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Auge y caída de la "utopía" de Jun: el pueblo de Twitter entierra para siempre al pajarito azul
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"¿No será usted alcalde de Twitter?"

Auge y caída de la "utopía" de Jun: el pueblo de Twitter entierra para siempre al pajarito azul

El pequeño municipio de Granada, de apenas 3.500 habitantes, se convirtió en el máximo referente internacional de su uso como herramienta ciudadana. Ahora quiere "recuperar" su identidad: "No podemos depender de una multinacional"

Foto: Se acabó lo de Twitter. (Cedida)
Se acabó lo de Twitter. (Cedida)

La localidad de Jun está situada a apenas 3 kilómetros de Granada. De extensión, unos 3,69 kilómetros cuadrados. No pasa de los 3.500 habitantes. Eso es lo que aparece en su padrón. En la realidad, el número baja. A lo largo del día, la población es flotante, buena parte trabaja en la capital. Un pueblo más del área metropolitana granadina que, así, cantando estos números, resulta difícil de entender cómo en la última década llegó a convertirse en noticia internacional. The New York Times, sin ir más lejos, le dedicó en 2015 un extenso reportaje. La razón: Twitter. No por un hashtag. No por un episodio concreto. Twitter en esencia, como identidad. Nada más entrar al pueblo uno se encuentra un enorme obelisco con el logo del pajarito azul coronando el monumento.

A sus pies, la firma con las manos selladas en cemento de su fundador, Jack Dorsey. Al lado de esta, las del exalcalde, el socialista José Antonio Rodríguez Salas, que durante 12 años fue el porqué y el quién de un relato que puede resultar surrealista a todas luces pero que llevó nada menos que al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) de Boston, uno de los más prestigiosos del mundo, a interesarse por el caso excepcional de los juneros y monitorizar su actividad. Aquel obelisco es hoy por hoy un vestigio, prácticamente un símbolo de un tiempo pasado en el pueblo y del que según explica la nueva alcaldesa con mayoría absoluta desde el pasado mayo, la popular Pilar Jiménez, los mismos vecinos han acabado "hartos". Más aún después de la adquisición de la empresa tecnológica por parte de Elon Musk, que ha dejado obsoleto en cuanto a imagen corporativa hasta el mismo nombre, que ha pasado de ser Twitter a X.

El pionero

Para explicar el cómo se ha llegado hasta ese divorcio habría que remontarse, sin embargo, al principio, casi 24 años atrás, tal y como explica a El Confidencial el propio Rodríguez Salas. En el año 1999, él ya era concejal de Nuevas Tecnologías. Declaró internet un "derecho fundamental de los ciudadanos". Recogen los periódicos de ese año, ya en el 2000 se denominaba a Jun como pionero en Europa en dar internet gratis a sus vecinos. En aquellos primeros años, además de disponer de un centro con ordenadores, como luego hicieron casi todos los municipios del país, ponían a disposición de los vecinos una suerte de descodificador de canales de pago a través del televisor para conectarse ya entonces a la red a través del televisor.

Las redes sociales ni se intuían aún. "Fue a partir de ahí cuando empezamos a trabajar", comenta el exalcalde. Como hito, le siguió, todavía en 2004, la primera experiencia mundial de voto electrónico no presencial a través de móvil e Internet de forma simultánea. Rodríguez Salas acabó por presentarse a alcalde. Cogió el cargo en 2005. Nada más llegar, crearon una cuenta Facebook. Ya hacía bandera de pueblo tecnológico, pero no fue hasta 2011 cuando cambió todo. Con la Primavera Árabe y el 15-M de telón de fondo y el discurso de la esperanza en el nuevo mundo digital como herramienta de transformación social rumiándose por las facultades de Políticas, Twitter apareció como un huracán en la vida política.

Foto: Elon Musk en una imagen reciente. (Reuters/Tingshu Wang)

El edil se sumó a la ola. Decidió poner una cuenta de Twitter para cada empleado del Ayuntamiento. "Entrar a la sociedad del minuto", explica el exalcalde. La primera fue @BarredoraJun, la máquina de barrer, y a esa se le fueron uniendo otras. "Esto viene documentado en la investigación del MIT. Por ejemplo: se inició un diálogo en el que una señora hablaba de una farola que estaba fundida. Antes de que pasaran cuatro minutos, el electricista que pasaba por allí había visto el tuit y cambió la bombilla. Lo cambiaba todo, desaparece la burocracia. En años no ha habido colas en el Ayuntamiento".

El relato del ahora diputado en el Congreso por Granada, sin embargo, no queda ahí, en el mero experimento. La "utopía", tal y como la concibe el exalcalde junero, estuvo llena de momentos desde fuera a cada cual más exótico, al menos para un humilde alcalde de pueblo, pero que acabaron por dar a conocer la localidad precisamente por ello.

Foto: El exalcalde de Jun José Antonio Rodríguez Salas. (EFE/Alberto Aja) Opinión

En el verano de 2011, Rodríguez Salas decidió ir a Estados Unidos, a San Francisco. "Al más puro estilo Martínez Soria". Su objetivo, conocer a "algún responsable de Twitter". "Me planto allí y cuando llego a la sede me preguntan que quién soy, les digo que soy el alcalde Jun. No creía, evidentemente, que me reconocieran. Y me contesta: "¿No será usted el alcalde de Twitter?". Después le dijo que mirara la foto gigante que había en la entrada. Según cuenta el exalcalde, ahí estaba: una imagen enorme del coche de policía de Jun.

Le agendaron rápidamente una cita con el entonces CEO de la empresa, Dick Costolo. El entonces alcalde le llevó la cerámica típica de Jun como presente, comenzaron a charlar y le contó lo que sucedía: el pueblo era famoso, un ejemplo de la perspectiva de uso que la red social pretendía y que tan alejada ha quedado finalmente de los discursos de odio, haters, bots y demás problemas que la han acabado hundiendo en usuarios en los últimos años.

Foto: Elon Musk en una imagen reciente. (Reuters/Gonzalo Fuentes)

En todo caso, aún faltaba mucho para percibir cualquier tipo de decadencia tanto en el nuevo modelo en el pueblo como en el propio Twitter. La figura de Rodríguez Salas se convirtió en un ejemplo mediático en un contexto, el de inicios de la década pasada, donde la participación ciudadana y las nuevas formas de democracia que posibilitaba lo digital estaban de moda. Al alcalde lo asediaban los medios nacionales y regionales para que explicara lo que estaba sucediendo en mitad de un clima social de cambio y que demandaba lo que para entonces se denominaba como "nueva política".

En Twitter, los vecinos podían conocer desde la actividad más nimia del Ayuntamiento como horarios o fechas de eventos, a debatir temas de enjundia como unos presupuestos y en qué se iban a invertir. A la par que se podían visibilizar incidencias o preocupaciones de más calado, se mezclaban otros aspectos más rutinarios pero útiles, como dar a conocer los menús de los comedores escolares para los niños del pueblo. Rodríguez Salas pasaba por programas como el de Buenafuente, Wyoming, hacía entrevistas con prácticamente todos los periódicos del país que entraban cada cierto tiempo al consistorio para conocer su funcionamiento.

Foto: José Antonio Rodríguez Salas. (EFE)

El obelisco

Todo el pueblo está plagado de menciones a Twitter, desde el escudo con códigos binarios hasta la bandera. La fachada del Ayuntamiento tiene el usuario de la red social puesto. Dick Costolo y Jak Dorsey, el fundador, visitaron el pueblo y dejaron sus marcas bajo el obelisco, que fue adquirido de forma un tanto circunstancial, explica el exalcalde, pero que a fin de cuentas es el primer recibimiento que se tiene al turista en la localidad.

No es de extrañar, teniendo en cuenta todo esto, que el MIT se acabara interesando en Jun como ejemplo de ciudad tecnológica. Deb Roy, que trabajaba también en Twitter en sus inicios y que es ahora profesor titular de la prestigiosa universidad en Cambridge y director del Centro de Comunicación Constructiva del Instituto, lleva monitorizando toda su actividad desde hace años en un estudio que comprende también a distintas ciudades de todo el mundo. En una ponencia que dio en una de las jornadas del evento Talking About Twitter organizado en Granada en 2015 y con Rodríguez Salas como presentador del canadiense, Roy fue claro: "Vemos Jun como un modelo que inspira a las comunidades para convertirse en algo mejor".

Foto: Foto: Reuters/Dado Ruvic.

Sin embargo, el análisis pormenorizado de la actividad por parte del investigador dejaba claro, que el "nodo" principal de conversación estaba con la cuenta del alcalde, hiperactivo y siempre a punto para responder a todos los vecinos. La democracia horizontal, tal y como ha ido demostrando el final de la década, también ha enseñado sus límites. En aquella ponencia de Roy, y la pregunta que dejaba al aire, y en la cual se ha basado su investigación estos años era si ese modelo podía replicarse a grandes ciudades pero lo cierto es que difícilmente se podrá responder. Rodríguez Salas dejó de ser alcalde en 2018.

Pasó a formar parte del equipo de trabajo de Pedro Sánchez como asesor de su candidatura en las primarias del PSOE en 2018, esas que le catapultaron poco más tarde a la Presidencia del Gobierno. Rodríguez Salas no solo es ahora diputado, sino que tiene un peso orgánico importante como Secretario de Dinamización de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE. Su sucesora en el cargo en la Alcaldía, Aurora Sánchez, perdió con dureza frente al PP el pasado mayo, dejando atrás 32 años de hegemonía socialista. La nueva alcaldesa popular es clara: "Se acabó lo del pajarito".

Vuelta a las tradiciones

La respuesta al porqué de la derrota es fácil de comprender preguntándole a cualquier vecino, entrando a cualquier bar. "Eso solo le venía bien a Twitter, no a Jun. Yo no lo he usado nunca, por ejemplo", contesta a las preguntas de El Confidencial Antonio Valdivia, que regenta precisamente una peluquería en la rotonda del obelisco. El diagnóstico, como si fueran realidades paralelas entre la red y la calle, se repite a medida que otros vecinos responden: "Estamos un poco hartos del tema", remarca Roberto, dueño de un bar en la misma calle.

La actual alcaldesa, Pilar Jiménez, es aún más contundente. "Que vinculemos el municipio al nombre de una empresa privada como Reebok o Cervezas Alhambra nos extrañaría a todos. Máxime cuando no recibes nada a cambio de esa publicidad gratuita a una empresa", señala. La primera medida anunciada es la quitar de en medio todo vestigio relacionado con la red social que, por otra parte, ya ni siquiera existe. Rodríguez Salas declaró, curiosamente, que "quería tener una conversación con Elon Musk" acerca de la deriva de la red social. Pero lo cierto es que en Jun ya poco quieren tener que ver con ella.

Foto: La Cueva de las Ventanas de Píñar en una imagen de archivo. (EFE/Miguel Ángel Molina)

"Queremos recuperar nuestras tradiciones, nuestras fiestas. El rosario con salmos cantados por hombres, mientras las mujeres acompañan, que el pregón lo dé alguien de Jun, no Juan y Medio, por poner un ejemplo. O la tradición de la cerámica, que le hemos hecho el vacío con la leche del Twitter. No podemos depender de una multinacional, queremos volver a nuestra identidad", insiste.

La "utopía", como también la denomina la propia Jiménez, no ha sido "la que han contado", remarca. Los críticos, de hecho, siempre existieron, pero ha sido en realidad el compás de los tiempos y el propio consumo de redes la que ha terminado por arrinconar la idea de Twitter como herramienta ciudadana, al menos por ahora. "Nosotros comunicamos a través de Instagram para los jóvenes y de Facebook para los más mayores", explica la alcaldesa.

Foto: El cofundador de Instagram, Kevin Systrom. (Getty Images)

El estudio del MIT, que queda en el aire, habrá ido viendo, de hecho, cómo bajan las interacciones en estos años. Las cuentas están prácticamente paralizadas desde el cambio de gobierno. No hay debate público alguno. Los expertos en tecnología ya avisaban hace años de la complejidad del asunto. Citando aquel artículo del New York Times en 2015, Richard Rogers, profesor de la Universidad de Ámsterdam, se preguntaba: "¿Acaso un municipio debería enorgullecerse de reducir su fuerza laboral gracias a los servicios de una compañía internacional?".

La localidad de Jun está situada a apenas 3 kilómetros de Granada. De extensión, unos 3,69 kilómetros cuadrados. No pasa de los 3.500 habitantes. Eso es lo que aparece en su padrón. En la realidad, el número baja. A lo largo del día, la población es flotante, buena parte trabaja en la capital. Un pueblo más del área metropolitana granadina que, así, cantando estos números, resulta difícil de entender cómo en la última década llegó a convertirse en noticia internacional. The New York Times, sin ir más lejos, le dedicó en 2015 un extenso reportaje. La razón: Twitter. No por un hashtag. No por un episodio concreto. Twitter en esencia, como identidad. Nada más entrar al pueblo uno se encuentra un enorme obelisco con el logo del pajarito azul coronando el monumento.

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