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Rusia ha cambiado de enfoque: está ahora a la ofensiva
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Rusia ha cambiado de enfoque: está ahora a la ofensiva

Ucrania entra ya en un invierno de resistir y mantener posiciones. En esta ventana de oportunidad, Rusia ha cambiado de tercio y es la que tiene la iniciativa en la guerra

Foto: Defensas antiaéreas en Kiev. (EFE/Oleg Petrasyuk)
Defensas antiaéreas en Kiev. (EFE/Oleg Petrasyuk)
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Cuando se habla de negociaciones de paz en Ucrania, algo ha cambiado en la actitud rusa. Cuando Kiev estaba a la ofensiva, Moscú insistía en que los culpables de no querer sentarse a la mesa eran los ucranianos. Que ellos tenían la buena voluntad de acabar con todo ya, pero Kiev se negaba. En aquel momento, no era mala idea obligar a sentar a la mesa a Kiev, que tendría que renunciar a grandes secciones de territorio en cualquier caso y tampoco impediría, en un futuro, una nueva invasión rusa. Pero Ucrania estaba recuperando terreno primero (en la contraofensiva de septiembre-noviembre de 2022) y preparándose para una segunda contraofensiva después: siempre con la iniciativa militar de su lado. Con la excepción de Bajmut, Rusia estaba a la defensiva, resistiendo, retrasando.

Pero entonces llegó el verano de 2023 y, aunque la esperada contraofensiva ucraniana reconquistó territorios, no se produjo una ruptura del frente. La lentitud de la llegada del material occidental —en eternas discusiones sobre si enviar primero tanques, luego misiles de largo alcance, luego jets— permitió a Rusia reforzar las líneas e impedir grandes avances ucranianos, que también batallaban contra sus propias expectativas. Entonces llegó el otoño de la escasez de munición, y Ucrania ha entrado ya en un invierno de resistir y mantener posiciones, mientras en términos diplomáticos se intenta almacenar y asegurar la ayuda más a largo plazo que acabará llegando a mediados de 2024, tanto europea como —presumiblemente— estadounidense.

En esta ventana de oportunidad, Rusia ya ha cambiado de tercio y es la que tiene la iniciativa en la ofensiva.

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Desde el propio presidente, Vladímir Putin, a su ministro de Exteriores, Sergéi Lavrov, pasando por sus diplomáticos y representantes de menor nivel, la reacción a la idea de unas negociaciones ha cambiado a, metafóricamente, una carcajada sardónica. "Se están quedando sin [armas, munición]. No tienen nada, no tienen futuro. Pero nosotros sí tenemos un futuro", decía Putin en una reciente ceremonia de entrega de medallas a militares. Analistas que siguen de cerca la política rusa han ido destacando este último mes de diciembre ese cambio en la actitud de los diplomáticos rusos, que ni siquiera quieren aparentar disposición a sentarse en una mesa de negociaciones.

"El Kremlin está empezando a alardear de que está ganando a Occidente. Si sienten que pueden ganar, si sobreviven a la voluntad política de Estados Unidos y Europa respecto a Ucrania (...), en los próximos años serán mucho peor, arrogantes y parcialmente reconstituidos", explica Dara Massicot, una de las analistas más reconocidas sobre Rusia y su política, para el Carnegie Endowment for International Peace.

Rusia siempre ha jugado esa carta, pero lo que ha cambiado es que parece es que ya la cree en su mano.

Foto: Zapadores ucranianos inspeccionan un campo en busca de artefactos explosivos. (Reuters/Viacheslav Ratynskyi)

"Quienes en Occidente abogan por negociaciones, parecen pasar por alto cómo puede verse la situación para quienes están en las altas esferas de Rusia: la ofensiva ucraniana ha sido mitigada, la política disfuncional de Estados Unidos es un serio obstáculo para la ayuda futura, así como la lenta movilización industrial occidental", apunta en la misma línea Thord Are Iversen, analista de Defensa noruego independiente.

La lectura rusa, más allá de su conclusión sobre la ayuda occidental —los analistas consultados por El Confidencial apuntan a que la ayuda, al menos europea, se ha reenfocado al largo plazo, y se consolidará en 2024—, no parece errónea. Con una grave escasez de munición (se calcula que Kiev puede disparar unas 2.000 salvas por cada 10.000 rusas), Ucrania se está amoldando este invierno y principio de año a la mentalidad de resistir y almacenar, con la lógica militar de mantener el frente, el mar Negro, mantener abiertos los puertos y trabajar en el campo político para garantizar la recepción de ayuda militar.

Un paréntesis que Rusia intentará —y está intentando ya— aprovechar antes de las elecciones.

Rusia aprieta, pero todavía no tiene la fuerza suficiente para romper el frente. Está pensando a largo plazo

Voces ucranianas han advertido que no será de extrañar que en las próximas semanas veamos nuevos pequeños reveses territoriales como los que se han ido dando en los últimos días: la retirada de las tropas ucranianas de la ciudad oriental de Marinka (un puñado de ruinas tras años de conflicto) o la recuperación rusa de algunos kilómetros que la contraofensiva de verano les arrebató. "Estamos perdiendo en algunos campos, pero si la ayuda de EEUU se retrasa [más], comenzaremos a perder alguna ciudad", declaró Yehor Chernev, vicedirector del comité del Parlamento ucraniano en Seguridad, Defensa e Inteligencia, citado por el New York Times.

Las tropas rusas han logrado pequeños avances en la zona de Robotyne (en el frente del sur), 3,2 kilómetros cuadrados que se unen a otros 2,8 kilómetros cuadrados también en el frente de Zaporiyia. Los avances en el este, en la zona de Bajmut, son mucho más lentos, pero se suceden y, además de la victoria en Marinka, las tropas rusas están también intentando rodear la localidad de Avdiivka, una nueva Bajmut en el Donbás. También mantienen la presión en el noreste, en la zona de Kupiansk. No se ha producido ninguna ruptura del frente ucraniano, pero Ucrania ha perdido la mano de dirigir la ofensiva y Rusia aprieta, pero tampoco tiene la fuerza suficiente, todavía. Está pensando a largo plazo.

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"Es probable que Rusia pueda disparar unos cinco millones de proyectiles contra Ucrania en 2024, en función de su producción de defensa movilizada, el suministro de Irán y Corea del Norte y las existencias restantes. A pesar de la frívola observación —a menudo hecha por funcionarios europeos— de que la economía de Rusia es del mismo tamaño que la de Italia, el Kremlin está produciendo más proyectiles que toda la OTAN. Esto cederá la iniciativa a los rusos. El Kremlin cree que puede ganar en 2026, por lo que Putin no está de humor para negociar ni dar marcha atrás", afirma Jack Watking, investigador sénior en Guerra Terrestre en el Royal United Service Institute (RUSI).

Porque, aunque Rusia esté en la ofensiva, la mayoría de los analistas consultados opinan que no tiene todavía el poder necesario (en términos de nuevo armamento o líneas renovadas) para hacer grandes rupturas del frente defensivo ucraniano. Rusia, después de todo, está pensando en una guerra a más largo plazo.

Los presupuestos económicos rusos y la producción de munición apuntan a un escenario en el que plantea ganar a Ucrania al agotamiento. Según un presunto plan de Moscú obtenido por el Bild de fuentes de inteligencia rusas, para 2026 Rusia pretendería ocupar no solo la totalidad de las provincias de Donetsk y Lugansk (esta última provincia ya casi completamente en manos rusas), sino avanzar hacia el río Oskil en el óblast de Járkov (norte) para finales de 2024 y, para 2026, ocupar gran parte de las provincias de Zaporiya (sur) e incluso Dnipro (centro-este). La frontera de la conquista rusa de Ucrania sería el río Dniéper.

Cuando se habla de negociaciones de paz en Ucrania, algo ha cambiado en la actitud rusa. Cuando Kiev estaba a la ofensiva, Moscú insistía en que los culpables de no querer sentarse a la mesa eran los ucranianos. Que ellos tenían la buena voluntad de acabar con todo ya, pero Kiev se negaba. En aquel momento, no era mala idea obligar a sentar a la mesa a Kiev, que tendría que renunciar a grandes secciones de territorio en cualquier caso y tampoco impediría, en un futuro, una nueva invasión rusa. Pero Ucrania estaba recuperando terreno primero (en la contraofensiva de septiembre-noviembre de 2022) y preparándose para una segunda contraofensiva después: siempre con la iniciativa militar de su lado. Con la excepción de Bajmut, Rusia estaba a la defensiva, resistiendo, retrasando.

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