Un documento oficial israelí propone expulsar a 2,2 millones de Gaza y enviarlos a otros países... incluyendo España
En un documento interno, elaborado por el Ministerio de Inteligencia, fechado el 13 de octubre y filtrado en los últimos días a los medios, se establece un plan por el que se propone trasladar a la población civil de Gaza
¿Cómo solucionar la cuestión palestina? El statu quo de los acuerdos de Naciones Unidas, violados en numerosas ocasiones por Israel y con una Autoridad Palestina sin legitimidad, o la solución de los dos Estados no eran una posibilidad real para Tel Aviv. Tras el ataque de Hamás contra el sur de Israel, se ha creado una nueva ventana de oportunidad: trasladar los más de dos millones de palestinos de Gaza fuera de la Franja. Palestina, pero sin los palestinos.
En un documento interno del Ejecutivo de Benjamín Netanyahu, elaborado por el Ministerio de Inteligencia (una cartera menor sin poder real ejecutivo), fechado el 13 de octubre y filtrado en los últimos días a los medios, se establece un plan por el que se propone trasladar a la población civil de Gaza al Sinaí egipcio. En la práctica, lo que Israel vendería como un proyecto humanitario (para que los gazatíes pudieran huir de una Franja bajo asedio) se transformaría en un desplazamiento de población que, en la práctica, eliminaría la posibilidad de un Estado palestino en el territorio original.
El documento, oficial, demuestra los miedos de los países árabes, de Egipto a Jordania, del desplazamiento forzoso de palestinos. El gabinete del primer ministro israelí restó importancia al informe como un ejercicio hipotético, asegurando que se trataba de un “documento conceptual”. El medio independiente israelí +972 Magazine ha publicado una copia del documento en inglés.
El plan incluye además una segunda fase que implicaría la transferencia de miles de estas personas a varios países, sobre todo en el Mediterráneo. Entre los mencionados se encuentran varios Estados árabes norteafricanos, como Marruecos, Túnez o Libia, pero también países europeos como Grecia o España, así como Canadá. En uno de sus epígrafes, el documento señala las “contribuciones” que ambas naciones de la UE podrían hacer al proyecto israelí, descritas como “absorción y asentamiento” de estos refugiados palestinos, así como “apoyo financiero a países árabes para el beneficio de este proceso”.
La mención a España y Grecia es llamativa, puesto que son dos países mediterráneos que ya se encuentran en primera fila ante los flujos migratorios a Europa y tienen experiencia a la hora de gestionar y acoger nuevas llegadas. Algo similar cabe decir de Canadá, uno de los países cuyo modelo de integración de extranjeros es uno de los más exitosos del mundo. Por contraste, también es significativo que las referencias a otros países como Arabia Saudí no mencionan la necesidad de presionarlos para que reciban a ninguno de estos desplazados, sino que solo se les pediría una “contribución económica” al proyecto.
Consultado por este diario, el Ministerio de Exteriores español niega contactos israelíes para negociar este posible proyecto.
"Presión" para 'vender' la idea
El documento también señala la necesidad de presentar el plan “de una forma que no empañe la imagen de Israel”, y de promover esta medida como “una necesidad humanitaria” que “reducirá las bajas entre la población civil”. El encargado de aplicar presión en estos Estados aliados para que acepten el plan sería EEUU. Según señala el diario israelí Mekomit, que ha publicado el documento íntegro, el Ministerio de Inteligencia afirma que el informe solo ha circulado entre los servicios de seguridad del país y el Gobierno israelí, pero que no fue presentado en ningún momento a las autoridades estadounidenses.
Pese al nombre, el Ministerio de Inteligencia no tiene ninguna autoridad sobre los servicios de seguridad e inteligencia del país, sino que se trata de una institución supuestamente independiente que elabora estudios y recomendaciones para las autoridades israelíes, y cuyo carácter no es vinculante. En la actualidad, está encabezado por Gila Gamliel, miembro del Likud, el partido de Netanyahu. Tiene un presupuesto anual de 25 millones de shekels (unos 5,8 millones de euros) y se considera que su influencia es relativamente pequeña. Esto significa, tal y como se han apresurado a apuntar algunos observadores, que la existencia de este documento no implica que el Gobierno vaya necesariamente a llevar a cabo el plan.
Pero según publicó este lunes el diario Financial Times, que cita a dos fuentes anónimas familiarizadas con las conversaciones, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ya habría estado tratando de convencer a algunos líderes europeos de que se sumen a la iniciativa, sobre todo aplicando presión a Egipto para que acepte no solo abrir las fronteras a los desplazados gazatíes, sino también permitir su asentamiento en campamentos en el Sinaí. De acuerdo con el medio británico, Netanyahu habría mantenido una serie de encuentros con varios líderes europeos la semana pasada para venderles la iniciativa, poco antes de la cumbre de la UE del pasado jueves y viernes.
Presiones para aceptar
Entre los países que se habrían mostrado más favorables a la idea estarían Austria y la República Checa. No obstante, otros como Francia, Alemania y el Reino Unido la habrían rechazado como poco realista, alegando la determinación absoluta de Egipto de no abrir sus fronteras. “Netanyahu defendió con bastante dureza que la solución era que los egipcios acogiesen a los gazatíes al menos durante el conflicto. Pero no nos lo tomamos muy en serio porque la posición egipcia es y ha sido siempre muy clara y simplemente no lo van a hacer”, señaló un diplomático occidental citado por el FT.
Tras la guerra de 1948, cuando se creó el Estado judío, unos 700.000 palestinos fueron expulsados o huyeron del territorio que hoy es Israel. Tras la guerra de 1967, cuando Israel ocupó Cisjordania y la Franja de Gaza, otros 300.000 palestinos huyeron, la mayoría a Jordania. Desde entonces, Israel se ha negado a cualquier demanda palestina de derecho al retorno, argumentando que la vuelta de los ahora millones de descendientes de esos expulsados amenazaría la mayoría judía del país. Egipto y otros países árabes temen que, con la guerra de 2023, que no tiene un calendario ni un plan público para Gaza tras la ofensiva israelí, suceda lo mismo. Con este historial, los países árabes ya han adelantado que no van a confiar en las promesas israelíes.
El elefante en la habitación
Según el presidente egipcio, Abdelfatah Al Sisi, la actual guerra de Israel en Gaza no solo pretende, como objetivo declarado públicamente, acabar con Hamás, sino que sería también "un intento de empujar a los habitantes civiles [de Gaza] a migrar a Egipto". Este éxodo —continúa—, tiene como objetivo "eliminar la causa palestina, la causa más importante en nuestra región". El hecho de que Al Sisi hiciera esos comentarios en una rueda de prensa tras su encuentro con Olaf Scholz, canciller alemán, señala lo que se ha ido filtrando a los medios, que hay presión internacional por parte de países occidentales para que Egipto acepte los refugiados.
El viceministro de Exteriores israelí y diplomático, Daniel Ayalon, ha afirmado, en distintas entrevistas a medios occidentales, que Israel "no está diciendo a los gazatíes que se vayan a las playas [en referencia al cierre de todas las fronteras] o se ahoguen... Dios no lo quiera. Hay espacio casi infinito en el desierto del Sinaí, justo al lado de Gaza. La idea es que vayan al desierto del Sinaí. (...) La comunidad internacional les construirá 10 ciudades y les dará comida (...) Egipto debería aceptarlo". Aunque, puntualiza, "temporalmente". Esta visión es cada vez más compartida en Tel Aviv.
El think tank Mishgav Institute, dirigido por el antiguo asesor de Seguridad Nacional del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, acaba de publicar un informe titulado Un plan para la reubicación y rehabilitación final en Egipto de la totalidad de la población de Gaza, en el que asegura que hay ahora "una única y rara oportunidad de evacuar la Franja de Gaza", hecho que "se pone en línea con los intereses económicos y geopolíticos de Israel, Egipto, Estados Unidos y Arabia Saudí", en una oportunidad que "quizá nunca más se dé".
La posición egipcia es especialmente delicada, como vecino (comparte frontera con Gaza y con Israel), aliado (mantiene un acuerdo de paz con Tel Aviv desde 1979 y numerosas áreas de colaboración, entre otras, la lucha contra el terrorismo en el Sinaí) y gigante demográfico inmerso en una galopante crisis económica. Esta última es meramente práctica, el país no tiene la capacidad de asimilar tantos refugiados de golpe. Según reporta el Financial Times, un funcionario egipcio llegó a decir a su homólogo europeo que, si les enviaban un millón de palestinos, Egipto "los pondría rumbo a Europa".
Más allá de la cuestión del Estado palestino, Al Sisi tiene otros argumentos en su cargamento: ha señalado que un éxodo masivo podría simplemente trasplantar a los militantes de Hamás y otros grupos a la península egipcia del Sinaí (que ya sufre su propia insurgencia terrorista), desde donde podrían lanzar ataques contra Israel.
Si el Sinaí egipcio se convirtiera en una base para atacar Israel, Tel Aviv "tendría el derecho a defenderse a sí misma… Atacando territorio egipcio", continuó elaborando Al Sisi. Un ataque israelí en territorio egipcio pondría así en peligro el tratado de paz entre ambos países, en pie desde hace 40 años. "La paz que hemos logrado [entre Egipto e Israel] desaparecería", dijo, "todo por esa idea de eliminar la causa palestina".
¿Cómo solucionar la cuestión palestina? El statu quo de los acuerdos de Naciones Unidas, violados en numerosas ocasiones por Israel y con una Autoridad Palestina sin legitimidad, o la solución de los dos Estados no eran una posibilidad real para Tel Aviv. Tras el ataque de Hamás contra el sur de Israel, se ha creado una nueva ventana de oportunidad: trasladar los más de dos millones de palestinos de Gaza fuera de la Franja. Palestina, pero sin los palestinos.
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