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De los M-56 españoles a los Patriot: Ucrania se ha convertido a la vez en museo y laboratorio 
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De los M-56 españoles a los Patriot: Ucrania se ha convertido a la vez en museo y laboratorio 

La guerra se ha convertido en un enfrentamiento largo, encarnizado y costoso. Eso ha hecho que el país sea el único lugar del mundo donde se puede ver en acción la tecnología más puntera junto a material fabricado hace décadas

Foto: Los obuses M-56 durante una batalla en Donetsk. (Reuters/Sofiia Gatilova)
Los obuses M-56 durante una batalla en Donetsk. (Reuters/Sofiia Gatilova)
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Después de casi año y medio tras el inicio de hostilidades, la guerra de Ucrania sigue dando sorpresas. Hay situaciones muy cambiantes, errores por ambos bandos y un fuerte trasfondo político, entre otros ingredientes. Mientras tanto, el armamento ha entrado en una especie de todo vale. Es lo que ha hecho que este país se convierta en el único lugar del mundo en el que se puede ver en acción material tan dispar como obuses españoles M-56 o carros de combate de plena Guerra Fría, junto a la mejor tecnología punta.

Foto: Operarios de la marina de EEUU manejan bombas de racimo. (Reuters)

La guerra se ha convertido en un enfrentamiento largo, encarnizado y costoso, donde los rusos han quedado atascados y los ucranianos, pese a recuperar parte del terreno, se encuentran en un delicado punto donde pierden material en grandes cantidades y sin avances decisivos. Y eso ha hecho que el material de cada bando se convierta en toda una caja de sorpresas.

El material: una caja de sorpresas

Al inicio de la guerra, las tropas de Kiev estaban dotadas en su mayoría de material de origen soviético, en muchos casos los mismos modelos que los rusos, pero en versiones de exportación más anticuadas (o menos capaces), complementado con modernizaciones y productos autóctonos. Enseguida comenzó a fluir la ayuda occidental, al principio de forma tímida, donde solo británicos y estadounidenses aparentaban estar comprometidos.

Parecía que todo iban a ser diseños occidentales ultramodernos, sofisticados y letales, y es verdad que algunos llegaron en grandes cantidades. Hablamos, por ejemplo, de los misiles contracarro Javelin y, más adelante, los letales lanzacohetes Himars junto a más artillería de precisión, como el PzH 2000 alemán o el Caesar francés. En paralelo, los antiguos miembros de la esfera soviética comenzaron a deshacerse de todo ese material —ya lo estaban haciendo desde hace años—, como blindados de diversos tipos, pero sobre todo T-72 y aviones MiG-29, comenzaron a llegar a Ucrania.

La degradación del material está haciendo que se esté utilizando cualquier cosa que pueda moverse y disparar

Con todo, también hubo sorpresas, algunas en su día malinterpretadas. Uno de estos casos fue la cesión por parte de Alemania de sus blindados antiaéreos Guepard, que ellos habían dado de baja hace algunos años. Era un momento donde Berlín ponía muchas reticencias a suministrar armamento a Ucrania. No hay más que recordar lo sonado que fue aquel famoso envío de cascos y un hospital de campaña. Fueron muy criticados por ello y, cuando se despacharon los Guepard hacia la guerra, algunos lo interpretaron como si se mandara algo sin utilidad para salir del paso. La realidad es que ha resultado un sistema antidrones y contra helicópteros magníficos —se diseñó para eso—, ha resuelto muchas papeletas y ahora lo que Kiev pide es más munición para ellos.

Pero, sin duda, la mayor de las sorpresas de esta guerra la ha dado el ritmo de degradación del material y las cuantiosas pérdidas por ambos lados. Esto ha hecho que se esté utilizando cualquier cosa que pueda moverse y disparar, y que se puedan ver misiles Patriot norteamericanos o Kinzhal rusos, junto a verdaderas reliquias que parecen haber salido de un túnel del tiempo o, cuando menos, de un museo.

Cañones españoles, tanques soviéticos

Una de las armas que España transfirió a Ucrania fueron piezas de artillería Oto Melara M-56 o Mod 56, de origen italiano aunque muy extendidas por multitud de países. El Gobierno español envió seis ejemplares de este veterano, pero muy interesante, obús; unas piezas que, por sus características, están siendo del agrado de los artilleros ucranianos, que las están usando a destajo, como se demuestra en varios vídeos difundidos.

Es una pieza de artillería ligera de 105 mm, un modelo muy antiguo que tiene su origen en los años 50 y que combatió durante la guerra de Vietnam y otros muchos conflictos modernos —como en Malasia, Yemen o las Malvinas— y que ahora dispara sobre las posiciones rusas en el área de Bajmut. En España, fue empleada por tropas paracaidistas y de montaña, y solo queda en servicio con dos baterías de la Infantería de Marina, a la espera de su reemplazo, aunque algunas unidades mantienen alguna pieza suelta para salvas de ordenanza.

Su gran ventaja es su ligereza y posibilidad de ser desmontado en 12 partes en cuestión de minutos, lo que facilitaba su transporte incluso a lomos de mulas, por lo que fue muy empleado por unidades de montaña. Su peso es de tan solo 1.290 kg, lo que permite su lanzamiento con paracaídas o helitransporte. También es de dimensiones reducidas, muy fácil de camuflar y, a la vez, muy difícil de detectar.

placeholder Infantes de Marina españoles manejando un Oto Melara M-56. (US Army)
Infantes de Marina españoles manejando un Oto Melara M-56. (US Army)

Frente a estas ventajas, plantea varios inconvenientes. El principal es que su potencia de fuego es escasa. Sus proyectiles son de unos 18 kg con ojiva de 2 kg de explosivo, pero dada su ligereza, los alcances son de unos 10 km, lo que no es mucho si se compara, por ejemplo, con el Light Gun, también de 105 mm, pero cuyos proyectiles convencionales alcanzan los 18 km, mientras que los asistidos, como los Base Bleed, de más de 20 km. Sin embargo, compensa su poca potencia de fuego con una elevada cadencia de tiro, que le permite hacer hasta 12 disparos por minuto.

Todas estas características hacen que les guste a los ucranianos. Ligero, fácil de esconder y de mover, con alta cadencia de tiro, munición muy barata y, a la vez, extremadamente sencillo de manejar, algo que viene de perlas cuando contar con artilleros bien adiestrados es un bien tan escaso. Tampoco es un arma de alta precisión, pero bien utilizada para martillear de manera constante las posiciones rusas, es ideal.

A la vez, cada se ven más imágenes de vetustos carros de combate T-54/55 marchando hacia el frente, lo que no deja de ser un claro indicador de que el material moderno —mejor digamos el no tan antiguo— se agota. Hablamos de unos blindados diseñados al final de la Segunda Guerra Mundial y que están en servicio desde 1948. Es un derivado directo del famosísimo T-34, que ya es casi lo único que nos quedaría por ver a la hora de desempolvar modelos del pasado.

placeholder Modelo T-55A. (Andrés Bossy)
Modelo T-55A. (Andrés Bossy)

Su diseño marcó tendencia en la construcción soviética de carros y, además de ser el símbolo de la guerra fría, es el modelo más fabricado del mundo, con alrededor de 100.000 unidades producidas. El T-54 sufrió diversas modernizaciones; entre ellas, protección NBQ para poder combatir en caso de conflicto nuclear. Esta y otras mejoras dieron lugar a la nueva denominación de T-55, aunque en realidad el T-54 y el T-55 no dejan de ser el mismo y, en sus versiones originales, son muy difíciles de distinguir.

Muchos T-54 se modernizaron a los estándares del T-55, por lo que lo normal es hablar de ambos como si de un único modelo se tratara, utilizando la denominación T-54/55. Se da, además, la paradoja de que muchos siguen en servicio todavía con algunos países, y hay casos de T-54 con modernizaciones bastante sofisticadas, mucho más avanzadas que las de los T-55.

placeholder Reliquias del pasado. Un T-55 visto en 2018. (Adam Hauner)
Reliquias del pasado. Un T-55 visto en 2018. (Adam Hauner)

Como precursor del diseño de blindados de baja silueta que ha imperado en la fabricación rusa hasta la actualidad, era de peso y dimensiones contenidas (alrededor de las 36 toneladas) e iba armado con un cañón de ánima rayada de 100 mm, hoy una verdadera rareza y un arma completamente superada, pero que causó preocupación en los mandos occidentales allá por los años 50. Como entonces no había disponibilidad de cargadores automáticos, la tripulación es de cuatro, bastante apretados en un interior muy reducido.

Tener que enviar al frente modelos ya fuera de servicio no afecta solo a los rusos. Occidente, después de rascar todo lo que se va pudiendo de arsenales y reservas, está enviando a Ucrania sus Leopard 1, aunque se trata de la versión A5, la última en estar en servicio y la más moderna. A pesar de esto, no deja de ser un blindado de segunda, aunque nada que ver con los T-54/55 e incluso con los T-62, pues el Leopard fue diseñado a principios de los años 60 y entró en servicio en 1965.

placeholder Leopard 1A5 alemán visto en 2015. (Rainer Lippert)
Leopard 1A5 alemán visto en 2015. (Rainer Lippert)

Siempre con esa filosofía contraria al dogma soviético, el Leopard iba mucho más protegido y mejor armado, con un peso de 42 toneladas —que luego se fue incrementando— y dotado con un buen cañón de ánima rayada y 105 mm, una pieza de origen británico que dotó muchos diseños occidentales, entre ellos las primeras versiones del Abrams.

placeholder Leopard 1A5 del ejército griego. (Adamicz)
Leopard 1A5 del ejército griego. (Adamicz)

¿Qué papel podrán desempeñar estas piezas de museo? La respuesta dependerá de cómo y en qué circunstancias se usen. Las piezas de artillería española van a dar buen juego por las características descritas, sencillez y facilidad de manejo. Los carros son cosa aparte. Que tengan que llevar al frente T-54/55 es una medida desesperada. Es un blindado que no se puede enfrentar a ningún medio contracarro actual, que perforaría su blindaje con suma facilidad.

Solo se explica ante la acuciante necesidad de llevar cualquier cosa que ande y dispare. En la guerra, esto es así, se utiliza lo que se tiene y en muchos momentos será preferible tener un carro malo a no tener ninguno. Sin embargo, estos vetustos modelos rusos no serán capaces de sobrevivir en el letal campo de batalla ucraniano, salvo que se destinen a áreas muy tranquilas y en tareas secundarias.

Mejor papel sin duda van a hacer los Leopard. Pero los Leopard 2 A4 y A6, muchísimo mejor protegidos y potentes, también han caído —como era de esperar—, razón por la que los Leopard 1 también sucumbirán a las minas, helicópteros y armas contracarro rusas. El problema es que todos necesitan masa de maniobra, necesitan vehículos que apoyen las operaciones terrestres y seguirán tirando de lo que tengan mientras puedan.

Después de casi año y medio tras el inicio de hostilidades, la guerra de Ucrania sigue dando sorpresas. Hay situaciones muy cambiantes, errores por ambos bandos y un fuerte trasfondo político, entre otros ingredientes. Mientras tanto, el armamento ha entrado en una especie de todo vale. Es lo que ha hecho que este país se convierta en el único lugar del mundo en el que se puede ver en acción material tan dispar como obuses españoles M-56 o carros de combate de plena Guerra Fría, junto a la mejor tecnología punta.

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