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8.500 km cuadrados y un puño sobre la mesa occidental: las dos victorias de Ucrania
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Mensaje para Rusia y para Occidente

8.500 km cuadrados y un puño sobre la mesa occidental: las dos victorias de Ucrania

La contraofensiva ucraniana no solo ha supuesto la mayor inyección de moral para Ucrania en meses, sino que también ha silenciado los discursos occidentales derrotistas de cara al invierno

Foto: El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, junto a las tropas del país en Izium, este miércoles. (EFE/EPA)
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, junto a las tropas del país en Izium, este miércoles. (EFE/EPA)
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Hace apenas una semana, la localidad ucraniana de Izium, un punto estratégico en la región de Járkov clave para la organización de la invasión rusa, llevaba cerca de medio año conquistada por Moscú. Al encontrarse decenas de kilómetros detrás de la línea del frente, era considerada un objetivo inalcanzable para cualquier posible contraofensiva de Kiev. Sin embargo, este miércoles, el propio presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, paseaba por sus calles, felicitando a los soldados que volvieron a izar la bandera amarilla y azul sobre la urbe apenas unos días atrás.

La visita sorpresa del mandatario a esta ciudad es el símbolo más evidente de hasta qué punto la contraofensiva ucraniana en el noreste del país ha sido exitosa. El Ejército del país ha logrado, en cuestión de días, recuperar el control de una cantidad de territorio considerablemente mayor a la que Rusia ha logrado conquistar en los últimos meses. Y la retirada que ha provocado en su rival ha sido tan pavorosa que Zelenski, el blanco número uno para el Kremlin, es capaz de desplazarse sin grandes preocupaciones por aquello que la semana pasada era territorio enemigo.

Una reconquista relámpago

Tras una serie de avances previos, las fuerzas ucranianas lograron recuperar en cuatro días una enorme cantidad de territorio en el noreste del país.

La operación no solo ha supuesto la mayor inyección de moral para Ucrania desde la resistencia en torno a Kiev durante los primeros compases de la guerra, sino que también ha borrado de golpe y plumazo cualquier duda que sus aliados occidentales pudieran albergar sobre la capacidad ucraniana de perdurar en este conflicto. Todo esto, mientras que en otras partes del país, particularmente en el sur, las fuerzas rusas también se están viendo obligadas a retroceder, aunque sin llegar al colapso experimentado en el frente de Járkov.

Hanna Maliar, viceministra de Defensa de Ucrania, ofreció este miércoles el primer balance oficial detallado de la contraofensiva. En él, afirma que, desde el 6 de septiembre, las tropas del país han recuperado 388 asentamientos del ‘oblast’ de Járkov en los que habitan 150.000 personas. También aumenta la cifra del área reconquistada desde los 6.000 kilómetros cuadrados anunciados por Zelenski el pasado martes hasta un total de 8.500 kilómetros cuadrados, un área superior a la de la Comunidad de Madrid.

Miles de kilómetros de territorio recuperado

Ante la escala de la victoria militar ucraniana, la principal duda para muchos, incluyendo el propio Kiev, es si será un golpe lo bastante grande como para cambiar las tornas de la guerra. “Lo que ha sucedido es inesperado, en muchos aspectos, incluso para nosotros”, admitió a la cadena estadounidense CNBC Yuriy Sak, asesor del ministro de Defensa ucraniano. La ministra de Defensa alemana, Christine Lambrecht, también mostraba este miércoles prudencia al respecto. “Resulta difícil determinar si supone un punto de inflexión, porque todavía no sabemos cómo reaccionarán los rusos”, indicó en rueda de prensa. “Pero definitivamente es un éxito notable que contribuirá a la desestabilización de Rusia”, agregó.

Todas las miradas, en el Oskil

Aunque se ha ralentizado en los últimos días, es posible que la contraofensiva en el noreste ni siquiera haya terminado. Fuentes rusas han identificado el río Oskil, situado justo al este de Izium y que corta verticalmente la región hasta desembocar en el Donets, como la nueva línea de frente. Sin embargo, el último análisis del Institute for the Study of War (ISW) considera que es poco probable que las tropas rusas estén en condiciones de evitar nuevos avances ucranianos más allá del río, dado que no parecen estar recibiendo refuerzos. “Es probable que las tropas ucranianas puedan explotar esta debilidad para reanudar la contraofensiva a través del río Oskil si así lo eligen”, sentencia el reporte del ISW publicado este miércoles.

Las opciones de respuesta con las que cuenta una Rusia con problemas de moral y de número de tropas son, por ahora, muy limitadas

Los avances ucranianos también continúan hacia las ciudades de Limán y Lisichansk, situadas en la región de Donetsk y que en verano se convirtieron, junto a la vecina Severodonetsk, en el objetivo incesante de la artillería de Rusia, cuyo Ejército acabó capturando las tres localidades tras provocar una enorme cantidad de bajas al bando de Kiev y pagar por ello un precio similar. En Limán, según las autoridades locales, está teniendo lugar desde hace días una encarnizada batalla en la que ninguno de los combatientes parece tener una clara ventaja.

Pero incluso si las tropas rusas logran estabilizar la línea de defensa en los próximos días, el Ejército invasor estará en una posición drásticamente peor que la que poseía al comenzar este mes. Las opciones de respuesta con las que cuenta una Rusia con problemas de moral y de número de tropas son, por ahora, muy limitadas. Ante la escasez de objetivos militares fácilmente alcanzables en este momento, el plan que parece haber elegido el Kremlin para vengarse de los avances ucranianos es la destrucción deliberada de infraestructura civil, lo que supone una violación del derecho internacional humanitario.

Poco después de la visita de Zelenski, funcionarios ucranianos reportaron que ocho misiles de crucero rusos alcanzaron una "instalación hidroeléctrica" en Krivói Rog, la ciudad natal del presidente, que cuenta con 700.000 habitantes. Según los últimos informes, la urbe se había quedado sin agua del grifo y los niveles de agua del río Inhulets, adyacente a la población, estaban aumentando rápidamente, lo que hace temer que una presa haya sido destruida. El ataque se produce tras bombardeos similares a lo largo de la última semana dirigidos contra centrales eléctricas, potabilizadoras y gasísticas.

Una vital demostración de fuerza

Si bien los avances sobre el terreno suponen una enorme importancia para la moral de los ucranianos, su mayor éxito podría tener lugar más allá de las fronteras del país. Con el verano en sus últimos días y las temperaturas comenzando su descenso, la posibilidad de que el chantaje energético de Rusia pueda provocar un giro en la opinión pública europea ha sido uno de los principales dolores de cabeza para Kiev, que depende casi al completo de la ayuda militar occidental para seguir plantando cara a Moscú. El miedo al hartazgo también se extiende a Estados Unidos, donde un número cada vez mayor de republicanos ha comenzado a rechazar las continuas solicitudes de Joe Biden de aprobar el gasto de miles de millones de dólares para apoyar al Gobierno y al Ejército de Ucrania.

Con un frente prácticamente congelado durante meses, muchos analistas habían vaticinado que, tarde o temprano, los aliados occidentales de Ucrania acabarían presionando al Gobierno de Zelenski para hacer dolorosas concesiones territoriales ante Moscú y firmar una paz al precio que fuera necesario. Sin embargo, gracias al espectacular resultado de su contraofensiva, Ucrania ha dado pruebas a sus aliados de que no solo es capaz de resistir los embates del Ejército ruso, sino también de superar tácticamente a su rival y vencerlo en el campo de batalla de forma rotunda. Y más importante todavía: ha demostrado que las ayudas millonarias en armamento y munición dan resultado. “El apoyo occidental ha sido esencial para la lucha defensiva de Ucrania contra Rusia y los ucranianos han demostrado ser capaces de utilizar equipos modernos suministrados por Occidente, como artillería de precisión y drones, con gran eficacia”, indica Rafael Loss, coordinador de Proyectos Paneuropeos de Datos de ECFR, en declaraciones a este periódico.

Al reconquistar en una semana mucho más terreno del que Rusia ha podido conquistar durante meses, el Gobierno ucraniano ha cortado de cuajo las alas de los augurios derrotistas sobre el futuro de la guerra. El éxito de su operación dificultará de cara al invierno —por duro que este resulte para los bolsillos europeos— la proliferación de discursos que llamen a las concesiones o al fin del suministro de armas a Kiev. La segunda gran victoria de Ucrania es, en esencia, un triunfo narrativo que garantiza, al menos durante los meses venideros, que el apoyo de sus aliados occidentales continuará en pie. Este miércoles, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, elogió la contraofensiva y reiteró el compromiso de los Veintisiete de apoyar al país a largo plazo. “Hemos visto en los últimos días cómo la valentía de los ucranianos da resultados”, aseveró.

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No obstante, en el futuro próximo, la arrasadora victoria de Ucrania también está destinada a generar dilemas. El principal de ellos es el más inmediato: determinar cuándo es el momento de parar. El colapso de las líneas defensivas rusas ha sido tan rápido e inesperado que las tropas ucranianas apenas tienen tiempo de recuperar los territorios que quedan desocupados. Aunque recobrar la mayor cantidad de terreno posible en un espacio de tiempo tan corto es una perspectiva tentadora, también podría provocar extralimitaciones que inviten a contraataques rusos.

Serhiy Gaidai, gobernador ucraniano del ‘oblast’ de Luhansk, ocupado en su práctica totalidad por Moscú, aseguró esta semana que esperaba una gran ofensiva en la región. ¿Hasta dónde pueden llegar las fuerzas armadas ucranianas? Como han demostrado estas semanas, esa es una pregunta que solo ellas, y no Rusia u Occidente, pueden responder. “Nos estamos moviendo en una sola dirección: hacia adelante y hacia la victoria”, sentenció Zelenski durante su visita a Izium, una ciudad que la guerra ha dejado en ruinas.

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Hace apenas una semana, la localidad ucraniana de Izium, un punto estratégico en la región de Járkov clave para la organización de la invasión rusa, llevaba cerca de medio año conquistada por Moscú. Al encontrarse decenas de kilómetros detrás de la línea del frente, era considerada un objetivo inalcanzable para cualquier posible contraofensiva de Kiev. Sin embargo, este miércoles, el propio presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, paseaba por sus calles, felicitando a los soldados que volvieron a izar la bandera amarilla y azul sobre la urbe apenas unos días atrás.

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