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Tadej Pogačar ante el gran reto del ciclismo: conquistar el duro doblete Giro-Tour
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Marcos Pereda

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Tadej Pogačar ante el gran reto del ciclismo: conquistar el duro doblete Giro-Tour

El ciclista esloveno aspira a repetir los éxitos históricos de Fausto Coppi, Jacques Anquetil, Merckx o Marco Pantani. ¿El problema para Pogačar? Una generación de rivales terroríficos

Foto: Es esloveno, durante el pasado mes de agosto. (EFE/Robert Perry)
Es esloveno, durante el pasado mes de agosto. (EFE/Robert Perry)

Es uno de los mayores desafíos. Casi el último, casi imposible. En las bicis, vaya, en ciclismo, fondo, ruta. El doblete, el doblete. Digamos que hay otras cosas más complicadas, o así nos lo enseña la historia. Los Cinco Monumentos, por centrar tiro, donde solo tres paisanos han triunfado. Tres don nadies, tres flamencos (bueno, tres con apellidos flamencos, que Eddy bah) que tú pones, siempre, entre los diez mayores ciclistas que hubo. Rik van Looy, Merckx, Roger de Vlaeminck. Solo ellos.

Y en realidad hacemos trampas, porque cuando ganaron sus Monumentos nadie hablaba de Monumentos, y Rik siempre hizo chanza de Eddy (lo juro) por no triunfar en París-Tours. "Es un don nadie, un paleto afortunado", traducción libre. En fin. Luego hay otras cositas, cositas que nunca nadie consiguió. Bien por imposibilidad absoluta (las tres Grandes Vueltas el mismo año, aunque vete tú a saber, que después de Kuss...) o las siete Vueltas de una semana con más pedigrí (que nadie ha reunido porque jamás fue un objetivo para ningún ciclista serio... ahora dicen que si alguno igual lo intenta, y andamos con el culo hecho pepsi-cola).

Pero el desafío, el desafío grande, el desafío superior (al menos para los vueltómanos) es un Eoblete. Un doblete. Giro y Tour en el mismo año, en la misma temporada. Con La Vuelta no vale, ¿eh?, no me sean ustedes tramposillos, que nos conocemos... Solo consta en el palmarés de siete paisanos. Un repóker supremo, un potrudo mayúsculo y el escalador calvo de final triste. Ahí acaba todo. Hasta hoy.

placeholder Primož Roglič ganó el último Giro de Italia. (EFE/Manu Bruque)
Primož Roglič ganó el último Giro de Italia. (EFE/Manu Bruque)

El reto de Pogačar

Hace poco Tadej Pogačar anunció su calendario de cara a este 2024. Es uno de los momentos más chulos, este de anunciar carreras para los próximos meses, porque da para pajillas gordísimas en el aficionado. Qué vamos a hacer, el aficionado es (somos) así, y rápidamente te encuentra duelos entre Godzilla y Darth Vader donde al final tienes una peli de Mariano Ozores. Pero lo que nos habremos reído....

Sumen a eso que el planning de Pogačar es siempre excitante, porque él solo garantiza minutos de ciclismo bueno. Pero bueno de verdad. Luego si coincide con van der Poel, verbigracia, pues se nos pone la cosa loquísima, pero es que tú ves a Pogačar apuntado para la Vuelta a Murcia y sabes que habrá hostias por el Collado Bermejo (allí igual le gana Valverde, por inercia).

Foto: Pogacar celebra en la París-Niza. (EFE/EPA/Sebastien Nogier)

Es lo que tienen los genios, que justifican por sí mismos todo a su alrededor, y por eso no vale igual un folio con garabato de su sobrino Sebastián que un piolín con la firma de Jeff Koons. Aunque no sé yo si "Jeff Koons" y "genio" en la misma frase... En fin, pasemos a lo siguiente. Que es Pogačar. Tadej Pogačar. Mira, voy a hacer esto, esto y esto. Y, entre "esto” y “esto", dos Grandes Vueltas. Dos. Seguidas. Giro de Italia, Tour de Francia. Vamos, que me tiro a por el doblete, porque soy Tadej Pogačar, y si me calzo un coulotte es para ganar. Desafío supremo, dijimos. Desafío supremo.

Un desafío histórico

Miren nombres, miren historia. El primero en marcase un doblete fue, claro, Fausto Coppi. Ya que lo haces, que sea con estilo. Antes anduvo cerquita Gino Bartali, pero casi se mata en un arroyo de los Alpes, maillot jaune en pecho, allá por 1937, así que debió abandonar (bueno, vale, se bajó de la bici unos días después, ya sin el amarillo, pero no queríamos restar epicidad al tema). Y eso, que Coppi. En 1949 y 1952. Corrió tres Tours, ganó dos, en ambos acompañó con Giro. Doblete de Dobletes. Comienzo perfecto.

Después llega Jacques Anquetil, que era rubio, y normando, y tenía los ojos azules y una biografía íntima como para siete telenovelas turcas. Turcas y turbias, aunque esa es otra historia. Lo intentó en el 61, pero no pudo en Italia con Arnaldo Pambianco. Que igual les suena poco a ustedes (normal), pero es que los italianos en la Bota tenían mogollón de opciones, ¡ejem! Luego, en el 64, no dejó que se le escapase asunto, y trincó su propio doblete. Un año antes, en la Vuelta, se había convertido en el primer ciclista con las Tres Grandes (doce meses por encima de su plan, pero es que Rudi Altig... en fin, busquen en youtube "Rudi Altig-Jacques Anquetil-Trofeo Baracchi", y verán a Rudi Altig).

Después... el monstruo. Édouard Louis Joseph Merckx, a quien ustedes conocen como Eddy o Puto Amo o Dios. Mejor Dios. El más grande ciclista que hubo y habrá, el que podría ganar a cualquiera en cualquier lado. También en dobletes. Tres, oigan, que no es poco asunto. Y sumen el de 1969, con aquello de Savona (bueno, vale, Savona... les dejo no sumar el de Savona). Desde julio de 1969 hasta julio de 1975 Eddy Merckx gana todas las Grandes que corre. También aprovechó, en ese período, para trincar dos Mundiales y doce Monumentos. Por si no les quedaba claro lo de Dios.

A Dios le sucede Le Blaireau, que suena así, como menos redondo, pero también asusta. Hinault hace dos dobletes. Hinault, de hecho, tiene un currículum inmaculado en Grandes, porque nunca baja del segundo puesto (abandono de 1980 excluido), y ganó en España e Italia cuando le dio la gana de cruzar Pirineos o Alpes. Después llega Indurain, que era más tranquilote, oigan, pero también máquina perfecta de picar carne, una stihl recién estrenada en el bosque de Tallac, el torturador más pausado y benevolente que usted conocer pudiera. Pero, mira, ahí está el tío, dos Giro-Tour encadenados, algo que jamás nadie logró... Y jamás nadie logrará, creo.

placeholder Hinault y Lemond, en su célebre subida a Alpe d'Huez en el Tour de 1986. (RTVE)
Hinault y Lemond, en su célebre subida a Alpe d'Huez en el Tour de 1986. (RTVE)

Ustedes, que son cuquísimos, habrán visto que hemos saltado de Hinault a Indurain alegremente. Es la costumbre, es la decencia histórica, es la pulcritud narrativa. Porque aún no me creo lo de Stephen Roche en 1987, colega, aun no me lo creo. Una cosa es que se alineen los astros a tu favor y otra que además te ayuden Shiva, Visnú, Odín, los doce Caballeros de Oro, el Undertaker y Arturo Pérez-Reverte, que da mucho más miedo. Pues eso ocurrió con Roche.

Solo dos Grandes, pero Giro y Tour. Seguidos. Fuera de ahí... un pódium. Fuera del pódium... un noveno. Hacemos trampa, por las lesiones, pero es que... Ah, ese año también ganó el Mundial, en Triplete que solo reúne Merckx. Pero es que también trincó Romandía. Y Lieja debió ser suya, si no se pone a hacer el idiota mientras llegaba Argentin. Es acojonante. Para no creérselo.

El recuerdo imborrable de Pantani

Y luego... Marco. El último en hacer ese doble Giro-Tour. Aquel 1998 que... bueno, aquel 1998. Si ustedes estaban allí, si ya saben lo que pasó. Tengo problemas, yo, con Pantani. Porque hizo lo que hizo, pero también hizo lo que hizo. Y porque ya no está, pero antes estuvo y... En fin, problemas, qué vamos a hacerle. No puedo no emocionarme, no puedo no sentirme culpable por esa emoción. Problemas. Y, ahora, Pogačar.

Vale, antes de continuar relean ustedes los párrafos anteriores. O miren solo quiénes aparecen allí (pueden saltarse a Pambianco, a Rudi y a Arturo Pérez-Reverte). Eso da idea de la dificultad del desafío. Son los más grandes ciclistas de siempre, los más grandes en esto de los 21 días. No hay discusiones, no hay dudas. Solo ellos pudieron conseguirlo. Y eso es a lo que aspira Pogačar.

placeholder Marco Pantani, en una imagen de archivo.
Marco Pantani, en una imagen de archivo.

No es el primero. Desde Pantani, digo. Estuvo cerca Chris Froome (al que recordarán de frases como "espera... ¿sigue corriendo Chris Froome?"), estuvo cerca Tom Dumoulin (al que recordarán de frases como "Hinault, Merckx y Dumoulin... anda, no me jodas"). Estuvo cerca Alberto Contador, que lanzó órdago en 2011. Giro a la butxaca, Tour con pájara gordísima más arriba de Lautaret.

Solo que el Giro fue a la butxaca, pero no fue a la butxaca, porque cargaba sanción levitante, y quizá por eso se tiró con todo a aquel empeño fútil. Luego, en 2015, hizo segunda prueba, y otra vez Giro a la butxaca (este bien, con este se quedó), pero en la Grande Boucle anduvo lejísimos, porque las velocidades eran otras, las marginal gains campaban locamente y Froome casi despega arriba de la Pierre Saint-Martin, que si va más rápido salta a la estratosfera y termina tomando calimochos con Jeff Bezos. Aproximadamente.

Una competencia descomunal

Vamos, que jodido, lo que plantea Pogačar. Y, sin embargo, alguno podría argumentar que es una decisión inteligente. Y, también (con los mismos argumentos), que es una decisión cobarde. Digamos que Pogačar tiene opciones bastante clarísimas en el Giro (Thomas líder en la etapa veinte hace unos mesucos, Hindley vs Carapaz, Bernal vs Caruso, Tao vs Hindley vs Kelderman vs ¿en serio?), y una Grande siempre será una Grande. Vamos, que te aseguras temporada mayúscula solo con eso, y vas con mayor tranquilidad al julio francés. Donde te espera, en condiciones normales, Jonas Vingegaard.

Y, en condiciones normales, Jonas Vingegaard se ha transformado en mixtura de Anquetil, Charly Gaul, Macaulay Culkin y Stone Cold destrozando birras. Vamos, que si repite la crono de 2023 es inabordable. Entonces... bueno, pues si cargas colchoncillo eso que traes. Y puedes poner excusa. No digo que Pogačar vaya a poner excusa, porque Pogačar no suele poner excusa, pero ahí está. La fatiga, la acumulación de esfuerzos, tanto tiempo fuera de casa, mi equipo, que es un lupanar (no, esperen... esto va en la pieza sobre Ayuso, Adam Yates, Almeida et alii). Decisión inteligente/cobarde, dijimos. O inteligente/valiente/cobarde, todo eso.

Hay un peligro, claro. Bueno, hay varios, pero los ocho primeros llevan maillot de Visma (los siguientes llevan maillot de UAE). Hay un peligro, dije, en esta concepción de la temporada. Imaginemos que Vingegaard no va a al Tour, o se cae en los caminos de tierra, o se acalambra con el móvil tras la etapa del Galibier, o sencillamente no alcanza la increíble versión de este bienio.

placeholder Jonas Vingegaard también quiere la gloria. (EFE/Manu Bruque)
Jonas Vingegaard también quiere la gloria. (EFE/Manu Bruque)

En esa situación el máximo favorito sería Pogačar (igual en cualquier otra también, pero lo dejamos por hoy), y tendría el Tour a golpe de arrancaditas. Recuerden ustedes que hasta Loze estos iban varios minutos (muchos minutos) por encima del resto. Pero, en esa situación hipotética (con Vingegaard fuera de ecuaciones laureables) Pogačar sí podría palmar por el esfuerzo del Giro. Vamos, que no sería Nibali 2014, sino Nibali-otro-Tour-que-no-sea-2014. Ahí estaría, al quite, Roglič, por ejemplo. O Evenepoel (a este me cuesta verle, pero lo pongo por si acaso). O Enric Mas... no, en serio, era coña. Fundamentalmente Roglič y Evenepoel, fuera de eso yo ya...

La cosa es que, aunque sucediera lo anterior... en fin, el calendario de Pogačar ha de enjuiciarse a priori, porque después de ver los testículos al bóvido todos sabemos su género masculino (esto lo decía mi abuelo de forma más resumida, y con más gracia). Otrosí, pareciera que Pogačar prefiere ir conquistando asuntos, tachando cosas en su palmarés. Nada de dinastías inquebrantables, vamos a por el más difícil. Quizá es signo de modernidad, porque tiene algo de videojuegos, de desafíos a lo TikTok (pero con espíritu no fantoche).

placeholder Deberá rozar la excelencia. (Reuters/Maja Smiejkowska)
Deberá rozar la excelencia. (Reuters/Maja Smiejkowska)

A eso aspira Pogačar. Y aspira, decíamos, porque Tadej corre contra rivales que no son generacionales, sino históricos. Tiene, para batirse, doscientos paisanos en cada pelotón, y muchos más sacados directamente del Gotha. Eso es de alabar. Igual que la emoción que siente uno hoy por el Giro, a cuatro meses vista. Y tiene mérito, porque el Giro 2023 (con sus suspensiones, sus bochornos, sus idioteces, su aburrimiento, sus ciclistas bloggers haciendo el ridículo cada vez que abrían la boca) fue para abandonar el ciclismo y pasarse a la petanca (y después volver al colegio, porque de la petanca no se puede vivir). Así que bravo, Tadej, hostias, bravo.

¿Pegas? Que le vamos a perder en las Clásicas. En algunas Clásicas, al menos. Pero es que allí está van der Poel, y también Remco, y a veces incluso asoma van Aert (siempre que le dé permiso Laporte), así que la diversión viene segura. Le perdono, sí, a Pogačar que no pise Flandes o Valonia. Pero mejor no repetir estos asuntos, ¿eh?

Así que ahí estamos, debatiendo lo de Pogačar y su Giro-Tour. Cuando casi falta una estación completa para empezar en Vanaria Reale. Cuando falta el medio año para terminar en Niza (recuerden, este año toca Niza, nunca antes pasó). Es la grandeza del asunto, de Tadej, del desafío. Es, también, otro de los puntos fuertes de su envite. Porque discutir sobre carreras de bicis es, muchas veces, casi tan divertido como ver después las carreras de bicis.

Gloria a los osados.

Es uno de los mayores desafíos. Casi el último, casi imposible. En las bicis, vaya, en ciclismo, fondo, ruta. El doblete, el doblete. Digamos que hay otras cosas más complicadas, o así nos lo enseña la historia. Los Cinco Monumentos, por centrar tiro, donde solo tres paisanos han triunfado. Tres don nadies, tres flamencos (bueno, tres con apellidos flamencos, que Eddy bah) que tú pones, siempre, entre los diez mayores ciclistas que hubo. Rik van Looy, Merckx, Roger de Vlaeminck. Solo ellos.

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