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Las verdaderas dos Españas: las que reciben inversión y las rezagadas
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INFORME DE LA FUNDACIÓN BBVA

Las verdaderas dos Españas: las que reciben inversión y las rezagadas

La desigualdad territorial tiene muchas formas. Y una de ellas se observa cuando se analizan los niveles de inversión pública y privada. El resultado es que Cataluña y, sobre todo, Madrid acaparan casi la mitad del gasto en infraestructuras

Foto: Foto: iStock.
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El mito de las dos Españas tiene múltiples variantes. Pero hay una a la que se presta menos atención. Y no es otra que la dotación de capital físico. O lo que es lo mismo, la inversión en infraestructuras, incluyendo las tecnológicas. Y los resultados no dejan lugar a dudas. Madrid y Cataluña, por este orden, están dejando atrás al resto de regiones españolas, lo que en última instancia ahonda en la desigualdad territorial. Una España bien equipada y otra con serias necesidades.

Lo pone de relieve el último informe de la Fundación BBVA sobre el stock de capital de España y sus comunidades autónomas, que revela que solo Madrid y Cataluña han mejorado su posición relativa de inversión —en relación con el conjunto del Estado— entre 2009, que supuso el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y de crédito, y 2021, cuando la economía había ya recuperado los niveles de PIB perdidos por la crisis.

El caso más singular es el de Madrid, que ha ganado nada menos que 4,5 puntos porcentuales de peso respecto del conjunto de España en tan corto periodo de tiempo. El avance de Cataluña ha sido sustancialmente menor, medio punto, pero lo relevante es que son las dos únicas regiones que mejoran su posición relativa. La tercera y la cuarta son, aunque a cierta distancia, Andalucía y la Comunidad Valenciana, pero ambas han retrocedido respecto de su nivel relativo alcanzado en 2009, lo que explica el ensanchamiento de la desigualdad territorial en materia de infraestructuras.

Foto: Imagen de la dársena interior del Puerto de Valencia. (EFE/Manuel Bruque)

Como sostiene el informe de la Fundación BBVA, dirigido por los profesores Francisco García, Matilde Mas y Juan Fernández de Guevara, un grupo de cuatro comunidades de tamaño medio (País Vasco, Castilla y León, Galicia y Castilla-La Mancha) atrae porcentajes próximos al 5% de la inversión. Tres de ellas mantienen sus participaciones, pero Castilla y León las reduce en casi un punto porcentual, lo que para su tamaño, dice el trabajo, "es una cifra importante". El caso de Canarias es todavía más relevante, porque reduce su participación en la inversión total entre 2009 y 2021 en un punto, lo que equivale a una pérdida de peso del 25%, dado su tamaño. En el resto de comunidades, las variaciones son mucho menores.

Dependencia del ladrillo

Las causas de este ensanchamiento de la desigualdad son múltiples, pero sobre todo hay que relacionarlas con el menor peso de los activos inmobiliarios. Durante el boom, algunas regiones consideradas pobres se volcaron en el ladrillo, pero a partir del pinchazo no han sido capaces de sustituirlo por otras inversiones. Esto explica su pérdida de peso relativo, mientras que Madrid y Cataluña, menos dependientes del inmobiliario, sí han encontrado otras inversiones alternativas.

Como recuerda el informe, entre 1995 y 2008, el peso de los activos inmobiliarios en la inversión se situó en todas las comunidades por encima del 57%, que es el caso de Navarra, pero en algunas, como Cantabria, alcanzó el 70%. Es decir, dos de cada tres euros de inversión iban destinados al ladrillo.

En los últimos años, sin embargo, las comunidades autónomas consideradas ricas han captado más inversiones no inmobiliarias, ya sea maquinaria, equipamiento para desarrollar tecnologías de la información o las destinadas a inversión y desarrollo, hasta representar en algunas regiones entre el 35% y el 40% de su inversión total. Este es el caso de Madrid y Cataluña, donde los activos no inmobiliarios son mayoritarios, representando respectivamente el 50,1% y el 54,3%, nada menos que 13 puntos porcentuales más en el primer caso y 18,5 puntos en el segundo.

En todo caso, y si se pone el foco en el año 1995 como punto de partida, Cataluña pierde peso respecto del que tenía en España, mientras que Madrid lo gana, pero sin que esta —en términos de stock, no de flujo— llegue a sobrepasar a la primera. También ganan cuota Andalucía, Castilla-La Mancha y, ligeramente, Baleares. Las pérdidas más relevantes de peso son las de Cataluña, Comunidad Valenciana, País Vasco y Castilla y León.

Foto: Manifestación por los servicios sanitarios en Cantabria. (EFE/Román G. Aguilera)

En la composición del capital físico, lógicamente, influye de forma relevante tanto la especialización productiva de cada región como el peso del sector público, y lo que refleja el estudio es que en este último caso, mientras que en Extremadura pesa el 18,8%, en Madrid y Baleares no llega al 7%. En general, el peso de los capitales dedicados a los servicios públicos es mayor en las regiones del norte peninsular y menor en las del Mediterráneo y los archipiélagos.

Las comunidades del norte peninsular, como recuerda el estudio, también sobresalen por el peso en sus capitales de la industria. En promedio, el capital acumulado por los sectores industriales representa el 11% del stock, pero en Navarra el porcentaje alcanza el 20,8%, en País Vasco el 15,5% y en Aragón, Castilla y León, Asturias y Galicia supera el 13%. En cambio, en Madrid, Baleares y Canarias no alcanza el 8%. La especialización industrial, asegura, no guarda una relación definida con el nivel de renta en la actualidad.

La inversión en infraestructuras (incluidas vivienda y capital tecnológico) ha seguido en España a lo largo de las últimas dos décadas una trayectoria ciclotímica. Ha pasado en pocos años de suponer el 30% del PIB, en 2006, un porcentaje más propio de un país en vías de desarrollo o víctima de una calamidad, a un 17% apenas seis años después, lo que da idea de la intensidad de los vaivenes. Tras la crisis, la recuperación posterior apenas permitió recuperar tres puntos porcentuales, hasta alcanzar el 20% en 2019. Volvió a caer el año de la pandemia y en 2022 se ha recuperado ligeramente, hasta el 20%.

El mito de las dos Españas tiene múltiples variantes. Pero hay una a la que se presta menos atención. Y no es otra que la dotación de capital físico. O lo que es lo mismo, la inversión en infraestructuras, incluyendo las tecnológicas. Y los resultados no dejan lugar a dudas. Madrid y Cataluña, por este orden, están dejando atrás al resto de regiones españolas, lo que en última instancia ahonda en la desigualdad territorial. Una España bien equipada y otra con serias necesidades.

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