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Los drones sobre Moscú son solo el inicio: qué pistas dan sobre una contraofensiva ucraniana
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¿PUEDEN PASAR AL ATAQUE?

Los drones sobre Moscú son solo el inicio: qué pistas dan sobre una contraofensiva ucraniana

La pequeña ofensiva sobre Belgorod ha dejado entrever los problemas de Rusia para defender todo su territorio, pero también muestran cómo Ucrania está cada vez más preparada para hacer ataques lejanos

Foto: Un cartel de restricciones a los drones en la plaza Roja de Moscú. (EFE/EPA/Maxim Shipenkov)
Un cartel de restricciones a los drones en la plaza Roja de Moscú. (EFE/EPA/Maxim Shipenkov)

Tras el episodio de aquel extraño ataque al Kremlin, parecía que las acciones ucranianas sobre suelo ruso se iban a quedar restringidas a las fronteras. Tal vez, eso era lo que nos querían hacer pensar con esa no menos inusual miniofensiva sobre Belgorod. Lo primero se saldó con cero consecuencias y muchas sospechas de ser obra de los propios rusos. Lo segundo hizo ver que Putin carece de los medios suficientes para defender todo como es debido. Ahora, es muy posible que los ataques sobre Moscú lancen algunos mensajes a tener muy en cuenta.

Foto: Un soldado ucraniano en un tanque en Bajmut, en la región de Donetsk. (Reuters/Yevhen Titov)

En esta guerra, todo parece muy poco coherente en ambos bandos. Por un lado, Putin inicia una invasión que no es tal, tan solo una "operación militar especial", pero lo cierto es que llevamos 15 meses de conflicto. Por el otro, Occidente apoya incondicionalmente a Ucrania y algunos países —los que sienten demasiado cerca el aliento del Kremlin, como Polonia o los bálticos— lo hacen con pocas fisuras. También el Reino Unido y desde el otro lado del Atlántico, pero ni Washington ni la OTAN quieren dar a Ucrania más armamento del debido.

Hay cierto respeto a una escalada y, por eso, no llegan armas como los misiles de largo alcance ATACMS, aunque sí los Storm Shadow. Es decir, defiende tu territorio, pero no mucho más allá. Del otro lado, Rusia ataca de manera implacable ciudades e infraestructuras civiles a diario. "Es legítimo", afirman, pero ahora que los drones llegan a Moscú, en el Kremlin lo llaman terrorismo. Mientras, el polémico Prigozhin despotrica contra la cúpula militar, moviéndose con audacia. Y, por último, todavía se combate y se muere por Bajmut.

UJ-22 sobre Moscú

Aunque hay algunas dudas sobre los modelos utilizados en el ataque a Moscú, uno de los que se da por seguro que intervino es el UJ-22 Airborne. Es muy sencillo en su apariencia y, probablemente, también en su tecnología, pero grande en tamaño y, lo más importante, llega muy lejos. El diseño y fabricación es de la empresa ucraniana UKRJET y se cree que entró en servicio a finales de 2022. Es poco sofisticado en sus líneas, como un avión ligero a escala reducida, pero de cinco metros de envergadura. Cuenta con una planta alar nada complicada, un tren fijo triciclo (con rueda delantera) y un motor de hélice tripala de gasolina.

Con todo, no se ha hecho un trabajo burdo, todo lo contrario. En este sentido, nada tiene que ver, por ejemplo, con los drones iraníes, como el Shahed. Es así porque el dron ucraniano no se diseñó solo para ser utilizado como elemento de ataque suicida, sino que tiene buenas capacidades también para operar como elemento de reconocimiento en misiones ISR. También es cierto que el precio de uno y otro serán diferentes.

placeholder El UJ-22 Airborne. (Ukrainian MoD)
El UJ-22 Airborne. (Ukrainian MoD)

En cuanto a sus principales ventajas, están la autonomía y los sistemas de guiado. Puede volar con dos modos: operado de forma remota y en modo autónomo. En el primer caso, se dirige desde una estación de control mediante una comunicación encriptada, pero existe la limitación de operar hasta a 100 km de distancia de su controlador. En modo autónomo utiliza navegación GPS o bien sigue una ruta preestablecida, lo que es muy útil en caso de interferencia de señales.

Esta modalidad es la que se habría utilizado en el ataque a Moscú, pues le permite operar hasta 800 km de su punto de partida y, cabe recordar, la capital rusa se encuentra tan solo a 450 km de las fronteras entre ambos contendientes. El perfil de vuelo que sigue se programa también en altura, lo que le permite volar a diferentes niveles, según interese en cada parte de su camino al destino, y entre un rango de entre 50 y 6.000 metros.

placeholder UJ-22 con una muestra del armamento que es capaz de utilizar. Reconocibles los cohetes de RPG-7. (UKRJET)
UJ-22 con una muestra del armamento que es capaz de utilizar. Reconocibles los cohetes de RPG-7. (UKRJET)

En modo controlado, se emplea con una cámara que envía imágenes en tiempo real y permite que se utilice para varias funciones, desde reconocimiento (entre 6 y 8 horas de tiempo de vuelo), búsqueda y ataque. La carga ofensiva es reducida, de hasta 20 kg, bien con cuatro bombas de cinco kg y de caída libre, cuatro municiones de mortero de 82 mm modificadas o seis municiones PG-7VM del lanzacohetes contracarro RPG-7. La carga puede ser liberada en modo autónomo mediante coordenadas GPS.

Es fácil y rápido de montar y desmontar, requiriendo una pista poco preparada de menos de 100 metros de largo. Quizás su punto débil sea su velocidad, máxima de 160 km/h y de crucero a 120 km/h, que no son elevadas e inferiores a las del modelo iraní. Esto puede hacer que sea fácil de abatir con armas ligeras una vez detectado, aunque se sospecha —y casi se da por seguro— que su nivel de ruido nada tiene que ver con los diseños iraníes.

Lo que nos dice este ataque

Desde Kiev lo negaron —con la boca pequeña—, pero esta vez está claro que los drones lanzados sobre Moscú son ucranianos. Nada que ver con la historieta del ataque al Kremlin, realizada de manera absurda y con un modelo muy ligero y de corto radio de acción. Esto de ahora es bien diferente. Con independencia del tipo de drones con los que han atacado, tras esta acción ofensiva hay una realidad contundente y es que Ucrania tiene cada vez más capacidad de ataque lejano y, además, con medios propios y sin depender de lo que otros quieran mandarles.

Esto demuestra, y es el primer mensaje de este ataque, que la industria de aquel país, aparte de soluciones de emergencia por el hecho de estar en guerra, lleva tiempo desarrollando diferentes medios con tecnologías y recursos propios. Ya antes de la guerra, su industria militar era capaz de producir armas relativamente sofisticadas; tal es el caso de los proyectiles de artillería guiados por láser Kvitnyk de 152 mm, que también se fabrican en versión de 155 mm para su utilización con artillería occidental. También tenemos el famoso misil antibuque Neptune, un interesante desarrollo autóctono, aunque se basa en el ruso Zvezda Kh-35 (o X-35), AS-20 Kayak en denominación de la OTAN. En este caso su desarrollo se aceleró a raíz de la ocupación de Crimea.

placeholder Lanzamiento de un misil Neptune en 2019. (President.gov.ua)
Lanzamiento de un misil Neptune en 2019. (President.gov.ua)

Pero también disponen y están trabajando en sistemas más complejos, como misiles de crucero e incluso balísticos de medio y largo alcance. Es el caso, por ejemplo, del Korshun, un modelo similar a los Kh-55 Raduga de origen soviético. El Korshun, aunque se desconoce si está de verdad operativo, dispondría de un sistema de guiado por GPS (por satélite) con respaldo INS (inercial), tendría un peso de 1.650 kg con una ojiva explosiva de casi media tonelada y un alcance de 280 km.

En cuanto a los de tipo balístico, tenemos el Grom o Hrim-2 —también denominados OTRK Sapsan—, en pruebas justo al inicio de la guerra, pero casi seguro ya en estado operativo. Incluso puede que ya se hubieran utilizado en el ataque a la base aérea rusa de Saki (Crimea) el 9 de agosto de 2022 y en otro reciente ataque sobre la península el 9 de mayo de 2023.

Estos misiles son un importante primer paso. Sería un modelo equivalente al Iskander ruso y, es obvio, de mejores prestaciones que los más anticuados Tochka, de corto alcance. El Grom dispondría de una cabeza de guerra de 500 kg de explosivo y su alcance máximo estaría alrededor de los 500 km.

placeholder Lanzador de misiles tácticos Hrim-2 en 2018. (VoidWanderer)
Lanzador de misiles tácticos Hrim-2 en 2018. (VoidWanderer)

¿Una débil defensa rusa?

El segundo mensaje de este ataque de los drones revela que las defensas antiaéreas desplegadas por los rusos no son tan impermeables y sólidas como deberían o, al menos, como se pensaba que eran. En parte, es lógico. Si hay algo que sobra en Rusia es extensión, así que cuando se tiene que defender un enorme espacio, las dificultades vienen solas. Si a esto le unimos los meses de guerra y la pérdida de importantes activos antiaéreos, el resultado es un muro lleno de huecos.

El propio Putin lo reconoció cuando se refería al último ataque sobre Moscú, al afirmar que las defensas eran buenas, pero que el espacio era tan grande que no se podía cubrir todo. Así es, y las explosiones en la capital son la prueba fehaciente. No solo eso, ya hubo antes otros avisos. En febrero de 2023, un UJ-22 ucraniano se estrelló en Rusia a 100 km de Moscú. Fue capaz de volar más de 450 km en territorio ruso sin ser destruido por sus defensas aéreas.

Foto: Lanzamiento de un misil Patriot PAC-3. (Lockheed Martin)

Más allá de poner de manifiesto que el espacio aéreo ruso no es invulnerable, el tercer mensaje que nos da este último ataque es el hecho de que Kiev está devolviendo al invasor algunas dosis —pequeñas de momento— de su propia medicina. Si la nueva estrategia rusa a la hora de atacar las ciudades ucranianas (daños y castigo a la población aparte) era vaciar los arsenales de misiles antiaéreos, ahora Ucrania podría jugar al mismo juego.

No solo da un golpe de efecto, sino que, si esta táctica va a más y con mejores recursos, obligará a las tropas rusas a detraer baterías antiaéreas del frente para situarlas en otros puntos y les obligará también a consumir unos recursos que cada vez son más escasos. Para ello, Kiev deberá utilizar drones mejores, más potentes y, sobre todo, en mayor número. Pero puede que también sea el inicio de algo mayor y los drones de hoy tan solo sean el preludio de los misiles de crucero y los balísticos que, tal vez, lleguen más adelante.

Tras el episodio de aquel extraño ataque al Kremlin, parecía que las acciones ucranianas sobre suelo ruso se iban a quedar restringidas a las fronteras. Tal vez, eso era lo que nos querían hacer pensar con esa no menos inusual miniofensiva sobre Belgorod. Lo primero se saldó con cero consecuencias y muchas sospechas de ser obra de los propios rusos. Lo segundo hizo ver que Putin carece de los medios suficientes para defender todo como es debido. Ahora, es muy posible que los ataques sobre Moscú lancen algunos mensajes a tener muy en cuenta.

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