Refugiado en España tras 9 años de guerra en Siria: "Tuve que pagar 1.400$ para salir"
Mohamed Shubat es uno de los 11 periodistas sirios reubicados en España. Se cumplen nueve años del comienzo del conflicto en Siria
Era 20 de mayo cuando Mohamed Shubat y otros diez periodistas sirios se montaron por fin en el avión que los llevaría a España desde Estambul. Atrás dejaba años de cruenta guerra en Siria, hoy de nuevo en un punto muerto en el que el presidente ruso Vladímir Putin y su homólogo turco Recep Tayyip Erdogan flexionan músculo internacional. Lo que comenzó como una revolución pacífica un 15 de marzo hace nueve años contra el Gobierno del presidente sirio Bashar al Asad degeneró más tarde en un conflicto entre revolucionarios, milicias, grupos terroristas y el Ejército. Hoy, ya como un refugiado en Madrid, Mohamed afirma lacónico: "La solución en Siria ya no está en manos de los sirios".
Ese 15 de marzo, cuando tras los éxitos iniciales que cosechaba la llamada primavera árabe en países como Túnez (el dictador Ben Alí cayó el 14 de enero) o Egipto (Hosni Mubarak fue obligado a renunciar el 11 de febrero), miles de sirios salían a las calles. Mohamed Shubat, de 20 años entonces, era uno de ellos. "Fue uno de los días más hermosos de mi vida", recuerda, en entrevista con El Confidencial.
Durante los primeros meses de la revolución pasó por las cárceles de Asad en Damasco, junto a sus amigos y hermanos, hasta en dos ocasiones. "La vida de la cárcel es muy dura y lo recuerdo con mucho dolor y sufrimiento. Recuerdo habitaciones con más de 200 presos, dormir en el suelo y de lado, por el poco espacio. Los presos recibíamos golpes, palizas, descargas eléctricas por todo el cuerpo por parte de la Policía…".
Nueve años dan para mucho sufrimiento, que comenzó a documentar como 'periodista ciudadano' y freelance para distintos medios. Vio como sus dos hermanos perdían las piernas en uno de los muchos bombardeos sobre población civil. Vio las lágrimas de su padre y de su madre. Fue testigo de la desaparición de sus amigos. La casa de su familia fue bombardeada. Fue disparado en una pierna mientras trabajaba, relata.
14 horas a pie
Ese trabajo como periodista, por el que se interesó para "dar a conocer a todo el mundo el sufrimiento del pueblo sirio", ha sido al mismo tiempo una maldición y lo que le ha permitido finalmente el 'carnet rojo' de refugiado en España. "Como periodista, estaba en peligro después de que las fuerzas de Asad y las fuerzas rusas tomaran el control de mi ciudad. Se deportó a todos los medios de comunicación, combatientes y opositores del acuerdo con el régimen de Asad al norte siria", explica Mohamed.
"El norte de Siria" es ahora Idleb, uno de los últimos reductos que quedan fuera del control de Asad. Es también el escenario de la última ofensiva del Ejército sirio, apoyado por Rusia, y donde Turquía mantiene tropas con la intención de crear una ‘zona tapón’ a lo largo de la frontera que permita recolocar a los ciudadanos sirios actualmente en su territorio, y probablemente que sirva también de santuario a los grupos armados a los que ha apoyado desde el inicio del conflicto. En Idleb se refugian también millones de refugiados sirios desplazados desde sus ciudades de origen por el avance de Asad.
"La ofensiva militar actual en Idleb por las fuerzas aliadas de Asad ha dejado a los periodistas sin sitio a donde ir. Y los ha puesto en un peligro mortal", afirmaba por su parte Ignacio Delgado Culebras, del Comité para la Protección de Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) y parte del equipo que ha colaborado para poder reubicar como refugiados a decenas de periodistas sirios como Mohamed en países europeos, de Francia a Alemania o España.
Cuando el CPJ contactó con Mohamed para reubicarlo, junto a otros casi 70 periodistas sirios, a Europa, este joven de 29 años ya había logrado escapar de Idleb. El viaje no había sido fácil. "Intenté salir de Siria vía Turquía en tres ocasiones, sin resultado", recuerda. A la tercera vez, lo consiguió.
"Era muy peligroso. Crucé las montañas y crucé el río, el Ejército turco nos perseguía. [Una de las veces] Fui arrestado mientras intentaba cruzar la frontera. Logré llegar a Turquía en el tercer intento después de pagar 1.400 dólares a la mafia allí. Caminé sobre mis pies, cargando mis mercancías durante 14 horas. Al llegar, fuimos perseguidos por la Patrulla de Seguridad turca. Pero pudimos escondernos. Y así accedimos a la ciudad de Antakya, en el sur de Turquía", rememora.
A pesar de toda la dureza del viaje, "no tuve miedo a la muerte mientras cruzaba la frontera debido a los dolorosos eventos que presencié en mi vida durante la guerra", afirma.
Finalmente el pasado 20 de mayo, tras más de 10 meses de batallas legales, Mohamed llegó a Barajas. En España lleva apenas 10 meses, pero ya se defiende en español, idioma en el que transcurre toda la entrevista. Con su 'tarjeta roja' de refugiado puede permanecer en el país, pero no salir ni cruzar fronteras. En Turquía ha dejado a un hermano, otro en Siria, en su Daraa natal. "Vine a España para completar mi trabajo comunicando la voz del pueblo sirio oprimido, porque estoy absolutamente seguro de que la revolución continúa", afirma.
¿No tienes miedo de que haya represalias contra tu familia, o que le pase algo a tu hermano que has dejado atrás en Daraa? "Mi hermano ha perdido la pierna. ¿Qué más puede perder?".
Era 20 de mayo cuando Mohamed Shubat y otros diez periodistas sirios se montaron por fin en el avión que los llevaría a España desde Estambul. Atrás dejaba años de cruenta guerra en Siria, hoy de nuevo en un punto muerto en el que el presidente ruso Vladímir Putin y su homólogo turco Recep Tayyip Erdogan flexionan músculo internacional. Lo que comenzó como una revolución pacífica un 15 de marzo hace nueve años contra el Gobierno del presidente sirio Bashar al Asad degeneró más tarde en un conflicto entre revolucionarios, milicias, grupos terroristas y el Ejército. Hoy, ya como un refugiado en Madrid, Mohamed afirma lacónico: "La solución en Siria ya no está en manos de los sirios".
- La única solución que le queda a Europa para evitar un "baño de sangre" en Siria Julien Barnes-Dacey