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El catalán pierde peso como argumento de campaña para el independentismo
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Salvar la lengua, objetivo político

El catalán pierde peso como argumento de campaña para el independentismo

En la precampaña la cuestión de salvar la lengua catalana de su teórica desaparición copó mucho espacio pero una vez comenzada la cuestión ha dejado de interesar a los partidos

Foto: Pere Aragonès, Salvador Illa y Josep Rull en un debate electoral durante la campaña de las elecciones catalanas. (EFE/Quique García)
Pere Aragonès, Salvador Illa y Josep Rull en un debate electoral durante la campaña de las elecciones catalanas. (EFE/Quique García)
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El catalán ha perdido peso como argumento de campaña de electoral. Durante la precampaña muchos partidos independentistas se aferraron a un catalán en peligro de desaparición para intentar que el debate pivotara sobre esta cuestión. Parecía que el catalán iba a ser una de las idea fuerzas cara el 12 de mayo pero el impulso sólo llegó hasta Sant Jordi. Con el arranque de la campaña primero y los cinco días de reflexión de Pedro Sánchez el peso de la cuestión de la lengua se fue difuminando.

La idea base de los partidos independentistas: estamos en emergencia lingüística y hace falta una fuerte intervención pública para evitar que el catalán pueda desaparecer en unas décadas.

Quien abrió el fuego fue Pere Aragonès con su propuesta de una conselleria para el catalán, una idea que fue recibida con escepticismo tanto por Junts como por la CUP. Los anticapitalistas acabaron aceptando la iniciativa pero añadiendo que había que reforzar la inmersión lingüística en el sistema educativo, potenciar el uso cotidiano; un mayor apuesta por una producción audiovisual y de doblaje en catalán; y el impulso del catalán en el ámbito laboral y el conjunto de lo que denominan los Países Catalanes.

Junts destacó el ejemplo de Andorra y su ley para que los youtubers tengan que acreditar conocimientos mínimos de catalán si quieren obtener el permiso de residencia. Y Alhora, el partido de Clara Ponsatí, propuso acabar con la inmersión lingüística y hacer un modelo de dos líneas, en castellano y en catalán. El plan fue rechazado de pleno por el resto de partidos.

Foto: Protesta contra Felipe VI en Barcelona. (Joan Mateu Parra)

La manera de Salvador Illa de hacer frente a esta oleada fue su contrapropuesta de que el catalán era tan importante que si gobernaba iba a sacarlo del área de Cultura y lo iba a integrar en Presidencia, desde donde se controlan los medios de comunicación. Illa va sobrado de ideas programáticas porque ha utilizado el “gobierno en la sombra”, para irlas elaborando durante la legislatura.

Para el independentismo el retroceso del catalán, en especial entre la gente joven, es doble: amenaza el futuro de los hablantes pero también hay un fondo ideológico. La encuesta a la Juventud de la Generalitat del pasado mes de diciembre muestra que el número de hablantes jóvenes ha caído del 43% al 25% en 15 años. Y Òmnium Cultural publicó otra encuesta, esta de este mes de abril que afirmaba que los hombres jóvenes de entre dieciocho y treinta años eran más de derechas y españolistas, mostrando escepticismo con el cambio climático, apoyando a bajar impuestos y opuestos al feminismo.

Problemas de fondo

Cuando Silvia Orriols de Aliança Catalana culpa a los inmigrantes del retroceso social del catalán, otro caso de esta campaña, obvia los problemas de fondo: la tecnología y el procés. Por razones distintas ninguno se quiere afrontar de frente.

Netflix y YouTube, por ejemplo, no son ajenos al retroceso del catalán entre los jóvenes. Que uno de los YouTubers con más éxito, y prácticamente el único que toca temas de información general sea Jordi Wild se obvia, por ejemplo. Y es curioso porque es catalán y vive en Manresa, no se ha ido a Andorra. Pero sólo habla en castellano y de temas generales, como el cambio climático rehuyendo nada que tenga que ver con la política catalana, ya que depende en buena parte de público de América Latina. Y por cierto, Òmnium tiene razón, su perfil ideológico podría calificarse como conservador.

La Generalitat fue incapaz de ver el impacto del cambio tecnológico en el catalán

TV3 y lo que se denomina el ecosistema mediático catalán no vieron venir la revolución digital. Para colmo buena parte de la audiencia castellanoparlante, que antes consumía TV3 con normalidad, empezó a rehuir la cadena durante los años del procés. Si Salvador Illa encabeza las encuesta es porque sale en las televisiones españolas. TV3 acabó marzo con una audiencia del 13% y los medios digitales en catalán están muy lejos de sus competidores en catalán con los datos en la mano. Por audiencias ElNacional.cat es el décimo medio del ranking y el primero en catalán. Con estos mimbres resulta difícil determinar del destino de unas elecciones.

Efecto del procés

Otro efecto es más sociológico y tiene que ver con el procés. El catalán ha caído en su uso durante los mismos años de exaltación del procés. Entre 2012 y 2024, al comienzo el catalán era común entre uno de cada dos jóvenes para pasar a serlo entre uno de cada cuatro en la fase final No parece casual que en ese período el catalán pasase de ser una lengua simpática —de integración, de acogida, de un solo pueblo— a la lengua para insultar —nyordo— o para multar por los rótulos de las tiendas o para pedir en redes que despidiesen a la camarera guatemalteca que no distinguía un café con leche de un café con hielo —café amb llet, café amb gel—.

El procés convirtió el catalán en una lengua antipática y la mayoría de los jóvenes pusieron distancia, más después del fracaso de 2017. El catalán pasó a ser una lengua para relacionarse con la administración o para hacer trámites oficiales o para trabajar pero no para la vida cotidiana ni para divertirse ni para escoger una serie de Netflix. Y ahí están ahora los partidos catalanes, sin decirlo, sin reconocer el diagnóstico más obvio, intentando que el catalán en Cataluña no acabe siendo como el latín en la Baja Edad Media.

El catalán ha perdido peso como argumento de campaña de electoral. Durante la precampaña muchos partidos independentistas se aferraron a un catalán en peligro de desaparición para intentar que el debate pivotara sobre esta cuestión. Parecía que el catalán iba a ser una de las idea fuerzas cara el 12 de mayo pero el impulso sólo llegó hasta Sant Jordi. Con el arranque de la campaña primero y los cinco días de reflexión de Pedro Sánchez el peso de la cuestión de la lengua se fue difuminando.

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