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Rodrygo y Camavinga, unos secundarios estelares para la remontada
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El Madrid busca otra Champions

Rodrygo y Camavinga, unos secundarios estelares para la remontada

El brasileño y el francés fueron dos de los grandes protagonistas del pase a la final. El primero por sus dos goles y el segundo por la consistencia que dio al equipo

Foto: Rodrygo y Camavinga, en el partido de Liga ante el Espanyol. (EFE/Mariscal)
Rodrygo y Camavinga, en el partido de Liga ante el Espanyol. (EFE/Mariscal)

Hay acontecimientos inexplicables, y el pase del Real Madrid a la final de la Champions tras la victoria ante el Manchester City (3-1) es uno de ellos. Siempre será indescifrable si los blancos lo hacen aposta o sufren sin desearlo. Si su voluntad es estar a merced del rival para darle con su propia medicina. Guardiola rozó la final y soñó con sacarse la espina de la temporada pasada. A pesar de la buena actuación de su equipo, es buen momento para recordar que nunca ha ganado la Champions sin Messi. Quizá Leo se lamente en París, y Pep en el camino hacia Mánchester, por no haberse reencontrado este verano.

La salida de Camavinga fue determinante, al igual que en la eliminatoria ante el PSG. A pesar de su juventud, y de las risas desatadas por su fichaje en lugar de Mbappé, el galo cambió el rumbo del partido. El Madrid no dominaba y el City, que iba por delante en el marcador, estaba muy cómodo hasta que él apareció. Le dio más consistencia a su equipo en la salida de balón. Y otra cara. Jugador de presente y futuro para el Madrid.

El Manchester City tuvo en su mano noquear por completo al Madrid. Ocurrió a dos minutos del descuento, cuando los blancos estaban sin ideas y con un ritmo lento en la circulación. Apenas una jugada más tarde, tras el primer gol de Rodrygo, lo que hubo fue una tempestad increíble. Ni el Arca de Noé hubiera podido con semejante tsunami. El tanto llegó gracias a un buen cambio de orientación de Camavinga, otra vez el francés, que habilitó a Benzema. Karim le dio el pase de la muerte al brasileño, que prendió la mecha. Ya estaba encendido el Bernabéu.

placeholder Rodrygo, junto a Camavinga. (Reuters/Vincent West)
Rodrygo, junto a Camavinga. (Reuters/Vincent West)

Camavinga, excelso en todas las facetas

La actuación de Camavinga fue excelsa, y no solo en ataque. El francés estuvo muy pendiente de que el equipo estuviera rápido en la presión tras pérdida. Además, barrió con suma facilidad a los rivales para recuperar la pelota cuando más falta le hizo al Madrid. En circunstancias adversas, fue capaz de asumir responsabilidades. Porque ya no estaban ni Casemiro, ni Kroos ni Modric. Más tarde, Benzema fue sustituido. Unos secundarios de lujo que estuvieron a la altura.

Los actores más inesperados fueron los protagonistas de una película que se fraguó en los últimos minutos. Rodrygo, como el sábado ante el Espanyol (4-0), se erigió como el más destacado por esos dos goles en los instantes finales. Algunos ya pensaban en salir del Bernabéu porque Grealish casi les dio la puntilla a los locales. Pero allí había algo de magia. A Maradona le hicieron una iglesia y al Madrid habría que hacerle otra.

placeholder Rodrygo, abrazado a Vinícius. (Reuters/Vincent West)
Rodrygo, abrazado a Vinícius. (Reuters/Vincent West)

La importancia de Rodrygo

El brasileño, que cada vez es más importante en este equipo, estuvo en ambos goles en el lugar justo en el momento adecuado. Su toque de puntera y su cabezazo lo desataron todo. No se recuerda nada igual. Ni en el fútbol ni en ningún otro deporte. Y Rodrygo es el que ocupará las portadas por creer. Esas cosas de juventud, creer en los imposibles, muchas veces son pecado. Pero en otras se toca la gloria. Como dijo Valdano: "Su gol fue el interruptor perfecto y se desataron los demonios".

La remontada se basó en una magia que solo tiene el Bernabéu. O parece que es algo exclusivo de ese estadio. Ocurrió frente al PSG, también frente al Chelsea, y el partido ante el Manchester City fue la guinda del pastel. El Madrid es un equipo tan imprevisible, o más, que cualquier mago. Porque hay algo de brujería en estas hazañas. Una epopeya a la altura del equipo con más Champions de la historia.

La concatenación de milagros en el Bernabéu solo es explicable desde el espíritu de Juanito. Y desde aquellas remontadas de los ochenta. Es difícil pensar quién es el Dios al que rogarle para que las gestas ocurran, si Santiago Bernabéu, el propio Juanito o Alfredo Di Stéfano. Hay muchos madridistas que han empujado desde el cielo. Ahora conviene que lo sigan haciendo para que en París haya un nuevo milagro.

Hay acontecimientos inexplicables, y el pase del Real Madrid a la final de la Champions tras la victoria ante el Manchester City (3-1) es uno de ellos. Siempre será indescifrable si los blancos lo hacen aposta o sufren sin desearlo. Si su voluntad es estar a merced del rival para darle con su propia medicina. Guardiola rozó la final y soñó con sacarse la espina de la temporada pasada. A pesar de la buena actuación de su equipo, es buen momento para recordar que nunca ha ganado la Champions sin Messi. Quizá Leo se lamente en París, y Pep en el camino hacia Mánchester, por no haberse reencontrado este verano.

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