La ANC convierte la Diada en una protesta contra la negociación para investir a Sánchez

La Asamblea Nacional Catalana (ANC) está convirtiendo la manifestación de la Diada, convocada para el 11 de septiembre, en una protesta del independentismo contra los pactos para investir a Pedro Sánchez. Según fuentes cercanas al soberanismo, se espera una marcha tan masiva como la del año pasado —unas 150.000 personas, según la Guardia Urbana—, pero mucho más tensa para ERC y JxCAT, las dos formaciones en conversaciones para dar apoyo a un nuevo Gobierno de coalición entre el PSOE y Sumar.

ERC este año ha manifestado su intención de acudir a la marcha. El año pasado no lo hizo por las protestas. Pero JxCAT tampoco lo tiene fácil. El pacto para nombrar a Francina Armengol presidenta del Congreso se reconoce como una contrapartida para que los republicanos y Junts tengan grupo propio en el Congreso, gracias a los diputados prestados por Sumar y el PSOE. Carles Puigdemont destacó sobre el acuerdo el aspecto del uso del catalán en las Cortes y en la UE, pero omitió que formara grupo con el apoyo de los socialistas. Y el sector más ultra —Clara Ponsatí, Josep Costa, la propia ANC— ha puesto el grito en el cielo.

TE PUEDE INTERESAR

La ANC se rompe por culpa de la campaña independentista a favor de la abstención

Marcos Lamelas. Barcelona

ERC insiste en ir a la manifestación, aunque fuentes de los republicanos ya dan por hecho que sus líderes serán abucheados. En JxCAT tampoco están muy tranquilos. Se encuentran en plena negociación para investir a Pedro Sánchez. Se prevé que, como en años anteriores, acudan a la Diada la presidenta del partido, Laura Borràs, y su secretario general, Jordi Turull, además de la plana mayor de la formación. Fuentes consultadas se mueven en la hipótesis de que no serán pitados, pero que recibirán peticiones insistentes y reiteradas de los asistentes de que no cedan y que mantengan el bloqueo a la investidura.

El bloqueo sigue siendo la estrategia de la ANC. Y fue la de Puigdemont durante la campaña electoral hasta que decidió cambiar y aceptó negociar la investidura a cambio de la autodeterminación y la amnistía. No es que las conversaciones avancen, pero habituados a una estrategia de no a todo por parte de JxCAT, las bases del independentismo están sufriendo.

TE PUEDE INTERESAR

Históricos de la ANC reclaman acabar con la organización soberanista y fundar una nueva

Antonio Fernández. Barcelona

La presidenta de la ANC, Dolors Feliu, planteaba en una entrevista en la Agència Catalana de Notícies que “el año pasado provocamos la caída de un Govern independentista sin proyecto de independencia". Y añadió que "esta vez también debe ejercerse la presión”. Más allá de que la ruptura de la coalición de ERC y JxCAT fue forzada en noviembre del año pasado por el sector de Laura Borràs en el partido, muestra el ánimo con que se convoca la manifestación del próximo 11 de septiembre: hacer descarrilar la negociación de investidura.

Esta tensión alrededor de la manifestación no quiere decir que vaya a ser un fracaso. Muchos de sus asistentes son de comarcas. Vienen cada año y es una tradición muy apoyada por su entorno social más cercano. Bajar a Barcelona, comer y después manifestarse a las 17:14. Por tanto, no se trata de que vaya a flojear la asistencia, sino de cómo reciba la multitud a los líderes de los partidos.

Regreso al pragmatismo

Mientras sus bases están inquietas, JxCAT está virando hacia el pragmatismo, pero sin que resulte muy evidente. Y sin verbalizarlo ante sus votantes. Una de estas maniobras es el acercamiento al PNV. Jordi Turull ha mantenido contactos discretos con el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, como un modo de recuperar los puentes que se habían roto desde 2017, cuando el lendakari Íñigo Urkullu se sintió traicionado por Carles Puigdemont.

Puigdemont se juega en estas conversaciones la fragmentación de su espacio electoral

La presión de la eurodiputada Clara Ponsatí y de los sectores que cuestionan al Consell per la República y la amenaza de un espacio del independentismo más puro que el propio Puigdemont siguen ahí y van desde la cuarta lista que quiere impulsar la ANC hasta la alcaldesa de Ripoll, Silvia Orriols, del partido Aliança Catalana, que también amaga con presentarse a las próximas autonómicas, previstas para febrero de 2025. Es decir, se están dibujando uno o dos espacios independentistas que todavía fragmentarían más el voto y dificultarían una mayoría en el Parlament. A Puigdemont no le servirá de nada regresar con una amnistía si no logra ser presidente de la Generalitat.

Operación de riesgo

El diálogo para una investidura entre JxCAT y el PSOE no tiene solo riesgos para Pedro Sánchez por las cesiones que pueda hacer, sino también para el lado independentista. Sobre todo para Junts, porque ERC con los indultos ya colocó a sus votantes en esa situación de que era necesario negociar con el Gobierno. Esta tesitura no resulta tan evidente para el electorado juntero, que ha estado estos últimos años recibiendo mensajes de que los líderes republicanos eran unos traidores, justo por hacer lo mismo que ahora están haciendo ellos.