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"Independencia o elecciones": la ANC da 15 días a Aragonès para avanzar hacia la ruptura
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Una Diada contra el Govern

"Independencia o elecciones": la ANC da 15 días a Aragonès para avanzar hacia la ruptura

Tras una Diada desangelada, se oficializa el divorcio del independentismo. La ANC amenaza con ir a elecciones si el Govern no da los pasos necesarios para mantener el desafío al Estado

Foto: Diada de Cataluña. (EFE/Toni Albir)
Diada de Cataluña. (EFE/Toni Albir)

Los peores augurios se cumplieron en esta Diada de 2022: poca gente y menos entusiasmo. Según la Guardia Urbana, hubo 150.000 personas en la manifestación que antes agrupaba a más de un millón (se ha de descartar el año 2021, cuando todavía había restricciones por la pandemia y en la que solo participaron 108.000 personas, según la misma fuente). Y, aun así, fue una valoración muy generosa. La ANC, por contra, habló de 700.000 asistentes, una cifra a todas luces exagerada.

Lo cierto es que Cataluña vuelve a la normalidad, pero a la normalidad pre suflé. El independentismo está medio huérfano, porque una parte de sus 'padres' no ha asistido a la manifestación de este 11-S por miedo a ser abucheados por la otra parte. Eso restó fuelle a la cita reivindicativa, que acabó juntando a la cuarta parte de los manifestantes de 2019, la última Diada con la que podría compararse. Hay un detalle que no se puede pasar por alto: las imágenes retransmitidas por TV3 o por el canal 324 no proporcionaron ni una sola toma cenital. Todos los planos eran tomados a la altura de las cabezas para simular una miríada de manifestantes. La realidad a ras de suelo parecía otra.

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La Diada de 2022 ha dejado una cosa clara: ya hay, oficialmente, independentismo de dos velocidades, por no hablar de fractura del soberanismo. El presidente de Òmnium Cultural, Xavier Antich, fue contemporizador: "No nos podemos equivocar de enemigo. Esto no va de buscar culpables, sino de conseguir cómplices para la independencia. Todos queremos la independencia y por eso necesitamos a todos y todos somos necesarios". Fue un capote a los dirigentes de ERC, ausentes de la marcha por las sospechas de que les harían una encerrona.

Pero la presidenta de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Dolors Feliu, sacó el hacha de guerra: "O hacéis independencia o convocáis elecciones. ¡O independencia o elecciones!", atizó a los partidos independentistas. Y sacó el fantasma de apoyar una fuerza política nueva que, de hecho, ya ha estado negociando con el núcleo duro de JxCAT, con Laura Borràs a la cabeza: "Pedimos a nuestros representantes sinceridad, valentía y decisión para hacer la independencia. Si no lo hacen ellos, lo haremos nosotros, utilizando las elecciones para hacerlo. Llevamos 10 años en la calle. Si este Govern y el Parlament se ponen de espaldas, hay de sobras para hacer una lista cívica para hacer la independencia. Lo haremos democráticamente. Está en nuestras manos cambiar las reglas del juego", avisó mientras una buena parte del público coreaba la consigna 'Govern dimisión'. Era, pues, verdad que la Diada estaba convocada contra el Govern.

Quince días para pensárselo

La presión está milimétricamente diseñada. A partir de ahora, el independentismo radical tiene una diana: ERC y, en concreto, el 'president', Pere Aragonès. Pero también tiene diseñada una estrategia de acoso y derribo al independentismo moderado para llegar a un otoño caliente que saque a la gente a la calle. Los extremistas necesitan cabreo popular o su alternativa está muerta. De momento, habrá un 'impasse' de dos semanas: el punto de inflexión será en el debate de política general, el 27 de septiembre, similar al debate sobre el estado de la nación del Congreso de los Diputados, en el que se establecerán las nuevas reglas del juego al que aludía Dolors Feliu. Esas nuevas reglas están habladas con el núcleo duro de Junts per Catalunya (JxCAT). Su objetivo es romper el Govern, desgastar a Pere Aragonès en lo posible.

¿Cómo se hará? Nadie sabe con exactitud si tras el debate en el Parlament, Borràs puede forzar una consulta interna en Junts para salir del Govern o si directamente puede hacer la pinza contra los republicanos, junto a la ANC y la CUP. En todo caso, la estrategia contra ERC tendrá dos fechas clave: el 1 de octubre, aniversario del referéndum ilegal, y el 27 de octubre, aprobación de la declaración unilateral de independencia (DUI) por el Parlament. Con esos dos hitos, el soberanismo radical intentará tensionar la calle y elevar el nivel de crispación social.

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"No dudamos de que algunos intentarán sacar provecho de esas fechas, pero la gente, al final, verá qué es lo que hace cada uno. No se trata solo de gesticular. Hay que gobernar. Y hay que gobernar, mal que les pese a algunos, para todos. Este Govern no renuncia a nada y el que diga lo contrario, miente. Pero también se ocupa de la gente y de gobernar. En un año, el Govern de Pere Aragonès ha hecho mucho más que el anterior Govern en toda la legislatura", señala a El Confidencial una fuente del independentismo moderado.

La ANC, lo mismo que Junts (y con el impagable apoyo exterior de la CUP), quiere dinamitar los puentes del Govern con el Gobierno español. "Los falsos diálogos no engañan a nadie", advirtió Feliu tras la manifestación. Su discurso coincide, en buena parte, con el de JxCAT: "Es preciso hacer fuego nuevo. No dudéis de que la ANC hará lo que haga falta para salir de este inmovilismo", enfatizó, para añadir: "No juguemos a desmovilizar. Nosotros sí que estamos determinados. Queremos la independencia. No más excusas. No más discursos vacíos".

Desorientación y división

Desde Òmnium, Xavier Antich reconocía al final de la manifestación que lo que se plasmó este 11-S es la "desorientación del independentismo. Falta una estrategia común". Pero, a diferencia de Dolors Feliu, que reclamó que los partidos se supediten a sus dictados, Antich afirmó que "el trabajo que se abre a partir de este lunes es hacer compatibles las diferentes estrategias, por incompatibles que parezcan".

El 'procés' es un monstruo que se ha comido a sus creadores. No fue el Estado el que acabó con el primer 'procés'. Fue la verdad. Ahora, un núcleo duro soberanista intenta poner en marcha un segundo 'procés', partiendo de la premisa (y así lo explicitan en sus comunicaciones internas, a las que ha tenido acceso El Confidencial) de que tienen más experiencia y que no caerán en los errores del pasado.

Foto: Pere Aragonès, durante un programa en TV3. (EFE/Paco J. Muñoz)

Junts lo intentó todo para demonizar a ERC este 11-S. Su mejor 'embajador', el excantautor Lluís Llach, salió este domingo a toda página en uno de los portales de referencia del independentismo, dejando entrever que ERC dinamitaba la Diada. "El intento de hacer fracasar el 11-S es para hacer fracasar el aniversario del 1-O". Es decir, Llach, que asistió a la manifestación como representante del fantasmagórico Consell per la República, está ya culpando a los republicanos de hacer fracasar los fastos con que los sectores más extremistas quieren celebrar un lustro desde el referéndum ilegal. "Algunos deberían mirar en su casa antes de señalar a culpables de una Diada dividida. ¿Quién rompió el 11-S de 2022? ¿La culpa es de los que no fueron? ¿O de los que provocaron que no fueran, amenazando con agresiones de todo tipo?", dice una fuente republicana.

La Diada también puso de manifiesto que el independentismo más rancio va a recuperar las consignas más populistas de la última década. Xavier Antich sacó a relucir al Borbón para arrancar aplausos: "Fora el Borbó, fora el Borbó, fora el Borbó" ("Fuera el Borbón"), coreó el público, de la misma manera que poco antes habían coreado "Fora, fora, fora la bandera espanyola" ("Fuera, fuera, fuera la bandera española").

Rescatar 'mantras' del soberanismo

Feliu rescató del baúl de los recuerdos los mantras soberanistas contra España: el "mandato popular del 1-O", el 52% del voto, el supuesto espionaje o el expolio. "No podemos dejar al 52% del voto cautivo [el soberanismo insiste en que tiene el 52% del voto catalán, aunque los partidos independentistas con representación parlamentaria suman el 48,1%]. No más inmovilismo". Y reclamó "que se cumpla la voluntad del 1-O. Estamos aquí para hacer cumplir esta libertad del 1-O". También hizo referencia al "expolio fiscal", que ahora cifra en 20.000 millones anuales. Y, por último, aludió al supuesto 'espionaje' a líderes independentistas. "Bajo el yugo de España no hay libertad", subrayó.

Feliu pronunció su discurso en parte en inglés, acusando a España de espionaje de los líderes políticos con el programa Pegasus y Candiru, cuando el informe de Citizen Lab al que aludió ha sido desprestigiado en foros internacionales. Al soberanismo le queda la apelación a consignas muy sonoras pero vacías, incluso falaces. Hay una cosa clara: el 'procés' ha sacado lo peor del independentismo. La revolución de las sonrisas es ahora una sombra de lo que fue. El 'Movimiento' (como llama el independentismo al 'procés') se ha trocado en una 'movida' supremacista y excluyente. Este año, como en los anteriores, hubo agresiones a periodistas que cubrían actos, como pudo comprobarse en las ofrendas florales que se celebran en el Fossar de les Moreres, en el barrio del Born.

Que la Diada ha sido patrimonializada por el independentismo extremo es un hecho. La 'senyera', la bandera catalana votada por el Parlament, no ondeó en el principal acto del Día de Cataluña. Solo ondeó la 'estelada', la bandera independentista. O la 'cubana', como la definen desde algunos sectores unionistas (porque está inspirada en la bandera cubana y, en realidad, nació en aquella isla caribeña). Y eso rubrica la ruptura de una Diada contaminada con un sector (mayoritario) de la sociedad.

Los peores augurios se cumplieron en esta Diada de 2022: poca gente y menos entusiasmo. Según la Guardia Urbana, hubo 150.000 personas en la manifestación que antes agrupaba a más de un millón (se ha de descartar el año 2021, cuando todavía había restricciones por la pandemia y en la que solo participaron 108.000 personas, según la misma fuente). Y, aun así, fue una valoración muy generosa. La ANC, por contra, habló de 700.000 asistentes, una cifra a todas luces exagerada.

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