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JxCAT le entrega a Laura Borràs las llaves del partido pero bajo la vigilancia de la ejecutiva
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Borràs promete confrontación

JxCAT le entrega a Laura Borràs las llaves del partido pero bajo la vigilancia de la ejecutiva

Turull se ha reservado el poder en la ejecutiva, donde los incondicionales de la presidenta apenas suman nueve votos, sobre los 28 totales, garantizándose el espíritu convergente

Foto: Jxcat celebra su segundo congres en el sur de francia
Jxcat celebra su segundo congres en el sur de francia

JxCAT cerró ayer su II Congreso Nacional entregando las llaves del partido a la presidenta del Parlament, Laura Borràs, asumiendo que la nueva responsable irá a una confrontación más directa contra el Gobierno español. Sin embargo, el nuevo secretario, Jordi Turull, a la espera de cómo evolucione la segunda parte del partido en julio, se reserva el poder en la ejecutiva, donde los incondicionales de Borràs apenas suman nueve votos, sobre los 28 totales. Si a Borràs le tienta avanzar el fin de la legislatura, por su incierto futuro judicial ante el TSJC tras haber troceado contratos cuando era presidenta del Institut de les Lletres Catalanes, la ejecutiva del partido todavía supone una garantía de que el nuevo JxCAT no será una CUP de centroderecha, como le gustaría a la nueva presidenta. A Borràs le han dado las llaves, pero no le han regalado el piso.

La dirección de JxCAT quiere llegar con el Gobierno catalán intacto, como mínimo, a las municipales, lo que afecta a más de 250 altos cargos y asesores de libre designación. Algo fundamental, por mucho que Borràs quiera someter el acuerdo con ERC en la Generalitat y el que mantienen con el PSC en la Diputación de Barcelona, a escrutinio del partido.

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Borràs, por el contrario, tiene otra agenda. Si ERC y la CUP le obligan a dejar su cargo como presidenta del Parlament para cumplir con el Reglamento, que dicta que cualquier diputado al que se abra juicio oral por corrupción debe renunciar a su acta, la nueva líder de JxCAT querrá acelerar el fin de la legislatura forzando la ruptura del Ejecutivo de coalición que encabeza Pere Aragonès. La mayor parte de los cuadros del partido estará en contra y seguirá en contra en caso de que Borràs insista en forzar la situación.

Alguno de los asistentes definió el Congreso justo antes de comenzar como una boda. Una boda entre el secretario general, Jordi Turull, y la nueva presidenta de JxCAT, Laura Borràs. Pero en realidad, se pareció más a la firma de un acuerdo prematrimonial en la que los contrayentes se miran de reojo, si bien con una 'claca' de asistentes muy entusiasta, eso sí.

Puigdemont vistió tejanos oscuros el día de su adiós como presidente de JxCAT. En línea con lo combativo que se mostró. Mientras que el líder de Waterloo se centró en la rabia por la guerra económica que, a su juicio, el Gobierno español tiene abierta contra Cataluña, el secretario general saliente, Jordi Sànchez, dejaba su cargo emocionado por el cambio de ciclo que suponía su relevo. La votación de los cerca de 950 asistentes respaldó a Laura Borràs sin resquicios, a pesar de que la nueva presidenta del partido tiene que afrontar unas municipales que pintan demoscópicamente complicadas.

Springsteen y los presos

El congreso empezó con un homenaje a los presos y los calificados como "exiliados", la mayoría cargos directivos del partido. Bajo la banda sonora de Bruce Springsteen y su 'No surrender', Carles Puigdemont, Jordi Turull, Toni Comín, Jordi Sànchez, Josep Rull, Joan Puig y Meritxell Borràs recibieron un largo aplauso del millar de asistentes que acudieron el Centre Jean Carrere, en Argelès, en el sur de Francia. Todos ellos han pagado un precio personal enorme en términos personales por la aventura política de octubre de 2017.

Muchos en JxCAT ponen la marcha de Puigdemont en suspenso y esperan su vuelta

La marcha de Puigdemont muchos la ponen en suspenso. Buena parte de la militancia y de los cuadros del partido fantasean con un regreso triunfal a Cataluña este otoño, bendecido por la Justicia europea. Otros esperan que siga manteniendo su tutela moral, la misma que tenía desde una presidencia despojada de cualquier poder ejecutivo. Es decir, buena parte del propio partido ve la presidencia de Laura Borràs como un interregno entre llamada de Puigdemont y llamada de Puigdemont desde Waterloo. Viendo cómo era aclamado ayer en Argelès, Puigdemont podrá volver cuando quiera e interferir en lo quiera. "Si una cosa no cambiará es que hemos sido, somos y seremos el partido del 'president' Puigdemont", aseguró el nuevo secretario general, Jordi Turull.

En el escenario, la iconografía del lazo amarillo del todo desaparecida, no así en las solapas de los asistentes. Sin Jordi Sànchez al frente, el peso de la cárcel como principal activo político en el seno de la formación decae de manera notable. Sí que se han visto esteladas, pocas, cinco o seis, y muchos gritos de "In-de Independencia!".

La mayoría inexistente

"Tenemos que construir mayorías parlamentarias de este 52% que sabemos que existe, pero todavía no hemos visto en ninguna decisión relevante esta legislatura", apuntó Jordi Sànchez, poniendo el dedo en la llaga en uno de los puntos débiles, del partido en particular y del independentismo catalán como movimiento global.

Foto: Elsa Artadi. (EFE/Quique García)

Las referencias al exilio, en el discurso de Jordi Sànchez, fueron constantes, incluso remontándose al final de la II República. "No podemos comparar el exilio que comparten nuestros amigos en Bruselas con el que sufrieron nuestros antepasados. Pero no es una cuestión de cantidad, es una cuestión de dignidad". El propio Jordi Sànchez estaba dando por hecho que el regreso de Puigdemont tal vez no sea tan evidente y cercano como muchos independentistas querrían.

JxCAT cierra así un período fundacional de dos años, dejando atrás los malos momentos que se han vivido con la pandemia. Jordi Sànchez estuvo perfecto a la hora de dibujar la paradoja en la que se mueve el partido: "Tenemos que tener responsabilidad institucional, pero JxCAT ha de hacer posible el conjunto de movilizaciones que vuelvan a conseguir que tengamos en la punta de los dedos la opción de la independencia. Hay que recuperar la ilusión. JxCAT no puede abandonar el trabajo institucional. Y los ayuntamientos serán claves. Que Cataluña vuelva tener al alcance de la mano lo que ya tuvo en octubre de 2017. No podemos esperar nada bueno del Estado español". Y ahí situó al partido: entre el reto de gobernar en municipios y la llamada a la insurrección.

JxCAT cerró ayer su II Congreso Nacional entregando las llaves del partido a la presidenta del Parlament, Laura Borràs, asumiendo que la nueva responsable irá a una confrontación más directa contra el Gobierno español. Sin embargo, el nuevo secretario, Jordi Turull, a la espera de cómo evolucione la segunda parte del partido en julio, se reserva el poder en la ejecutiva, donde los incondicionales de Borràs apenas suman nueve votos, sobre los 28 totales. Si a Borràs le tienta avanzar el fin de la legislatura, por su incierto futuro judicial ante el TSJC tras haber troceado contratos cuando era presidenta del Institut de les Lletres Catalanes, la ejecutiva del partido todavía supone una garantía de que el nuevo JxCAT no será una CUP de centroderecha, como le gustaría a la nueva presidenta. A Borràs le han dado las llaves, pero no le han regalado el piso.

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