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Ucrania tendrá por fin F-16, pero la clave no estará en el avión, sino en su armamento
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Un punto de inflexión en la guerra

Ucrania tendrá por fin F-16, pero la clave no estará en el avión, sino en su armamento

Los 'F-16 Fighting Falcon' no serán el arma decisiva ni podrán lograr ellos solos la supremacía aérea, pero sí supondrán un elemento desequilibrador en el conflicto

Foto: F-16C Fighting Falcon de la USAF. (USAF)
F-16C Fighting Falcon de la USAF. (USAF)

Ya es solo cuestión de tiempo que Ucrania, ahora sí, reciba los tan esperados aviones F-16. Los anuncios de estos días de Países Bajos, Dinamarca y Noruega, no hacen sino materializar y empezar a cuantificar algo que ya, hace tiempo, se daba por seguro. Además, que tan solo dos de esos países ya aporten 61 ejemplares, es una clara señal del compromiso adquirido. Si bien las cifras son muy importantes, lo es más el resultado que se espera de estos cazas de combate. La clave de esa nueva aportación armamentística, sin embargo, no estará en el propio avión, sino en las armas con las que irá equipado.

Aprovechando una visita del presidente ucraniano Volodímir Zelenski, el gobierno de Países Bajos anunció la cesión a Ucrania de un paquete de nada menos que 42 aviones. A este anuncio se unió poco después el realizado por Dinamarca, que se comprometía a facilitar otros 19, seis para finales de año, ocho más en 2024 y los cinco restantes en 2025. Por último, Noruega también confirmó hace unos días suministrar más aunque, por el momento, no ha especificado el número de ellos.

Foto: Los tan ansiados F-16 que reclama Ucrania no llegarán hasta mediados de 2024. (Reuters)

Esta operación ya ha sido aprobada por Estados Unidos y, aunque van a ir llegando poco a poco, a esta cifra podrían unirse más ejemplares de otros estados. Además, está la importante cuestión del adiestramiento y otros países, como Grecia, ya han ofrecido formar a parte de los pilotos ucranianos. Es probable que, trabajando con pilotos ya con cierta experiencia, estos sean capaces de sacarle partido a sus nuevos aviones para mediados del año próximo.

Viper: ¿Arma decisiva?

Desde que se empezó a hablar de la posibilidad de que los F-16 Falcon o Viper, como también se les conoce, llegaran a Ucrania, se generó al respecto una montaña de especulaciones, la mayoría sobre el papel que iban a jugar. Quizás la pregunta clave es si van a ser el factor decisivo en la guerra o si van a suponer un elemento desequilibrador. La respuesta sería no a lo primero y sí a lo segundo.

placeholder El presidente Zelenski en la cabina de un F-16. (André Steur/Twitter)
El presidente Zelenski en la cabina de un F-16. (André Steur/Twitter)

Salvo el armamento nuclear —lo que daría pie a otro debate— no existe ningún arma que sea como tal decisiva. Es cierto que durante un tiempo pueden dar una importante ventaja, pero empleadas individualmente, rara vez son el elemento decisivo. Es así porque el éxito en la guerra moderna es el resultado del correcto empleo de armas combinadas. Con los F-16 pasará lo mismo y será también lo mismo que pasó en su momento con los misiles contracarro, los célebres Javelin, o con los Himars.

Las armas que se van introduciendo tienen "su momento", en función de las necesidades existentes. Pero, si bien no son decisivas, sí suponen un activo desequilibrador que rompe con la tendencia o la ventaja de uno u otro bando. Los Javelin sirvieron para frenar los avances de las columnas blindadas invasoras. Fueron, en su momento, trascendentales. Con los Himars se atacó la logística y fueron cruciales para quitarles la iniciativa a los rusos.

Los F-16 no van a decidir la guerra, pero generarán un importante desequilibrio en el momento en que se puedan emplear en número suficiente y con el armamento adecuado. En qué medida desequilibren la balanza dependerá de varios factores, entre ellos la versión de los aviones entregados, es decir, de los sistemas y equipos a bordo pero, sobre todo, de sus armas y sus tácticas.

placeholder Dos F-16 de las Fuerzas Aéreas Holandesas. (Reuters)
Dos F-16 de las Fuerzas Aéreas Holandesas. (Reuters)

Pero, más allá del modelo que se entregue e incluso de sus armas, el mero hecho de introducir en la ecuación un nuevo elemento que —por más que sea un avión común en occidente— es desconocido para los rusos, ya supondrá un cierto desequilibrio. Esto es así porque, hasta ahora, tanto la aviación de Moscú como sus sistemas antiaéreos se las han tenido que ver con aviones de origen soviético, modelos que ellos mismos tenían incluso en versiones más modernas y potentes. Conocer los límites del avión enemigo y el alcance y comportamiento de sus armas, supone una enorme ventaja que se esfumará en cuanto los Viper ucranianos empiecen a volar.

La cuestión de la superioridad aérea

Otro de los debates respecto a los F-16 Falcon es si podrían lograr una superioridad aérea frente a la aviación rusa. La respuesta es no. Lograr el dominio del cielo en un escenario como el de este conflicto, con tanto despliegue de armas antiaéreas sofisticadas, es demasiado difícil y tan solo la aviación rusa pudo y debió hacerlo en el inicio de las hostilidades, pero incluso en esos momentos, con todo a su favor, fracasó. La aviación ucraniana tampoco lo logrará con los Viper. Conseguirá otras cosas, pero no el dominio del espacio aéreo.

Otro motivo de discusión ha sido plantear si serían abatidos con facilidad por los superiores aviones rusos. Un debate que resulta estéril desde el primer minuto, porque en una guerra moderna los aviones no marchan a la batalla para enfrentarse en combate singular, como ocurría en la Primera Guerra Mundial. Un avión de combate es hoy la suma de una serie de componentes, que van desde la propia plataforma, sus sensores, el estado y capacidad de los mismos, el piloto y su adiestramiento, el apoyo desde tierra u otras aeronaves —el control aéreo— y el armamento de que disponga.

placeholder F-16 Falcon de la Real Fuerza Aérea danesa. (Pajx)
F-16 Falcon de la Real Fuerza Aérea danesa. (Pajx)

Por eso, hablar de si un Su-35 despacharía a un F-16 y que, por extensión, la fuerza aérea rusa eliminaría estos aviones de un plumazo, carece de sentido. Lo primero porque no se sabe de qué versiones serán los que lleguen a Ucrania. De momento, solo hay certeza sobre los holandeses, daneses y noruegos.

Todos los ejemplares de Países Bajos fueron modernizados hacia 2003 a la versión Block 20 que, aunque lejos de ser la más puntera, incorporaba importantes sistemas modernos, como aviónica, computadoras y pod de guerra electrónica AN/ALQ-131. Lo más importante, además de una versión buena del radar AN/APG-66, fue la integración de armas como misiles antibuque Penguin, aire —tierra AGM-65 Maverick y, sobre todo, aire— aire AIM-120 AMRAAM. También pueden llevar ‘pods’ de designación LANTIRN, equipo fundamental —y muy eficaz— para ataques a tierra y que en España es bien conocido. Los daneses modernizaron su flota de Falcon en la década de los noventa y Noruega lo hizo hacia 2001, quedando todos en una versión equivalente al Block 15/20, es decir, prácticamente lo mismo que los holandeses. Poca broma con estas capacidades.

Los Su-35 rusos son más modernos y emplean algunos sistemas de muy superiores prestaciones. Su radar Irbis-E de apertura sintética supera al de los Block 20, que es Doppler y con un alcance de 55 km, por los casi 400 km del ruso. Esta importante ventaja queda en parte diluida por dos factores. Uno es el superior control aéreo ucraniano, con el apoyo —es obvio— de medios e inteligencia occidentales. El otro es que el arma principal del ruso, el misil R-77, tiene un alcance (en función de su versión) que podemos establecer como equivalente al de los AIM-120 americanos. Ambos cazas se podrían golpear a distancias similares.

Pero lo fundamental está en que, por un lado, la disponibilidad de los Su-35 es cada vez menor. No pueden estar en todas partes y, además, en el combate aéreo moderno, la clave es mantener tu avión en el terreno que te es favorable, sin entrar donde tu enemigo se desenvuelve mejor. Los F-16 evitarán un combate aéreo con los Sukhoi, salvo que no les quede más remedio.

¿Cómo se emplearán los F-16?

Una de sus grandes cualidades es la polivalencia. Nació como avión para combate aéreo cercano, pero ha demostrado ser un extraordinario avión de ataque a tierra y, de hecho, es uno de sus roles principales para muchos de sus usuarios. Pero la verdadera clave de cómo se utilicen y de qué resultado vayan a dar, va a estar en el armamento con el que se les dote. Ya decíamos en un artículo anterior que esa pelota estaba en el tejado norteamericano.

placeholder F-16AM holandés con misiles AMRAAM, Pod de navegación Falcon Owl, Pod ECM ALQ-131 y designador LANTIRN. (Juanjo Fernández)
F-16AM holandés con misiles AMRAAM, Pod de navegación Falcon Owl, Pod ECM ALQ-131 y designador LANTIRN. (Juanjo Fernández)

La función más obvia será la de ataque a tierra. Para ello, ya es capaz de lanzar casi toda la panoplia de armas del arsenal occidental, incluidas las bombas JDAM y muy probablemente también las JSOW. Se buscará siempre utilizar armas de medio – largo alcance para que estos cazas puedan atacar desde distancias seguras, fuera del alcance de los misiles de largo alcance y de los aviones rusos, mientras son protegidos a su vez por las defensas antiaéreas propias.

En este rol pueden suponer —junto a la artillería de precisión— el ingrediente necesario para que los ataques terrestres ucranianos tengan éxito pues, por un lado mantendrían a raya a los helicópteros y aviones de ataque rusos y por otro, con sus bombas, apoyarían a las fuerzas blindadas atacando las defensas enemigas. Si los aviones rusos quieren neutralizarlos, se tendrán que acercar al frente y se encontrarán con algo que ya conocen y siempre han querido evitar: la letal sombrilla antiaérea ucraniana.

En este escenario, los nuevos cazas ucranianos podrían operar en formaciones de cuatro o seis ejemplares. Dos de ellos armados con AMRAAM y el resto con armamento para ataque a tierra. Los pilotos rusos, que sabrán esto, también se pensarán dos veces si les merece la pena comprobar si, tal como se dice, el sistema de guiado del misil americano es mejor y más inmune a contramedidas que los R-77.

Más allá de este papel de ataque táctico y defensa aérea de largo alcance, cabría la posibilidad de que se usaran en funciones de ataque naval. Sería muy interesante y para ello, todos los aviones ya ofrecidos llevan la integración del misil Rb 12 Penguin, un ingenio de fabricación noruega, bien conocido en España y eficaz en aguas costeras contra buques de pequeño o mediano porte.

placeholder El presidente ucraniano Volodymyr Zelenskiy, junto al Primer Ministro Holandés, Mark Rutte y los cazas F-16. (Reuters)
El presidente ucraniano Volodymyr Zelenskiy, junto al Primer Ministro Holandés, Mark Rutte y los cazas F-16. (Reuters)

La limitación del Penguin es que su alcance máximo es de unos 30 km, lo que obligaría al avión a acercarse demasiado. Todo cambiaría si se suministraran los AGM-84 Harpoon. Con esta arma en manos de los nuevos aviones ucranianos, las cosas se pondrían muy feas para los buques rusos en el mar Negro. Baste pensar que las versiones más modernas tienen un alcance de más de 300 km y las intermedias (las que podrían facilitarse) más de 200. Con dos misiles en cada Falcon, sería una pesadilla para los marinos rusos. El problema aquí estaría en que el Harpoon solo está integrado a partir de los Block 50/52, por lo que habría que hacer algún trabajo previo en los aviones del Block 15/20, algo que tampoco debería resultar demasiado complejo.

En definitiva, en número suficiente, con las armas adecuadas y con un correcto empleo, los F-16 serán un elemento desequilibrador clave para el apoyo de las ofensivas ucranianas. No serán el arma decisiva ni podrán lograr ellos solos la supremacía aérea, pero contribuirían en gran medida a generar un punto de inflexión en el curso de la guerra.

Ya es solo cuestión de tiempo que Ucrania, ahora sí, reciba los tan esperados aviones F-16. Los anuncios de estos días de Países Bajos, Dinamarca y Noruega, no hacen sino materializar y empezar a cuantificar algo que ya, hace tiempo, se daba por seguro. Además, que tan solo dos de esos países ya aporten 61 ejemplares, es una clara señal del compromiso adquirido. Si bien las cifras son muy importantes, lo es más el resultado que se espera de estos cazas de combate. La clave de esa nueva aportación armamentística, sin embargo, no estará en el propio avión, sino en las armas con las que irá equipado.

Conflicto de Ucrania
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