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Moncloa busca una fórmula de amnistía condicionada para Puigdemont
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Hacia la investidura de Sánchez

Moncloa busca una fórmula de amnistía condicionada para Puigdemont

Entre las opciones con las que trabaja el Gobierno estaría que el prófugo pudiera regresar a España, su principal anhelo, sin entrar en la cárcel, pero que estuviera un tiempo inhabilitado

Foto: Carles Puigdemont. (EFE/EPA/Olivier Matthys)
Carles Puigdemont. (EFE/EPA/Olivier Matthys)
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Si aplicamos a la actualidad política la expresión una imagen vale más que mil palabras, debemos enfocar la retina en Andoni Ortuzar y Carles Puigdemont. El presidente del PNV viajó el viernes a Waterloo para fotografiarse junto a Carles Puigdemont. La pareja aporta doce diputados decisivos para que Pedro Sánchez repita como presidente. La visita estaba cargada de simbología. En primer lugar, ambas formaciones recomponían públicamente sus relaciones. En privado ya se habían tendido puentes e incluso los vascos ejercieron de mediadores entre Junts y el PSOE para conformar la Mesa del Congreso el mes pasado. La segunda lectura que se hace en el entorno de Moncloa es que la investidura está un poco más cerca. "El PNV siempre se coloca en la foto de los ganadores", manifestaba a este diario alguien que conoce bien los cálculos del presidente.

La semana arrancó con la Diada y el independentismo en máximos. A los negociadores de Moncloa no les asusta que Junts y ERC hablen de autodeterminación en esos foros, son conscientes de que, hasta pasado el aniversario del 1-O, no se podrá bajar la pelota al campo. En ese momento se sabrá de verdad: si Puigdemont está dispuesto a negociar realmente. Mientras, según trasladan varios ministros, el presidente trabaja en diferentes opciones con las que dar salidas al prófugo midiendo el desgaste y las consecuencias. Entre las que se barajan estaría un tipo de "amnistía condicionada", es decir, que Puigdemont no tuviese que pasar por la cárcel, pero sí tener algún tipo de medida coercitiva como el pago de una multa por la malversación o un tiempo de inhabilitación para cargo público. Desde Bélgica llega que la condición irrenunciable del expresidente de Cataluña es no tener que pasar por prisión.

Foto: Míriam Nogueras, ante el consejo nacional de Junts. (EFE/Marta Pérez)

Más allá del encaje en la Constitución que ha abierto en canal al socialismo, el equipo del presidente busca fórmulas que no den la sensación de que se rinden ante Puigdemont. Lo que llega a través de las encuestas que se publican en los medios es que hay una mayoría de españoles que rechaza que los implicados en el referéndum ilegal se beneficien de la medida de gracia. Incluso los votantes socialistas se declaran contrarios y prefieren ir a una repetición electoral. Sánchez, según fuentes bien informadas, no contempla la opción de volver a las urnas. Hará todo lo que esté en su mano para evitarlo, aunque la última palabra la tendrá Puigdemont.

Los socialistas se preparan para una investidura a mediados de octubre. La incógnita es si el líder de Junts flexibilizará sus demandas para llegar a un acuerdo. La sensación en Moncloa es que Puigdemont quiere regresar a España por motivos personales y políticos y, si no aprovecha esta oportunidad, será difícil, según fuentes socialistas, que en los próximos años se den circunstancias políticas similares. Si el prófugo fuerza una segunda vuelta de las generales, los escenarios son inciertos, pero lo más seguro es que Junts dejaría de ser imprescindible.

Puigdemont puede encontrarse con un gobierno de Alberto Núñez Feijóo, con o sin Vox, o con un Sánchez que crece en las urnas con el discurso de que no se ha entregado al separatismo. En cualquiera de los casos, ninguno de los candidatos llamaría a Waterloo. En este análisis están puestas las esperanzas de los negociadores. Incluso los más optimistas, como Jaume Asens, han rebajado las expectativas sobre qué se le puede ofrecer a Puigdemont para que vote "sí" en la investidura de Sánchez.

Foto: Nicolás Redondo Terreros, en una entrevista para El Confidencial. (Olmo Calvo)

Los plazos hacen imposible que haya una proposición de ley de amnistía "bien redactada y pulida", según fuentes socialistas, en tan poco tiempo. El PSOE no quiere sorpresas como en la ley del solo sí es sí y la prioridad es ser muy exhaustivo. Saben del malestar con la judicatura y, según trasladan, "revisarán todo con lupa" cuando el PP interponga recursos. Si el tiempo apremia, podrían proponer un documento de compromiso con membrete oficial como el "hecho probado" que reclama Puigdemont. El Tribunal Supremo sería la primera parada y al ser el artífice de la sentencia entre sus magistrados hay un "profundo malestar" aunque en público evitarán hacer declaraciones. "Cuando tengamos un texto nos pronunciaremos", aseguran desde la plaza de la Villa de París.

Mientras los hombres de Sánchez se afanan en retorcer la Constitución para que en su articulado quepa una amnistía o sucedáneo en pos de la "reconciliación de Cataluña", los "duros" de Junts insisten en que Puigdemont no se moverá de las exigencias expuestas en su rueda de prensa: amnistía, que se reconozca la legitimidad del 1-O, o que la Fiscalía y abogacía del Estado hagan decaer los procedimientos contra los soberanistas. Todo ello sin renunciar a la autodeterminación. Quienes jalean este escenario argumentan que el prófugo tiene como único objetivo ganar la batalla dentro del independentismo a ERC. "Siempre va a desconfiar de Sánchez", sentencian.

Esta es la melodía que le llega al PP, que hoy ve más opciones que hace una semana de tener una nueva oportunidad en las urnas. De ahí que Feijóo haya puesto el partido en modo oposición. Censurará la amnistía y las malas compañías del presidente en funciones. Por si quedaba alguna duda, el PNV ha dejado prueba gráfica de que ya ha elegido bando. Como siempre dijo, ha preferido estrechar la mano de Puigdemont. Ahora toca coger el brazo a Sánchez.

Si aplicamos a la actualidad política la expresión una imagen vale más que mil palabras, debemos enfocar la retina en Andoni Ortuzar y Carles Puigdemont. El presidente del PNV viajó el viernes a Waterloo para fotografiarse junto a Carles Puigdemont. La pareja aporta doce diputados decisivos para que Pedro Sánchez repita como presidente. La visita estaba cargada de simbología. En primer lugar, ambas formaciones recomponían públicamente sus relaciones. En privado ya se habían tendido puentes e incluso los vascos ejercieron de mediadores entre Junts y el PSOE para conformar la Mesa del Congreso el mes pasado. La segunda lectura que se hace en el entorno de Moncloa es que la investidura está un poco más cerca. "El PNV siempre se coloca en la foto de los ganadores", manifestaba a este diario alguien que conoce bien los cálculos del presidente.

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