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Inversión en infraestructuras: el enésimo fracaso del Estado español en Cataluña
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Inversión en infraestructuras: el enésimo fracaso del Estado español en Cataluña

La inversión ejecutada en Cataluña no puede colocarse por sistema en 750 millones si la cantidad presupuestada se ha incrementado de manera importante por pactos políticos

Foto: Operación retorno en agosto.
Operación retorno en agosto.
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El estado español acostumbra a fracasar en Cataluña. La penúltima ocasión ha sido a cuenta de la ejecución de los Presupuestos Generales del Estado. Solo 739 millones ejecutados. Solo un 36% de ejecución. Un nivel ridículamente bajo que ha provocado una tormenta política en Cataluña. En Argelers, el Congreso Nacional de JxCAT utilizó esta cuestión como una afrenta más. La Generalitat la ha calificado de "falta de respeto a todos los catalanes". El independentismo necesitaba agravios y el Ministerio de Transportes les ha regalado dos tazas.

La ministra Raquel Sánchez no ha dado una explicación convincente. Hay inversiones como el Cuarto Cinturón que en 2008 ya acumulaban retrasos por valor de 1.000 millones. Y aún no se ha acabado. Plataformas de protesta, ayuntamientos que retrasan las obras de esta autovía orbital de Barcelona que ha de servir para unir la localidad de Abrera con Mataró a través de Terrassa y Granollers, conectando las comarcas del Vallés Occidental y Oriental con las del Baix Llobregat y el Maresme. Desde que se proyectó se han gastado 236 millones. Pero de eso hace 15 años. Los millones presupuestados arrojan una dotación teórica de 1.337 millones. Lo Presupuestado no se acerca ni de lejos a la realidad. No es un problema de ahora, es una asignatura pendiente que se arrastra desde hace más de una década.

Raquel Sánchez ha evitado ofrecer una explicación convincente. Según apuntó en RAC-1 "es una evidencia que nunca como ahora habíamos tenido un volumen de obras tan alto" en Cataluña y ha rechazado las comparativas con otras comunidades porque, a su juicio, hay elementos que distorsionan las cifras, como la pandemia, la crisis provocada por la guerra de Ucrania o "la complejidad" de los proyectos de inversiones. Pero todo es difícilmente puede justificar un nivel de ejecución tan bajo.

Foto: José María Roldán, presidente de la AEB. (EFE/J. J. Guillén)

El problema es que hay que mirarse bien los números. Lo explica muy bien el economista Germà Bel, especialista en infraestructuras: "Es lo de siempre. Este año 2021 se han invertido 739 millones en Cataluña. En comparación con los 746 millones de 2020, la cifra es casi la misma. El problema es que se hincharon las cifras para justificar el apoyo de ERC. Se anunció una inversión en Cataluña de 2.300 millones que no respondía a la realidad, pero que justificaba el apoyo a los Presupuestos. En su momento se infló esta partida por motivos electorales, pero, conociendo Madrid, estaba claro que no había ninguna intención de cumplirlo. Como se aumenta el denominador, automáticamente la cuantía del numerador baja".

Fomento pide control exterior

La patronal Fomento del Trabajo ha pedido que se cree "una agencia independiente que controle la ejecución de las obras públicas en Cataluña". El 'exconseller' Pere Macías, ahora coordinador de Cercanías en Cataluña, ha justificado la caída por falta de personal y presencia de los Ministerios implicados en Cataluña. Es cierto, pero también es verdad, como de nuevo apunta Germà Bel, que "si de verdad hubiera voluntad de ejecución se externalizarían las obras y eso no se hace".

Esta crisis es más grave porque ha pasado con una ministra catalana al frente

Todo esto pasa con una ministra catalana en el Ministerio de Transportes, el que tiene mayor responsabilidad inversora. Una ministra que tenía los datos antes que nadie. Una ministra que no se adelantó a lo que era inevitable que pasase y que dejó que otro ministerio, en este caso Hacienda, diese toda la información, lo que suponía entregar munición de valor incalculable al independentismo. Desde Carles Puigdemont hacia abajo, no ha habido un político independentista que no haya sacado a colación durante las últimas dos semanas lo que ha pasado. Y, además, en este caso las cifras no son discutibles. Otra cosa es cómo se ha gestionado la información. En este caso, o el presidente español tenía el enemigo en casa, o había depositado en Raquel Sánchez unas expectativas que al fin y al cabo se han colocado muy lejos de la realidad.

Bases y poder

El poder de Pedro Sánchez en términos de graneros electorales se apoya en dos pilares: Andalucía y Cataluña. En la comunidad andaluza ya pintan bastos. Si en Cataluña se siguen cometiendo errores de este tipo, el respaldo al socialismo puede flaquear. Eso no quiere decir que vaya a incrementarse el independentismo, sujeto a otro tipo de tensiones, y con una comunidad autónoma como la catalana, donde los flujos de votos entre los bloques soberanistas y constitucionalistas resultan escasos. Pero en clave de poder en Madrid puede resultar determinante.

Por tanto, no es solo una cuestión de inversiones. Es de asunción de responsabilidad —no se ha producido por parte de la ministra— y de políticas para rectificar una tendencia —no se ha anunciado ninguna—. El socialismo lleva años pidiendo a los votantes que se dejen de sentimentalismos y que se aferren a la racionalidad. Pues la racionalidad es que la media de cumplimiento de la inversión histórica ronda el 60%. Y si no se quiere despojar a los Presupuestos Generales del Estado del aura de la realidad que los convierte en la ley más importante del año, hay que volver a porcentajes similares. Y eso supone que la inversión ejecutada en Cataluña no puede colocarse por sistema en 750 millones, sino en 1.400 millones. Incluso si la tercera pista del aeropuerto de El Prat sigue bloqueada, sobran proyectos pendientes para que el Ministerio de Transportes se ponga las pilas: la estación de la Sagrera, la red de cercanías, el corredor del Mediterráneo, los accesos al Puerto de Barcelona, etc.

Y no se trata de cesiones al independentismo. Los catalanes que votan a Sánchez no lo son. Pero han de tener incentivos para seguir haciéndolo. Está bien que se les llame a la racionalidad y a que no caigan en los que se denomina como "independentismo mágico". Pero luego no puedes esperar que esos mismos votantes no sepan sumar.

El estado español acostumbra a fracasar en Cataluña. La penúltima ocasión ha sido a cuenta de la ejecución de los Presupuestos Generales del Estado. Solo 739 millones ejecutados. Solo un 36% de ejecución. Un nivel ridículamente bajo que ha provocado una tormenta política en Cataluña. En Argelers, el Congreso Nacional de JxCAT utilizó esta cuestión como una afrenta más. La Generalitat la ha calificado de "falta de respeto a todos los catalanes". El independentismo necesitaba agravios y el Ministerio de Transportes les ha regalado dos tazas.

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