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Los fondos europeos no consiguen levantar la inversión productiva
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En mínimos de casi una década

Los fondos europeos no consiguen levantar la inversión productiva

La inversión en capacidad productiva todavía no ha recuperado los niveles previos a la pandemia ni siquiera con la movilización de los fondos europeos

Foto: Imagen de la vicepresidenta económica, Nadia Calviño. (EFE)
Imagen de la vicepresidenta económica, Nadia Calviño. (EFE)
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Cuando España consiguió la aprobación del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia fue celebrado como una gran victoria nacional. O, al menos, del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que fue recibido en Moncloa entre aplausos por parte de sus ministros. La creación de los llamados fondos europeos fue uno de los hitos más importantes que ha vivido la Unión Europea en su historia, sin embargo, su puesta en marcha no está cumpliendo las expectativas creadas.

Estos recursos deberían servir para transformar el tejido productivo de los países, en especial de los que más van a recibir, como es España. Sin embargo, los fondos se están ejecutando con lentitud y no están consiguiendo elevar la inversión de los países de forma significativa. Al contrario, Europa sigue languideciendo en mucho gasto corriente y poca inversión productiva. España vuelve a situarse a la cola de Europa, ya que en lo que va de año todavía no ha conseguido igualar los niveles de inversión que tenía antes de la pandemia.

La inversión total (pública y privada) en maquinaria y bienes de equipo sigue siendo un 5,5% inferior a la del año 2019, según los últimos datos publicados el jueves por Eurostat en términos reales (descontada la inflación). Solo hay tres países de la eurozona en los que la inversión en capacidad productiva esté más lejos de recuperar los niveles previos a la pandemia: Chipre, Eslovaquia y Estonia.

La situación en el conjunto de la eurozona es algo mejor que la de España, pero no mucho. La inversión en bienes de equipo y maquinaria está un 2,7% por encima de los niveles registrados en 2019. Esto es, aunque está en terreno positivo, el avance sigue siendo muy leve, lo que refleja la dificultad que están teniendo los países para hacer llegar los fondos europeos a la economía real y su escasa capacidad para movilizar inversión privada.

Foto: El presidente en funciones, Pedro Sánchez, y María Jesús Montero. (EFE/PSOE/Eva Ercolanese)

España es uno de los cinco países que más recursos públicos tiene asignados, superando claramente el 10% de su PIB. Sin embargo, las cifras de ejecución real están siendo muy moderadas. La Comisión Europea calcula que en el año 2022 las administraciones públicas españolas gastaron realmente unos 5.200 millones de euros, lo que supone apenas el 0,4% del PIB. El resto de fondos estaba atascado entre los diferentes niveles administrativos o en proyectos de inversión recién comenzados.

Aunque el Ministerio de Economía celebraba en un informe de coyuntura de 2022 que "el impulso a la inversión en equipo se inició a partir del segundo semestre de 2021, coincidiendo con el inicio del despliegue del plan de recuperación, y se ha mantenido a pesar de los cuellos de botella en las cadenas globales de suministro y el aumento de costes de energía, materias primas y bienes intermedios", la realidad era que los fondos llegaban a cuentagotas.

La inversión en capacidad productiva realizada a lo largo del primer semestre del año fue del 5,5% del PIB, el dato más bajo desde 2014, con la excepción puntual del trimestre de la pandemia. Esto es, los niveles de inversión están siendo similares a los que tenía España al inicio de la recuperación posterior a la crisis del euro. Los fondos europeos no han conseguido generar un avance significativo en la inversión hasta la fecha, lo que significa que su impacto sobre el PIB potencial será reducido. Sin inversión no hay multiplicador fiscal.

La digitalización

La inversión en bienes de propiedad intelectual (categoría en la que se engloban los programas informáticos para las empresas y todo tipo de software) sí se ha comportado algo mejor y está ya casi un 11% por encima de los niveles de 2019. "A este impulso se sumó también la inversión en activos de la propiedad intelectual, reflejando el peso de la digitalización en el plan de recuperación", presumía el Ministerio de Economía en ese informe. Sin embargo, el crecimiento de esta inversión no coincide con los tiempos del plan, como se observa en el gráfico:

El crecimiento fue muy intenso desde mediados de 2020 hasta el verano de 2022, momento en el que se estancó. Esta evolución temporal no correlaciona con la ejecución de los fondos europeos, ya que no debería producirse este frenazo a mediados del año pasado, cuando el despliegue de los fondos estaba en plena aceleración. Es posible que el crecimiento de la inversión en activos de propiedad intelectual no haya sido consecuencia de los fondos europeos, sino del proceso de digitalización que comenzaron las empresas en lo peor de la pandemia para adaptar sus procesos a las nuevas necesidades.

En cualquier caso, la participación de esta inversión en el PIB sigue siendo muy similar a la que había antes de la pandemia (del 3,2%), lo que significa que los fondos europeos tampoco están consiguiendo un avance significativo hacia la inversión en digitalización. A nivel europeo, la inversión es casi un punto inferior a la del año 2019, pero sigue siendo superior a la española en 1,2 puntos del PIB. Esto es, a este ritmo, España nunca conseguirá recortar la brecha de digitalización con Europa. Al contrario, se seguirá ampliando.

Foto: Foto: iStock.

Estas cifras muestran la gran resistencia que tiene el tejido productivo español a la inversión. Muchas empresas prefieren competir con bajos salarios (algo que están consiguiendo) y largas jornadas laborales antes que con mejoras de productividad. Pero también evidencian los grandes problemas que está teniendo el Gobierno para ejecutar los fondos europeos.

La guerra en Ucrania ha dado la puntilla a las expectativas más ambiciosas. En un contexto de alta incertidumbre y costes de los materiales disparados, la capacidad de tracción de la inversión pública se ha reducido notablemente. La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) estimaba inicialmente que el multiplicador fiscal de los fondos europeos podía llegar a 1,2 (esto es, por cada euro invertido se generaría un PIB adicional del 20%). Sin embargo, tras el inicio de la crisis inflacionista recortó esta previsión hasta el 0,9%, lo que significa que el impacto sobre el PIB sería incluso inferior al dinero ejecutado.

Los datos de la contabilidad nacional corroboran esta visión más pesimista del plan de recuperación en lo que se refiere a su impacto sobre la inversión. En definitiva, la suma de la lentitud en la ejecución de los fondos (los expertos ya dan por descontado que España no llegará a tiempo para absorber todos los recursos) y el escaso multiplicador están rebajando drásticamente las esperanzas de que los fondos europeos logren una gran transformación económica del país.

Cuando España consiguió la aprobación del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia fue celebrado como una gran victoria nacional. O, al menos, del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que fue recibido en Moncloa entre aplausos por parte de sus ministros. La creación de los llamados fondos europeos fue uno de los hitos más importantes que ha vivido la Unión Europea en su historia, sin embargo, su puesta en marcha no está cumpliendo las expectativas creadas.

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