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Tres regiones captan la mitad de la inversión pública y privada en infraestructuras
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INFORME DE LA FUNDACIÓN BBVA Y EL IVIE

Tres regiones captan la mitad de la inversión pública y privada en infraestructuras

La inversión, tanto pública como privada, va por barrios. Las regiones ricas reciben hasta un 80% más que las más pobres. ¿El resultado? Se está ampliando la brecha en términos absolutos

Foto: La terminal T-4 del aeropuerto de Barajas. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
La terminal T-4 del aeropuerto de Barajas. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
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La economía española se polariza. Y lo hace a través de un proceso imparable que comenzó hace algunas décadas, pero que no ha dejado de acelerarse desde que comenzó el siglo. Y no es otro que el volumen de inversión pública y privada en capital físico, que lejos de converger en términos absolutos, tiende a alejarse entre regiones.

Lo que revela el último informe del IVIE (Instituto Valenciano de Investigación Económica) y la Fundación BBVA, en concreto, es que la mitad de las inversiones en infraestructuras se concentra en tres territorios: Madrid, Cataluña y Andalucía, aunque en este caso a bastante distancia. La Comunidad Valenciana, País Vasco y Castilla y León, por este orden, están en las siguientes posiciones, pero muy lejos de la capital. En total, en 2022, el conjunto de las inversiones en capital físico alcanzaron los 260.191 millones, el 20% del PIB, lo que significa en euros constantes (con inflación) que la economía todavía no ha recuperado los niveles previos a la pandemia. De esa cantidad, el 9% es inversión pública y el resto privada.

Lo significativo, sin embargo, es que la capacidad de atraer inversiones en los años posteriores al pinchazo de la burbuja inmobiliaria ha beneficiado especialmente a Madrid y Cataluña, y en particular a la capital madrileña. Solo esos dos territorios han gozado entre 2009 y 2021 de un nivel de inversión superior al registrado entre 1995 y 2008, periodo que marca un hito en cuanto a inversiones en infraestructuras físicas, principalmente de carácter inmobiliario. En los tiempos de mayor explosión de la economía, la media anual de inversiones respecto del PIB alcanzó un histórico 26% de media, siete puntos más que en el periodo posterior, con un máximo del 30% en 2006, inmediatamente antes de que se viniera abajo el edificio de ladrillo en que se había convertido la economía española.

En el segundo periodo, Madrid ha ganado nada menos que 4,5 puntos en términos relativos, mientras que Cataluña también ha avanzado, aunque apenas lo ha hecho en medio punto, lo que explica que ese tiempo la capital haya superado por primera vez en volumen de inversiones físicas —carreteras, viviendas o distintos equipamientos— a Cataluña. Por el contrario, Andalucía y la Comunidad Valenciana pierden participación en la inversión, sobre todo en el segundo caso, alejándose "con fuerza de Madrid en capacidad de atraer inversión", como sostiene el informe, dirigido por los economistas Francisco Pérez García, Matilde Más y Juan Fernández de Guevara.

La dos Españas

El hecho de que Madrid y Cataluña hayan ganado peso respecto del conjunto de España es relevante porque tras desplomarse la inversión en actividades inmobiliarias, lo que han crecido son las relacionadas con el conocimiento, lo que anticipa que en el futuro las distancias continuarán ensanchándose. Es decir, las dos Españas económicas seguirán divergiendo.

El informe del IVIE y de la Fundación BBVA destaca, de hecho, que en general en las comunidades ricas las inversiones no inmobiliarias (maquinaria, equipos relacionados con las tecnologías de la información o en I+D y otros bienes inmateriales) pesan más, entre el 35% y el 40%, que en las pobres.

En las comunidades ricas las inversiones no inmobiliarias pesan más

Esto significa, ni más ni menos, que son algunas de las comunidades más desarrolladas quienes han tenido mayor capacidad de atraer inversiones con contenido tecnológico y, por lo tanto, mayor productividad, que es la base del futuro crecimiento.

Durante los años del boom inmobiliario, las regiones más activas fueron Castilla-La Mancha, Navarra y Murcia, que llegaron a superar el 30% de su PIB en inversiones, nivel más propio de países en vía de desarrollo, principalmente relacionadas con el ladrillo, lo que contribuyó, junto al resto del país, a que España, como sostiene el informe, se alejara del patrón de inversión de los países más desarrollados: Alemania, Francia o Reino Unido.

Exposición al ladrillo

En el lado contrario se encuentra La Rioja, que fue la comunidad autónoma que menos se vio perjudicada por el pinchazo de la burbuja, mientras que en donde más se hundió la inversión inmobiliaria (más de 11 puntos de PIB) fue en Canarias. También en la Comunidad Valenciana y Cantabria se produjo una impresionante corrección de 10 puntos de PIB, lo que en realidad revela la alta exposición de sus economías a la inversión inmobiliaria.

Ahora bien, las tres comunidades autónomas en las que las actividades inmobiliarias tuvieron mayor peso respecto de la inversión total fueron Cantabria, Asturias y Andalucía, mientras que en sentido contrario, donde menos se notó la burbuja en términos de inversión fue en Navarra, País Vasco y Aragón. A destacar el hecho de que entre 2009 y 2021 donde menos peso ha tenido el ladrillo ha sido en Madrid, Cataluña y Navarra.

Madrid es la única comunidad que ha pasado de estar por debajo a estar por encima de la media entre 2009 y 2021 en términos relativos

Los autores del informe destacan el caso de Madrid, la única comunidad que ha pasado de estar por debajo a estar por encima de la media entre 2009 y 2021 en términos relativos, porque en su caso el retroceso del esfuerzo inversor fue menor que el de la media de España. También es menor en las otras dos comunidades ricas —Cataluña y País Vasco—, pero pese a ello continúan por debajo de la media en esfuerzo inversor y, consiguientemente, en impulso a la demanda agregada de su formación de capital.

Si el análisis se hace en relación con la población de cada región, es decir, las dotaciones de capital real por habitante, sí se observa una convergencia entre la región más rica y la más pobre. En 1995, Baleares era la comunidad que encabezaba la clasificación con 72.225 euros por cabeza, seguida de Navarra y Cataluña. En 2021, por el contrario, La Rioja es quien encabeza la lista (115.704 euros), por delante de Madrid y Navarra. Si se comparan esos datos con las más rezagadas (Andalucía en el primer caso y Canarias en el segundo) el resultado es que se ha pasado de una distancia equivalente al 180% a un 174,4%, lo que significa que hay menor divergencia, aunque en términos absolutos suceda lo contrario. Y, sobre todo, con un perfil más vinculado a actividades de futuro y de mayor productividad.

La economía española se polariza. Y lo hace a través de un proceso imparable que comenzó hace algunas décadas, pero que no ha dejado de acelerarse desde que comenzó el siglo. Y no es otro que el volumen de inversión pública y privada en capital físico, que lejos de converger en términos absolutos, tiende a alejarse entre regiones.

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