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El Real Madrid, una máquina de competir, alcanza la final de la Champions (3-1)
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El Real Madrid, una máquina de competir, alcanza la final de la Champions (3-1)

El Real Madrid elimina al Manchester City con una actuación antológica de Rodrygo, autor de dos tantos, y un gol de penalti de Benzema en la prórroga

Foto: Rodrygo celebra un gol del Real Madrid contra el City. (Reuters/Carl Recine)
Rodrygo celebra un gol del Real Madrid contra el City. (Reuters/Carl Recine)

Increíble. No es magia, ni milagro ni suerte. Es la fuerza mental de un equipo que se siente inmortal e invencible en Europa. Se supera ante cualquier adversidad. El Real Madrid está en la final de la Champions, que jugará contra el Liverpool el 28 de mayo en París, porque es una máquina de competir. Dos goles de Rodrygo cuando moría el partido resucitaron al Real Madrid. Llevaron el partido a la prórroga. Benzema, que no había tenido una buena noche, adelantó al equipo con un lanzamiento de penalti para poner el 3-1 en el minuto 95. Con seguridad lo tiró el francés. Es de locos. El Madrid estaba en la lona. Lo resucitó Rodrygo y apareció Benzema, que provocó un penalti, en un pisotón de Rubén Días. Durante mucho tiempo, lo sostuvo Courtois.

Rodrygo es uno de los grandes héroes. Pasará a la historia su impacto en la situación más crítica del partido. El joven brasileño tuvo la contundencia que le faltó al equipo durante 90 minutos. El City daba por conseguido el pase y se encontró con la remontada. Sufrió en sus carnes lo que es el carácter irreductible del Real Madrid. Estaba eliminado, pero al Madrid, como les pasó al PSG y al Chelsea, hay que rematarlo. Parecía muerto. Cualquier otro equipo, y lo hemos dicho muchas veces, habría bajado los brazos. Pero el Madrid tiene este gen ganador. Rodrygo llevó el equipo a la prórroga. Camavinga, con gran personalidad y fuerza, sujetó el resultado.

placeholder Benzema celebra el gol de penalti.
Benzema celebra el gol de penalti.

En la ida fue un espectáculo ofensivo con siete goles (4-3) y en el Bernabéu se produjo la tercera de las remontadas que pasan a la historia de esta competición. PSG, Chelsea y Manchester City sufren el poder de un equipo que se levanta, reacciona y muerde cuando parece acabado. No hay manera de fulminar al Real Madrid en su estadio. Se siente poderoso, resurge. El City lo tenía hecho. Eso pensaba Guardiola con el gol de Mahrez. El City había sido mejor, pero se activó la máquina de competir. Funcionó el cambio de Rodrygo.

El partido, antes de los goles de Rodrygo, era del City. Pero esto va de ganar. Y en el Real Madrid no se rinden. Vinícius había perdonado. No estaba fino Benzema. El gol de Mahrez parecía la puntilla. Pero fue la noche de Courtois y de Rodrygo. El portero desvió un balón con el pie, en un disparo de Grealish, antes de la explosiva remontada. Mendy había sacado un balón, en otra acción, en la línea de gol. De la supervivencia pasó a la épica con los goles de Rodrygo.

El Real Madrid no generó grandes ocasiones de gol hasta los tantos de Rodrygo. Fue un Madrid con espíritu, pero sin claridad y contundencia arriba. Hasta lo de Rodrygo. En dos minutos hizo un doblete, en el minuto 89 empató a pase de Benzema y en el 91 marcó el 2-1 en un pase lateral de Carvajal que remató de cabeza. Una locura en el Bernabéu.

Courtois, decisivo

El Real Madrid salió al partido enchufado, cargado de energía y corazón. El Manchester City, con el plan previsto. Quería el control de la pelota para rebajar el nervio y la agresividad de los de Ancelotti. Había mucha tensión en la grada, demasiada excitación. La misma que en el césped. A los siete minutos saltaron las chispas en un encontronazo entre Laporte y Modric, tras una falta de Casemiro a Kevin de Bruyne. Los jugadores del City rodearon al árbitro, Modric apartó a Laporte y el central le dio un manotazo en la cara. El árbitro lo solucionó con tarjeta amarilla para cada jugador. Era el comienzo de un partido enloquecido, sin calma. La acción de Laporte podía haberse revisado en el VAR, pero no se hizo.

La pausa la encontró y la explotó el Manchester City. Se hizo con el control, agarró la pelota y el Madrid replegó. El plan de Ancelotti era romper al City con las carreras de Vinícius, eléctrico el extremo brasileño, y conectar con Benzema. Robar y salir al contragolpe. El de Guardiola pasó por desactivarlo con una buena circulación del balón, precisión en los pases y la movilidad. Cada uno buscó cómo hacerse daño. El City tuvo más peligro en la primera parte. Courtois fue decisivo con un par de intervenciones en una fase de sufrimiento de su equipo.

La ocasión más clara es como consecuencia de un error de Militao. La pelota llegó a Bernardo Silva al borde del área pequeña, con la oposición de Casemiro, el portugués sacó un potente remate que despejó Courtois. Paradón del portero, con las dos manos duras, fuertes. El Madrid se sintió amenazado y se echó atrás. Eran los minutos de dominio del City. Tuvo la pelota, acumuló jugadores en el campo del Madrid, cambiaba el juego, jugaba por dentro, metía a Foden y Gabriel Jesús entre líneas. Gabriel Jesús tuvo otra ocasión de peligro en un disparo lejano que pasó cerca del poste. De Bruyne hacía daño, el City mandaba y el Madrid sufría.

La resistencia del equipo de Ancelotti la estaba poniendo a prueba el equipo inglés. El Madrid necesitaba salir y lo conseguía con balones largos, a la zona de Vinícius. Le faltaba definir mejor al ataque. Era un equipo con carácter, alma, intenso y sacrificado en defensa. Jugó con la lección aprendida de los dos goles que recibió en los primeros 10 minutos en el Etihad Stadium. Pero tenía que dar más en ataque, generar más ocasiones de gol. El peligro ofensivo eran las galopadas de Vinícius. El brasileño fue derribado por Rodri en la frontal del área. Kroos lanzó la falta, tocó en la barrera. Vibraba el Bernabéu. Necesitaba dar aliento a su equipo para encontrar el gol que igualara la eliminatoria. Vinícius era la pesadilla. Walker le arrebató un balón tirándose al suelo en otra internada en el área. Se llegó al descanso sin goles y la sensación de que el City podía haber cogido más ventaja.

Perdonó Vinícius

La segunda parte empezó con un balón largo de Kroos a Carvajal que sorprendió al City. Al pase del lateral no llegó Benzema, el balón se fue al segundo palo y Vinícius, solo, la mandó fuera. Una ocasión inmejorable para haber marcado. Perdonó el brasileño en una de esas acciones que se le pide que tengan el máximo acierto en la definición. Desaprovechó la oportunidad más clara. Vinícius estaba omnipresente. No se hunde con el fallo. Insistió, muy activo, por su banda, encarando a Walker, recortando al que le salía al paso, buscando el pase atrás para Modric y el apoyo con Benzema. La agitación del brasileño era la mejor arma ofensiva. Faltaba conectar una jugada y acabarla. Entre Vinícius, una pesadilla para Walker, y Benzema faltaba la precisión para encontrar el gol. Empezó bien la segunda parte para los de Ancelotti.

El City perdió el control del partido y sufría con las incursiones del explosivo Vinícius. No hacía daño el equipo de Guardiola y ralentizó el partido. Le interesaba no entrar en un ida y vuelta, evitar las sacudidas de Vinícius. El Real Madrid necesitaba el gol, pasaban los minutos y Ancelotti recurrió a Rodrygo, el revulsivo que funcionó contra el Chelsea en el Bernabéu. Quitó a Kroos. El Real Madrid tenía en el campo a los dos extremos brasileños para darle más profundidad y desequilibrio. Para encontrar a Benzema, el gol. Guardiola quitó a De Bruyne y metió a Gündogan. Más músculo en el centro del campo para el City. El gol lo encontró el Manchester City con los cambios. Bernardo Silva cogió al Madrid desordenado, corrió y conectó con Mahrez. No perdonó. La pegó duro, al lateral de Courtois.

El partido se ponía más cuesta arriba para el Real Madrid. Se fueron Modric y Casemiro por Camavinga y Marco Asensio. Ancelotti arriesgó para encontrar la remontada con más piernas, frescura y energía. Pero sin el oficio de los veteranos. El Madrid estaba jugando sin Modric, Kroos y Casemiro. A la desesperada. La aventura de la Champions parecía morir hasta la aparición estelar de Rodrygo. De ganar la Liga, el festejo en Cibeles, pasó al sufrimiento, la resistencia contra el City y la remontada que le lleva a la final. En París buscará ganar la Decimocuarta.

Increíble. No es magia, ni milagro ni suerte. Es la fuerza mental de un equipo que se siente inmortal e invencible en Europa. Se supera ante cualquier adversidad. El Real Madrid está en la final de la Champions, que jugará contra el Liverpool el 28 de mayo en París, porque es una máquina de competir. Dos goles de Rodrygo cuando moría el partido resucitaron al Real Madrid. Llevaron el partido a la prórroga. Benzema, que no había tenido una buena noche, adelantó al equipo con un lanzamiento de penalti para poner el 3-1 en el minuto 95. Con seguridad lo tiró el francés. Es de locos. El Madrid estaba en la lona. Lo resucitó Rodrygo y apareció Benzema, que provocó un penalti, en un pisotón de Rubén Días. Durante mucho tiempo, lo sostuvo Courtois.

Karim Benzema Rodrygo
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