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Puigdemont aprieta a Sánchez y exige ser el principal interlocutor del independentismo
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La negociación como trofeo político

Puigdemont aprieta a Sánchez y exige ser el principal interlocutor del independentismo

El debate entre JxCAT y el Gobierno va más allá del referéndum y la amnistía. El expresidente catalán quiere que se le reconozca como referente, pero Moncloa se resiste

Foto: Carles Puigdemont en una rueda de prensa en Bruselas. (Reuters)
Carles Puigdemont en una rueda de prensa en Bruselas. (Reuters)
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Carles Puigdemont exige para apoyar la investidura de Pedro Sánchez dos puntos irrenunciables: una amnistía para los encausados por el 1-O y protestas posteriores y un referéndum en Cataluña. Pero también algo más: reconocimiento. Como interlocutor, como máximo representante del independentismo y como actor político de primera línea. Para el expresident huido, la negociación supone una oportunidad para recuperar el protagonismo y sobre todo para que la clase política española le otorgue un papel relevante para afrontar la crisis en Cataluña. Después de varios años en los que el Madrid político le ha ignorado o demonizado, el hombre de Waterloo aspira a que tengan que tomárselo en serio. Pero este es un escenario que Moncloa niega de manera rotunda.

Fuentes del entorno de Puigdemont en Bruselas explican que se han barajado diversas opciones. Primero se planteó una cumbre en Waterloo en la que participarían Junts, ERC, Bildu, PNV y BNG para fijar una posición común. El plan tuvo que abandonarse porque los republicanos de Oriol Junqueras fueron los primeros en rechazarlo. Y es bien conocida la mala relación entre Puigdemont y el lendakari Íñigo Urkullu. Pero el gran punto débil de que el PSOE pueda conseguir la presidencia del Congreso es la falta de relación entre JxCAT y ERC.

Foto: Manifestación de la Diada en Barcelona el pasado año 2022. (EFE)

Otra idea ha sido que el ministro de la Presidencia en funciones, Félix Bolaños, como gran arquitecto del pacto de investidura, viaje a Waterloo para reunirse con Puigdemont, apuntan fuentes de JxCAT. El Gobierno también lo descartó por completo.

Para mantener las líneas abiertas, Puigdemont y los suyos aplazaron las expectativas. La nueva frontera del reconocimiento se pone ahora al final de la negociación y que viajen a Waterloo o Bolaños o la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, para firmar el acuerdo que se alcance. A esto el Gobierno no se ha negado, pero solo porque en este momento se está muy lejos de llegar a un pacto.

La soberanía de Cataluña es el eje central de las negociaciones como las plantea JxCAT

Las posiciones se encuentran tan alejadas por los dos puntos irrenunciables. Se exige una amnistía o una medida jurídica equivalente que deje sin causas legales pendientes a todos los artífices del procés, desde Puigdemont hasta los más de 2.000 encausados por las protestas tras el juicio en 2019. Dentro de ese proceso, el expresident aspira a poder volver a Cataluña y presentarse a la Generalitat en febrero de 2025 para ganarle las elecciones autonómicas a Pere Aragonès. Pero a Puigdemont le interesa y preocupa sobre todo que no parezca una salida personal. Que pueda beneficiarse el independentismo en general. Puesto así, sobre la mesa, no parece fácil para el Ejecutivo.

La soberanía de Cataluña es el eje central de las negociaciones como las plantea JxCAT. Por eso, el diputado del grupo parlamentario de JxCAT, Antoni Castellà y portavoz del Consell de la República plantea en una entrevista en EFE que los candidatos a la Moncloa lo que tienen que tratar para abrir una negociación no son más competencias autonómicas, sino "la soberanía" de Cataluña. Por esto reta a Pedro Sánchez a negociar "un Brexit catalán". Castellà integra el sector independentista que reivindica la vigencia del referéndum unilateral del 1 de octubre de 2017 y se presentó como candidato de JxCAT al Senado en las elecciones generales del 23 de julio. Castellà insta al PSOE a "cambiar el marco mental" porque Cataluña, ha advertido, "no organizó el 1-O por ahora negociar "más competencias o un concierto económico", sino que "hay un antes y un después" del 2017.

Concesiones con el referéndum

No todo son maximalismos. Puigdemont es consciente de que si quiere un acuerdo ha de rebajar las expectativas. El referéndum es una condición sine qua non, pero en JxCAT están dispuestos negociar el cómo y el cuándo para una hipotética consulta sobre el futuro de Cataluña. Aceptarían un documento genérico y de cierta ambigüedad, pero debería firmarse en Waterloo con luz y taquígrafos. De nuevo, el reconocimiento como motor de la negociación. Y el PSOE se niega. En Moncloa prefieren una repetición electoral en enero que firmar un papel que luego hipoteque para siempre sus opciones de regresar al Gobierno español.

JxCAT aceptaría un vago documento con referencia a un posible referéndum en Cataluña

Además, lo que a Puigdemont y a los suyos les parecen concesiones sigue resultando inaceptable para Moncloa y el PSOE, dispuestos a abrir melones como la financiación autonómica. En ese sentido, se está más cerca de los posicionamientos de ERC. Los sectores pragmáticos de JxCAT —alcaldes, exconsellers, los cercanos a Xavier Triasya asumen que con estas condiciones y con las exigencias de reconocimiento, los socialistas no cederán.

Interlocutores de JxCAT

JxCAT ha limitado los interlocutores a tres para evitar filtraciones: el propio Puigdemont, el secretario general del partido, Jordi Turull, y la número uno por Madrid en el Congreso, Míriam Nogueras. Cada uno de ellos tiene su rol para el enfoque que ha dado a la negociación el partido independentista.

Carles Puigdemont se arroga el derecho a veto. Es el papel más importante. Cualquier cosa que no le guste recibirá una negativa desde Waterloo que resultará definitiva. Turull, por su parte, es el hombre de partido y el enlace con el sector pragmático del partido, el que mira con más desconfianza los movimientos de Waterloo. Por último, Nogueras es la correa de transmisión de Puigdemont ante los negociadores y en la Cámara Baja. Así, el expresident se garantiza que no habrá sorpresas, como la que le dio Marta Pascal en la moción de censura de Mariano Rajoy, una operación a la que el fugado siempre se opuso.

Carles Puigdemont exige para apoyar la investidura de Pedro Sánchez dos puntos irrenunciables: una amnistía para los encausados por el 1-O y protestas posteriores y un referéndum en Cataluña. Pero también algo más: reconocimiento. Como interlocutor, como máximo representante del independentismo y como actor político de primera línea. Para el expresident huido, la negociación supone una oportunidad para recuperar el protagonismo y sobre todo para que la clase política española le otorgue un papel relevante para afrontar la crisis en Cataluña. Después de varios años en los que el Madrid político le ha ignorado o demonizado, el hombre de Waterloo aspira a que tengan que tomárselo en serio. Pero este es un escenario que Moncloa niega de manera rotunda.

Carles Puigdemont Junts per Catalunya PSOE
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