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Contra todo pronóstico: 7 cifras para mirar con optimismo la guerra de Ucrania en 2024
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Un año complicado para el frente

Contra todo pronóstico: 7 cifras para mirar con optimismo la guerra de Ucrania en 2024

A las puertas del tercer año de la invasión a gran escala, los ojos se vuelven hacia una Ucrania que se juega su futuro en los próximos meses

Foto: El presidente ucraniano, Volodímir Zelensky. (EFE/Toms Kalnins)
El presidente ucraniano, Volodímir Zelensky. (EFE/Toms Kalnins)
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Escasez de munición, falta de fondos, elecciones estadounidenses, socios que muestran signos de agotamiento... los pronósticos para Ucrania en 2024 no son buenos para muchos analistas. El mundo vira a una nueva época de conflicto global. Quizás una renovada Guerra Fría. Del Donbás a Gaza, con la mirada puesta en el mar Rojo y Taiwán, nadie duda ya de que cada potencia mueve los hilos de una costura que todos pugnan por confeccionar a su medida.

A las puertas del tercer año de invasión, Putin parece haber renovado la confianza perdida —incluido el tono de su voz— y asegura que su plan en Ucrania no ha cambiado. Algunos aliados del Kremlin, como Uzbekistán o Kazajistán, de perfil durante un tiempo al dudar de las capacidades rusas, vuelven a sentarse en la mesa y retoman los negocios.

Todo indica que Moscú está dispuesto a una guerra larga: el Kremlin destina ya más del 35% del gasto público en el ámbito militar, cifras récord nunca vistas desde la Unión Soviética. Un enorme problema si la maquinaria industrial se engrasa en los próximos dos años y Europa deja caer a Ucrania, como alertó el Instituto para el Estudio de la guerra (ISW), principal think tank de análisis de la invasión. También se han reportado las primeras pruebas del uso de misiles balísticos norcoreanos en territorio ucraniano.

¿Hay algún tipo de esperanza para Kiev en este escenario?

50.000 drones y una nueva industria militar

Si la de Ucrania se había convertido en la guerra de los drones (kamikaze, navales, comerciales...) parece que en 2024 lo será todavía más. Alexandr Kamyshin, ministro de Industrias Estratégicas, anunció en diciembre la fabricación de 50.000 drones y aseguró que la industria ucraniana estará en disposición de producir un millón este año. El desarrollo permitirá a Kiev una menor dependencia de sus socios occidentales, paliar la falta de munición artillera y mantener abastecidos los frentes.

"Además de los drones FPV, el año que viene (2024) ya seremos capaces de ensamblar más de 10.000 vehículos aéreos de combate no tripulados de alcance medio (cientos de kilómetros) y más de 1.000 drones con un alcance superior a los 1.000 kilómetros", añadió Kamyshin, que este verano avanzó a El Confidencial la estrategia de Ucrania para multiplicar la producción de armamento.

placeholder Fotografía de un dron. (EFE/Eugene Kozhirnov)
Fotografía de un dron. (EFE/Eugene Kozhirnov)

Semanas antes, el propio ministro anunció el acuerdo con dos importantes empresas estadounidenses para fabricar munición, aunque los resultados no serán visibles antes de 2026. El mismo mes, cerró una alianza similar con la empresa británica Bae Systems, para producir armamento y reparar cañones. Se trata de la misma compañía que firmó un contrato con Reino Unido por más de 160 millones de euros para reponer las agotadas existencias de proyectiles de 155 mm.

Todas estas noticias —que pasaron inadvertidas en las fechas navideñas— se suman a los paquetes de material militar anunciados por países como Dinamarca (1.100 millones de euros), Estados Unidos (250), Finlandia (116), Estonia (88) o Japón (37). O los más de 8.000 planificados por Alemania para 2024. El canciller alemán Olaf Scholz también planea presionar a España, Francia e Italia para que aporten más, según Politico.

Si, además, Hungría y el Partido Republicano desbloquean los fondos destinados para Kiev en la UE y EEUU, respectivamente, podrían llegar grandes sumas de dinero para sanear las castigadas cuentas ucranianas.

13 millones de tonales de grano

Ucrania ha exportado 13 millones de toneladas en 400 buques desde que estableció un corredor marítimo protegido en agosto, conectando los puertos del sur con el estrecho del Bósforo. Así lo afirma Oleksandr Kubrakov, ministro ucraniano de Infraestructuras.

Si bien es cierto que la contraofensiva no cumplió las expectativas generadas en la esfera militar, los ataques a la flota rusa en el mar Negro, como el que dañó la nave de desembarco rusa Novocherkassk el 25 de diciembre en Crimea, pueden señalar el camino de la victoria para Ucrania. El castigo naval ha obligado a una retirada parcial de los buques, que ahora atracan en el puerto de Novorossiisk, a 300 kilómetros de Sebastopol.

Si Francia envía más misiles Scalp (la versión francesa del Storm Shadow, con un alcance de más de 500 kilómetros de distancia) o Alemania sus Taurus, la tensión en la logística rusa y en la península ocupada aumentará.

F-16, o un nuevo aprieto ruso

Nada le iría mejor a este armamento que la llegada a Ucrania de los prometidos aviones F-16. Y aunque ningún artefacto cambia la guerra por sí solo, en la contraofensiva del sur —también en Avdiivka ahora— se vio la enorme diferencia que supone operar material occidental como Leopards y Bradleys.

Un documento del Ministerio de Defensa estonio adelantó que los primeros F-16 llegarían antes de empezar 2024. Hay comprometidos 60, entre Dinamarca, Bélgica, Noruega y Países Bajos. Y aunque el primer paquete de 18, enviado por la nación de los tulipanes, esté seguramente ya en territorio ucraniano, se ha anunciado el retraso de los 19 aparatos daneses hasta la segunda mitad del año.

Los aviones no solo protegerán los avances terrestres, sino que podrían poner en jaque las bases lejanas e instalaciones como el puente de Kerch, que une Rusia con Crimea. Infraestructuras críticas que han sido objetivo de las tropas ucranianas en el pasado y que el seis de enero sufrieron un nuevo episodio. Según Petro Andriushchenko, asesor del alcalde exiliado de Mariúpol, el Ejército ucraniano destruyó parcialmente un puente ferroviario que pretendía unir Rusia y Mariúpol, en construcción desde verano. Una cuarta vía de suministros fracasada abierta por el Kremlin ante lo que podría llegar.

El mar de Azov

Con el renovado asalto ruso en el este de Ucrania y los intentos de Moscú para tomar ciudades fortificadas desde 2014, las miradas han olvidado el sur. La contraofensiva, operación fallida para muchos, fue una derrota en la batalla de expectativas. Pero no todo salió mal.

Kiev desgastó unidades de élite enemigas, recuperó la salida al mar, neutralizó grandes cantidades de material enemigo y ganó tiempo para recibir los F-16. El coste fue alto, pero la orilla sigue estando a menos de 90 kilómetros de Novoprokopivka, en Zaporiyia. A escasos 15 kilómetros se encuentra el nudo logístico de Tokmak. Otros enclaves estratégicos como Volnovaha, al sur de Vuhledar, o Debaltsevo, al sur de Bajmut también podrían ver avances por la distancia que las separan de las líneas ucranianas.

Foto: El Vilkha-M tiene más alcance y más potencia explosiva que los misiles usados actualmente en sus unidades Himars

La destrucción de piezas de artillería, tanques, radares y equipamiento de guerra electrónica no ha generado resultados tangibles hasta el momento. A pesar de ello, la proporción sigue siendo considerablemente favorable para Kiev. Esta estrategia fue implementada meses antes del inicio de la campaña estival y sus efectos potenciales podrían manifestarse si se nivelan las fuerzas en el cielo y cuando los campos estén despejados para avanzar.

440 blindados rusos destruidos en Avdinka

Desde el inicio de la contienda por la ciudad de Avdiivka en el este de Ucrania, se estima que Rusia ha perdido, al menos, 441 blindados, según evidencias visuales documentadas. En contraste, en el mismo período, Ucrania habría sufrido 33 pérdidas, estableciendo una relación de 13:1, de acuerdo con @naalsio26, un colaborador del verificador independiente ORYX.

Es evidente que el recuento puede tener un sesgo favorable a Kiev, pero las cifras son abrumadoras y muy alejadas de cualquier doctrina militar. Lo mismo ocurrió con el desgaste de Wagner en Bajmut o el invierno pasado en la fracasada ofensiva rusa en Vuhledar.

A mediados de diciembre, la inteligencia estadounidense estimaba las bajas de Moscú, muertos y heridos, en más de 315.000. "Ese fue mi error. Rusia ha perdido al menos 150.000 muertos. En cualquier otro país, semejantes bajas habrían detenido la guerra", reconoció Valerii Zaluzhny, comandante de las fuerzas armadas ucranianas, en su comentada entrevista de otoño con The Economist.

"En cualquier otro país, tantas bajas como las que ha sufrido Rusia habrían detenido la guerra"

En esta fase de desgaste en la que se encuentra el conflicto, el desembarco de los marines ucranianos en la orilla oriental del río Dniéper juega un papel fundamental. Un soldado anónimo declaró al New York Times que la misión de establecer una cabeza de puente en Krynky era "un suicidio". Las críticas hacia los líderes militares no se hicieron esperar.

Dos meses han pasado, y las sucesivas oleadas rusas no han logrado expulsar a las fuerzas ucranianas de donde parecía imposible abrir un agujero. La destrucción de blindados y brigadas de paracaidistas y marines es significativa para Moscú. Y este movimiento ha dado un respiro estratégico a Ucrania, impidiendo la acumulación de estas mismas fuerzas rusas en otras áreas críticas del frente.

El esfuerzo bélico del Kremlin tan solo le ha reportado 64 kilómetros cuadros en 2023. Ucrania liberó 523 kilómetros cuadrados el pasado año y perdió 587. Si Kiev recibe el dinero y material prometido, lleva a cabo la movilización rumoreada de 400.000 hombres y fortalece su industria de Defensa, la segunda parte de 2024 podría complicarse para Rusia.

Dos acuerdos rotos

Si no es así, se cierne sobre Volodímir Zelenski la sombra de una paz impuesta por Occidente, a pesar de que el pueblo ucraniano no esté dispuesto a negociar, ni siquiera en las horas más bajas de moral. En Ucrania nadie olvida los incumplimientos rusos de los acuerdos de Minsk en 2014 y 2015. Altos al fuego en los que Rusia reforzó sus objetivos y arrebató a Kiev gran parte del Donbás, además de la península de Crimea. Siete años después, Vladímir Putin lanzó la invasión total.

"Capitular ahora es morir dentro de tres años con más sufrimiento y dolor", resumía Pavlo, civil y voluntario, este diciembre en Kiev. La idea alcanza también a la esfera política, según recoge Yaroslav Trofimov, corresponsal en jefe del Wall Street Journal, en su nuevo libro Our Enemies Will Vanish: The Russian Invasion and Ukraine's War of Independence (Nuestros enemigos desaparecerán: la invasión rusa y la guerra de independencia de Ucrania).

"Cuando los rusos abandonaron la región de Kiev, vimos los crímenes bestiales que habían cometido allí. Y entendimos que Rusia intentará aniquilar a Ucrania pase lo que pase", recuerda Mykhailo Podolyak consejero de Zelenski y negociador con Rusia en los primeros compases de la invasión. El mensaje ucraniano cala gota a gota en Europa. "(Los rusos) nunca cumplieron ningún acuerdo", reconoció el presidente letón, Edgar Rinkevics, en una entrevista al New York Times. "Los violaron inmediatamente cuando vieron que era conveniente".

500 kilómetros: el eje polaco-alemán

Entre Varsovia y Berlín hay un pasado complejo y poco más de 500 kilómetros de distancia en línea recta. La nueva elección de Donald Tusk en Polonia y el giro en las políticas alemanas de la mano de Olaf Scholz van camino de convertirse en el sostén de Volodímir Zelenski.

"Solo un Occidente unido puede ayudar a Ucrania a ganar en la lucha por los valores democráticos. Por alguna extraña coincidencia, los políticos que atacan los fundamentos de la democracia son antiucranianos", dijo Tusk en su discurso inaugural en el parlamento polaco. "No puedo escuchar cómo algunos políticos hablan de cansancio por la situación de Ucrania", añadió. "La apatía respecto a Ucrania es inaceptable".

Su homólogo alemán también ha aprovechado el inicio de año para dar un tirón de orejas a los miembros de la UE que, como España, no aportan militarmente todo lo que podrían: "Hago un llamamiento para que redoblen sus esfuerzos en relación con Ucrania. Las entregas de armas a Ucrania previstas por la mayoría de los Estados miembros de la UE no son suficientes". Alemania respondió a la invasión rusa ofreciendo 5.000 cascos. Una medida que le valió grandes reproches en un momento crítico para la supervivencia de Ucrania. Ahora, sin embargo, es ya el principal valedor ucraniano ante una Europa bloqueada por Orbán.

Foto: Soldados rusos, en el ensayo para el desfile militar de Moscú. (EFE/Yuri Kochetkov)

Otro socio fiable es Reino Unido. David Cameron, antiguo primer ministro y ahora al mando de la cartera de Exteriores, declaró este martes que, a diferencia de EEUU, el apoyo en su país "no es un tema de controversia política". "Estamos dispuestos a apoyar a Ucrania hasta el 2024, 2025, 2026... porque este es absolutamente el desafío de nuestra generación".

Escasez de munición, falta de fondos, elecciones estadounidenses, socios que muestran signos de agotamiento... los pronósticos para Ucrania en 2024 no son buenos para muchos analistas. El mundo vira a una nueva época de conflicto global. Quizás una renovada Guerra Fría. Del Donbás a Gaza, con la mirada puesta en el mar Rojo y Taiwán, nadie duda ya de que cada potencia mueve los hilos de una costura que todos pugnan por confeccionar a su medida.

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