Es noticia
Así se mueven 10 millones de personas: la historia de un éxodo mundial en tres capítulos
  1. Mundo
Una guerra, una anexión y el colapso

Así se mueven 10 millones de personas: la historia de un éxodo mundial en tres capítulos

Larysa, Hovig y Mercedes explican cómo abandonaron sus hogares y empezaron de cero. Son solo una pequeña parte de los millones de desplazados forzosos alrededor del mundo

Foto: Una refugiada ucraniana en un centro de Przemysl, Polonia, en abril de 2022. (EFE/Darek Delmanowicz)
Una refugiada ucraniana en un centro de Przemysl, Polonia, en abril de 2022. (EFE/Darek Delmanowicz)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

ἔξοδος. Una palabra griega que se traduce como salida, pero cuyo significado responde a una palabra con muchísima más fuerza. El éxodo. Nombre del segundo libro de la Biblia, en el que se describe la huida de los judíos de Egipto guiados por Moisés. En su significado más literal, la emigración de un pueblo o de una muchedumbre de personas. El viaje para escapar de la esclavitud y llegar a la Tierra Prometida que recoge el cariz más religioso de este término está unido a la actualidad por un denominador común: el despojo de un hogar.

Una caravana de migrantes cruza varios países de América Latina para llegar a Estados Unidos. El llamado "éxodo de la pobreza". La violencia ha convertido Sudán en el país con mayor número de desplazados internos del mundo. La guerra de Siria ha provocado la mayor catástrofe humanitaria del mundo. Solo tres ejemplos que representan una parte de una realidad en la que se ha alcanzado un récord de desplazados forzados y de refugiados en el mundo.

Larysa no piensa en esos números que intentan explicar una catástrofe. Tampoco en el carácter religioso que tiene el término para describir el fenómeno del que ya forma parte. Ella es una de los seis millones de personas que han tenido que abandonar Ucrania por la invasión a gran escala. De la noche a la mañana, pasó de tener un trabajo estable y vivir con su hija en una ciudad del oeste del país a tener que convertirse en refugiada en la Unión Europea. "Me costó darme cuenta de lo que estaba pasando".

A miles de kilómetros de distancia, Mercedes y su familia se vieron forzados a dejar su vida en Venezuela para empezar de nuevo en donde fuese o se pudiese. No huían de las bombas, sino de la inestabilidad política y económica de un país del que han salido ya más de 7,7 millones de personas. “Cuando empezaron todas esas circunstancias derivadas del sistema, me llevaron a un estado de amargura total y absoluto”, dice la venezolana.

Foto:
TE PUEDE INTERESAR
Fronteras SA: la industria del control migratorio
José Bautista - PorCausa Datos: Alberto Alonso - PorCausa Rocío Márquez Fernando Anido Emma Esser

Tampoco lo tuvo Hovig en las dos ocasiones que tuvo que abandonar su hogar. La primera, Alepo, la capital siria en la que nació y que fue presa de una guerra que no cesa desde 2011. La segunda, cuando fue forzado a dejar el lugar que convirtió en su segundo hogar. De ascendencia armenia, Hovig y su familia se mudaron a Nagorno-Karabaj, el territorio disputado entre Armenia y Azerbaiyán. La "operación antiterrorista" lanzada por Bakú provocó, el 20 de septiembre, el éxodo de 110.000 personas. "La migración ya es una parte de mi vida. Otra vez tengo que empezar de cero", lamenta.

Una guerra, el colapso de un país y una anexión territorial. Tres causas que explican una parte de los éxodos actuales y de la migración de millones de personas. Según el último informe —Tendencias globales— publicado por Acnur, el aumento de los desplazamientos forzosos es más que una realidad. El número de personas refugiadas, solicitantes de asilo o desplazadas ha aumentado casi en un 50% en los últimos cinco años debido a los conflictos nuevos o prolongados.

“Creo que los refugiados huyen prácticamente por las mismas razones que lo han hecho durante siglos. Los millones de refugiados ucranianos que huyen de una invasión no difieren en sus motivos de huida de los millones de refugiados desplazados durante la Segunda Guerra Mundial”, explica Bill Frelick, director del programa de derechos para los refugiados de Human Rights Watch (HRW). “Los armenios que huyen de la limpieza étnica no son diferentes de los bosnios y otros grupos étnicos minoritarios obligados a abandonar sus hogares cuando Yugoslavia se desintegró en los años noventa; y los venezolanos que huyen de una combinación de represión y colapso económico no son diferentes a los zimbabuenses que huyeron a Sudáfrica y a los haitianos que huyeron a Estados Unidos y otros países en la década de los 2000, cuando tanto Zimbabue como Haití fueron oprimidos por gobiernos represivos y desastres económicos”, añade a El Confidencial.

Detrás de cada caso hay una historia, pero también una respuesta de los gobiernos y organismos. No solo se trata del número de desplazados, sino de las pautas de acogida y de la direccionalidad que toma dicho flujo migratorio. Varios países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ya han anunciado reformas en el marco de la política migratoria en el último año para endurecer las condiciones de acogida. Tanto es así que en su último informe —Perspectivas de las Migraciones Internacionales—, la OCDE ejemplifica algunos de los cambios que corroboran el endurecimiento de las políticas migratorias, como el fortalecimiento de la colaboración regional y la apuesta por la protección internacional temporal.

placeholder Miles de personas abandonaron Nagorno-Karabaj después de la operación militar de Azerbaiyán. (Reuters/David Ghahramanyan)
Miles de personas abandonaron Nagorno-Karabaj después de la operación militar de Azerbaiyán. (Reuters/David Ghahramanyan)

Por su parte, en junio de 2023, el Consejo Europeo alcanzó un acuerdo en la propuesta de gestión migratoria que afecta a la distribución de las solicitudes de asilo entre los Estados miembros, consensuando así un procedimiento de asilo simplificado y un endurecimiento de las condiciones de la migración laboral. A su vez, países como Suecia han eliminado gradualmente los permisos de residencia permanente en favor de restricciones temporales, a la par que prevén la limitación de la posibilidad de conceder permisos de residencia por motivos humanitarios.

Bill Frelick destaca que la principal tendencia en Europa, que se viene produciendo desde hace más de una década, es la externalización de los controles migratorios. “Los Estados en las fronteras externas de la UE, como Grecia, Italia, Polonia y España, tomaron medidas para convertir a sus vecinos fuera de la UE, como Turquía, Libia, Ucrania y Marruecos, en Estados amortiguadores que calificarían como tales. Llamados terceros países seguros, a pesar de su a menudo evidente falta de capacidad para brindar protección efectiva a los refugiados”, sostiene. En los últimos años, continúa Frelick, muchos países europeos han llegado más lejos, al hacer que la ayuda al desarrollo dependa de la cooperación en el control de la migración y al extender el concepto de tercer país seguro a países a través de los cuales los solicitantes de asilo nunca ponen un pie, como Ruanda, al que el Reino Unido ha estado intentando enviar a sus solicitantes de asilo.

Foto: El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. (EFE/Raquel Manzanares)

A la pregunta de por qué la UE ha tomado este tipo de medidas, Bill Frelick responde: “Porque pueden y tienen los recursos para hacerlo, para mantener alejados a los inmigrantes y solicitantes de asilo”. Y alerta: “Mientras respondo a esta pregunta en diciembre de 2023, se produce una violencia horrible en Israel y Palestina, Ucrania, Haití, Myanmar, Etiopía, Sudán y otros lugares. De hecho, parece más turbulenta y el número de personas desplazadas es el mayor desde que comenzaron las estimaciones”.

Miles de años después de que se escribiera el Libro del Éxodo, millones de personas son los nuevos protagonistas de esa salida hacia un lugar donde no llegue, ni la guerra, ni el conflicto, ni el colapso.

Capítulo 1: la guerra que tambaleó Europa

Cuando empezó la guerra, Larysa no daba crédito, no era capaz de entender qué estaba pasando. Con su hija al lado, buscaba más información, pero en las primeras horas nadie sabía nada. Estaban siendo invadidos por las fuerzas rusas, pero ese 24 de febrero de 2022 todo era confusión. “Ya no recuerdo a qué hora nos informaron de que la guerra había empezado. Estaba en estado de shock”, explica la ucraniana de una ciudad al oeste del país. Unas semanas después, Larysa decidió abandonar su hogar junto a su hija Ania y solicitar el permiso de protección temporal en España, país en el que viven desde marzo del año pasado.

La invasión rusa ha provocado una crisis de desplazamiento casi sin precedentes. Al cierre de 2022, un total de 11,6 millones de personas de Ucrania habían abandonado sus hogares, incluidos los 5,9 millones de desplazados internos y 5,7 millones de personas que cruzaron la frontera con otros países, según los registros de ACNUR. El principal receptor de estos desplazados acabó siendo la Unión Europea, aunque Rusia fuese el principal destino durante 2022 acumulando la recepción de más de 1,3 millones de desplazados.

Para la UE, la guerra en Ucrania ha supuesto un reto migratorio y un cambio de paradigma. Mientras el número de solicitudes de asilo de ciudadanos ucranianos a países de la UE en 2021 no alcanzaba los 6.000, en 2022 fueron cerca de 25.000, según datos de Eurostat.

Eso sí, de acuerdo al Consejo Europeo, 4,2 millones de refugiados de Ucrania están registrados como beneficiarios de protección temporal o sistemas similares. Esta fue una medida adoptada el 19 de octubre de 2023 como mecanismo de emergencia de la UE que proporciona la protección colectiva de los desplazados y que se propuso como alivio a la presión migratoria de los sistemas nacionales de asilo de los países miembros.

La acogida fue unánime, pero algunos analistas en temas migratorios sostienen que el bloqueo sigue estancado en la implementación de respuestas de emergencia. “La Unión Europea insiste en responder en modo de crisis, como si las migraciones no fueran ya un fenómeno estructural del mundo contemporáneo y, en este caso, como si la guerra de Ucrania no hiciera ya mucho tiempo que da pruebas de haberse enquistado. Hacen falta respuestas a largo plazo, que permitan garantizar los derechos de las personas refugiadas y que al mismo tiempo acaben con las eternas discusiones sobre corresponsabilidad entre Estados miembros, que es el gran talón de Aquiles de las políticas europeas de asilo”, apunta un informe del Barcelona Center of International Affairs (Cidob).

Respecto a la vivienda, todos los ucranianos tuvieron un techo en sus países de acogida por la apertura de centros temporales de recepción y porque miles de familias les abrieron sus puertas. Sin embargo, estas soluciones tienen problemas de eficacia a largo plazo​ y los ucranianos se enfrentan a un mercado muy saturado en una gran parte de los países europeos. Larysa vive con su hija en un piso compartido en una ciudad a las afueras de Madrid. No ha tenido recursos suficientes para tener una casa propia. “Cuando llegué a España acepté los 400 euros que daban a todos los ucranianos pero después de eso no he pedido nada más, ni ayuda con la vivienda. Vine con algunos ahorros y no quiero ocupar el sitio que no me corresponde”, sostiene en entrevista con este periódico.

placeholder Una familia refugiada ucraniana llega desde Odesa a Polonia, en abril de 2022.  (Reuters/Darrin Zammit)
Una familia refugiada ucraniana llega desde Odesa a Polonia, en abril de 2022. (Reuters/Darrin Zammit)

Por otro lado, los datos sostienen que la mitad de los refugiados ucranianos en Polonia, Alemania o Países Bajos han conseguido un trabajo mientras que en otros como Francia la cifra solo llega al 15%. Larysa, por su parte, no ha podido encontrar trabajo como dentista —la profesión que practicaba en Ucrania— porque no ha podido convalidar sus estudios en España. “Desde que llegué he trabajado en una residencia de ancianos y en la Cruz Roja. Ahora estoy en una formación profesional para poder trabajar de higienista dental y poder encontrar un empleo con el que podamos mejorar nuestra situación económica”. Mientras se saca el título, Larysa trabaja en su supermercado.

En esas horas, su hija Ania está en el colegio, una experiencia que su madre describe como una “aventura”. El cambio de idioma y los nuevos compañeros han sido un reto para la adolescente de 14 años. “Entiende cada vez más el idioma, pero el problema es que no tiene motivación, quiere regresar a su casa”, explica Larysa.

Capítulo 2: abandonar un hogar, dos veces

En 2012, al comienzo de la guerra en Siria, una bomba explotó a 200 metros de la casa de Hovig Asmarian en Alepo. Fue el punto decisivo para hacer las maletas y huir con su mujer, sus hijos y su hermano a Armenia, el lugar del que provenía su familia. Nacido en la capital, los Asmarian abandonaron su Armenia natal después del genocidio contra su pueblo en 1915.

Cuando llegaron a Armenia, decidieron ir a un lugar poco común. “Nos mudamos a Nagorno-Karabaj porque sentimos que la gente allí era más comprensiva con la situación porque ellos también tienen su propio conflicto con Azerbaiyán”, explica Hovig. La familia Asmarian construyó su vida de cero en esta región montañosa. “Nos llevamos árboles de Siria y plantamos en Nagorno los primeros árboles de kiwis y olivos. También plantamos naranjas y limones”, explica Hovig en entrevista con El Confidencial.

Pocos años después de mudarse, la familia volvió a estar en el centro de un conflicto. En 2016, el Ejército de Defensa del Alto Karabaj, respaldado por las Fuerzas Armadas de Armenia, se enfrentó a las Fuerzas Armadas de Azerbaiyán. Fue la llamada Guerra de los Cuatro Días. En 2020, empezó la Segunda Guerra del Alto Karabaj, que duró 44 días. “Las hemos vivido todas, y esta última fue la definitiva”.

placeholder Los armenios de Nagorno-Karabaj se dirigen a Armenia después de la operación militar de Azerbaiyán. (EFE/EPA/Anatoly)
Los armenios de Nagorno-Karabaj se dirigen a Armenia después de la operación militar de Azerbaiyán. (EFE/EPA/Anatoly)

En septiembre pasado, las tropas de Bakú iniciaron una “operación antiterrorista” en el territorio que llevaba décadas siendo el epicentro del conflicto entre armenios y azeríes. En menos de 24 horas, las fuerzas de la República de Artsaj (como los armenios llaman a Nagorno) anunciaron su rendición y miles de personas huyeron de sus hogares por miedo a las represalias del Gobierno azerí contra la población. En total, más de 110.000 armenios dejaron sus casas y se trasladaron a varios puntos de Armenia.

“Nos hemos venido a la capital, Ereván, porque mi hermano vive aquí, pero es muy duro porque hemos tenido que dejarlo todo. Todos lo hemos dejado todo, nos han dejado sin nada. Nos hemos ido solo con nuestro honor”, lamenta Hovig.

Las Naciones Unidas han descrito el éxodo armenio como un “desplazamiento forzoso”, pero Armenia lleva enfrentándose a la dispersión de su ciudadanía alrededor del mundo durante cientos de años. Según los últimos datos publicados por ACNUR, en 2022, 11.333 armenios salieron del país. Sin embargo, este nuevo enfrentamiento no ha conseguido igualar al máximo de desplazados que se experimentó en 1992 con la Primera guerra del Alto Karabaj que databa más de 196.000 personas armenias entre refugiadas y asiladas en el mundo.

El abogado armenio Levón Grigorián aclara que la mayoría tiene intención de quedarse en Armenia, pero hay una tendencia emergente para emigrar a otros países y buscar mejores oportunidades. “Los destinos más frecuentes incluyen países con una diáspora armenia significativa o por su proximidad geográfica, como Rusia, Irán, EEUU y algunos países europeos como Francia”.

De hecho, Estados Unidos (4.261), Alemania (2.872) y Francia (2.108) son los principales destinos de los armenios que se desplazan de forma forzosa. Sin embargo, la Unión Europea también ha jugado un papel importante en la recepción de estas personas más allá de las últimas relaciones institucionales establecidas en materias, por ejemplo, de seguridad.

Según los últimos datos publicados por Eurostat, la UE pasó de recibir, en 2021, 2.100 solicitudes de asilo procedentes de ciudadanos armenios a, en 2022, 4.470. Así, Francia (2.510), Alemania (1.095) y Bélgica (315) se posicionan como los países con mayor registro de solicitudes, mientras Croacia, Hungría o Eslovaquia no cuentan con ninguna.

El abogado recuerda a El Confidencial que, en la guerra de 2020, Artsaj perdió el 70% de su territorio y más de 30.000 civiles tuvieron que huir de sus hogares. A diferencia de los primeros éxodos y de los más recientes, la población armenia en la región montañosa aumentó su nivel adquisitivo, parecido al de Armenia, y solidificar sus instituciones educativas. “La mayoría de las inversiones realizadas en el país impulsaron varios sectores, desde el bancario hasta el vitivinícola, las telecomunicaciones, la minería (especialmente de oro), la joyería, la agricultura y el turismo. En este periodo fue un país exportador de energía, debido a inversiones en centrales hidroeléctricas, y de grano, a pesar del bloqueo terrestre y aéreo impuesto por Azerbaiyán y los ataques continuos en su frontera”, afirma Grigorián.

Actualmente, la población que abandonó Nagorno-Karabaj ha encontrado refugio en Armenia. El Gobierno de Ereván les ha dado el estatus de refugiados y ayudas económicas temporales, pero los desafíos siguen siendo muchos. “A pesar de la cercanía lingüística, étnica o religiosa, tienen dificultades para acceder a empleo, educación, atención médica y vivienda digna. Han perdido prácticamente todo y deben reconstruir sus vidas en un nuevo país que no cuenta con los recursos suficientes para atender a toda la población desplazada”, sostiene Levón Grigorián a este periódico.

Hovig Asmarian concede la entrevista a El Confidencial desde un país de Asia al que ha emigrado en busca de un trabajo. Su familia sigue en Ereván y, por ahora, no tienen intención de mudarse a otro país que no sea Armenia. “Cuando nos fuimos de Siria pudimos habernos ido a un país europeo pero preferimos venir aquí. Ahora, lo mismo. Estamos hartos de ser refugiados, aquí estoy en mis raíces y no soy ciudadano de segunda clase”, afirma. Sin embargo, reconoce que su familia tendrá muchos retos para empezar de cero.

La sensación de volver a empezar de cero y tener que abandonar un hogar es algo que, sostiene, no puede explicar. Tiene que vivirse en primera persona para poder entender una mínima parte. También la sensación de soledad. “Nos sentimos abandonados, por parte de Occidente, de Rusia, del mundo. La historia se repite y nadie hace nada”.

Capítulo 3: huida 'pa'lante'

Venezuela para mí es como mi papá. Lo recordaré y amaré por toda la vida, pero él murió y ya no existe. No puedo sufrir por él, le agradeceré todo lo que hizo por mí. Eso es Venezuela para mí, porque no es mi Venezuela donde yo me crie, tuve amigos, por donde salí, donde tenía mi casa, … No, eso ya no es así”, confiesa Mercedes, con dificultad, a este medio.

placeholder Una mujer venezolana cruza el Río Grande en su camino a Estados Unidos, en octubre de 2023. (Reuters/Adrees Latif)
Una mujer venezolana cruza el Río Grande en su camino a Estados Unidos, en octubre de 2023. (Reuters/Adrees Latif)

Ahora tiene 53 años y dejó Venezuela a los 45 con su marido y sus tres hijos, en septiembre de 2015. Eso sí, el acento y los marico no se van por muchas maletas que haya tenido que montar. La situación de su país le fue sobrepasando poco a poco hasta el punto de asumirse como una “antisistema” y fue ella la precursora del desplazamiento ante una situación de control por parte del gobierno y la escasez de productos. Para ella no existe un punto de inflexión, sino un “cúmulo de circunstancias” que le llevaron a dejar su vida como abogada por un intento fallido de empezar de cero en Costa Rica y una vida en España a la que le agradece todo.

“En Venezuela se cometen violaciones masivas de derechos económicos y sociales”, declaraban desde Amnistía Internacional el pasado mes de septiembre. Las circunstancias económicas y políticas pasaban por catalogar la situación como “emergencia humanitaria”. Así, un total de 7.722.579 de venezolanos abandonaron el país según los datos publicados por la Plataforma de Coordinación Intergeneracional para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V) en noviembre.

“Mi Valen ama las arepas con mantequilla, pues estuvo siete meses sin probarlas porque me negaba a poner la huella”, defiende con dolor la madre venezolana. La huella digital se instauró en marzo de 2015 para controlar el acaparamiento de alimentos. Así, las familias venezolanas veían limitadas productos de primera necesidad como leche o harina-pan, mientras el Gobierno venezolano aseguraba atajar el problema de la escasez por la actividad del contrabando.

Pero para muchos, como Mercedes, aunque esto fue la gota que colmó el vaso, no era un sentimiento nuevo. De hecho, en los últimos cinco años son más del doble el número de migrantes venezolanos, pasando en 2019 de ser unos 3,7 millones a en 2023 a sobrepasar los 7,7.

El éxodo de venezolanos empezó en 2015, y en ese momento una mayoría se fue a países latinoamericanos como Colombia y Perú porque, aparte de tener comunidades de venezolanos ya establecidas, también tenían ciertas políticas favorables para encontrar trabajo”, recalca Ariel G. Ruiz, analista especialista en migración latinoamericana del Migration Policy Institute.

Aun así, la venezolana agradece haberse ido antes. “Ni a mí, ni a mis hijos les faltó nada nunca, yo no me fui como muchos que salieron en 2017 porque ya no había productos”, aclara. Añade que la seguridad en las calles o el transporte público también era un factor de preocupación que le hizo plantearse su salida.

Del total de refugiados venezolanos de 2023, el 84,7% se desplazó hacia zonas de América Latina y el Caribe según los datos publicados por la R4V. En el último informe publicado por esta plataforma, Colombia y Perú ocupan los primeros puestos. Algo que se mantiene desde 2022.

La familia de Mercedes también eligió primero quedarse en el continente. Vieron una oportunidad de negocio en Costa Rica y vendieron todo lo que tenían en Venezuela para apostar por una nueva vida. La casa en la playa, los coches, … Todo por una fábrica que les llevó a la “quiebra total”, tras un arduo proceso de legalizar su estancia y el esfuerzo de abandonar su país. Otra vez tocaba hacer maletas, pero la realidad había cambiado mucho. “A Costa Rica me llevé hasta las cosas de la cocina, para España le dije a Valentina y Verónica que escogieran tres vestidos”, recuerda la madre de esas niñas que tenían 12 y 11 años, respectivamente.

"En general no existe un reconocimiento único para considerar a los venezolanos que huyen de su país como refugiados. Lo que existe en la práctica son diferentes mecanismos que varían por país, que otorgan a diferentes grupos de venezolanos permisos temporales no permanentes. Son más comunes en Colombia, que otorga un permiso de 10 años a los venezolanos que tienen algún vínculo o que tienen familiares en el país que también son venezolanos. En Perú y en Ecuador hay medidas de este tipo, pero ninguno de esos países otorga incondicionalmente y directamente a los venezolanos un estatuto de refugiado", sostiene Ariel. G. Ruiz.

Al final, Mercedes y su marido vieron conveniente dejar lo poco que les quedaba para volver a empezar en España. En ningún momento miraron atrás. Ni cuando Mercedes tuvo que cuidar sola de sus niñas, ni cuando su hijo mayor decidió buscar su rumbo en España, ni cuando se quedaron sin nada. “Hay que echar pa’lante, y para atrás ni para coger impulso”, confiesa sin dudarlo Mercedes. Así han conseguido disfrutar de España durante siete años y darles unas oportunidades a sus hijos y a ellos mismos. “Porque yo me fui de Venezuela por mí, pero hoy me quedo aquí [en España] por ellas”, añade.

"Hemos visto algunos episodios, sobre todo para aquellas personas en países que han endurecido sus políticas migratorias. Pero yo creo que estamos hablando de miles comparado con los millones que se han ido. Ahora hemos visto también a venezolanos que son devueltos de Estados Unidos y que en lugar de volver a Venezuela se van a otros países en los que estaban antes, como Colombia. Pero también son números que se cuentan en miles", concluye el analista en políticas migratorias.

placeholder Un grupo de migrantes de Venezuela y otros países cruza la selva del Darién para llegar a Estados Unidos. (Reuters/Adri Salido)
Un grupo de migrantes de Venezuela y otros países cruza la selva del Darién para llegar a Estados Unidos. (Reuters/Adri Salido)

Han sido millones los venezolanos que han abandonado su país y han empezado una vida en otros países. Sin embargo, la tendencia no solo cambia para los protagonistas del éxodo, sino también para los que reciben a los migrantes. Ariel G. Ruiz sostiene que una serie de encuestas recientes apunta que un porcentaje importante de la población de países como Colombia ya no piensa que la migración es un beneficio para su país. Tampoco están convencidos de que las personas que llegan al país deban gozar de los mismos derechos que ellos.

Al respecto, Bill Frelick reconoce que teme que el efecto del aumento de las personas desplazadas por la fuerza esté creando una mentalidad de nosotros y ellos. “Lo vemos a través de la elección de populistas que apelan a la xenofobia, la construcción de muros y barreras fronterizas, la promulgación de leyes de asilo restrictivas, la una mayor interdicción de solicitantes de asilo en tránsito, y las deportaciones y rechazos de poblaciones de refugiados nuevas”.

En este sentido, Frelick apuesta por volver a lo básico. A respetar los derechos básicos de asilo, a tener un mayor sentido de responsabilidad internacional compartida para que los países más ricos y alejados de las líneas de frente asuman más responsabilidad. Y, sobre todo, dejar que esta recaiga en terceros países como Ruanda, “que no tiene la capacidad de examinar las solicitudes de asilo y brindar protección a quienes la necesitan”.

Han pasado siglos desde que la historia de Moisés guiando al pueblo de Israel hacia Canaán se convirtiera en un éxodo histórico. Ahora, los millones de personas que abandonan sus hogares a la fuerza lo hacen bajo solicitudes de asilo y, en muchos casos, bajo protección internacional. Sin embargo, Hovig Asmarian afirma que su familia y su pueblo tiene una carencia importante: "No tenemos una Tierra Prometida".

ἔξοδος. Una palabra griega que se traduce como salida, pero cuyo significado responde a una palabra con muchísima más fuerza. El éxodo. Nombre del segundo libro de la Biblia, en el que se describe la huida de los judíos de Egipto guiados por Moisés. En su significado más literal, la emigración de un pueblo o de una muchedumbre de personas. El viaje para escapar de la esclavitud y llegar a la Tierra Prometida que recoge el cariz más religioso de este término está unido a la actualidad por un denominador común: el despojo de un hogar.

Inmigración Conflicto de Ucrania Noticias de Venezuela Armenia
El redactor recomienda