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¿Serán Andalucía y Extremadura la nueva Renania? Por qué la industria europea puede viajar al sur
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¿Serán Andalucía y Extremadura la nueva Renania? Por qué la industria europea puede viajar al sur

La industria intensiva en energía puede tener incentivos para trasladarse al sur de Europa, donde el sol y el viento prometen energía barata que escaseará en otras zonas de la UE

Foto: Varios aerogeneradores en un parque eólico. (Europa Press/Carlos Castro)
Varios aerogeneradores en un parque eólico. (Europa Press/Carlos Castro)
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Uno de los grandes retos que afronta la economía europea es que la era de la energía barata se ha terminado. La guerra de Rusia contra Ucrania se ha traducido en el cierre del grifo del gas natural ruso, que era clave para la industria alemana. Tan importante que Berlín siguió durante años con el proyecto del Nord Stream 2, un enorme gasoducto que conectaba directamente Rusia con el norte de Alemania, incluso después de que en 2014 Moscú dejara claras sus intenciones en el este de Ucrania. En un momento en el que la Unión se está centrando en buscar claves para mantener su competitividad, la energía barata juega un papel central. Sin gas ruso a la vista, la alternativa, apuntan los expertos, son las energías limpias. No se trata ya de una política climática: es política industrial.

La buena noticia es que Europa tiene potencial para conseguir esa nueva energía barata. ¿La mala? Que la mayoría de la industria intensiva en energía de la Unión Europea está en el sitio equivocado para esa nueva realidad. El motor industrial alemán estaba muy bien situado para la recepción de la energía barata rusa; sin embargo, tendrá un acceso limitado a la nueva energía barata, como apunta uno de los últimos informes del Delors Centre de Berlín, elaborado por el investigador Philipp Jäger. "La energía limpia y barata está desigualmente distribuida geográficamente. En muchas regiones, la energía solar y eólica seguirá siendo un bien escaso y, por tanto, caro, mientras que en otras habrá un excedente, simplemente porque tienen mucho sol y viento constante", señala el texto.

¿Significa esto que Renania del Norte va a desindustrializarse y que surgirán grandes industrias en zonas soleadas y con viento como el sur de España, Calabria (Italia) o Grecia? No tan rápido. Como apunta el Delors Centre, los sectores intensivos en energía no son demasiados y representan cerca del 2% del PIB de la Unión Europea y cerca del 2% de los empleos en sectores como productos químicos, papel, metales y algunos materiales como cemento. "Para la mayoría de la industria, estas diferencias de precio de la energía no son muy significativas, pero para las empresas con un uso intensivo de energía, unos céntimos más por kilovatio hora pueden ser clave para la viabilidad", señala el documento.

Pero ese 2% del PIB, no fundamental, pero nada despreciable, sí que podría tener incentivos para reubicarse. "Desgraciadamente, una gran parte de la industria intensiva en energía existente está situada en regiones europeas con un potencial limitado de energía eólica y solar. Por tanto, existe una presión para que se deslocalicen, no sólo ahora debido a la crisis energética provocada por Putin, sino también a largo plazo. Andalucía, por ejemplo, será sencillamente más atractiva que Ludwigshafen en el futuro, al menos para la industria intensiva en energía", apunta Jäger. Precisamente porque esta industria intensiva no tiene un enorme impacto sobre el PIB de países como Alemania, su reubicación a zonas más soleadas no sería tampoco un drama para los países que perdieran estas plantas.

"Desgraciadamente, una gran parte de la industria de energía está situada en regiones con un potencial limitado de energía eólica y solar"

No todo el mundo piensa en la reubicación dentro de la Unión Europea. Bruegel, el think tank económico de referencia en Bruselas, señaló en mayo de 2023 si no había que plantearse la externalización permanente de la industria intensiva. La organización se hace la pregunta de la posible externalización por la relación tan conflictiva entre el alto consumo que representan estas industrias y su aportación al PIB europeo. Por ejemplo, analiza que en los países con mayor consumo industrial de gas y electricidad (Alemania, Francia, Italia, España, Países Bajos, Polonia y Bélgica) "las cuatro industrias más intensivas en energía representan entre el 62% y el 71% de la demanda industrial total de gas, y entre el 43% y el 66% del consumo industrial de electricidad". Y todo por un 2% del PIB.

Sin embargo, si la respuesta es que no se debe sacar esta producción de la Unión Europea, para lo que también hay motivos, como la soberanía económica, los analistas de Bruegel planteaban que la Unión Europea podría "salvar el periodo de precios altos de energía con subvenciones incondicionales, que parece ser la estrategia preferida actualmente". "Esto evitaría la deslocalización irreversible a gran escala al extranjero, pero es caro, no ayuda a bajar los precios de la energía y plantea riesgos de fragmentación dentro de la UE. Sólo tendrá éxito si se dispone rápidamente de suministros energéticos competitivos a escala internacional", señalaban los analistas. Hoy sabemos que los precios de la energía van a ser estructuralmente altos, y no hay una bajada en el horizonte.

En el mismo análisis, el think tank abre la misma puerta que abre el análisis del Delors Centre, aunque da prioridad al uso de subvenciones públicas masivas para mantener las industrias en sus actuales localizaciones. "La crisis de los precios de la energía y la necesidad de acelerar la transición ecológica impulsarán probablemente algunas deslocalizaciones de la industria pesada dentro de Europa. Algunas regiones europeas en las que la electricidad es y será más barata gracias a unas condiciones especialmente favorables para las energías renovables, por ejemplo, Extremadura o Sicilia para la solar, y el Mar del Norte para la eólica marina, podrían ver el desarrollo de nuevos polos industriales para productos de alto consumo energético", apunta el documento de 2023.

Foto: Imagen: cedida.

Pero como explica en una entrevista con El Confidencial, Jäger, del Delors Centre, las empresas reaccionarán a los subsidios en estos momentos. La descarbonización de la industria pesada "cuesta dinero, y por el momento esto o no está pasando (la descarbonización) o lo están financiando los Estados miembros", explica. "Alemania está poniendo mucho dinero sobre la mesa para que la industria química y la acerera se descarbonicen, y eso significa que estas empresas se quedan en territorio alemán porque es donde obtienen dinero", apunta.

Por eso, Jäger propone un "esquema europeo de subsidios", en vez de que sean los Estados miembros individualmente los que ofrezcan ayudas de estado a las empresas. Si hubiera un esquema de subsidios europeos, las compañías podrían observar todas las posibles ubicaciones y mirar a España y Alemania, hacer una comparación de costes, y entonces probablemente llegarían a la conclusión de que la próxima fábrica será más barata en España", añade el investigador.

Jäger cree que España tiene una oportunidad, pero la industria no son como los turistas: el sol y la buena temperatura no serán suficiente

Jäger cree que España tiene una buena oportunidad, pero la industria pesada no son como los turistas: el sol y la buena temperatura no serán suficiente. Hacen falta dos cosas más: una inversión importante y un esquema de subvenciones y ayudas para atraer a empresas. "El sol no brilla tanto en Alemania como en España, así que esto, muy seguramente, se traducirá en precios de la energía limpia más baratos en España que en Alemania. Pero no hay que darlo por hecho, tienes que invertir en capacidad y redes de renovables. España tiene mucha capacidad solar, pero tiene más espacio de mejora en la eólica", apunta el investigador.

Las empresas no van a venir a España por su propio pie, porque la industria pesada limpia "no es competitiva en este momento comparada con la industria pesada que usa energías fósiles, así que para que la industria acerera, por ejemplo, produzca limpio necesita subsidios", explica Jäger. "Y si (los subsidios) están disponibles en Alemania, las empresas que quieran pasarse a la producción limpia se quedarán en Alemania, incluso si los precios de la energía limpia son más altos, porque ahora mismo los subsidios es lo que importa", añade.

Foto: Emisión de humo en una central térmica en Taiyuan, China. (Reuters/Stringer)

¿Puede España competir con Alemania? Desde luego, Berlín tiene mucho más espacio fiscal que Madrid, pero el investigador del Delors Centre cree que hay que aprovechar ya los instrumentos disponibles, sin esperar a una solución común como un esquema europeo de subsidios que podría tardar demasiado tiempo en llegar. Admite que para España es una solución "subóptima", pero que debe empezar a moverse. "España puede no tener una cartera tan profunda como otros Estados miembros, pero su Gobierno puede apoyar la transición ecológica de la industria, y hay fondos europeos disponibles para esto también", apunta.

Una nueva cartografía industrial

En un reciente informe sobre la política energética de la Unión Europea, el Brussels Institute for Geopolitics (BIG) coincide con que actualmente "existe un desajuste entre los 'puntos calientes' de la actividad industrial pesada y las ‘zonas óptimas’ de abundante energía renovable. Ciertas industrias, como la siderúrgica, podrían trasladarse a esas 'zonas óptimas'". El BIG habla de una "nueva cartografía" de la industria europea, lo mismo que Bruegel, hace un año, empezó a hablar de "una nueva geografía económica de la energía descarbonizada". "Países meridionales como España y Grecia disfrutan de una amplia irradiación solar, lo que abarata el coste de la electricidad generada con energía solar. Juntas, la eólica y la solar generaron el 22% de la electricidad de la UE en 2022, más que el gas natural y el carbón. Gracias al descenso de los costes, a la acción por el clima y a la guerra de Putin, la energía solar y eólica podrían proporcionar hasta el 70%-80% de la electricidad de Europa en 2035", señala el informe, que apunta a que con el suficiente nivel de ambición la Unión podría alcanzar la "autarquía energética" a mitad de siglo.

Sin embargo, eso no significa que la Unión Europea deje de ser dependiente de actores externos. El gas natural barato ruso dejaba a la economía europea muy expuesta a Moscú, pero muchos elementos de la tecnología limpia dependen de China. Por ejemplo, a través de prácticas comerciales que ahora se tildan de tramposas, Pekín ha logrado el control total sobre el sector de los paneles solares, y ahora está intentando hacer lo propio con la industria eólica invirtiendo masivamente en ella.

El gas natural barato ruso dejaba a la economía europea muy expuesta a Moscú

No serán solamente España, Grecia o Italia los que contarán con mucha más energía renovable de la que necesitan para cubrir sus necesidades. El informe del BIG, sobre la base de datos de la Comisión Europea, apunta a que pronto Irlanda, Lituania, Estonia y Albania (que no forma parte de la Unión Europea) podrían estar generando cuatro veces su demanda de electricidad con renovables, lo que permitiría que exportaran su energía adicional a otros Estados miembros.

A nadie se le escapa que esto, un sur y una periferia en general con una energía barata que necesitaría el "motor de Europa" para seguir carburando es una ironía. Los PIGS (cerdos, en inglés), como se denominaba despectivamente durante la anterior crisis a Portugal, Italia, Grecia y España, podrían tener ahora la llave que haga que todo siga funcionando. Y así lo apunta el BIG en su informe sobre energía publicado en marzo: "Este escenario llevaría a un replanteamiento de las relaciones centro-periferia en Europa y daría lugar a nuevas relaciones de poder e interdependencia". Para poder sacar partido a esta nueva situación, el think tank propone crear "una superred europea" que necesitaría que se duplicara la capacidad de transmisión actual de energía.

Más allá del sol

También en cuestiones como materias primas críticas (CRM, por sus siglas en inglés), la relación se invertirá en buena medida. España, por ejemplo, cuenta con una importante mano en la explotación de algunas de estas CRM, que son claves para la transición verde y, por tanto, para una política industrial limpia. Por ejemplo, el 100% del estroncio que se utiliza en la Unión Europea se extrae en España. El 6% del silicio y el 14% de la fluorita usados en la UE también salen de suelo español, siendo, en el caso de este último, la principal fuente en la Unión. En el futuro las oportunidades se podrían multiplicar para países del sur: Portugal, por ejemplo, tiene un enorme potencial en la búsqueda de CRMs, aunque por el momento no lo está explotando del todo.

Hay también potencial por ejemplo en lo referente a las materias primas necesarias para la elaboración de baterías para vehículos eléctricos, una industria clave para el futuro de la industria europea, aunque en estos momentos se encuentra amenazada por la inundación del mercado europeo con productos chinos, lo que ha provocado la activación de una investigación anti-subvención por parte de la Comisión Europea. Buena parte de las materias primas necesarias para hacerlo se encuentran en zonas que tienen una enorme dependencia de las energías sucias, como por ejemplo el carbón, como es el caso de Polonia. Para Varsovia la transición ecológica es grave porque su impacto social se mide en empleos perdidos. La buena noticia es que los informes de la Comisión encuentran un gran potencial en estas zonas, precisamente para minas enfocadas a estas nuevas tecnologías.

Hay potencial en lo referente a las materias primas necesarias para la elaboración de baterías para vehículos eléctricos

Pero incluso aquí España se lleva parte del premio: según un análisis del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea, que ha mapeado la presencia de materias primas críticas para las baterías eléctricas dentro de la Unión Europea, una de las zonas con más grafito natural, que es clave para las baterías de los nuevos coches eléctricos, se encuentra en suelo español. Actualmente, la Unión Europea importa el 98% del grafito natural que utiliza, el 47% de él de China, y la Comisión Europea busca animar a proyectos para explotar el potencial que existe dentro de la Unión.

Momento de entrar en la carrera

España se puede beneficiar de esa "nueva cartografía" que están identificando muchos analistas y think tanks. En Bruselas cada vez se habla más de una política industrial de dimensiones europea y de carácter verde, y España, Italia, Grecia y otros Estados miembros, tienen la oportunidad de aprovecharla si se mueven rápido. Por mucho que la industria pesada represente solamente el 2% del PIB europeo, los Estados miembros que cuentan con ella, especialmente Alemania, no van a desprenderse de ella. Por eso Berlín ya está invirtiendo masivamente para retener estas industrias. La buena noticia es que en esta carrera Alemania está remando contracorriente, mientras que España la tiene a su favor. La mala es que Alemania empezó a remar hace tiempo.

Para empezar a moverse el análisis del Delors Centre apunta a dos claves: seguir invirtiendo en el despliegue de las energías renovables y entrar de lleno y de manera más agresiva en la carrera de los subsidios, sabiendo que el sol y el viento pueden ser elementos fundamentales pero no suficientes, y que si se entra demasiado tarde en esa carrera los cimientos de la nueva industria pesada limpia ya estarán plantados, probablemente en otro lugar. En enero, el Gobierno lanzó la primera línea del PERTE de Descarbonización Industrial, parte del Fondo de Recuperación de la UE, con 500 millones de euros en subvenciones. En marzo, el Gobierno alemán lanzó la primera ronda de subvenciones para la transición ecológica de industrias de uso intensivo de energía: 4.000 millones de euros, después de haber tenido que reducir el montante inicial (10.000 millones de euros) por una sentencia del constitucional alemán.

Uno de los grandes retos que afronta la economía europea es que la era de la energía barata se ha terminado. La guerra de Rusia contra Ucrania se ha traducido en el cierre del grifo del gas natural ruso, que era clave para la industria alemana. Tan importante que Berlín siguió durante años con el proyecto del Nord Stream 2, un enorme gasoducto que conectaba directamente Rusia con el norte de Alemania, incluso después de que en 2014 Moscú dejara claras sus intenciones en el este de Ucrania. En un momento en el que la Unión se está centrando en buscar claves para mantener su competitividad, la energía barata juega un papel central. Sin gas ruso a la vista, la alternativa, apuntan los expertos, son las energías limpias. No se trata ya de una política climática: es política industrial.

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