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La transición verde y la escasez sitúan a esta materia prima al borde de un gran ciclo alcista
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La transición verde y la escasez sitúan a esta materia prima al borde de un gran ciclo alcista

Los vientos del ciclo económico podrían limitar las subidas de esta materia prima en 2023, pero es probable que la demanda a largo plazo, impulsada por la energía verde, supere con creces el crecimiento de la oferta

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La agresividad de Glencore para hacerse con la canadiense Teck Resources ha puesto de relieve la carrera por garantizar el acceso a una materia prima crítica para el futuro de la energía. Tradicionalmente considerado como un indicador económico cíclico, el cobre está a punto de desempeñar un papel clave en la transición ecológica mundial, un hecho que se está viendo retroalimentado por la reciente legislación, incluida la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) de Estados Unidos, aprobada el año pasado.

Las tecnologías verdes, como los vehículos eléctricos y los paneles solares, utilizan más cobre que las tecnologías equivalentes basadas en los combustibles fósiles, y parece probable que el crecimiento de la oferta sea muy inferior a la demanda en la próxima década.

A principios y mediados de 2023, la lentitud de la recuperación inmobiliaria de China y los vientos en contra de la economía mundial podrían limitar las subidas del precio del cobre, que actualmente cotiza en torno a los 8.500 dólares la tonelada métrica. Pero las perspectivas a largo plazo son muy distintas.

La demanda estadounidense, durante mucho tiempo eclipsada por la china, será clave. La IRA ofrece cuantiosos créditos fiscales y otras ayudas a proyectos de energías limpias, como parques eólicos, baterías, energía solar e hidrógeno. Goldman Sachs calcula que entre 2023 y 2030 podría aumentar la demanda media anual en unas 180.000 toneladas métricas, aproximadamente el 1% del consumo mundial actual. El banco afirma que la demanda de cobre "verde" representa el 7% del consumo mundial actual, frente a solo el 4% en 2020, y supondrá la friolera del 47% del crecimiento total de la demanda entre 2023 y 2040.

Los planes de inversión actuales probablemente se queden muy cortos. Un informe de McKinsey de febrero preveía una demanda mundial de cobre de 36,6 millones de toneladas métricas para 2031, impulsada en gran medida por la transición ecológica, frente a una oferta de solo 30,1 millones de toneladas métricas. Goldman es aún más optimista: Las cifras de su informe de abril apuntan a una demanda de 40 millones de toneladas en 2030.

Foto: Reacción de fusión nuclear. (EFE/Lawrence Livermore National Laboratory U.S. Department-of-Energy)
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Sin embargo, también hay algunas tendencias alcistas que afectan al crecimiento de la oferta, sobre todo relacionadas con la política. Por ejemplo, para poder acogerse a los créditos fiscales de la IRA, los vehículos eléctricos deben utilizar baterías con un determinado porcentaje de "minerales críticos" procedentes de EEUU o de un país que tenga un acuerdo de libre comercio con EEUU.

El cobre no figura actualmente en la lista de minerales críticos, pero algunos investigadores y políticos -incluidos senadores de estados disputados como Arizona y Georgia- ya están empezando a abogar por su inclusión.

La idea es arrebatar a China el control de la cadena de suministro de minerales energéticos limpios. Un informe de la Brookings Institution del año pasado cifraba la cuota china de capacidad de refinado en un 73% para el cobalto, un 68% para el níquel, un 59% para el litio y un 40% para el cobre. China también ha estado comprando directamente activos minerales en todo el mundo, especialmente litio, para alimentar su propia industria masiva de tecnología verde.

China también ha estado comprando directamente activos minerales en todo el mundo, especialmente litio

Una cadena de suministro más fragmentada aumentará los costes para todos, especialmente en las primeras fases de la transición ecológica. Pero esos precios más altos de los materiales también estimularán la inversión. El procesamiento de minerales es el principal cuello de botella, pero eso probablemente implique también una mayor inversión en minería, sobre todo porque la IRA exigirá que muchos minerales de las baterías se extraigan y procesen en Estados Unidos o en países con acuerdos de libre comercio con Estados Unidos.

Una incertidumbre clave es el Congreso estadounidense. El primer movimiento de los republicanos en la batalla por el techo de la deuda ha incluido la exigencia de deshacer partes de la IRA. Pero suponiendo que la ley se mantenga intacta, tanto EEUU como China y Europa actuarán enérgicamente para ecologizar sus economías durante la próxima década. El mundo necesitará mucho más cobre para conseguirlo, sobre todo si las cadenas de suministro mundiales siguen este proceso de balcanización.

La agresividad de Glencore para hacerse con la canadiense Teck Resources ha puesto de relieve la carrera por garantizar el acceso a una materia prima crítica para el futuro de la energía. Tradicionalmente considerado como un indicador económico cíclico, el cobre está a punto de desempeñar un papel clave en la transición ecológica mundial, un hecho que se está viendo retroalimentado por la reciente legislación, incluida la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) de Estados Unidos, aprobada el año pasado.

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