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Los ricos se han 'enganchado' a la ketamina y estos españoles saben qué hace a tu cerebro
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de moda en EEUU como alucinógeno

Los ricos se han 'enganchado' a la ketamina y estos españoles saben qué hace a tu cerebro

La ketamina es un fármaco que, al parecer, usarían de forma recreativa personajes como Elon Musk. Un equipo de investigadores españoles analiza qué efectos tiene en tu mente

Foto: Elon Musk, en un evento en París el pasado junio. (Reuters/Gonzalo Fuentes)
Elon Musk, en un evento en París el pasado junio. (Reuters/Gonzalo Fuentes)

Los multimillonarios de Silicon Valley y otros famosos se están pasando a las drogas. En los últimos meses, algunos medios de comunicación de EEUU se han hecho eco de esta tendencia, que consiste en el uso recreativo de psicodélicos como el LSD y otros compuestos con efectos similares con el objetivo de “abrir la mente” y tomar mejores decisiones. Hace unos días, un amplio reportaje de la revista The New Yorker sobre Elon Musk volvía a mencionar el consumo de una de estas sustancias capaces de provocar alucinaciones, la ketamina, por parte del magnate más rico del mundo. El artículo menciona la posibilidad de que tenga relación con sus polémicas declaraciones y sus caóticas e impulsivas decisiones.

De hecho, Musk comentó esta cuestión hace apenas dos meses a través de su red social X (antes Twitter). Sin confirmar si él mismo era consumidor ni mencionar su uso recreativo, que no es legal, defendió la utilización de la ketamina para la depresión. No es el único. El exjugador de la NBA Lamar Odom o la presentadora Sharon Osbourne reconocieron también tomarla.

Tanto la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés) como la FDA, su homólogo estadounidense, aprobaron en 2019 un fármaco derivado de esta sustancia para pacientes muy graves. El magnate acusaba a otros medicamentos destinados a la salud mental de “zombificar” a las personas y añadía: “Por lo que he visto con amigos, la ketamina tomada ocasionalmente es una mejor opción”. ¿Por qué este compuesto ha llamado la atención del empresario más poderoso del mundo y de otras personalidades?

Foto: Foto: iStock.

El producto que está aprobado comercialmente se llama Spravato y es un espray nasal que tiene como principio activo la esketamina, un derivado de la ketamina. En realidad, el conocimiento de esta sustancia es muy anterior, ya que se sintetizó en 1962. Sin embargo, su primer uso fue el de anestésico. Con este reciente salto al tratamiento de la depresión mayor, hace cuatro años, abrió una nueva era en la psiquiatría, ya que actúa de forma diferente que los antidepresivos clásicos, como el Prozac, y con resultados más rápidos y eficientes. El problema está en los efectos secundarios: su potencial para provocar alucinaciones hace que solo se dispense en hospitales, para casos extremadamente graves que implican riesgo de suicidio, y de manera muy controlada por profesionales de la salud.

Sin embargo, esas propiedades también son la razón de su popularidad entre los multimillonarios, quienes, según la prensa estadounidense, le atribuyen efectos positivos para la claridad mental. Su consumo, que al parecer se produce en fiestas privadas bajo acuerdos de confidencialidad, formaría parte de una tendencia que incluye el LSD o la psilocibina (presente en las setas alucinógenas).

placeholder El exjugador de la NBA Lamar Odom. (Reuters)
El exjugador de la NBA Lamar Odom. (Reuters)

Al mismo tiempo, en el campo de la psiquiatría parece abrirse también una nueva corriente que pasa a tener en cuenta el potencial de las sustancias psicodélicas como posible tratamiento para las enfermedades mentales. El mejor ejemplo lo encontramos en Australia, primer país del mundo que permite recetar, desde hace menos de dos meses, tanto psilocibina como MDMA (éxtasis) para tratar patologías mentales.

Así modifican el cerebro

¿Qué tienen en común estos dos usos tan diferentes? ¿Cómo actúan en nuestro cerebro estas sustancias? ¿Podrían separarse sus propiedades terapéuticas de los efectos psicodélicos o hay que pagar el precio de sufrir alucinaciones? Lo cierto es que queda mucho por investigar.

En los laboratorios del Instituto de Parasitología y Biomedicina López-Neyra (IPBLN-CSIC), Juan López Giménez y su equipo trabajan en un proyecto que intenta dar respuesta a algunos de estos interrogantes. Desde hace años, este experto en psicofarmacología estudia un receptor llamado 5HT2A: es la diana a la que se unen los psicodélicos serotonérgicos (llamados así porque actúan sobre la serotonina, un neurotransmisor relacionado con el estado de ánimo), como el LSD, la psilocibina y la dimetiltriptamina (DMT).

Curiosamente, la ketamina es un compuesto que actúa de forma diferente, porque se une a receptores de glutamato, pero también provoca alucinaciones y resulta terapéutico frente a patologías mentales. “Queremos averiguar por qué sustancias que son tan distintas químicamente pueden producir un efecto similar”, explica a El Confidencial. Su hipótesis es que todos estos compuestos, una vez que llegan a las neuronas, provocan una serie de cambios que, por distintas vías, en algún momento llegan a converger.

placeholder Una neurona y sus dendritas. (iStock)
Una neurona y sus dendritas. (iStock)

En todos los casos, la explicación molecular de por qué estas sustancias tienen beneficios frente a la depresión mayor y, al mismo tiempo, pueden provocar alucinaciones hay que buscarla en las conexiones de las neuronas. En concreto, en las dendritas, las prolongaciones que conectan entre sí estas células cerebrales. “Cuando los patólogos estudian post mortem los cerebros de personas que sufrieron depresión, comprueban que tenían menos de estas ramificaciones que las personas sanas”, explica. Pues bien, lo que hacen la ketamina y los psicodélicos serotonérgicos es provocar que las dendritas aumenten su complejidad, es decir, favorecen la llamada plasticidad neuronal.

El investigador David E. Olson, de la Universidad de California Davis, introdujo el término psicoplastógeno para denominar estos nuevos fármacos que tienen esta propiedad de reconectar circuitos neuronales. Los antidepresivos que teníamos hasta ahora, como el Prozac, actúan de otra manera, estimulando los neurotransmisores, pero solo benefician a algunos pacientes y tardan mucho en producir efectos. En cambio, la ketamina es rápida y efectiva, propiedades que también se atribuyen a drogas ilegales.

La investigación de Granada

Los científicos de Granada investigan esta cuestión con neuronas en cultivo. En concreto, han desarrollado su propio modelo, basado en células progenitoras neurales. Este tipo de células madre procede de la corteza cerebral de un feto de ratón, pero López Giménez y su equipo han logrado reproducirlas y “tener una fuente constante de células”, de manera que minimizan el uso de animales de experimentación y obtienen tanto neuronas como glía (otro tipo de células del cerebro) para sus ensayos. A partir de ahí, y al aplicar los distintos compuestos, comprueban a través de técnicas de análisis de imagen los cambios en las dendritas que favorecen la comunicación neuronal.

placeholder Alijo de ketamina ilegal. (EFE)
Alijo de ketamina ilegal. (EFE)

“Mi objetivo no es encontrar psicofármacos, sino averiguar cómo funcionan las neuronas y qué efectos tienen las sustancias que se unen a ellas a través de receptores”, comenta. No obstante, este trabajo de ciencia básica resulta fundamental para la aprobación de nuevos medicamentos, ya que antes de su salida al mercado no solo tienen que demostrar que son mejores que otros tratamientos ya existentes, sino explicar su funcionamiento. Además, separar las propiedades terapéuticas de los efectos no deseados puede ser esencial para seguir avanzando. De hecho, de forma paralela, las compañías farmacéuticas trabajan en este campo tratando de dar con nuevas sustancias que ofrezcan resultados en psiquiatría sin esos efectos secundarios.

Foto: Ketamina siendo introducida ilegalmente. (EFE)

Esta línea de investigación “es un campo muy nuevo”, destaca el investigador. A pesar de que estas sustancias se conocen desde hace mucho tiempo, este tipo de investigaciones son muy recientes. ¿Por qué? “Los psicodélicos serotonérgicos se empezaron a estudiar a mitad del siglo XX como un posible agente terapéutico, pero, en mi opinión personal, creo que la investigación se paralizó por cuestiones políticas y circunstanciales del momento que tienen que ver con el movimiento hippie y contracultural, que se vinculaba con estas sustancias, así que el Gobierno de EEUU impuso el nivel más alto de restricción”, comenta.

La odisea de conseguir una pequeña muestra

Durante décadas, ha sido complicado realizar investigación científica con ellas e incluso, a día de hoy, estos científicos de Granada se enfrentan a dificultades burocráticas para conseguir muestras muy pequeñas con las que realizar sus estudios. Incluso dentro de un organismo público de investigación como el CSIC, el proceso se convierte en una odisea: es necesario pedir un permiso especial a la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), acudir con esa autorización a las compañías internacionales que sintetizan estos compuestos, lograr un permiso de importación y que el proveedor logre a su vez otro permiso de exportación.

Al final, “puede haber pasado un año para conseguir apenas unos miligramos de LSD, y eso que no realizamos ensayos clínicos, ni siquiera con animales”. La última anécdota es de hace tan solo unos días e ilustra muy bien cómo puede prolongarse de forma absurda este trabajo de investigación: “En mayo, hicimos un pedido a una empresa noruega a través de su distribuidor en España y la semana pasada nos contestaron que la agencia de aduanas noruega no da permiso, así que tenemos que buscar otro proveedor”, lamenta.

Los multimillonarios de Silicon Valley y otros famosos se están pasando a las drogas. En los últimos meses, algunos medios de comunicación de EEUU se han hecho eco de esta tendencia, que consiste en el uso recreativo de psicodélicos como el LSD y otros compuestos con efectos similares con el objetivo de “abrir la mente” y tomar mejores decisiones. Hace unos días, un amplio reportaje de la revista The New Yorker sobre Elon Musk volvía a mencionar el consumo de una de estas sustancias capaces de provocar alucinaciones, la ketamina, por parte del magnate más rico del mundo. El artículo menciona la posibilidad de que tenga relación con sus polémicas declaraciones y sus caóticas e impulsivas decisiones.

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