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50 años del atentado de Carrero Blanco: cinco hombres y un magnicidio
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50 años del atentado de Carrero Blanco: cinco hombres y un magnicidio

Recuperamos la voz, las declaraciones y el análisis de las personas que se acercaron a la verdad del asesinato a manos de ETA del almirante y presidente del Gobierno en la dictadura de Franco

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"Escuché las amenazas del comandante Cortina".

"Que no me jodan que saco hasta lo de Carrero Blanco".

"ETA fue la mano y alguien puso el dinero".

"Nos dieron vacaciones del 20 al 31 de diciembre".

"Yo maté al asesino de Carrero Blanco".

Cinco hombres, cinco participaciones, cinco visiones sobre lo que fue y significó el magnicidio que el 20 de diciembre de 1973 llevó a cabo el comando Txikia de ETA contra Luis Carrero Blanco, almirante y presidente del Gobierno en la dictadura del general Francisco Franco.

Y esos cinco hombres son:

Ángel López Montero, abogado del teniente coronel Antonio Tejero.

José Luis Cortina, jefe de Operaciones del CESID (actual CNI).

Luis Carrero Pichot, hijo del almirante.

Un agente del Estado Mayor que controlaba la zona del atentado.

Leonidas, oficial del Ejército del Aire.

Foto: Imagen del boquete que dejó el atentado de Carrero Blanco. (EFE)

Todos ellos, y otros, han colaborado en la investigación periodística que durante todos estos años he llevado a cabo. Carrero Pichot y López Montero han fallecido (junio 2019 y mayo 2012), pero me dejaron sus reflexiones y voz. El resto sigue ahí y sin quererlo se han convertido en "testigos negativos".

Han pasado cincuenta años y la verdad sobre el atentado sigue siendo una incógnita. Sabemos quiénes fueron los autores materiales, pero los intelectuales siguen emboscados gracias, entre otras cuestiones, a la ley de Secretos Oficiales que en 1968 aprobó Franco (Carrero Blanco era el vicepresidente del Gobierno) y que todavía sigue en vigor, en plena democracia, a pesar de que el Gobierno de Pedro Sánchez se comprometió a que el Anteproyecto de Ley de Información Clasificada sería aprobado en 2022.

Hoy recuperamos la voz, declaraciones y análisis de esos cinco hombres que se acercaron a la verdad del atentado del almirante Carrero Blanco. Y comenzamos con la de Ángel López Montero, abogado del teniente coronel Antonio Tejero durante el juicio del 23-F, que escuchó a las 14:30 horas del 22 de marzo de 1982 en el comedor del Servicio Geográfico del Ejército (donde se celebró la vista oral de la intentona golpista) las amenazas que el comandante José Luis Cortina, jefe del CESID en aquellos momentos e imputado en el asalto al Congreso, enviaba a través de un teléfono a un interlocutor anónimo: "Que no me jodan que saco hasta lo de Carrero Blanco".

El primer hombre

En la sesión de la mañana, el comandante Cortina tuvo que responder a 87 preguntas incisivas del fiscal del caso, el general José María Claver, que había pedido 12 años de cárcel para el oficial de los servicios secretos por "rebelión militar". Por la tarde, a las 16:00 horas, Claver, togado de la Armada, tan solo hizo dos preguntas a Cortina y tuvo que aguantar las respuestas arrogantes y retadoras del agente secreto hasta que el presidente del Tribunal, el general Luis Álvarez Rodríguez, se vio obligado a intervenir para reprender y cuadrar al comandante del CESID, según consta en las actas del juicio:

"Primero, modere el tono. No hace falta pegar esos gritos. Y, segundo, el estilo".

José Luis Cortina, que era el jefe de la Agrupación de Operaciones y Misiones Especiales (AOME) de los servicios secretos en 1981, aprovechó una de las preguntas del fiscal Claver para, sin justificación aparente, intentar hacer un símil entre el atentado de Carrero Blanco y el 23-F. El agente secreto no aclaró nada, solo añadió más confusión a esos dos hechos.

Ángel López Montero, abogado de Tejero, al igual que los miembros del Tribunal, tampoco entendieron la respuesta inconexa de Cortina a las preguntas del fiscal Claver sobre cómo y por qué estuvo dentro del Congreso y condujo los autobuses de Tejero su segundo, el capitán Gómez Iglesias.

José Luis Cortina fue absuelto de sus cargos, mientras su mano derecha, el capitán Gómez Iglesias, fue condenado, en primera instancia, a tres años de cárcel que posteriormente el Tribunal Supremo incrementó en tres más.

Gómez Iglesias no estuvo mucho tiempo en prisión: en diciembre de 1984 fue indultado a propuesta del Gobierno socialista, que presidía Felipe González.

El segundo hombre

Con una sonrisa entre nerviosa y defensiva, el excomandante del Centro Superior de Información de la Defensa (CESID) me negó en febrero de 2011, en su despacho de la empresa de seguridad Atenea, que tuviera relación o conocimiento del atentado de ETA contra el almirante Carrero Blanco: "Yo no he amenazado a nadie".

Y rápidamente, José Luis Cortina explicó, argumentó, defendió y sentenció: "En el 23-F, había en marcha una operación en la que estaban de acuerdo todos los partidos. Desde el PSOE, pasando por el PCE, hasta UCD. Todos estaban por un gobierno de concentración presidido por un militar de reconocida fidelidad al Rey".

Y siguió su discurso sobre el Rey y evitó, una y otra vez, el tema del magnicidio de Carrero Blanco: "El Rey recibía informes y estudios sobre la situación del país".

Cortina, según López Montero, se presentó en el despacho del letrado del teniente coronel Tejero para pedirle que su defendido no lo involucrara en la intentona golpista del 23-F. El comandante, según atestigua López Montero, llegó a confesarle que él estaba en la que sería la segunda tentativa golpista, la de los coroneles (preparada para el mes de octubre de 1982).

El tercer hombre

Luis Carrero Pichot, hijo del almirante Carrero Blanco, fue claro y tajante cuando en noviembre de 2011 me reconoció en el salón de su domicilio que los autores intelectuales del atentado tenían todo preparado para "quitárselo de en medio". Y fue aún más lejos y contundente cuando sentenció: "Alguien pensó: este señor molesta. ETA fue la mano y alguien puso el dinero".

Años después, en junio de 2019, Carrero Pichot falleció, pero nos quedan sus palabras, sus reflexiones y análisis sobre el atentado de ETA contra su padre.

El vicealmirante tenía subrayado el reportaje que publiqué el 27 de noviembre de 2011 en el diario El Mundo: "Agentes del Estado Mayor tras el asesinato de Carrero Blanco". También tenía en su biblioteca la mayoría de los libros que se habían publicado sobre el magnicidio y señaló a uno, en especial, el de Carlos Estévez y Francisco Mármol: Carrero. Las razones ocultas de un atentado (Editorial Temas de Hoy, 1998). Se da la circunstancia de que ese libro ha sido plagiado sin ningún tipo de cita, tanto en reportajes, supuestamente de investigación, como en otros libros, según denunció uno de sus autores, Carlos Estévez.

Carrero Pichot llegó a la conclusión de que "el libro de Estévez y Mármol y su reportaje de ayer sobre los agentes del Estado Mayor es la información que llega más lejos sobre el atentado". Carrero Pichot confirma que el trabajo de Estévez y Mármol "estaba bien hecho".

En el capítulo XII de Carrero. Las razones ocultas de un asesinato, Estévez y Mármol descubren y relatan que, tras el atentado, las autoridades francesas ofrecieron al embajador español en París, Pedro Cortina Mauri, la posibilidad de entregarle a Argala, autor material del atentado. Cortina no quiso saber nada porque se iba de vacaciones a Madrid. Otros, como Manuel Fraga, que era el embajador español en Londres, también se lavaron las manos.

Misterios. Más incógnitas, más dudas, más enigmas, más secretos...

Carrero Pichot piensa en las víctimas de ETA, en la amnistía, en Adolfo Suárez y en otros que de forma directa o indirecta están relacionados con el ayer, con el atentado de su padre.

Carrero Pichot mantiene que el Rey, se refiere a Juan Carlos I, siempre reconoció el apoyo de su padre, y que en una ocasión asumió públicamente que él era monarca gracias al presidente Carrero Blanco. Carrero Pichot tiene dos cosas muy claras: "ETA fue la mano y alguien puso el dinero", repite. Y que su padre le mandó una carta al Rey, indicándole que él no sería ningún obstáculo tras la muerte de Franco.

La actual ley de Secretos Oficiales es del año 1968, es decir, franquista. En aquel año nació el príncipe Felipe, actual Rey Felipe VI, los estudiantes franceses se echaron a la calle y se creó la Organización Contrasubversiva Nacional (OCN) para controlar las universidades españolas. Al frente de ella pusieron al coronel Ignacio San Martín, que después fue condenado por la intentona golpista del 23-F.

Foto: Imagen del boquete que dejó el atentado de Carrero Blanco. (EFE)

A la ONC le siguió, en 1972, el Servicio Central de Documentación (SECED), que fue creado por el mismísimo Carrero Blanco. En 1977, el general Gutiérrez Mellado fundó el Centro Superior de Información de la Defensa (CESID). Y, finalmente, en 2002 se transformó en el actual Centro Nacional de Inteligencia (CNI).

Carrero Pichot piensa que ya es hora de levantar el secreto para poner luz al atentado de su padre y otros hechos de nuestra historia.

El cuarto hombre

Guardia civil, agente del Estado Mayor y preparado por agentes del Mossad israelí. Él estuvo, un día antes del atentado contra Carrero Blanco, junto al autor material de aquel magnicidio, el etarra José Miguel Beñarán, Argala.

El lugar, una parada de autobús que se encontraba cerca de la embajada de Estados Unidos, en la calle Serrano esquina con Hermanos Bécquer y frente a una empresa de la entonces URSS, actual Rusia, que se llamaba Mar Negro.

Uno, el etarra, vigilaba los movimientos del presidente del Gobierno; otro, el agente del Estado Mayor, controlaba a los rusos.

Ese mismo agente, que durante años me demostró tener un excelente nivel de información, me contó en noviembre de 2011 lo que pasó aquel día, 19 de diciembre de 1973, y el siguiente, 20-D, con la condición, como siempre, de mantener el anonimato. Y el anonimato se mantiene y los detalles de aquel operativo están aquí.

[El texto ha sido leído y dramatizado para facilitar su comprensión. La voz no corresponde con la del agente del Estado Mayor. Del minuto 00:43 al minuto 1:23, las palabras corresponden a un miembro de la organización ETA]

El agente del Estado Mayor, que formaba parte de la tercera promoción de Información, y que durante toda su carrera estuvo dedicado a esas funciones, percibió que el individuo que estaba a su lado no era un ciudadano más y avisó a sus compañeros, bajo la clave que tenía pactada para abandonar: "Me duele la cabeza". Y cogió el primer autobús que pasó.

En 1977, cuatro años después del atentado contra Carrero Blanco, Julen Agirre, a través de la editorial Hordago, publicó un libro, Operación Ogro, donde el comando Txikia de ETA contaba al escritor cómo y de qué forma llevó a cabo el atentado. En el capítulo I, páginas 20 y 21, dos de aquellos etarras relatan cómo controlaban a Carrero Blanco, y coincide con lo que me contó el agente el Estado Mayor.

Uno de esos dos etarras que cuentan en Operación Ogro cómo y de qué manera llevaron a cabo el atentado es identificado por Julen Agirre como Mikel y podría ser el propio Argala. El etarra cuenta y describe: da más detalles de aquel día y relata cómo, tras bajarse del autobús, se fue a la iglesia donde el presidente del Gobierno escuchaba misa todos los días.

Todo eso ocurrió el 19-D. Y el 20-D, cuando Carrero Blanco voló por los aires a las 9:28 horas, los dos grupos que controlaban a los rusos y a unos árabes en la zona del barrio madrileño de Salamanca recibieron órdenes distintas. Uno se fue de vacaciones, por las fiestas navideñas, y otro, a las 8:00 horas, recibió el aviso de levantar la vigilancia y regresar a la base. A aquellos dos grupos de agentes de información los mandaban León y Salinas, nombres en clave interna, y todos ellos estaban dirigidos por el capitán José Luis Cortina.

El agente del Estado Mayor que me ayudó a recuperar el ayer y descifrar alguna incógnita del atentado de Carrero Blanco recuerda los comentarios de sus compañeros tras enterarse de los hechos. Y uno de los subjefes de los grupos operativos, que eran un total de 14 agentes, también quiso aportar su información y visión a esta investigación a instancia de su compañero. Nuestro segundo testigo, que en aquel 20-D era sargento, reconoce que él pertenecía al GOME, un servicio o grupo de contraespionaje que se dedicaba a vigilar a grupos extranjeros:

Y da más detalles, más recuerdos. El sargento, ya jubilado, tenía un jefe en aquellos grupos de contraespionaje, el capitán José Luis Cortina.

El quinto hombre

"Yo maté al asesino de Carrero Blanco".

Leonidas es el nombre en clave de un oficial del Ejército del Aire, que el 21 de diciembre de 1978, cinco años y un día después del atentado contra Carrero Blanco por el comando Txikia de ETA, participó en el "ojo por ojo y diente por diente" e hizo volar por los aires a José Miguel Beñarán, Argala, el autor material del magnicidio contra el almirante.

El vehículo del entonces presidente del Gobierno en la dictadura de Franco era un Dodge Dart negro y el de Argala un Renault 5 de color naranja. Uno voló en Madrid, el otro en la ciudad francesa de Anglet.

Leonidas recuerda, con un gin-tonic de Tanqueray en una mano y en la otra un cigarrillo Winston, que "la operación la prepararon los marinos para vengar la muerte del almirante (...) y los explosivos, que eran de una base militar de EEUU en España, los colocó un capitán de la Guardia Civil".

Hoy, Leonidas habla, recuerda y rememora aquel momento. Se dio la circunstancia que el 20-D de 1978 Argala no salió de su casa. El comando de militares españoles no sabía ni entendía por qué el etarra no cogió su coche, como hacía todos los días. El asesino de Carrero Blanco estaba en su casa, constipado y con fiebre.

[La voz ha sido distorsionada para mantener el anonimato]

Leonidas sabe el cómo, quiénes y de qué forma se llevó a cabo el atentado. Y la primera línea de actuación estaba formada por siete oficiales, más un civil. Esa era la base principal del grupo que vengó al almirante Carrero. Después hubo un segundo grupo, llamado por Leonidas como los "braseros", que hicieron el trabajo de campo: busca y localización.

Se da la circunstancia de que José Miguel Beñarán era el único miembro de ETA que sabía quién era el hombre de la gabardina, aquel que le dio un sobre en mano en el hotel Mindanao de Madrid donde se indicaban los itinerarios y recorridos de Carrero Blanco.

La primera idea, por parte de ETA, era secuestrar al almirante. Después de recibir el sobre de aquel hombre del espectáculo y la intelectualidad madrileña, los terroristas optaron por el atentado. Y con la muerte de Argala, ya no había testigo de quién era y a quién servía el hombre de la gabardina.

Carrero Pichot, el hijo del presidente del Gobierno, ya nos adelantó que "ETA fue la mano y alguien puso el dinero".

El dinero y los explosivos. ¿Cómo y de qué manera llegó al comando de oficiales? Leonidas da todos los detalles. Pasan los años y la pregunta, hoy, a aquel oficial del Ejército del Aire es la elemental: ¿Resentimiento, remordimiento, mala conciencia por lo hecho?

La respuesta es clara y directa: "Hicimos un servicio a la patria".

Un país sin memoria

Los historiadores y periodistas de investigación siguen sin poder acceder a la documentación necesaria para investigar cómo, quién, cuándo y de qué manera. Unos y otros se han topado con que los gobiernos de UCD, PSOE, PP y de coalición no han autorizado a la Justicia la desclasificación de determinados documentos secretos que ayudarían a saber por qué, cómo y quiénes fueron los autores intelectuales.

De esta manera, solo tenemos y hemos podido llegar a la "verdad periodística". Las otras verdades, la judicial, la histórica, la filosófica y la política todavía están por llegar. Seguimos siendo "un país sin memoria" y con una ley de Secretos Oficiales de la dictadura.

"Escuché las amenazas del comandante Cortina".

Terrorismo ETA (banda terrorista) Francisco Franco
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