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¿Existió un Éxodo hacia la tierra prometida? El debate sobre la verdad de Israel
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¿Existió un Éxodo hacia la tierra prometida? El debate sobre la verdad de Israel

Durante siglos la historia de la Tierra de Israel contenida en la Biblia fue dada por buena, pero la historia no lo tiene tan claro

Foto: La película 'Los diez mandamientos' recreaba el éxodo del pueblo judío guiado por Moisés.
La película 'Los diez mandamientos' recreaba el éxodo del pueblo judío guiado por Moisés.

La historia es extraordinaria: un pequeño e insignificante pueblo sometido y esclavizado por un gran imperio, el del faraón egipcio Ramsés II, es elegido por la deidad para convertirse en su representante en la tierra. Dios ayuda a los hebreos esclavizados y liderados por Moisés a escapar del yugo egipcio hacia una tierra prometida donde podrán ser libres para siempre.

En su huida, Dios le habla a Moisés en el Monte Sinaí, le entrega las tablas de la ley depositadas en el arca de la alianza y después de vagar por el desierto llegan a Canáan, en lo que sería la actual Israel donde, tras combatir con los cananeos en la Batalla de Jericó fundan lo que es el embrión de la nación, en ese lugar concreto, en esa tierra prometida, Palestina, la misma que se esgrimirá tres milenios después, en el siglo XIX con el movimiento sionista a partir del texto de un judío húngaro, Theodor Herzl, —El estado judío— y más tarde en 1948, durante la creación del estado de Israel, el germen del conflicto actual.

Son varios milenios de historia y avatares ¿reales, inventados o todo lo que ocurre en medio? Lo cierto es que en 1948, lo que justificó el sionismo fundado por Theodor Herzl en 1895, fue que Palestina era su tierra: en gran parte por lo que estaba descrito en la historia del Éxodo, del Deutoronomio, de los reinos de Israel y Judea recogidos en los textos bíblicos, recopilados en la Tanaj judía, que están incluidos también en el Antiguo Testamento cristiano.

"La vinculación de la tierra del pueblo de Israel se inicia en realidad con Abraham y su genealogía familiar, no con el Éxodo", explica a El Confidencial, Esther Bendahan, directora de Cultura del centro Sefarad-Israel, "Abraham sale presumiblemente de Ur —una antigua ciudad de Mesopotamia— para encontrar un lugar donde destruir los ídolos y forjar la relación con un solo dios, que es el origen del monoteísmo, así, que lo que nace realmente en el momento del Éxodo es la idea de pueblo, pero ese origen vincula de hecho al cristianismo e incluso al Islam que reconoce también a Abraham como parte de su propia tradición".

placeholder Escena de Los diez mandamientos con Charlton Heston (centro) como Moisés.
Escena de Los diez mandamientos con Charlton Heston (centro) como Moisés.

El Éxodo es lo que ha probado ser el libro más icónico y también más endeble desde el punto de vista arqueológico, tal y como son descritas las peripecias del pueblo de Moisés, incluso eliminando los elementos legendarios como las diez plagas o la separación de las aguas del Mar Muerto. Y no son los únicos, también está la conquista de Canaán y la Batalla de Jericó, los relatos sobre el rey David y el templo de Salomón, las dinastías fundacionales para el pueblo judío, cuyo historicidad ha sido discutida en los mismos departamentos de las universidades hebreas.

El profesor de arqueología de Tel Aviv, Israel Finkelstein junto a historiador estadounidense Neil Asher Silberman cuestionaron ampliamente la veracidad del relato en su obra la La Biblia desenterrada, evidenciando también la existencia incluso entre los propios intelectuales israelíes de dos grandes corrientes: los maximalistas que defienden la conexión histórica de la Biblia y los minimalistas, que la niegan. Al fin y al cabo, el estado de Israel no solo no es teocrático, sino que además es una democracia en donde se discute sin tapujos sobre las piedras sagradas de la construcción nacional.

"Ahora es evidente que muchos acontecimientos de la historia bíblica no tuvieron lugar ni en la época particular ni en la forma descrita"

Según Finkelstein: "Se han utilizado métodos de excavación modernos y una amplia gama de pruebas de laboratorio para datar y analizar las civilizaciones de los antiguos israelitas y sus vecinos los filisteos, fenicios, arameos, amonitas, moabitas y edomitas. En algunos casos, se han descubierto inscripciones y sellos que pueden estar directamente relacionados con personas mencionadas en el texto bíblico. Pero eso no quiere decir que la arqueología haya demostrado que la narración bíblica sea cierta en todos sus detalles. Lejos de ello: ahora es evidente que muchos acontecimientos de la historia bíblica no tuvieron lugar ni en la época particular ni en la forma descrita. Es evidente que algunos de los acontecimientos más famosos de la Biblia nunca sucedieron" —La Biblia desenterrada: Una nueva visión arqueológica del antiguo Israel y de los orígenes de sus textos sagrados—.

Es decir, tal y como también explica a El Confidencial Esther Bendahan: "Lo que es innegable es que hay una arqueología que vincula al pueblo judío con la tierra de Israel y que esta es muy antigua, independientemente de la historicidad o no de la Biblia". Sin embargo, la propia historia de la corroboración o la refutación de los textos bíblicos desde el siglo XIX hasta nuestros días es relevante y sigue siendo una de las mayores controversias intelectuales en Israel sobre su propia identidad.

La historicidad de la Biblia

¿Qué se puede esperar entonces de la historicidad de la Biblia? "El texto bíblico es la enciclopedia británica del pueblo de Israel" relata desde Jerusalén, Adolfo Roitman director del Santuario del Libro de Jerusalén, en conversación telefónica con El Confidencial, "es una colección de libros sagrados que se conformaron a lo largo de casi 1.000 años, cuyos materiales tienen sus orígenes en la tradición oral, más las sagas, mitos, leyendas incluso de otras culturas que incluyó el pueblo de Israel, junto a detalles de la historia misma de esos reinos durante siglos".

Así, más allá de los continuos y numerosos elementos legendarios y mitológicos o la cuestión teológica de la relación con Dios, la historicidad de la Biblia, de sus reyes y de sus acontecimientos sigue siendo en gran medida clave, porque ha tendido a servir para la construcción nacional, la justificación de la existencia de Israel en tiempos de David Ben Gurion, durante los primeros compases de la creación del Estado de Israel y en última instancia un campo de batalla político entre maximalistas y minimalistas, estos últimos favorables a la causa pro palestina —Pedro Cabello, Arqueología bíblica: Los textos bíblicos a la luz de los hallazgos arqueológicos (Almuzara)—.

"Hay que tener en cuenta que los textos bíblicos no fueron escritos en ningún momento como un libro de historia en el concepto moderno", explica Roitman, "sino como una manifestación de la actividad de Dios en la Historia, por lo tanto, los relatos históricos en la Biblia hebrea son el resultado de una teología de la Historia, no en el sentido nuestro actual, aunque luego encontramos documentos extra bíblicos o restos arqueológicos, que son puntos de referencia para ver que hay de verdad en esos relatos".

placeholder Judíos ortodoxos rezan en el muro de las lamentaciones. (EFE/Abir Sultan)
Judíos ortodoxos rezan en el muro de las lamentaciones. (EFE/Abir Sultan)

Es el caso por ejemplo de la historicidad del rey David, cuyo desarrollo evidentemente no se corresponde con el género literario descrito en la Biblia. Según Roitman, existen hallazgos posteriores como la Estela de Tel Dan en los años 90 que corroboran, sin embargo, la existencia de esa dinastía de la casa de David en el Reino de Israel del norte:

"En la década de los 90 el profesor Abraham Viran encontró, muy al norte de Israel casi en la frontera con el Líbano, la Estela de Tel Dan o de David, tres fragmentos de una inscripción en piedra escrita en arameo en donde el rey de Siria alardea, por decirlo de alguna forma, de haber matado al rey de Israel y al rey de Judea, y cuando hace referencia al rey de Judea lo escribe como de la casa de David. Esta inscripción del siglo XIX nos da a entender que el rey de Siria da como un dato histórico cierto que el rey de Judea —la época en la que hay dos reinos de judíos uno al sur y otro al norte— era miembro de una familia de una dinastía adscrita a David. Nosotros solemos adscribir a David al siglo X, así que entraría de alguna forma en esa cronología que sí tiene la Biblia".

Finkelstein y Silberman tienden a situarse, como el propio Adolfo Roitman, en un punto intermedio entre ese maximalismo y la idea de que todo lo que cuenta la biblia sea en cambio una construcción sin ninguna conexión con la realidad. Es decir, que gran parte de lo que comúnmente se da por sentado como historia exacta en la tradición israelí —las historias de los patriarcas, el Éxodo, la conquista de Canaán e incluso la saga de la gloriosa monarquía unida de David y Salomón— fueron más bien las expresiones creativas de un nuevo poder que según la Biblia coincidiría con la del rey Josías:

"Es posible que hubiera pequeños grupos de esclavos judíos que irían llegando a Palestina, pero no como relata la Biblia"

"Durante algunas décadas de fermento espiritual y agitación política hacia finales del siglo VII a. C., una inusual coalición de funcionarios de la corte, escribas, sacerdotes, campesinos y profetas judaítas se unieron para crear un nuevo movimiento. En esencia, había una escritura sagrada de genio literario y espiritual incomparable. Fue una saga épica tejida a partir de una colección asombrosamente rica de escritos históricos, memorias, leyendas, cuentos populares, anécdotas, profecías de propaganda real y poesía antigua". —La Biblia desenterrada: Una nueva visión arqueológica del antiguo Israel y de los orígenes de sus textos sagrados—.

¿Entonces existió un pueblo judío en Egipto, un Éxodo hacia la tierra prometida, una dinastía de la casa de David? Roitman interpreta que ninguna de las dos posturas puede considerarse cierta o no porque hay elementos indudables de que existieron hechos reales en la serie de recopilaciones de leyendas, propaganda política del momento, mitología etc.:

"La lucha entre maximalistas y minimalistas desde el punto de vista intelectual es legítima. Al final dependemos de resultados ciertos que provengan de documentos o de restos arqueológicos, por lo que cualquiera de las dos explicaciones más que verdades absolutas son modelos teóricos que tratan de explicar los datos que tenemos de la manera más honesta".

Foto: Una unidad de artillería israelí al norte del país, cerca de la frontera con Líbano, el pasado 2 de noviembre. (Xinhua News/Ayal Margolin, vía EP)
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En el caso del Éxodo no existe ninguna prueba arqueológica, según Roitman, que además señala otros aspectos de la investigación de Finkelstein y Silberman, como el hecho de que en los archivos egipcios —que consignaban todos los acontecimientos administrativos del estado faraónico—, no se conservaba ninguna presencia israelita durante más de cuatro siglos, "sí hay detalles asombrosos, como la raíz egipcia del propio nombre de Moisés. En definitiva, es posible que hubiera pequeños grupos de esclavos judíos que irían llegando a Palestina, pero no como relata la Biblia".

De alguna forma, la arqueología bíblica del siglo XIX, que tendió a tratar de validar aspectos del relato bíblico, como fue el caso del hallazgo de la Torre de Babel por Robert Koldewey en 1899 o de la ciudad de Nínive por parte de Austen Layard, constataban que el relato se originó de forma figurada en algunos casos a partir de elementos reales: "La historia de Babel sería un eco lejano a los zigurat, las pirámides escalonadas de Babilonia" comenta Roitman, "significa que el autor que escribe esa historia de forma figura y legendaria conoce sin embargo estas pirámides y el exilio de los judaítas llevados al exilio en Mesopotamia, así que incorporan ese material cierto dentro de su historia con fines religiosos".

La historia es extraordinaria: un pequeño e insignificante pueblo sometido y esclavizado por un gran imperio, el del faraón egipcio Ramsés II, es elegido por la deidad para convertirse en su representante en la tierra. Dios ayuda a los hebreos esclavizados y liderados por Moisés a escapar del yugo egipcio hacia una tierra prometida donde podrán ser libres para siempre.

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