Es noticia
La verdadera historia tras la compra de Twitter: así se enredó Elon Musk con su juguete favorito
  1. Tecnología
"ES UN PATIO DE RECREO ADICTIVO"

La verdadera historia tras la compra de Twitter: así se enredó Elon Musk con su juguete favorito

Se acaba de publicar el adelanto de la biografía de Elon Musk, uno de los libros sobre tecnología más esperados del año, donde se revelan las obsesiones del magnate durante la adquisición de la red social

Foto: Elon Musk en una imagen reciente. (Reuters/Gonzalo Fuentes)
Elon Musk en una imagen reciente. (Reuters/Gonzalo Fuentes)

"He hecho una oferta". Son solo cuatro palabras, pero le acabaron costando 44.000 millones de dólares al hombre más rico del mundo, Elon Musk. Fue lo que decidió tuitear el 13 de abril en 2022, horas después de haber decidido lanzarse en la que seguramente sea la aventura más estrepitosa de su carrera: la adquisición de Twitter. Aquel tuit ha dado la vuelta al mundo unas cuantas veces. Lo que no se sabía hasta ahora es el contexto en el que decidió publicarlo.

El magnate hizo el anuncio en un hotel de Vancouver junto a la cantante Grimes, madre de uno de sus hijos. Eran las 5:30 de la mañana y había pasado toda la noche jugando a Elden Ring, tras varias jornadas de tensión sobre su posición en la red social. Una vez se cansó del videojuego, hizo el anuncio que le acabó de adentrar en un agujero multimillonario del que aún no se sabe cómo va a salir.

¿Por qué Elon Musk decidió gastarse 44.000 millones de dólares en un lodazal en ruinas como Twitter? Han pasado 10 meses tras la adquisición de Twitter por parte de Elon Musk, pero todavía nadie es capaz de responder por completo a la pregunta del millón. Sin embargo, ahora hay forma de, al menos, despejar la incógnita. Es lo que deja entrever Elon Musk, la biografía del hombre más rico del mundo que firma Walter Isaacson y que la editorial Simon & Schuster publicará el próximo 12 de septiembre. Ahora, Wall Street Journal ha publicado un adelanto del libro; en concreto, el dedicado al que seguramente sea uno de los mayores culebrones tecnológicos de este siglo.

"No quería dejar 10.000 millones en el banco"

Lo cierto es que las cosas no podían ir mejor para Musk en el momento en el que empezó a agitar el avispero de la adquisición, allá por abril de 2022. "Las acciones de Tesla se habían multiplicado por 15 en cinco años, por lo que cotizaba más que las siguientes nueve automovilísticas juntas. En el primer trimestre, SpaceX había puesto en órbita el doble de masa que el resto de empresas y países juntos. Sus satélites Starlink acababan de lograr crear una Internet de propiedad privada, proporcionando conectividad a 500.000 suscriptores en 40 países", recuerda Isaacson, su biógrafo, en el texto.

Además, acababa de vender opciones sobre acciones (stock options) por valor de 10.000 millones de dólares, algo que le dio la puntilla. "No quería dejar ese dinero en el banco, así que me pregunté qué producto me gustaba, y la respuesta era fácil: Twitter", cuenta el propio Musk en el libro. Hay que destacar que aquello sucedió en enero, un momento en el que comenzó a comprar acciones en secreto, sin hacer ninguna mención pública al asunto —ni siquiera avisó a los reguladores—, algo que llegaría un par de meses más tarde.

placeholder Elon Musk entrando en la sede de Twitter por primera vez como dueño. (@elonmusk)
Elon Musk entrando en la sede de Twitter por primera vez como dueño. (@elonmusk)

Isaacson considera que la forma en la que se lanzó a la adquisición fue "un presagio de la forma en que lo dirige ahora: de forma impulsiva e irreverente. "Para él, es un patio de recreo adictivo. Tiene muchos de los atributos de un patio de colegio, incluidas las burlas y el acoso. Pero en el caso de Twitter, los niños listos ganan seguidores; no son empujados por los escalones y golpeados, como le pasaba a Musk cuando era niño. Ser el dueño de Twitter le permitiría convertirse en el rey del patio del colegio", relata Isaacson.

No es el único recuerdo del pasado que ha influido a Musk, que a finales de los 90 había registrado la marca X.com para desarrollar una superapp, pero ese nombre quedó en un cajón tras su fusión con PayPal. Es el mismo proyecto que ahora ha querido resucitar ahora con Twitter, que abandonó tanto su nombre como logo originales para dar paso a X, "la aplicación para todo", como le gusta repetir. Por ahora, ya han obtenido permiso para hacer operaciones financieras en la plataforma y dentro de poco permitirán videollamadas, según ha anunciado.

Dirigir Twitter como "un dragón que escupe fuego"

Otro punto que ahora ha quedado más claro es su relación con Parag Agrawal, entonces consejero delegado de Twitter, que pasó de las buenas palabras a la inquina en cuestión de días. Musk reconoce que era una persona agradable pero, a su juicio, un consejero delegado de una tecnológica tiene que tener "un dragón que escupe fuego". Sin embargo, durante ese periodo de paz, Musk no tenía pensado aún comprar la totalidad de Twitter, sino solo sentarse en su consejo de administración, tal y como le había ofrecido la directiva.

Fue ahí cuando empezó a desarrollar algunas de las ideas que repetiría durante los meses siguientes. Por ejemplo, la publicación del código fuente de Twitter para saber cómo se priorizan contenidos sobre otros o convertir la verificación en un servicio de pago, aunque el precio que manejaba entonces era mucho inferior, de unos dos dólares mensuales. Mientras pensaba soluciones, Musk se dio cuenta de que buena parte de las cuentas con más seguidores rara vez tuiteaban. "¿Twitter está muriendo?", escribió en la red social a las 3:32h (hora local), algo que provocó una llamada de atención de Agrawal. El tono era amable, pero bastó para romper la relación y rechazar formar parte del consejo de administración.

Ahora el objetivo era comprar Twitter íntegramente, para lo que necesitaba inversores que le acompañaran en la aventura, ya que buena parte de la fortuna de Musk está invertida en acciones de Tesla. El proceso de financiación también fue poco ortodoxo, con Larry Ellison, fundador de Oracle, ofreciéndole invertir "mil millones de dólares o lo que me recomiendes". Para entonces, Isaacson ya estaba en contacto permanente con Musk y él mismo cuenta cómo iba cambiando su estado de ánimo, que iba de la emoción por desarrollar su superapp al desánimo total. "Dormir es difícil", le decía, reconociendo que tendría que vivir en la sede de Twitter: "Tengo la mala costumbre de morder más de lo que puedo masticar".

Fue ahí cuando empezó a pensar que Twittter estaba mintiendo sobre su número de usuarios reales, algo que provocó el siguiente (y definitivo) episodio de este culebrón: quería cancelar la oferta de compra. "A lo largo de septiembre habló por teléfono con sus abogados tres o cuatro veces al día. A veces estaba con un humor agresivo e insistía en que podían vencer la demanda que Twitter había presentado en Delaware para obligarlo a seguir adelante con su primera oferta", relata el biógrafo. Al final, fueron los abogados quienes le convencieron de cerrar el trato tal y como él mismo había firmado, ante las escasas posibilidades de salir ileso.

"Nos estaba poniendo en el punto de mira"

Tal y como se puede entrever en lo revelado por la biografía, la visión empresarial de construir la superapp parece más verosímil que su supuesto interés en convertir al antiguo pájaro azul en la "plaza del pueblo digital", tal y como repitió durante todo el tortuoso proceso de compra. "Twitter podría convertirse en lo que X.com debería haber sido, y podemos ayudar a salvar la libertad de expresión en el intento", reconoce Musk en el libro.

Sin embargo, las críticas a la moderación de contenidos y su defensa de una supuesta libertad de expresión total se convirtieron en la bandera de Musk. Una vez llegó a la sede de Twitter como dueño de la empresa, Musk se reunió con distintas partes del equipo y ya saltaron las primeras costuras. Por ejemplo, cuando le hablaron de políticas de inclusión y diversidad, así como de medidas para promover la salud mental entre los empleados. Una de las palabras usadas fue "seguridad psicológica", que hizo que Musk soltara una risotada que anticipaba lo que estaba por venir. Ni siquiera le gustaba que el pájaro azul estuviera por todos lados. "No es una persona alegre; le gusta más el ambiente oscuro y tormentoso que la charla alegre y distendida", dice.

De hecho, una de sus primeras medidas fue disolver el Consejo de Trust & Safety de Twitter, encargado de asesorar a la dirección de la red social y formado por un centenar de especialistas de dilatada trayectoria que ofrecían sus servicios de forma voluntaria. "Solo estuve seis semanas en el Twitter de Musk, y ya lo vi como una sombra de lo que fue. Ahora es como los restos de uno de los incendios forestales en California", cuenta Anne Collier, una de aquellas asesoras, en declaraciones a El Confidencial.

Foto: Elon Musk. (Getty)

En su caso, decidió dejar de colaborar con el pájaro azul unos días antes de que el nuevo dueño se deshiciera de este organismo, una medida que ya adelantaba lo que estaba por venir. "Sus acusaciones y descontento con lo que hacíamos impulsaron los nuevos cambios incluso antes de la adquisición", cuenta a este periódico Melissa Ingle, científica de datos en Twitter entre septiembre de 2021 y noviembre de 2022, cuando fue despedida en uno de los tijeretazos laborales del magnate. "Hacía declaraciones a la prensa criticando nuestra política de moderación de contenidos. Los que trabajábamos ahí sentíamos que nos estaba poniendo en el punto de mira", continúa. "Ahora estoy siendo acosada por personas que sienten que tienen que ajustar cuentas porque fueron baneadas hace años y piensan que yo lo hice".

Sobre esta cuestión, la exempleada recalca que antes de que apareciera en la sede de Twitter, varios equipos de moderación de contenido habían sido reorganizados por completo, mientras que lo habitual era ver que los trabajadores lo criticaban abiertamente en los chats internos. "Nunca había visto algo así en una empresa tecnológica", remacha, afeando también que, a los empleados LGTBQ como ella, les "preocuparon especialmente sus declaraciones discriminatorias e incendiarias sobre la comunidad LGBTQ". "No es habitual tener a un director general abiertamente inmerso en una retórica homófoba y tránsfoba", asevera.

"Después de la adquisición, todo el mundo tenía miedo. Pasamos una semana sin saber qué íbamos a hacer", apunta Ingle, que se libró de la primera ronda de despidos. "Era la semana de las elecciones midterm en Estados Unidos y todos trabajamos mucho más duro, pero nadie sabía si tendríamos trabajo al día siguiente", apunta esta científica de datos. Además, recuerda que los despidos iban a ejecutarse el viernes por la mañana, pero lo cierto es que Musk decidió adelantarlo a última hora del jueves. Según cuenta él mismo en el libro, era una jugada para evitar pagar compensaciones a los directivos.

En la biografía Elon Musk también se abordan las opiniones del multimillonario sobre la llamada izquierda woke, convertida en uno de sus blancos favoritos. Es algo que Isaacson atribuye directamente a la relación del magnate con Jenna, la mayor de todos sus hijos, que decidió cambiar su género cuando tenía 16 años. "No se lo digas a mi padre", le pidió a su tía.

Pese a ello, Musk asegura que no tuvo una mala reacción, sino que fue otro aspecto el que acabó de romper esa relación. "Pasó de ser socialista a completamente comunista y pensar que cualquier rico es malvado", defiende en el libro, donde asegura que es lo que más le ha dolido desde la pérdida de su hijo Nevada Alexander, fallecido pocas semanas después de nacer. Según la versión del multimillonario, las ideas de su hija eran fruto de su paso por Crossroads, la escuela progresista de Los Ángeles en la que estudiaba. Para él, Twitter se había inundado de opiniones como las que le habían alejado de su hija.

"Dudo que alguien confíe en X"

"Desde la compra, Twitter solo ha ido para abajo. Desde el punto de vista de la fiabilidad, ha habido varias caídas. Desde el punto de vista de la moderación de contenidos, ha dejado pasar a lo peor de lo peor", apunta, recalcando la huida de anunciantes como ejemplo más claro. "Quiere ser una aplicación para todo, pero no me imagino a nadie confiando en X para hacer pagos ni viendo vídeos en su increíblemente defectuosa plataforma", dispara.

"Ha vuelto a dejar entrar a una persona que publicó pornografía infantil, a personas que fueron expulsadas por acoso reiterado. Ha vuelto a dejar entrar a Donald Trump, que violó nuestras condiciones de servicio tantas veces tras la insurrección del 6 de enero que el director general tuvo que intervenir personalmente y prohibirle el acceso", recuerda esta exempleada.

Foto: EC Diseño.
TE PUEDE INTERESAR
Un vistazo a las finanzas de SpaceX, la hermética empresa de Elon Musk
The Wall Street Journal. Micah Maidenberg, Corrie Driebusch y Berber Jin

Aun así, ve con buenos ojos funciones como las Notas de la Comunidad –que, por cierto, no fueron idea de Musk–, pero matiza que no pueden sustituir un sistema de moderación de contenidos como el de antaño. "Cuando yo trabajaba allí, se publicaban 500 millones de tuits diarios. Esperar que los usuarios vigilen eso es absurdo. Hacen falta algoritmos de aprendizaje automático y moderadores especializados", espeta.

Collier, exasesora del Consejo de Trust & Safety de Twitter, también tiene dudas sobre la efectividad de esta herramienta. "No es útil para los usuarios a los que les gusta la polarización. ¿Qué porcentaje de los usuarios de X están interesados en el debate civil y preocupados por la desinformación?", critica antes de incidir en que X es "una especie de Truth Social 2.0", la red social impulsada por Trump. "Apenas entro ya en la aplicación, pero cuando lo hago, no la reconozco".

"Ahora es una plataforma que aspira a convertirse en el WeChat de occidentes. Quizá Linda Yaccarino [la consejera delegada] y él puedan rescatar la empresa de sus cenizas, pero las redes sociales tienen que ser sociales, y X es antisocial", considera. Aquí aprovecha para mencionar asuntos como la verificación de pago, que hace que "el dinero sea lo que convierte a alguien en creíble". "Tal vez Musk pueda hacer que X pase de ser su juguete personal a una aplicación que es todo menos un juguete para cientos de millones de otras personas. Será interesante ver si puede", desliza.

"He hecho una oferta". Son solo cuatro palabras, pero le acabaron costando 44.000 millones de dólares al hombre más rico del mundo, Elon Musk. Fue lo que decidió tuitear el 13 de abril en 2022, horas después de haber decidido lanzarse en la que seguramente sea la aventura más estrepitosa de su carrera: la adquisición de Twitter. Aquel tuit ha dado la vuelta al mundo unas cuantas veces. Lo que no se sabía hasta ahora es el contexto en el que decidió publicarlo.

Elon Musk
El redactor recomienda