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Manual de urbanismo para evitar riadas en pequeñas y grandes ciudades como Madrid
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Los estragos de la lluvia

Manual de urbanismo para evitar riadas en pequeñas y grandes ciudades como Madrid

Desde plantar más árboles e impulsar las zonas verdes hasta la correcta limpieza de los lechos. El secreto radica en tener una política urbanística adaptada a estos fenómenos climáticos

Foto: La zona más afectada por la DANA de Villamanta (Madrid). (EFE/Rodrigo Jiménez)
La zona más afectada por la DANA de Villamanta (Madrid). (EFE/Rodrigo Jiménez)

Todo apunta a que los efectos climáticos adversos como la DANA, que ha asolado algunos municipios de la Comunidad de Madrid y Toledo con hasta cuatro muertos, van a ser cada vez más recurrentes. Dentro de la imprevisibilidad de estos acontecimientos, los ayuntamientos pueden poner en marcha algunas medidas en materia de urbanismo para intentar paliar las consecuencias. ¿Qué pueden hacer las pequeñas localidades sin grandes presupuestos para infraestructuras? ¿Qué puede mejorar la capital para evitar la anegación de túneles y las riadas? El pavimento, las zonas verdes y un diseño de los edificios de forma sostenible tienen la respuesta.

“Se pueden hacer muchas cosas desde el urbanismo. De hecho, está casi todo por hacer porque, muchas veces, lo ya ejecutado no se ha realizado bien”. Apunta Miguel Díaz, arquitecto y director de Sostenibilidad de Ruiz-Larrea Arquitectura, que sabe bien que prepararse ante un fenómeno como la DANA no es fácil, sea en una ciudad grande o pequeña. Pero cree que la solución puede estar entre los urbanistas.

Foto: Cientos de personas intentan acceder a los trenes en Atocha. (J. L. L.)

El secreto radica en tener una política urbanística que se encuentre adaptada a estos fenómenos climáticos. “Existen muchos datos al respecto. Sabemos las riadas que ha habido en un lugar desde los últimos casi 500 años y conocemos bien las zonas inundables de cada municipio”, explica en referencia a que los lugares que peores consecuencias sufren tras una precipitación de agua torrencial suelen ser siempre los mismos. “Lo primero de todo pasa por un urbanismo que no permita construir en estas zonas. El ser humano tiene una memoria supercortoplacista pero la naturaleza lleva sus propios ritmos. Solo habrá que esperar un tiempo para que la misma zona ahora inundada, lo vuelva a estar”, apunta el experto.

Eso si se trata de nuevos desarrollos urbanos, pero en aquellas ciudades ya consolidadas también hay horquilla de mejora. Uno de los grandes elementos a tener en cuenta es el pavimento, que debe ser permeable. “Esto parece una banalidad pero es crucial, porque muchísimos pueblos pequeños también se han asfaltado en su totalidad”, aclara. Comenta este aspecto porque asfaltar una vía es introducir un impermeable que impide que el agua drene por las calles, convirtiendo a la ciudad en una gran balsa.

La solución: parques inundables

Otra de las consecuencias negativas del asfaltado desaforado es que impide que los acuíferos naturales se llenen, cuando la propia tierra está diseñada y preparada para drenar esa agua. “Cambiar esto ya no es imposible. A día de hoy existen numerosas soluciones técnicas capacitadas para dar las mismas garantías de un asfalto, que no deja de ser un plástico y derivado del petróleo, y que permiten drenar el agua hacia abajo”, ilustra.

Desde el punto de vista de Díaz, los canales de descarga son soluciones puntuales, que una vez llenos completan su función. Las DANA significa la precipitación de muchos litros de agua en un punto muy concreto, y las medidas para paliar sus efectos deberían estar orientadas a esta realidad. Un ejemplo de éxito es el parque inundable La Marjal, en Alicante: “El 99% del tiempo se trata de un parque fluvial normal, pero con grandes lluvias se inunda y evita que lo hagan otras zonas de la ciudad. Todos ganamos con ello, porque el parque lo puede disfrutar la ciudadanía todo el año y en estas ocasiones el agua es almacenada en superficie y reconducida”, desarrolla el arquitecto.

Sobredimensionar las estructuras

Según el decano del COAM, Sigfrido Herráez, para evitar los grandes charcos que se producen en la capital habría que sobredimensionar la rejilla por la que se drena el agua. “Esto pasa en algunos túneles de la M-30 cuando llueve mucho. Lo que hay que hacer es coger la tubería que desagua esa zona y hacerla cuatro veces más grande”, expresa. Evidentemente, eso vale un dinero, aunque para Herráez estaría justificado debido a que este tipo de temporales se repetirán cada vez más. Sería algo similar a lo que ocurrió en España hace casi un siglo, pero en cuanto a los sismos: “Ahora existen zonas y regiones con limitaciones en cuanto a los edificios en función del aspecto sísmico. Algo así debería pasar con las precipitaciones de lluvia y las zonas que habitualmente están más afectadas”.

La sobredimensión en la capital también debería llegar a las cunetas de la M-30, pues la carretera transcurre por el antiguo arroyo Abroñigal, soterrado desde la construcción de la arteria que circunda Madrid. “Por los lados debería poder ir el agua que antes iba por el centro, y esas cunetas no deben ser de un tamaño menor que el antiguo cauce del arroyo”, apunta el decano. En realidad, este tipo de infraestructuras que sufren algún tipo de problema ante las fuertes precipitaciones se han construido en los últimos 50 años. “Las calles y plazas diseñadas en el siglo XVIII o XIX están perfectas, así que son infraestructuras nuevas en las que alguien o no la ha dimensionado adecuadamente o no ha tenido en cuenta la naturaleza”, añade.

Foto: El alquitrán funciona como aglutinante de los compuestos del asfalto (EFE/Narendra Shrestha)

Los estanques de tormenta, presentes en el subsuelo de grandes ciudades como Madrid, son una gran solución para evitar las riadas. “La seguridad 100% frente a estos desastres se alcanza en gran medida con infraestructuras sobredimensionadas, pero hay que saber hasta dónde se puede llegar en cuanto al tamaño de esas tubería y galerías”, incide Herráez en referencia a su coste económico.

Sin árboles el suelo queda inservible

El arbolado se presenta aquí como una de las mayores soluciones. “Le hemos dado la espalda y, aparte de ayudar a mitigar el cambio climático, tienen un efecto enraizante en el subsuelo que permite que el agua drene mucho mejor, además de que el subsuelo esté más aireado y pueda ser mucho más permeable”, especifica el experto de Ruiz-Larrea Arquitectura, quien se muestra tajante: “Si dejamos de poner árboles hacemos que el suelo no sirva para nada”. Esta es otra solución que pueden poner en marcha cualquier tipo de municipio, sea grande o pequeño. En cambio, venimos de políticas orientadas a “casi acabar”, según Díaz, con la vegetación urbana, lo que no tendría ningún sentido.

placeholder Un camión Ciserna limpia una carretera comarcal en Toledo. (EFE/Ismael Herrero)
Un camión Ciserna limpia una carretera comarcal en Toledo. (EFE/Ismael Herrero)

“El problema que hay en Madrid con los árboles es de mantenimiento. Nos gustan los árboles pero no recoger las hojas en otoño y eso ha hecho que la Administración haga una cosa que yo desaconsejo totalmente, es que poner árboles de hoja perenne o, directamente, no poner árboles”, defiende el decano del COAM. Lo dice porque este tipo de árboles dejan pasar el sol en invierno, con sus ramas desnudas, y portan la preciada sombra en Madrid durante el verano. “Habría que ver dónde hay una zona baja en la que se acumule agua y hay que intentar articular una zona verde o terriza para que la absorba ante fuertes lluvias”, especifica.

El mantenimiento que llega tarde

La caída de diversos puentes ha sido otra de las peores consecuencias que ha acarreado esta DANA de los últimos días en Toledo y la Comunidad de Madrid. Por eso, la Administración pública debería ser consciente de la importancia de invertir en el mantenimiento de estas infraestructuras. “Muchas veces los municipios no pueden hacer frente a ello por el elevado coste, por lo que debería responsabilizarle la Administración superior, ya sea la comunidad autónoma o el Estado”, defiende el director de Sostenibilidad. De esta forma, se dejaría atrás lo que Díaz tilda de “política de tiritas”, es decir, arreglar algo cuando ya ha sucedido la catástrofe.

placeholder La Guardia Civil reanuda la búsqueda del hombre desaparecido en Aldea del Fresno, en Madrid, tras el paso de la DANA. (EFE /Rodrigo Jimenez)
La Guardia Civil reanuda la búsqueda del hombre desaparecido en Aldea del Fresno, en Madrid, tras el paso de la DANA. (EFE /Rodrigo Jimenez)

El mantenimiento no solo afecta a las infraestructuras, sino a los ríos. Si en uno de ellos se acumula mucha materia vegetal, no podrá hacer que sus aguas se muevan con orden ante una avalancha de precipitaciones. “Hay lluvias imprevisibles y que siempre producen desbordamientos, pero son casos muy puntuales”, sostiene Herráez.

El diseño de los edificios también juega un papel crucial a la hora de evitar las consecuencias de una DANA. El diseño bioclimático, de esta forma, es esencial: “Las cubiertas se pueden proyectar de tal manera que ayuden a recoger todo el agua precipitada. Asimismo, poco a poco se van desarrollando más las soluciones pasivas en el diseño de los edificios, es decir, aquellas capaces de reducir su demanda energética e, incluso, que puedan crear más energía limpia de la que consumen”, zanja el especialista en Sostenibilidad.

Todo apunta a que los efectos climáticos adversos como la DANA, que ha asolado algunos municipios de la Comunidad de Madrid y Toledo con hasta cuatro muertos, van a ser cada vez más recurrentes. Dentro de la imprevisibilidad de estos acontecimientos, los ayuntamientos pueden poner en marcha algunas medidas en materia de urbanismo para intentar paliar las consecuencias. ¿Qué pueden hacer las pequeñas localidades sin grandes presupuestos para infraestructuras? ¿Qué puede mejorar la capital para evitar la anegación de túneles y las riadas? El pavimento, las zonas verdes y un diseño de los edificios de forma sostenible tienen la respuesta.

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