El PSOE teme que un desplome de Podemos el 14-F radicalice a Iglesias
La dirección de Podemos ya decidió tras las gallegas y vascas diferenciarse del PSOE. Ahora se asocia una nueva caída electoral en Cataluña con que se intensifique la oposición interna
La estabilidad del Ejecutivo de Pedro Sánchez depende en buena medida de cómo se resuelva el puzle de la gobernabilidad en Cataluña tras las elecciones del próximo 14 de febrero ante la amenaza de que ERC abandone su giro pragmático si no lidera el Govern. Sin embargo, uno de los principales temores del PSOE tiene que ver con los resultados de sus socios de coalición, Unidas Podemos. Desde las filas socialistas, no auguran un buen resultado a los morados, según algunas encuestas internas, y dicen tener motivos para concluir que ello podría desestabilizar el Gobierno de coalición.
La oposición interna de Unidas Podemos dentro del propio Ejecutivo, que reprocharon desde el PSOE en la última reunión de los equipos de seguimiento del acuerdo de coalición, se intensificaría. De hecho, fuentes del grupo parlamentario socialista vinculan algunos de los últimos choques con sus socios, desde los relativos a los desahucios a través de una enmienda a los Presupuestos hasta las divergencias por la subida de la factura de la luz, a un afán de hacer campaña desde la diferenciación. En Unidas Podemos, restan importancia a esta apreciación y defienden que "los pulsos públicos con el PSOE tienen más que ver con el grado de incumplimiento de los socialistas del acuerdo de gobierno que con una cuestión electoral".
"Somos dos partidos diferentes", reconocen estas mismas fuentes socialistas. Sin embargo, añaden que se está cruzando la línea, hasta el punto de trasmitirse que son dos gobiernos en uno. Una tendencia que, según temen, puede llegar a un punto de difícil encaje con un choque permanente por la voluntad de seguir marcando distancias si Unidas Podemos reproduce en Cataluña el descalabro electoral que ya sufrió el pasado mes de julio en las elecciones gallegas, convirtiéndose en fuerza extraparlamentaria, y en las vascas, perdiendo la mitad de su representación.
Tras estos comicios, los primeros a los que concurrió Unidas Podemos formando parte del Ejecutivo de coalición, y en los que se constató no solo su incapacidad para rentabilizar electoralmente la presencia en el Gobierno, sino que esta era improductiva, la dirección del partido morado decidió realizar un giro estratégico para diferenciarse del PSOE. La conclusión del secretariado del partido tras las gallegas y vascas fue que "las peleas internas" habían sido una de las principales causas de los malos resultados.
Se debatió sobre la "debilidad organizativa" y se apostó por poner en valor las medidas arrancadas por la formación para extender el denominado 'escudo social'. En esta línea, se optó por marcar un perfil más de izquierdas y con ínfulas rupturistas en el Gobierno, comenzando por reforzar la identidad republicana frente a la defensa de la monarquía del PSOE y metiendo en agenda cuestiones sociales que los socialistas no estarían dispuestos a asumir sin presentar conflicto. Visibilizar más las diferencias que los puntos de encuentro.
Pablo Iglesias comenzó asimismo a trasladar en público las discrepancias con Pedro Sánchez. Al inicio del curso político, en una entrevista en la Cadena SER, el líder de Unidas Podemos anticipó la nueva estrategia asegurando que era necesario empujar al PSOE para lograr conquistas sociales y explicó que tuvo "una discusión fuerte" con el presidente del Gobierno por la salida del Rey emérito de España.
Desde el PSOE, vaticinan que de mantenerse estas posiciones, que estarían enturbiando las relaciones internas y ahora dicen tolerar más al reconocer el contexto de campaña electoral, se dañarán las dinámicas básicas del Gobierno de coalición. Que se intensifique o se suavice esta estrategia lo asocian a los resultados electorales que finalmente obtengan los morados en Cataluña. Según fuentes conocedoras de encuestas internas, seguirían la tendencia descendente iniciada en las gallegas y vascas, algo que vinculan con otros datos, como el escaso conocimiento público de la candidata de En Comú Podem, Jèssica Albiach, y sus transferencias de votos hacia otras formaciones, como el PSC y en mayor medida ERC.
El promedio de encuestas sitúa la confluencia catalana conservando sus actuales ocho escaños. Una horquilla entre seis y ocho diputados, según la encuesta electoral del Centre d'Estudis d'Opinió (CEO) de la Generalitat. El CIS fue la única encuesta que le otorgó una subida, de dos puntos, pero situó a Albiach como la segunda candidata menos conocida para el electorado (48,1% de desconocimiento), solo por delante del candidato de Vox, Ignacio Garriga (con un 59,2% de desconocimiento). Con todo, el objetivo de En Comú Podem en estos comicios es tener la fuerza suficiente para convertirse en la llave del desbloqueo, al ofrecerse como el puente entre republicanos y socialistas. "Pensamos que esta combinación de ERC y nosotros, con el apoyo externo del PSC, es posible, pero para ello debemos estar fuertes para lograr arrastrarlos a la izquierda. A ERC, para que no mire hacia Junts, y al PSC, para que no mire a Ciudadanos", indicaban desde la candidatura de En Comú Podem.
Desde Unidas Podemos, niegan que su resultado en Cataluña vaya a influir en la política estatal y, por el contrario, añaden que lo que verdaderamente desestabilizaría al Ejecutivo de coalición sería el hecho de que Salvador Illa, "defendido por los poderes mediáticos", pactase un Govern con el PSC. Y concluyen que los pulsos en la coalición tienen más que ver con el hecho de que sus socios no avancen en el desarrollo de acuerdos que con la celebración de elecciones en los territorios. Iglesias también sigue negando que las tensiones en el seno del Gobierno vayan a generar una crisis de Gobierno, "eso es lo que querría la derecha" aseguraba en una reciente entrevista en el programa 'Salvados', para concluir que "la mayoría histórica lograda para los Presupuestos demuestra que este Gobierno va a acabar la legislatura". Desde el PSOE, vaticinan que la recuperación económica comenzará a visibilizarse hacia el final de la legislatura y que sus socios querrán estar en esa foto.
En la reunión de los equipos de PSOE y Unidas Podemos celebrada la pasada semana tras dos meses sin reunirse, los socialistas insistieron en la necesidad de reducir las tensiones y evitar la oposición interna. Tres horas de encuentro en las que no se arrancó un acuerdo en este sentido, más allá de comprometerse a mejorar la comunicación entre ambas partes. No abogaron en cambio por revisar el protocolo de funcionamiento y coordinación entre ambos partidos, al entender que es un buen marco para solucionar las disensiones y que lo fundamental es cumplirlo. En los últimos meses, se produjeron algunos incumplimientos, como el punto referente a que, en relación con los Presupuestos Generales del Estado, "los grupos parlamentarios socios no podrán presentar enmiendas sin el acuerdo previo sobre las mismas".
El temor de los socialistas a que se intensifique la oposición interna si los resultados de sus socios siguen la tendencia de las gallegas y vascas coincide con debates planteados por miembros de la formación morada, tanto en lo referente a la rentabilidad de estar dentro del Gobierno como a la implantación territorial del partido. Recientemente, la vicepresidenta tercera de la Mesa del Congreso por Unidas Podemos, Gloria Elizo, reflexionaba en una entrevista con este diario que "Podemos ha renunciado a ser alternativa de gobierno precisamente entrando en un Gobierno de manera subalterna. De alguna forma, es el precio que hemos aceptado pagar, dejar de ser alternativa. Y si no eres alternativa a nivel estatal, en términos autonómicos, lo tienes muy, muy difícil". A ello añadía que "si encima defiendes a otras formaciones políticas territoriales, actuando como intermediario de su apoyo al PSOE, nuestras candidaturas se quedan sin espacio en sus territorios".
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