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Ayudas a la vista: así es el PERTE que quiere descarbonizar la industria manufacturera

Por EC Brands

El sector sigue dando pasos hacia la neutralidad climática. Se espera que antes de final de año se lance la primera convocatoria del PERTE de descarbonización, con subvenciones para proyectos que se presenten hasta el 31 de marzo de 2026

Descarbonizar las economías europeas es una tarea pendiente de todos los países. El camino está escrito en el Pacto Verde Europeo aprobado en 2019, que busca la neutralidad climática para el año 2050. Y en esta senda, la industria manufacturera (que abarca el 73,6% del valor añadido industrial al PIB) es uno de los grandes protagonistas: solo en nuestro país fue responsable del 24% del consumo final energético en 2019, del 22% del consumo final de combustibles fósiles y del 21% del total de las emisiones de gases de efecto invernadero, según datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

Precisamente para ayudar al sector en esta transformación e impulsar tanto la puesta en marcha de proyectos como la investigación, el Consejo de Ministros aprobó hace un año el Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) de descarbonización industrial. Ya se ha publicado el borrador de las bases de la Línea A en relación a la industria manufacturera, y se espera que antes de final de año se lance la primera convocatoria de financiación, con 500 millones de euros en préstamos y 500 millones en subvenciones para proyectos tractores que impulsen la descarbonización de los procesos productivos.

Podrán presentarse solicitudes tanto de forma individual como en grupos. Eso sí, cada una de ellas deberá estar enfocada en un único proyecto tractor, aunque este a su vez abarque varios proyectos primarios para la descarbonización de la instalación a la que vaya dirigido. Serán financiables las inversiones y gastos realizados desde el día siguiente a la presentación de la solicitud hasta el 31 de marzo de 2026. Las ayudas serán en forma de subvenciones, préstamos o una combinación de ambos; y el presupuesto mínimo financiable para cada proyecto tractor será de un millón de euros.

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Las actuaciones deberán estar dirigidas a la descarbonización de las fuentes de energía (con la electrificación de procesos, incorporación de hidrógeno…); la gestión energética integral de procesos industriales (recuperación de calor en procesos productivos, mejora sustancial de la eficiencia energética…); la captura, almacenamiento y uso de carbono; la descarbonización por reducción de recursos naturales (con la utilización de materias primas secundarias, ecodiseño de productos, valorización de residuos…) e inversión en I+D+I.

Para Patricia Busto Barrera, directora de Desarrollo de Negocio Sostenible de Banco Sabadell, esta transformación es inminente y, lejos de ser un problema, se trata de una gran oportunidad: “Más allá del acceso a estas subvenciones, las compañías que realicen inversiones para mejorar su eficiencia energética podrán reducir sus costes de energía y de agua, convertirse en un proveedor elegible por todos sus potenciales clientes y mejorar su imagen de cara a los consumidores”.

En este sentido, añade, “desde el sector bancario estamos acompañando a la ejecución de estos proyectos otorgando más facilidades que a proyectos que no son verdes”. Su objetivo en este acompañamiento (tanto a grandes empresas como a pymes) es que las compañías entiendan qué es descarbonizar, qué inversiones están aplicadas a la sostenibilidad (qué es verde y qué es o no es taxonómico) y qué impacto deben alcanzar: “No todo vale. Si para instalar placas solares, por ejemplo, tienes que talar los árboles que se encuentran al lado de la fábrica o el edificio, ese proyecto deja de ser verde dado que, aunque se contribuye a una objetivo climático, simultáneamente se está perjudicando otro, contraviniendo uno de los principios básicos de la Taxonomía”. Hay que tener una visión mucho más profunda y saber demostrar que qué tiene un impacto medioambiental real”.

Aunque todavía sigue dependiendo en gran medida de los combustibles fósiles, el sector manufacturero ha ido dando pasos en los últimos años, disminuyendo sus emisiones de gases de efecto invernadero desde las 107.092 toneladas en 2008 hasta las 74.412 toneladas en 2022, un 30,5% menos.

El compromiso es cada vez más firme. En España, por ejemplo, desde el año 2021 las compañías con facturaciones superiores a los 40 millones de euros o con más de 250 trabajadores están obligadas a publicar su memoria de sostenibilidad, detallando su compromiso y sus métricas en relación a las emisiones generadas.

Ya se están llevado a cabo proyectos de todo tipo tanto en el ámbito público como en el privado. Por poner algunos ejemplos: desde el pasado mes de noviembre, el Puerto de València utiliza una ReachStacker o apiladora capaz de mover contenedores de más de 30 toneladas usando el hidrógeno como único combustible. Esta pila suministra energía a los motores eléctricos o la devuelve a las baterías en función de la demanda, al tiempo que reduce las emisiones y la contaminación acústica. A día de hoy, 42 compañías privadas que operan en los recintos gestionados por la Autoridad Portuaria de Valencia se han alineado de forma voluntaria a la estrategia medioambiental ‘Valenciaport 2030 Cero Emisiones’.

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Las compañías que realicen inversiones para mejorar su eficiencia energética podrán reducir sus costes de energía y de agua, convertirse en un proveedor elegible por todos sus potenciales clientes

ArcelorMittal también ha anunciado varias iniciativas en este ámbito. Sin ir más lejos, el pasado mes suscribió un contrato con la empresa de ingeniería industrial Sarralle para la construcción de un horno de arco eléctrico en Gijón. La siderúrgica también forma parte de All4Zero, un hub de innovación tecnológica con orientación industrial lanzado junto a Holcim, Iberia y Repsol. A través de él, estos cuatro grupos pretenden reducir la cantidad de gases contaminantes a través de las ideas de descarbonización y economía circular que nazcan en las universidades, centros de investigación, pymes y startups.

La inversión en I+D+I es una pieza clave en este camino. Y es que, mientras las emisiones de los procesos de combustión se pueden reducir mejorando la eficiencia energética con la electrificación o la sustitución de combustibles fósiles, las asociadas a procesos de generación de calor a alta temperatura no son tan sencillas de batir: en muchos casos no es posible electrificar con la tecnología actual.