riesgos que conlleva la aplicación de la IA generativa, como las alucinaciones o la seguridad de la información, en la abogacía o una manifestación de la preocupación de los letrados por perder o ver la precarización de su empleo? Ninguna de las dos encuestas profundiza tanto en la causa de las respuestas.

No todos los mensajes, sin embargo, son negativos. En la adaptación está la clave, según Manuel Fernández Condearena, socio responsable de Legal Management Consulting de Deloitte Legal. "La IA generativa no va a sustituir al abogado, lo que sí sucederá es que el abogado que no sea capaz de usar la inteligencia artificial se verá reemplazado por el que sepa utilizarla", augura. Es decir, la necesidad de asesoramiento jurídico no solo no va a desaparecer, sino que se verá potenciada, entre otras cosas, por las dudas que plantea esta tecnología y su incipiente regulación; ahora bien, quien no sea capaz de incorporar todas las ventajas competitivas que aporta la IA se verá fuera del mercado. "Lo positivo", agrega Sara Molina, senior manager del mismo equipo en la Big Four, "es que todos los abogados han podido probar ya ChatGPT y herramientas similares, lo que ha hecho que todos aceleren para comprenderlo o incorporarlo". La capacidad de manejar las aplicaciones en primera persona te acerca más a percibirla como una ayuda que como una amenaza, explica Molina.

Este interés se ha traducido en un torrente de llamadas para todos los proveedores que ya han lanzado soluciones al mercado. Es el caso de Lefebvre, compañía española especializada en software y contenido jurídico, que a finales de septiembre presentó GenIA-L, una solución basada en inteligencia artificial generativa que da acceso a todas sus bases de datos. La aplicación incorpora una serie de funcionalidades para ofrecer a los usuarios información completa y pertinente en situaciones concretas, así como explicaciones claras y argumentos estructurados. Así, no solo brinda una respuesta inicial, en forma de primera aproximación al problema planteado, sino que también es capaz de generar un Q&A (un cuestionario de preguntas y respuestas); un listado de argumentos de la jurisprudencia y doctrina administrativa; una explicación jurídica y otra coloquial; una tabla de conclusiones y una respuesta basada en el contenido de los Mementos de Lefebvre.

"Lo que estamos viendo es que la gente está abrazando esta tecnología y que están dispuestos a experimentar y aprender con ella, lo cual nos permitie anticipar que los cambios en el mundo de la abogacía y el Derecho en general van a producirse todavía más rápido de lo que podíamos intuir en un inicio", expone José Ángel Sandín, CEO de Lefebvre. Semanas después, fue otra de las anteriormente denominadas editoriales jurídicas, vLex, quien comunicó que integraba la IA generativa en su aplicación Vicent AI, cuyo gran valor diferencial es que, además de responder preguntas y construir argumentos, es capaz de comparar entre jurisdicciones —de momento, ya puede trabajar sobre la española, la estadounidense, la irlandesa y la del Reino Unido—.

Al comprobar en qué tareas se está empleando ya la IA generativa y en cuáles se aplicará, es sencillo tomar conciencia de la cantidad de horas de trabajo, tareas que actualmente realizan los abogados y que engordan las facturas que después pasan a sus clientes, que van a verse trasladadas a la máquina. Y ello que no es aventurado pronosticar que todavía quedan por aparecer un sinfín de aplicaciones que completarán y mejorarán la oferta de servicios a los profesionales del Derecho.

Impacto en los grandes despachos

Que la mayor afectación se vaya a producir sobre los abogados individuales o los despachos más pequeños no quiere decir, ni mucho menos, que los grandes bufetes no vayan a verse impactados por la IA generativa. "Hay muchas tareas que ahora mismo hace un junior o un becario, como la revisión de documentación, que va a ser trasladada a la máquina, porque además va a hacerla con mucha más precisión que una persona", asevera Patricia Manca, socia responsable de Legal Management Services de PwC Tax & Legal, firma que también ha suscrito un acuerdo con Harvey. Esto reconfigura el papel de las categorías profesionales que ocupan la base de la pirámide de los grandes despachos, y plantea algunas cuestiones, en absoluto menores, sobre la formación de los letrados y los planes de carrera.

¿Se sienten los abogados más jóvenes o menos cualificados en peligro también en las grandes estructuras? Es difícil saberlo con precisión, pero algunas encuestas evidencian que la aceptación de la IA generativa es mayor entre los socios que entre los asociados o letrados de categorías inferiores o fuera de la carrera profesional. Ello a pesar de que son los integrantes del partnership quienes, por edad, suelen tener peor relación con la tecnología. Así, el estudio de Thomson Reuters indica que seis de cada diez socios afirman que "debe" emplearse la IA en el sector legal, cifra que entre los asociados cae a cinco de cada diez y al 44% en otras categorías. La peculiaridad de este dato es que, quienes más se verían beneficiados por la supresión de trabajos repetitivos y poco estimulantes, sean los menos proclives a adoptar las herramientas que se lo permitirían. ¿Recelo o desconocimiento?

Sin embargo, el foco de las grandes firmas en asuntos complejos y su capacidad para abrir nuevos nichos de negocio, explican desde las mismas, les van a permitir reubicar a sus letrados más jóvenes a tareas de mayor valor. Trabajo no les faltará, aseveran desde los bufetes de élite. "Mirar cláusulas repetitivas o analizar centenares los emails de un litigio no son trabajos que aporten valor. Hay quien dice que ese es el trabajo de júniors y becarios, pero yo no estoy de acuerdo; ellos pueden y deben dedicarse a tareas más interesantes. La IA generativa nos va a permitir liberar recursos que podremos destinar a trabajos mucho más provechosos", reflexionaba en una reciente entrevista en El Confidencial Inmaculada Castelló, socia codirectora de Pinsent Masons en España.

"Nuestros abogados, además, podrán trabajar de forma más eficiente y completar los asuntos en menor tiempo o a mayor escala, para concentrarse en lo que requiere un mayor juicio profesiona, conocimiento experto y habilidades humanas, como son el análisis jurídico complejo, la anticipación y la valoración de riesgos legales o la definición de la estrategia legal de un asunto", complementa Mónica Represa, directora de Gestión del Conocimiento de Allen & Overy en España. La firma del Magic Circle fue la primera que, a nivel internacional, anunció su acuerdo con Harvey para implantar una herramienta propia basada en IA generativa.

Foto: Sede de Allen & Overy en Madrid.

Un punto de vista que comparte Eduardo Abad. "Con la IA están aflorando horas que nos permiten dedicar a nuestros profesionales a labores de mucho más valor y que en ningún caso están al alcance de la tecnología, como la elaboración de informes más sofisticados, el estudio en profundidad de operaciones complejas o trabajos específicos con clientes que a Garrigues le reportan mucho más que otras tareas repetitivas". Pero la herramienta no solo está asistiendo a los junior. "Alguno de los socios más reticentes a probar la tecnología, de los que nos ponía más pegas en la fase de prueba, ahora nos llama asustado pensando que se la podemos quitar", comenta Idoya Fernández. La ventaja para los socios, coinciden Abad y Fernández, es que son capaces de hacer preguntas —los denominados prompts— mucho más precisas y completas que los jóvenes. "Cuanto más experto eres, más te ayuda la máquina porque mejores instrucciones eres capaz de darle", indica la socia de Cuatrecasas.

En cualquiero caso, el músculo inversor, la sofisticación y el segmento de mercado al que se dirigen los grandes despachos de abogados les presentan como unas organizaciones lo suficientemente preparadas y resilientes como para afrontar los desafíos que plantea la IA generativa. Una capacidad de la que carecen los abogados individuales o los pequeños despachos, entorno del que surgirán los grandes perdedores de la revolución que se acerca con la IA generativa. "La inteligencia artificial va a acentuar la distancia que existe en la abogacía de élite y los grandes despachos, y los letrados de a pie", vaticina Álvaro Écija. "Los despachos cuyo modelo se base en el volumen aumentarán su capacidad de gestionar asuntos y, como consecuencia, aumentarán sus ingresos a la par que reducen costes. Las firmas que ofrecan servicios más sofisticados, tendrán en la IA una manera de aumentar su productividad manteniendo unos precios similiares, con lo cual mejorarán sus márgenes", comparte Jordi Estalella, socio de Lois. Un escenario que, conviene se realista, deja a los pequeños bufetes y los abogados individuales en serio peligro de quedarse en tierra de nadie si no aceleran la evolución de su negocio.

Desde el retorno de las vacaciones de verano no se habla de otra cosa en el mundo de la abogacía. Ni dentro ni fuera de España. Jornadas, artículos, informes, ponencias, noticias, posts en redes sociales... Todo, o prácticamente todo, gira en torno al impacto de la inteligencia artificial (IA) generativa en una profesión que, esta vez sí, parece haber encontrado una tecnología que actúe como un auténtico game changer —término que se emplea para definir aquellos factores que tienen la capacidad de alterar las reglas de juego—. Al menos así lo creen quienes operan con ella dentro de los propios despachos de abogados o los proveedores tecnológicos especializados en el ámbito legal. Discrepan en los términos que emplean para describirla, pues algunos la encuentran "revolucionaria" y otros únicamente "transformadora", pero existe coincidencia en que estamos ante lo que puede suponer un punto de inflexión en la prestación de los servicios jurídicos.

Despachos Abogados Inteligencia Artificial Tecnología Lo mejor de EC
El redactor recomienda