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Las perspectivas electorales de Cataluña comprometen la estabilidad del Gobierno
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LAS ENCUESTAS CONFIRMAN LA COMPLEJIDAD

Las perspectivas electorales de Cataluña comprometen la estabilidad del Gobierno

El escenario posterior a las elecciones del 14 de febrero, al menos como lo configuran las encuestas, estará marcado por los vetos cruzados y la fragmentación política

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)

Cataluña lleva décadas condicionando la política española y ahora, de nuevo, el futuro político de España se juega en esta comunidad. Por la aritmética del Congreso, por el tamaño del conflicto territorial que está sobre la mesa desde hace años y también porque los líderes de los partidos nacionales han apostado fuerte en las elecciones. De ellas dependerá lo que les ocurra en los próximos meses.

Pedro Sánchez porque ha apostado por Salvador Illa para intentar ganar las elecciones a costa de incomodar a ERC, socio preferente en el Congreso, y comprometer la estabilidad de su Gobierno. También porque su gran reto político es buscar soluciones pactadas en Cataluña y, por eso, su pretensión es hacerlo desde la Generalitat o frente a un bloque independentista lo más débil y menos compacto posible.

Las últimas encuestas dibujan un paisaje postelectoral enmarañado. La del Centro de Estudios de Opinión (CEO) de Cataluña, la institución homologable al CIS, situaba al independentismo con la victoria en las manos y al PSC, tercero. Desinfla el "efecto Illa". Solo las sumas ERC-JxCAT (y otras formaciones como la CUP) o ERC-PSC garantizarían la gobernabilidad. Anterior fue el sondeo del CIS; y si bien el resultado que mostró es muy distinto, confirma que los socialistas catalanes, incluso ganando, necesitan apoyos. Los de Cs no bastarían. Los de los "comunes", tampoco.

Sánchez, por tanto, se juega la estabilidad. Ya tuvo un primer aviso este jueves cuando solo la fortuna y una carambola le salvaron de perder una trascendente votación sobre fondos europeos. ERC y Ciudadanos miran ya a las elecciones de Cataluña y esa decisión táctica ha estado a punto de arruinar la estabilidad del Gobierno, que ha vuelto a mostrar que es vulnerable en el Congreso y está a merced de la coyuntura. Por eso, Sánchez evita afrontar modificaciones al decreto de estado de alarma que le pueden llevar a votaciones en el alambre. En ese contexto, las elecciones catalanas disparan la adrenalina del Gobierno y de su presidente, acostumbrado a la política de riesgo.

La peor pesadilla para Sánchez sigue siendo que JxCAT, el partido de Carles Puigdemont, gane y pueda formar Gobierno independentista con ERC. Eso, además del seguro nuevo enfrentamiento entre Cataluña y el Estado, traería la caída en desgracia de los dirigentes de ERC, que han pactado en los últimos años con Sánchez y que han mostrado estar dispuestos a asegurar la estabilidad del Gobierno de coalición. Habría que volver a repartir cartas en el Congreso, según admiten fuentes socialistas.

Incluso hay un efecto colateral porque en la aprobación de los Presupuestos sumó a los cuatro diputados del PdCAT (desgajado de JxCAT), con voluntad de mantenerlos para completar mayorías, y tras el 14F es imposible predecir qué posición mantendrán.

Casado se la juega porque se vuelca en la campaña para no perder por mucho y mantener su proyecto

Y Pablo Casado se la juega porque se vuelca en la campaña para no perder por mucho y poder mantener su proyecto para hacerse con la hegemonía del espectro político que va desde la ultraderecha al centro, en un periodo que se avecina sin elecciones a la vista. Su pesadilla es la de un sorpaso de Vox en las catalanas, extremo que se avistaba en el CIS y se ve más lejos en el sondeo del Centro de Estudios de Opinión conocido este viernes.

En el inicio de la campaña electoral, las declaraciones y pronunciamientos de los cabezas de lista y dirigentes de todas las candidaturas, así como los datos de las encuestas, permiten dibujar un escenario complicado en el que es casi seguro que será precisa la combinación de tres partidos y en el que los vetos cruzados y los deseos contrapuestos complican el futuro y llenan todo de incertidumbre.

Basta observar la relación de escenarios preferidos por cada uno de los actores básicos y la falta de puntos comunes. En el inicio de campaña solo coinciden, con matices, los dos grandes partidos independentistas en su voluntad de retomar de nuevo su bloque soberanista.

JxCAT y el bloque independentista

JxCAT, la candidatura que formalmente encabeza Laura Borrás y que pilota Carles Puigdemont desde Waterloo, aspira a dar la sorpresa y vencer a las encuestas, como ya hizo en 2017 cuando en el último momento superó a ERC, favorito en todas las encuestas.

Ahora tiene el hándicap de llegar a las elecciones con el independentismo dividido y, más concretamente, con al menos otras dos candidaturas desgajadas: PDeCAT y PNC. Ninguna encuesta otorga a estos partidos representación en el Parlament, pero su comparecencia en las elecciones puede restar a JxCAT los votos que, precisamente, necesitaría para quedar por encima de ERC.

Fuentes de esta candidatura aseguran que su reto en estos 15 días de campaña es el de aglutinar el voto útil del independentismo, hacer ver que el sufragio al resto de candidaturas es papel mojado. Y explican que los ayuda que se avive tanto el fuego del "efecto Illa" como la posibilidad de un triunfo socialista, porque puede lograr agrupar ese voto útil para evitar una victoria del PSC y movilizar a los suyos. En 2001, la perspectiva de triunfo electoral de Jaime Mayor Oreja en el País Vasco, con apoyo del PSE de Nicolás Redondo, provocó que el PNV lograrar su mejor resultado hasta entonces.

placeholder La candidata a la presidencia de la Generalitat, Laura Borràs, con Carles Puigdemont (EFE)
La candidata a la presidencia de la Generalitat, Laura Borràs, con Carles Puigdemont (EFE)

En público y en privado, aseguran que tras las elecciones su opción única es la de reeditar el pacto con ERC para avanzar hacia la independencia. O visto de otra forma, para mantener el conflicto con el Estado, lo que complicaría enormemente la vida al Gobierno de Sánchez. Especialmente si el partido que encabeza ese bloque independentista es JxCAT. Empezaría una legislatura nueva.

Algunas encuestas, como la del CIS catalán, apuntan opciones de que ambos partidos sumen los 68 escaños necesarios.

ERC con independentistas y 'comuns'

La lista de Pere Aragonès es la favorita en las encuestas, aunque en una especie de empate técnico con PSC, y en algunos casos con JxCAT, que hace mantener la duda por un resultado final que pueden terminar de resolver por la mínima factores como el "voto útil", el reparto de escaños por provincias y la participación, entre otros. El propio Aragonès explica estos días que no contempla ninguna opción que no sea pactar con JxCAT. A ese acuerdo pretenden sumar En Comú Podem, porque defiende un referéndum como salida al conflicto.

Y Oriol Junqueras, presidente y referente de ERC, aseguró a El Confidencial que no contempla más opción que ese pacto de independentistas, rechazando totalmente la opción del acuerdo con el PSC como desearía Sánchez.

"Con el PSC es imposible, representamos proyectos opuestos y ellos han avalado la represión. Es más, nunca he pactado con el PSC, nunca, ni en Sant Vicenç dels Horts cuando era alcalde, ni en la Generalitat ni cuando fui eurodiputado. Es imposible que Esquerra gobierne con el PSC actual, lo lidere quien lo lidere. Lo hemos dicho muchas veces. Illa representa el 155: alguien que ha avalado la suspensión del autogobierno de Cataluña no puede gobernarla, porque no la respeta. Estoy seguro de que eso lo tendrá en cuenta mucha gente a la hora de votar. Si Esquerra gana las elecciones, el PSC ya puede ir eligiendo su sitio en la oposición", aseguró Junqueras muy contundente a este periódico desde la cárcel.

placeholder Oriol Junqueras, Pere Aragonès y Raül Romeva (EFE)
Oriol Junqueras, Pere Aragonès y Raül Romeva (EFE)

Moncloa siempre ha creído que una victoria de ERC facilitaría poner en marcha una salida pactada en la famosa mesa de diálogo que solo se reunió una vez, hace casi un año, y que fue boicoteada luego por Joaquim Torra. Sánchez aspira a mantener la estabilidad de su Gobierno con el apoyo de ERC y avanzar hacia ese acuerdo. El órdago de la candidatura de Salvador Illa ha incomodado a ERC, pero el Gobierno considera posible recuperar ese clima siempre y cuando se mantengan al frente del partido los actuales dirigentes, con los que ha tendido puentes firmes de acuerdo.

Por eso, la opción de que ERC gane las elecciones y pacte con el PSC sería un mal menor para Sánchez si aparta a JxCAT y abre ese proceso de diálogo. La premisa necesaria es vencer la citada negativa férrea de Aragonès y Junqueras a pactar con los socialistas.

PSC con En Comú

El objetivo de Sánchez es un Gobierno en Cataluña que sea casi un reflejo del Ejecutivo de coalición en España, es decir, el PSC con En Comú Podem, la filial catalana de Unidas Podemos.

Para eso, la lista de Illa necesitaría ganar, lo cual solo muestran muy pocas encuestas y ninguna de ellas se acerca siquiera a una suma de 68 escaños de la mayoría absoluta solo con estos dos partidos. Es decir, necesitaría apoyo de ERC para la investidura, casi de la misma forma que gobierna Sánchez en la Moncloa desde hace un año.

Esta situación sería ideal para el presidente del Gobierno, porque reconduciría el conflicto territorial y podría abordar soluciones políticas con Illa al otro lado de la mesa. El Ejecutivo asegura que, para lograr apoyo de ERC, cuenta con la opción de los indultos a los condenados por el proceso independentista, que para entonces podrían ser abordados. Y, al tiempo, mitigaría el coste político de concederlos con el éxito de evitar a España un conflicto que ha marcado la agenda en décadas, según explica Moncloa. Illa, además, tiene mejor relación con ERC que Miquel Iceta, que, de hecho, fue vetado por los independentistas en abril de 2019 cuando iba a ser presidente del Senado.

placeholder El candidato del PSC, Salvador Illa, y Miquel Iceta. (EFE)
El candidato del PSC, Salvador Illa, y Miquel Iceta. (EFE)

El problema para Sánchez es que, salvo sorpresa mayúscula, esa es su única combinación posible para hacerse con el Gobierno de la Generalitat. Porque, pasando por encima de los vetos obvios, el PSC de Illa no suma en ninguna encuesta los 68 escaños con En Comú Podem, Ciudadanos, PP y Vox. Queda muy lejos de la mayoría necesaria, según los sondeos.

El hasta ahora ministro de Sanidad tiene más probabilidades de ser líder de la oposición en Cataluña que el tercer presidente socialista de la Generalitat. La inversión del capital humano de uno de los ministros mejor valorados resultaría fallida.

Pese a todo, Illa ya ha mostrado su intención de presentarse a la investidura si es el más votado, probablemente para retratar a todos los partidos, especialmente a los llamados unionistas o constitucionalistas o españolistas.

Comunes con PSC y ERC

La lista de Jéssica Albiach tiene la difícil misión de cambiar el eje de discusión soberanista o territorial, para llevar la campaña electoral al eje izquierda-derecha. En su entrevista a El Confidencial dejó clara su voluntad de propiciar un acuerdo con ERC y PSC (o con PSC y ERC) y, en todo caso, descarta un acuerdo que incluya a JxCAT; es decir, no apoyará el bloque independentista que pretenden los de Puigdemont y Junqueras.

Paradójicamente, es posible que, pese a su descenso electoral y la polarización que les excluye y aprisiona, sus diputados sean fundamentales para completar mayorías. Los expertos explican que todos los sondeos indican que tienen un suelo muy sólido y que, por tanto, no es fácil que el PSC les arañe más votos.

Tienen que desarrollar su campaña con el inconveniente de enfrentarse en Cataluña a sus socios de coalición en Madrid, es decir, los socialistas y el peligro de ceder apoyo al PSC si a la candidatura de Illa le funciona la invocación al voto útil de la izquierda frente al independentismo. La campaña tensionará el Gobierno de coalición porque, como ha empezado a apuntar Pablo Iglesias este viernes, tendrán que atacar a Illa, su compañero del Consejo de Ministros, y atribuirse méritos del Ejecutivo frente a los socialistas.

Ciudadanos y su apoyo al PSC

La victoria de Ciudadanos en 2017 fue tan extraordinaria que ahora solo puede perder escaños. Recabó voto útil de todos los contrarios al independentismo y ahora todos coinciden en que cederá dos terceras partes de aquellos votos, que se repartirán PSC, PP y, sobre todo, Vox.

Gran parte de la operación Illa tenía por objeto, precisamente, ganarle más votos a Ciudadanos, hasta hacer que el PSC haga lo mismo que hizo la lista que encabezaba entonces Inés Arrimadas.

placeholder El candidato de Cs, Carlos Carrizosa, y la presidenta del partido. (EFE)
El candidato de Cs, Carlos Carrizosa, y la presidenta del partido. (EFE)

Arrimadas ha dicho estos días que pactaría con el PSC si gana para evitar un Gobierno independentista e incluso llegó a decir que lo haría con la Presidencia para Ciudadanos, pero ya ha quedado dicho que es muy muy difícil que esa suma pueda ser efectiva en una investidura. Por tanto, sus escaños pueden ser intrascendentes a esos efectos y, precisamente por eso, le perjudica la invocación de Illa al voto útil. Su baza es lograr que entre en campaña la gestión de la pandemia y poder atacar así a Illa.

"Tenemos que aprovechar esta oportunidad para castigar la irresponsabilidad en las urnas de unos y de otros, del 'procés' y de la mala gestión de la pandemia; y apostar por la sensatez, por una nueva etapa de futuro, por el cambio de verdad, por abrir una etapa de esperanza para todos los catalanes", dijo esta semana en un vídeo la lideresa de Ciudadanos, siguiendo esa línea.

PP se juega su propio futuro

Lo más probable es que el papel del PP en las elecciones catalanas termine justo a la hora en que se cierren los colegios electorales el 14 de febrero. Porque según todas las encuestas sus escaños serán intrascendentes para completar mayorías de investidura.

El reto de Pablo Casado es su propio futuro y su proyecto político, por eso se ha instalado en Cataluña desde hace semanas. Parece claro que quedará por debajo de Ciudadanos y su límite del éxito o el fracaso será superar a Vox. Si lo hace revalidará de alguna manera su idea de romper con la ultraderecha y podrá acometer con tiempo la opa hostil a Ciudadanos. En caso contrario, el fracaso será suyo y su proyecto se tambaleará de nuevo y seguirá dudando entre el centrismo y la radicalidad, con la repercusión que tiene eso para la política nacional.

Tiene la tranquilidad de que, pasadas las elecciones catalanas y salvo imprevistos, no habrá elecciones hasta las andaluzas de 2022. Dispondrá de margen para buscar su estrategia, su tono y su discurso.

Vox y sus expectativas

Vox solo puede ser víctima de su propia expectativa. Es decir, está admitido que la extrema derecha entrará en el Parlament, pero se ha establecido su éxito en superar al PP y si no lo hace el cava correrá algo menos en su sede.

Obviamente, no parece que sus votos vayan a ser relevantes en la investidura, pero si superara a Casado la pelea por la hegemonía en el espectro de la derecha tendrá repercusiones en la política española y, desde luego, en la polarización parlamentaria. De hecho, la carambola o error de esta semana en la votación del decreto de los fondos europeos puede ser un anticipo de la rivalidad entre PP y Vox.

Cataluña lleva décadas condicionando la política española y ahora, de nuevo, el futuro político de España se juega en esta comunidad. Por la aritmética del Congreso, por el tamaño del conflicto territorial que está sobre la mesa desde hace años y también porque los líderes de los partidos nacionales han apostado fuerte en las elecciones. De ellas dependerá lo que les ocurra en los próximos meses.

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