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Sánchez irá a Barcelona con la amnistía muy cuestionada y con el PSC desubicado
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Negociación por la investidura

Sánchez irá a Barcelona con la amnistía muy cuestionada y con el PSC desubicado

El líder del PSOE regresa a la capital catalana por primera vez tras la victoria del socialismo en Cataluña en las elecciones generales. Pero su visita tiene lugar en un clima enrarecido

Foto: Pedro Sánchez y Salvador Illa, en un acto electoral en Barcelona. (EFE/Andreu Dalmau)
Pedro Sánchez y Salvador Illa, en un acto electoral en Barcelona. (EFE/Andreu Dalmau)

Pedro Sánchez viajará a Barcelona este domingo, con motivo de la Fiesta de la Rosa del PSC. Es la primera visita del presidente del Gobierno en funciones a la capital catalana después de las elecciones generales del 23-J, ahora que toda la política española pasa por este territorio. El secretario general del PSOE encontrará al PSC descolocado, incapaz de rentabilizar su victoria en Cataluña. El debate sobre la amnistía a los encausados por el procés, sobre el que ningún socialista se ha pronunciado de manera clara, incomoda a las bases del partido. Y así cuesta mucho que los de Salvador Illa encuentren su sitio.

Illa no solo es el líder del PSC. Es también el líder de la oposición. Pero es muy complicado ejercerla si el PSOE necesita los votos de ERC, el partido del presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, para investir a Sánchez. La formación casi ni ha entrado a la salida de tono de Xavier Trias acusando al socialismo español de instigar el golpe de Estado del 23-F. Illa ha exigido una rectificación ante las declaraciones del candidato de JxCAT a la alcaldía de Barcelona. Pero en este clima no se dará.

Foto: Carles Puigdemont y Yolanda Díaz. (EFE/ Olivier Matthys)

Pero ya no es solo que no se pueda hacer oposición, es la estrategia que en su día marcó Teresa Cunillera: mataremos el independentismo a besos. A Illa le encantaría poder pactar los presupuestos de la Generalitat para 2024. Ya lo hizo en 2023. Pero tampoco regalarle otras cuentas a Aragonès hasta que la investidura no quede asegurada. De manera que todo está parado hasta que se despeje el panorama en Madrid.

Existe el problema de que el Gobierno de Aragonès ha incumplido la mayoría de los acuerdos para los presupuestos de la Generalitat, por ejemplo, el del aeropuerto o el de la B-40. El mayor ejemplo en los incumplimientos es la ampliación de El Prat, que sigue paralizada.

Foto: Carles Puigdemont. (EFE/EPA/Olivier Matthys)

Fuentes del PSC reconocen el malestar de un sector de las bases con la idea de una amnistía en los términos en que los plantea Waterloo. Ahí están votantes pata negra como el escritor Javier Cercas, que ha alertado de las muchas reservas que tiene ante una ley de amnistía, tal y como escribió en El País.

Con otro clima por parte del independentismo, la amnistía podría tener mejor aceptación. Pero Carles Puigdemont y JxCAT se niegan a renunciar a la unilateralidad, a pedir disculpas y a hacer un planteamiento de reconciliación nacional, como aquel del que siempre ha hecho bandera el PSC. Para los socialistas catalanes, la reconciliación se basa en cerrar heridas en la sociedad. Para Junts, el principio es que se reconozca que tenían razón el 1 de octubre de 2017.

Más peticiones

Fuentes del PSC consideran que en un escenario ideal sería posible pactar la amnistía, pero que el problema para arrancar las negociaciones, que aún no han comenzado, radica en el resto del paquete que Puigdemont planteó en su conferencia en Bruselas como condiciones previas para un marco general que posibilitase las conversaciones. Por ejemplo, la figura de creación de un mecanismo de mediación y verificación que aporte garantías del cumplimiento y el seguimiento de los acuerdos, lo que implica un retorno a la figura del relator, que en muchos sectores del independentismo se exige que sea una figura internacional.

La principal estrategia de la Moncloa es que el tiempo desgaste a Carles Puigdemont

La estrategia del PSOE y de la Moncloa es ir ganando tiempo para que el contexto general presione a JxCAT y vayan rebajando sus pretensiones iniciales a medida que pasen los días. En esa clave hay que leer visitas como las del PNV a Waterloo. Que la presión vaya desgastando a Carles Puigdemont, que se ha convertido en la única persona con poder de decisión en JxCAT para esta cuestión de pactar la presidencia del Ejecutivo español.

Nada que perder

Para JxCAT, tiene sentido llegar a un acuerdo de investidura. Pero Puigdemont carece de incentivos. La negociación le permite captar focos y atención internacional. La visita de la vicepresidenta segunda en funciones, Yolanda Díaz, le dio estatus de interlocutor con el Gobierno central y relanza su papel en Bruselas, que en clave europea había quedado un tanto desdibujado.

Foto: El presidente sustituto del CGPJ, Vicente Guilarte, saluda a Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Kiko Huesca) Opinión

Pero en cuento se firme el acuerdo para investir a Pedro Sánchez, habrá concesiones, de uno u otro tipo. Y su figura, ante sus votantes, está justificada solo porque no ha cedido hasta ahora y siempre ha desafiado al Estado. Una vez que pacte la investidura, una parte de esa aura se perderá para siempre, según reconocen fuentes del independentismo.

Ahí están la ANC, Clara Ponsatí o la alcaldesa de Ripoll, Silvia Orriols, los cuales aspiran a una parte de sus votantes reivindicando un soberanismo más esencialista y enfrentado a España sin que sea posible el diálogo. La ANC centró la manifestación del 11 de septiembre en pedir que no se pactase nada. Ese marco también existe. Y esa presión también la soporta Carles Puigdemont.

Pedro Sánchez viajará a Barcelona este domingo, con motivo de la Fiesta de la Rosa del PSC. Es la primera visita del presidente del Gobierno en funciones a la capital catalana después de las elecciones generales del 23-J, ahora que toda la política española pasa por este territorio. El secretario general del PSOE encontrará al PSC descolocado, incapaz de rentabilizar su victoria en Cataluña. El debate sobre la amnistía a los encausados por el procés, sobre el que ningún socialista se ha pronunciado de manera clara, incomoda a las bases del partido. Y así cuesta mucho que los de Salvador Illa encuentren su sitio.

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