Occidente, frente a su juicio final: por qué el "genocidio" en Gaza lo pone contra las cuerdas
A Occidente se le ha acusado de doble rasero, de cinismo, de indignarse y vengar a los muertos de primera y solo lamentar a los muertos de segunda. Además, ha sido señalado por calificar de forma diversa hechos similares
Una definición: "Exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad". Y dos preguntas: ¿Es Occidente un cínico que califica hechos similares de forma diversa según sus intereses políticos? ¿Hace el llamado Sur Global lo mismo?
Según el actual Gobierno de Sudáfrica, la definición de la Real Academia Española que acaban de leer la está cometiendo en este momento el Estado de Israel sobre el pueblo palestino. El Ejecutivo del Congreso Nacional Africano, encabezado por Cyril Ramaphosa, ha denunciado al Gobierno de Benjamin Netanyahu ante la Corte Internacional de Justicia. Este viernes, el tribunal decidió que Israel debe "tomar todas las medidas a su alcance" para evitar que se cometan actos genocidas contra la población en Gaza, e instó a las fuerzas de Tel Aviv a respetar la Convención para la Prevención y Sanción del Genocidio (1948). En la lectura de la decisión, Joan Donoghue, presidenta del Tribunal, afirmó que Israel debe asegurar la entrada de ayuda humanitaria en la Franja y ha instado al país a que se presente ante el Tribunal en el plazo de un mes.
Sin embargo, la Corte no ordenó un alto al fuego inmediato, una de las medidas cautelares que solicitó el país africano "para detener la masacre". El grupo de abogados que representan a Sudáfrica afirmó que "esta matanza es nada menos que la destrucción de la vida palestina. Se inflige deliberadamente y nadie se salva, ni siquiera los recién nacidos". La exposición de los letrados, larga y detallada, abarcó desde los menores que mueren o son gravemente heridos cada día por los ataques, al riesgo de hambruna, el bombardeo masivo que sufre la población civil y la elevada mortalidad que han provocado que, según aseguró la abogada irlandesa Blinne Ni Ghralaigh, asciende a "23.210 víctimas". Según el Ministerio de Sanidad gazatí, controlado por Hamás, cerca de 25.900 personas han muerto desde el 7 de octubre.
La defensa israelí, por su parte, dijo sobre la exposición de la parte acusadora que "lamentablemente ha presentado ante el tribunal una imagen legal y factual distorsionada y todo el caso gira en torno a una descripción de la realidad de las hostilidades deliberadamente preparada, descontextualizada y manipulada", y volvió a incidir en que "estamos luchando contra terroristas, estamos combatiendo las mentiras. Hoy vimos un mundo puesto del revés. Acusan de genocidio a Israel mientras combate el genocidio". Después de la decisión de la Corte de este viernes, el primer ministro Benjamin Netanyahu la calificó como "escandalosa" y afirmó que seguirán defendiéndose a sí mismos y sus ciudadanos "respetando el derecho internacional".
Hasta este punto, este caso puede ser uno en el que el Tribunal puede tardar años en pronunciarse para un veredicto final. Con un simple vistazo, todo parece normal; la acusación y la defensa cumplen su papel. Lo significativo es lo que pasa alrededor de este conflicto.
Occidente, desde el llamado Sur Global, —o lo que sea que eso signifique entre una amalgama de países cuyo principal patrón de unidad parece sacudirse el dominio político y financiero de las viejas potencias—, es acusado de doble rasero, de cinismo, de indignarse y vengar a los muertos de primera y solo lamentar a los muertos de segunda. Además, ha sido señalado por calificar de forma diversa hechos similares.
El espejo ucraniano, aún activo, ha avivado más esa hoguera. Parece muy razonable, porque algunas contradicciones son evidentes, pero curiosamente el Sur Global lo aplica en una sola dirección. ¿Se miran ellos en ese mismo espejo? Hay muertos de primera y de segunda en todas partes, por desgracia para esas víctimas. Y hay lenguajes que se retuercen, como si sepultar a miles de personas bajo escombros fuera peor bajo el término "genocidio" que bajo el de "crímenes contra la humanidad".
Cruzando un 'umbral moral'
La diferencia tiene su importancia legal, mucha en caso de condena, y se basa en la semántica. En el primero se busca acabar con un grupo de gente, es decir, incluida la población civil, y en el segundo se menoscaban sus derechos humanos, pero sin buscar el exterminio, aunque en el exceso de uso de fuerza se produzca de facto. Para el que está debajo del hormigón la importancia es mínima, pero en una metáfora visual, lo primero supone lanzar una bomba atómica y arrasar con todo de golpe, y lo segundo supone lanzar cientos de misiles y arrasar con todo de a poquitos. "Genocidio" es una palabra gruesa, con evidentes connotaciones penales en un futuro para los posibles culpables. Se usa a la carta por todos.
El recién nombrado ministro de Asuntos Exteriores francés, Stéphane Séjourné, dijo en el Parlamento galo sobre la demanda sudafricana que "en cuanto a la Corte Internacional de Justicia, decimos firmemente a los israelíes que el derecho internacional se aplica a todos, que los ataques sistemáticos en Gaza deben parar... Pero las palabras tienen significado y acusar al Estado judío de genocidio es cruzar un umbral moral y explotar la noción de genocidio con fines políticos".
Esta declaración es llamativa, porque la misma Francia que acusa a Sudáfrica de cruzar un umbral moral al usar el término genocidio, aprobó en el Senado en mayo pasado una resolución donde se calificaba de genocidio la hambruna de Holodomor, ocurrida entre 1932 y 1933 en territorio ucraniano, bajo el dominio de la entonces Unión Soviética. Murieron millones de personas, aunque no se sabe a ciencia cierta un número exacto, y los analistas debaten aún hoy si fue provocado por el régimen de Stalin para detener el incipiente independentismo ucraniano o fue fruto de una pésima planificación agrícola e industrial.
Para el Senado francés, que ha esperado 90 años para pronunciarse, no hubo duda de que la respuesta correcta era la primera y, en medio de la invasión rusa a gran escala en Ucrania, lo calificó de "genocidio".
La misma revelación histórica ocurrió un año antes en Alemania, en 2022, cuando el Bundestag también aprobó una resolución en la que se calificó lo ocurrido en Holodomor como "genocidio". "Los paralelismos con la situación actual no pueden pasarse por alto, de nuevo un dictador en el Kremlin trata de subyugar, de destruir Ucrania", afirmó el diputado verde Robin Wagener, antes de la votación uno de los impulsores de la resolución. No es algo nuevo en todo caso, pero sí oportuno. Los parlamentos de los Países Bálticos, Polonia, Hungría, República Checa y Portugal ya habían calificado de genocidio los terribles hechos de Holodomor.
En los países no occidentales, esas "condenas" son calificadas siempre de cinismo. El pasado 19 de octubre, Global Times chino escribía un editorial en el que hablaba de "dobles estándares" occidentales al tratar los derechos humanos de los musulmanes en Xinjiang y a los musulmanes de Palestina. "El mundo ha sido testigo una vez más de la hipocresía y las motivaciones políticas de Estados Unidos y algunas otras naciones occidentales que afirman 'preocuparse por' los musulmanes en el área china de Xinjiang, que viven pacíficamente, mientras hacen la vista gorda ante el dolor de la gente en Gaza", explicaba el medio oficialista chino.
¿Viven pacíficamente los uigures? No lo creen así muchas ONG y organismos internacionales, que han calificado de brutal represión la que sufre este grupo étnico dentro de China. Human Rights Watch y Amnistía Internacional, entre otros, así lo afirman. "Se enfrentan desde hace mucho tiempo a la discriminación y la persecución. (…) Son sometidos a una implacable campaña de adoctrinamiento forzado, tortura física y psicológica y otras formas de malos tratos", dijo AI.
El genocidio que Sudáfrica no denunció
En 2021, el Ejecutivo de Estados Unidos de Donald Trump acusó de genocidio a China. El día antes de dejar el cargo y pasar los trastos a la Administración de Joe Biden, la oficina del entonces secretario de Estado, Mike Pompeo, sacó un comunicado en el que afirmaba: "Tras una detallada revisión de los hechos disponibles, he determinado que la República Popular de China, bajo la dirección y el control del Partido Comunista de China, ha cometido genocidio contra los uigures predominantemente musulmanes y otras etnias y grupos minoritarios religiosos en Xinjiang".
Un informe posterior de la ONU, en 2002, encabezado por la expresidenta chilena, la socialista Michelle Bachelet, afirmó tras diversas investigaciones que "las denuncias de patrones de tortura o malos tratos, incluidos los tratamientos médicos forzados y las condiciones adversas de detención, son creíbles, al igual que las denuncias de incidentes individuales de violencia sexual y de género" y calificaba los hechos de "posibles crímenes contra la humanidad".
Ningún país musulmán, ni Sudáfrica, ni ningún representante destacado del Sur Global ha apoyado que China cometa genocidio o crímenes contra la humanidad. Ni siquiera que cometa actos condenables contra esa minoría.
Y Estados Unidos, por su parte, le parece que encerrar a uigures en campos de reeducación y someterles a torturas es genocidio, pero el bombardeo masivo de Gaza, en el que se incluyen hospitales, escuelas y edificios civiles, no lo es. Mantiene su total apoyo al Ejecutivo de Netanyahu. Sin embargo, afirma estar muy preocupado por la situación y con algún que otro tirón de orejas por los excesos de saña.
¿Y la Unión Europea que ha dicho sobre la denuncia sudafricana? "En lo que respecta a este caso concreto, los países tienen derecho a presentar casos o demandas. La Unión Europea no forma parte de esta demanda", declaró Peter Stano, portavoz de Exteriores de la Comisión Europea. "No nos corresponde a nosotros hacer ningún comentario al respecto", añadió.
Parece evidente que hay muertos de primera y de segunda, pero en todas partes y bajo todos los análisis. A Sudáfrica, tradicional aliado de la causa Palestina desde los tiempos del apartheid, término que muchos analistas infieren también a las políticas que Israel aplica a los palestinos, le preocupa legítimamente la desmedida respuesta militar judía. No obstante, tiene su doble estándar sobre la que aplica Rusia en Ucrania.
¿Ha emitido Sudáfrica alguna condena de los bombardeos a civiles por parte de la tropas rusas? ¿De la invasión de una nación soberana? No parece, más bien lo contrario. Invitó al presidente Vladimir Putin a la reunión de los BRICS que se realizó en su país el pasado verano. Aunque el mandatario finalmente no acudió, sí lo hizo su ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, para evitar su detención por una orden de arresto por crímenes de guerra. Sudáfrica es uno de los estados que ratificó el estatuto de Roma, el tratado de la Corte Penal Internacional, donde ahora ha sentado en el banquillo al Gobierno de Netanyahu. Hay denuncias y sospechas de que Sudáfrica esté, incluso, vendiendo armas a Rusia en medio del actual conflicto.
Condenar... en base a los intereses
Los genocidios se están empezando a analizar en la distancia del tiempo. Alemania reconoció en 2021 haber cometido un intento de genocidio a inicios del siglo XX en Namibia contra los pueblos herero y nama, y ofreció una indemnización de 1.100 millones de euros a sus descendientes. Su postura actual de rechazar la demanda de genocidio de Sudáfrica, ha encendido los ánimos en su viaje ex colonia. "Alemania no tendrá ninguna autoridad moral para declarar su compromiso con la Convención de Naciones Unidas contra el genocidio, mientras siga respaldando el equivalente a un holocausto y a un genocidio que está ocurriendo en Gaza", ha declarado el presidente namibio, Hage Geingob.
El revisionismo histórico africano, sin embargo, no tuvo esos miramientos ante una figura y unos hechos que le eran más cercanos geográficamente y en el tiempo. El 14 de septiembre de 2019, se despidió con todos los honores en un funeral de estado al expresidente de Zimbabue Robert Mugabe. Al solemne acto acudieron los presidentes de Sudáfrica, el mismo Ramaphosa que ahora ha llevado a Israel al banquillo, Kenia, El Congo, Guinea Ecuatorial…, o el primer presidente de la Namibia democrática, Sam Nujoma.
A ninguno de ellos le importó, ni expresó la menor crítica, que Mugabe esté acusado de un intento de genocidio contra su propio pueblo. Se trató de la llamada operación Gukurahundi, ordenada por Mugabe en la década de los 80 y en la que murieron entre 20.000 y 30.000 miembros de la etnia ndebele, opositores mayoritariamente del gubernamental partido Zanu PF, a mano de los miembros de la etnia shona. "Los ndebele no olvidamos lo que pasó, siento una enorme tristeza de que ese asesino sea nuestro presidente", me dijo en una ocasión un ndebele, Lengton, en 2011 en el propio Zimbabue. Lengton no lo olvidaba, pero el presidente namibio, que legítimamente recuerda a la perfección la salvaje limpieza étnica de los alemanes de hace un siglo, sí.
Hasta la fecha, el Tribunal Penal Internacional ha condenado por genocidio a los responsables de los hechos ocurridos en Ruanda y la antigua Yugoslavia. En el primer caso, hubo la particularidad de gobiernos extranjeros como Bélgica que condenaron a ciudadanos ruandeses por crímenes cometidos fuera de su territorio pero en los que el tribunal creyó que al tratarse de ataques a los derechos humanos universales tenía la facultad de intervenir. ¿Podría pasar lo mismo un día con los dirigentes israelíes que están liderando la actual masacre en Palestina?
Parece complicado que con el actual apoyo que gozan de Estados Unidos y de buena parte de los países europeos eso se produjera, pero en caso de condena todos los estados adheridos al estatuto de Roma tendrían la obligación de arrestar si entran en su territorio a los que pudieran ser considerados culpables. Las consecuencias de un pronunciamiento adverso del CJI contra Israel complicarían mucho sus relaciones diplomáticas.
El doble estándar del Norte Global y el uso interesado de la palabra genocidio o crímenes de guerra es evidente, pero el del Sur Global, también. Los muertos de los demás se analizan siempre, tras manifestar el obligado pesar, en base a los intereses propios de aliados y no aliados. Política internacional, por desgracia para las víctimas.
Una definición: "Exterminio o eliminación sistemática de un grupo humano por motivo de raza, etnia, religión, política o nacionalidad". Y dos preguntas: ¿Es Occidente un cínico que califica hechos similares de forma diversa según sus intereses políticos? ¿Hace el llamado Sur Global lo mismo?
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