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Puigdemont insiste: sin autodeterminación y amnistía, Sánchez no será presidente. ¿Dice la verdad?
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la investidura aún no está amarrada

Puigdemont insiste: sin autodeterminación y amnistía, Sánchez no será presidente. ¿Dice la verdad?

Será en el transcurso de las próximas semanas cuando podremos determinar con exactitud hasta qué punto JxCAT es capaz de manejarse en la rebaja de las expectativas que se encargan de mantener en lo más alto

Foto: Carles Puigdemont en el Parlamento europeo. (EFE/EPA/Julen Warnand)
Carles Puigdemont en el Parlamento europeo. (EFE/EPA/Julen Warnand)
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Pedro Sánchez no tiene la investidura amarrada. Minutos después de la constitución de la Mesa del Congreso, Carles Puigdemont lo dejaba claro en las redes sociales: "… La investidura está exactamente en el mismo sitio que después de las elecciones". E insistía, como había hecho el día anterior, en que cualquier nuevo acuerdo solo será posible sobre la base de pactos que incorporen en el momento de ser rubricados la garantía de su cumplimiento.

Si damos crédito a Carles Puigdemont, Pedro Sánchez solo será investido en el caso de que pueda y quiera comprometerse a dar salida al precio fijado por el líder de JxCAT para que los votos de sus siete diputados sirvan para renovar el mandato presidencial del socialista: amnistía y autodeterminación.

La decisión de JxCAT de avalar a Francina Armengol como presidenta del Congreso sobre la base del acuerdo alcanzado para que el catalán sea lengua oficial en la Unión Europea, ha propiciado lecturas maximalistas que no se corresponden todavía con la realidad del momento político que se vive en el partido de Carles Puigdemont.

Tanto desde la derecha, abonada al derrotismo desde el 23-J por la noche, como desde la izquierda, satisfecha por haber salvado el primer set de la legislatura, se empujan desde el jueves proyecciones excesivamente simplistas sobre el futuro inmediato de la XV legislatura.

Lo más sorpresivo es que en los ambientes conservadores, que cruzaban los dedos para que JxCAT no se sumase al acuerdo del jueves, se subraya con insistencia una supuesta flojera de Puigdemont, a la vez que se sobrevalora el peso de los llamados pragmáticos de JxCAT, dando a entender que el liderazgo de la formación independentista ya no está únicamente en manos del expresidente de la Generalitat y que, en consecuencia, la investidura de Sánchez es ya inevitable. Falso. Las decisiones que ha tomado y las que vaya a tomar JxCAT tienen un único nombre y apellidos: Carles Puigdemont. Sin matices.

Foto: Felipe VI, junto con Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en la conmemoración del asesinato de Miguel Ángel Blanco. (EFE/Javier Extezarreta)

Lo dejó claro Jordi Turull, el secretario general del partido, en las explicaciones telemáticas que dio a la ejecutiva de su partido para dar cuenta del acuerdo que facilitaba la constitución de la mesa del Congreso. Puigdemont está al mando. Él da el visto bueno y los demás asumen la decisión. La facción conocida como pragmática puede dar su opinión de puertas hacia dentro, pero no tiene capacidad de presión alguna. Menos aún para arrinconar a Puigdemont y forzarle a decidir algo de lo que no esté plenamente convencido. El partido aplaudirá lo que decida su líder que, vale la pena recordarlo, no tiene ningún cargo en la formación.

A su vez, en la izquierda, la satisfacción por la constitución de la Mesa del Congreso de acuerdo con sus intereses ha hinchado sobremanera las expectativas y el optimismo sobre la futura investidura. El argumento es voluntarioso: no hay uno sin dos. Pero tampoco esto es cierto. Sobre la inevitabilidad de la investidura hay que negar la mayor.

Es cierto, a la vista está, que JxCAT ha abrazado el pragmatismo en la negociación de la Mesa del Congreso. Socialistas y junteros, con la ayuda de Sumar, encontraron la gatera por la que podía resolverse la cuestión, sin que el discurso maximalista de Puigdemont entrase en flagrante contradicción consigo mismo. Pero, a pesar de su importancia, la composición de la Mesa del Congreso, en comparación con la investidura, era un tema menor. Por eso, bastó el catalán en las instituciones como premio —ya veremos cómo acaba— para que los junteros pudiesen salir a explicar que ellos sí que, a diferencia de ERC, cobran por adelantado y en efectivo.

Foto: Francina Armengol, con Felipe VI en Zarzuela. (EFE / Chema Moya)

Pero la fase decisiva del partido empieza ahora. Hay que insistir sobre ello: amnistía y autodeterminación. Y será en el transcurso de las próximas semanas cuando podremos determinar con exactitud hasta qué punto JxCAT, es decir, Puigdemont, es capaz de manejarse en la rebaja de las expectativas que él mismo se encarga de mantener en lo más alto.

Porque, a pesar de que el PSOE sea hoy sinónimo de Pedro Sánchez, y el margen de maniobrabilidad del presidente en funciones sea muy alto, en JxCAT ya saben que se antoja imposible que la mejor oferta posible de los socialistas sea una plasmación de las exigencias de Carles Puigdemont.

Foto: La nueva presidenta del Congreso, Francina Armengol. (Reuters/Violeta Santos Moura)

Lo que el PSOE vaya a ofrecer será a todas luces insuficiente medido bajo el prisma de la coherencia de la que presume Puigdemont. Así que deberá seguirse atentamente la construcción de narrativas en uno y otro lado durante las próximas semanas. Es todavía demasiado pronto para advertir hasta qué punto el líder juntero está dispuesto a situarse de lleno en el terreno de la política convencional, arrastrar a su partido —una parte del cual arde en deseos de que así sea— a la renuncia de las posiciones que hasta la fecha ha defendido y abrazar un escenario de contradicciones y cesiones.

Si el expresidente de la Generalitat ha llegado a la conclusión de que hay que estar en la partida y no en el bloqueo, como ha ocurrido con la Mesa del Congreso, el gran reto de las próximas semanas será armar el discurso que lo justifique. Lo resume bien una fuente de JxCAT: "Deberán vestirse muy bien las prerrogativas que ofrezca el PSOE, que no podrán ser las que exigió Puigdemont en campaña, pero de las que este no renegará en público. Así que se requerirá más teatralización y mejores actores que nunca".

Pedro Sánchez no tiene la investidura amarrada. Minutos después de la constitución de la Mesa del Congreso, Carles Puigdemont lo dejaba claro en las redes sociales: "… La investidura está exactamente en el mismo sitio que después de las elecciones". E insistía, como había hecho el día anterior, en que cualquier nuevo acuerdo solo será posible sobre la base de pactos que incorporen en el momento de ser rubricados la garantía de su cumplimiento.

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