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Puigdemont revive: las maniobras en la sombra del fugado agitan el independentismo
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Puigdemont revive: las maniobras en la sombra del fugado agitan el independentismo

El 'expresident', que asegura que el PSOE le ha ofrecido un trato que incluye el indulto, avisa desde Bruselas que el 'procés' no morirá hasta que logre la independencia y reclama ahora la paternidad de la DUI

Foto: El 'expresident' de Cataluña Carles Puigdemont. (EFE/David Borrat)
El 'expresident' de Cataluña Carles Puigdemont. (EFE/David Borrat)
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Los últimos movimientos de la política catalana tienen un protagonista en la sombra: Carles Puigdemont. Este domingo, en el quinto aniversario de su fuga de España, afirmó en una carta pública que no ha buscado "ninguna solución personal" ni ha pedido a nadie que lo hiciese en su nombre: "No he esperado para mí los beneficios que se aplican a otros". Es una referencia al republicano Oriol Junqueras cargada de intención. Pero también afirmó que en este lustro le propusieron “soluciones felices”, incluso enviados del PSOE, “que en diversas ocasiones me han venido a ver para generarme expectativas de un buen trato, vía reforma del Código Penal, y un indulto. Siempre y cuando, claro, aceptase comparecer ante el Supremo”. Así, después de acabar con el Govern, el 'expresident' apunta a un invierno caliente frente al Gobierno de Pedro Sánchez.

"No entiendo cuál es el beneficio de la reforma del delito de sedición para la resolución del conflicto político entre España y Cataluña y aún menos que se me vuelva a incluir entre los que saldrían beneficiados como una fórmula para arreglarlo. No busco ni quiero este beneficio personal", apuntó. La confesión de Puigdemont ha dado pie al PP para sacar los cañones contra el PSOE y el Gobierno de Pedro Sánchez. Su secretaria general, Cuca Gamarra, exigió este lunes la comparecencia del presidente en el Congreso para que explique sus “compromisos personales con los prófugos de los que depende”. Según los populares, consecuencia de esas comunicaciones es la decisión de reformar el Código Penal para rebajar las penas de los delitos de sedición, con lo que, presuntamente, se beneficiaría el expresident fugado.

Foto: El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont. (EFE/David Borrat)

Pero, en realidad, la estrategia de Puigdemont está muy lejos de cualquier solución pactada. Lo que intenta es aumentar los decibelios del conflicto, preparar un auténtico invierno caliente. Y, en realidad, ha estado maniobrando en la sombra para hacer fracasar cualquier acercamiento al Gobierno central auspiciado por sus ya exsocios de ERC en el Govern.

La ruptura del Ejecutivo de Pere Aragonès fue una de las consecuencias de esa labor oculta desplegada desde Waterloo, según han verificado diversas fuentes consultadas por El Confidencial. Pero hay más. El expresident no se limita a ser una figura transversal desubicada en Bruselas, lejos del foco mediático: quiere ser el protagonista de una nueva era del independentismo en el que se dé carta de naturaleza a la declaración de independencia del Parlament realizada el 27 de octubre de 2017.

Reactivar la DUI

Con la consigna de la reactivación de la declaración unilateral de independencia (DUI), Puigdemont intenta marcar perfil propio, arrinconar a ERC tildándola de partido autonomista y recuperar el protagonismo perdido desde que dejó de ser presidente de JxCAT. Ese banderín de enganche es la única pieza que le faltaba por activar al dirigente posconvergente para ultimar un travelling ideológico que le ha llevado a posicionamientos políticos reservados al ultranacionalismo.

Foto: Carles Puigdemont (c), junto a Oriol Junqueras y Carme Forcadell, realiza una declaración en las escalinatas del Parlament tras aprobarse en el pleno la declaración de independencia. (EFE/Andreu Dalmau)

De ahí que en la carta publicada este domingo denuncie que ERC y el PSOE le están utilizando como moneda de cambio. “Si no se lo he pedido ni los he autorizado [a tratar su situación personal], ¿por qué razón insisten? ¿Qué buscan?”. Esa reducción ideológica de ERC y PSOE a un mismo y único elemento es una de las claves de la estrategia del fugado (y de JxCAT) en el futuro inmediato. Es la manera de posicionarse como la única opción válida independentista apuntando a Esquerra como una formación traidora.

La intención de Puigdemont, señala una de las fuentes consultadas, es convertirse en el máximo líder independentista, arrogándose la paternidad de la declaración de independencia. “Él se sitúa por encima del presidente de la Generalitat. Para eso, asume la consigna de que él es el president legítimo destituido ilegalmente por el Estado español y tiene preferencia sobre el president de la Generalitat, al que quiere que se vea como una figura controlada y puesta ahí por el Estado español, no por las urnas”, relatan las fuentes.

Foto: Laura Borràs, Quim Torra y Xavier Trias. (EFE/Quique García)

En realidad, tuvo dos protagonismos en la reciente crisis que acabó con la ruptura del Gobierno de Aragonès y la abrupta salida de JxCAT del Ejecutivo catalán. Por un lado, llamó personalmente a la mayoría de los dirigentes de Junts para que hiciesen campaña activa a favor de romper la coalición. “Laura Borràs, en realidad, tuvo un papel secundario. La verdadera fuerza del no era por el apoyo de Puigdemont y de su círculo más íntimo, a favor de hacer caer el Govern”. Una de las fuentes relata que el propio secretario general del partido, Jordi Turull, partidario de mantener la alianza gubernamental, recibió una llamada de Puigdemont.

Una llamada crucial

Borràs y los suyos se pasaron por el forro la orden de que los altos cargos del partido no debían hacer campaña por ninguna de las posiciones. Reventaron todas las normas democráticas habidas y por haber. Otra cosa es Turull, que había prometido que antes de la consulta a la militancia haría saber su postura y no se atrevió. Pues, bien, ese silencio se produjo tras una llamada de Waterloo. Oficialmente, se dice que no se pronunció para seguir las reglas y las recomendaciones de que los cargos del partido no se debían posicionar, pero es falso. ¿Por qué Borràs y los suyos sí lo hicieron y Turull permaneció callado? No se posicionó a favor de continuar en el Govern porque la orden de no posicionarse vino de Waterloo. No fue Borràs la que le presionó, porque Turull jamás se dejaría presionar por Borràs. La orden vino de más arriba. En ese detalle se entiende el peso que aún tiene Puigdemont en todo lo que haga Junts”, argumentan las fuentes. De ese modo, nadie en la cúpula del partido reclamó la continuidad de Junts en el Govern.

Foto: Toma de posesión de los nuevos consellers del gobierno catalán

Otro de los episodios que ilustran la estrategia de Puigdemont es la presentación de una propuesta inasumible a ERC para que fuesen los republicanos quienes quedasen a la luz pública como los intransigentes y los que decidieron romper el Govern independentista. En este sentido, Puigdemont (en este caso ayudado por la cúpula de JxCAT en bloque) exigió como principal punto a aprobar para no romper el Ejecutivo la creación de una dirección estratégica colegiada que sería la que debería fijar los objetivos del independentismo. Esa dirección, sin embargo, debería estar integrada dentro de un movimiento más amplio y amparada bajo el manto del Consell de la República. Con ello, se pretendía hacer a Puigdemont el auténtico president de Cataluña, puesto que la Generalitat debería supeditarse al Consell. Era una propuesta inasumible, Junts lo sabía y esperaba que ERC no la aceptase para acusar a los republicanos de intransigentes y culpables de la ruptura.

De lo que no hay duda es de que Puigdemont no se resigna a ir a la papelera de la historia. El pasado jueves lanzó un vídeo por redes sociales en el que reclamaba la paternidad de la declaración de independencia de Cataluña votada el 27 de octubre de 2017. Puigdemont hace una lectura muy personal de aquel momento, afirmando que era consciente de que en aquellos momentos “el Estado español estaba perpetrando el golpe de Estado que había de disolver el Parlament y destituirme como president”. El fugado subraya en esa comunicación de su protagonismo: “Personalmente, me encargué hasta el último momento de que todos fuesen conscientes” de la coyuntura de aquel momento.

El procés no ha acabado

La actitud del Gobierno español, argumentaba, “buscaba la parálisis del país y perjudicar al conjunto de los 7,5 millones de catalanes como castigo y como escarmiento general. Los diputados que participamos en la votación sabíamos lo que votábamos y también lo sabía la minoría monárquica que con su ausencia y su menosprecio a las instituciones hacía evidente que la única manera que tenía de impedir la independencia de nuestro país sería por medios precisamente no democráticos”. Además, el expresident anuncia que el procés no se ha acabado: solo se acabará con la independencia.

Foto: Manifestación en octubre del 2007 frente al parlamento de Cataluña (Iván Alvarado (Reuters)

A Carles Puigdemont no le interesa tanto el partido como el independentismo en su conjunto. Los que le conocen afirman que hace mucho tiempo que está en una dinámica política muy personal en la que ya ha superado el marco de JxCAT, aunque siga militando. Lo que ha hecho los últimos meses es utilizar la estructura de sus compañeros para minar el peso de ERC y de Pere Aragonès para aprovecharlo en su beneficio. “Puigdemont ha utilizado a Laura Borràs para disparar contra ERC. Aunque ella haya querido creer que ha sido la que mandaba, nada más lejos de la realidad: Puigdemont ha manejado sus hilos desde la sombra y Borràs cayó como una novata en política”, remacha una fuente de Junts. Hay Puigdemont para rato.

Los últimos movimientos de la política catalana tienen un protagonista en la sombra: Carles Puigdemont. Este domingo, en el quinto aniversario de su fuga de España, afirmó en una carta pública que no ha buscado "ninguna solución personal" ni ha pedido a nadie que lo hiciese en su nombre: "No he esperado para mí los beneficios que se aplican a otros". Es una referencia al republicano Oriol Junqueras cargada de intención. Pero también afirmó que en este lustro le propusieron “soluciones felices”, incluso enviados del PSOE, “que en diversas ocasiones me han venido a ver para generarme expectativas de un buen trato, vía reforma del Código Penal, y un indulto. Siempre y cuando, claro, aceptase comparecer ante el Supremo”. Así, después de acabar con el Govern, el 'expresident' apunta a un invierno caliente frente al Gobierno de Pedro Sánchez.

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