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¿Tanto como Ucrania pida? Por qué los aliados de Kiev deben actualizar su estrategia
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¿Tanto como Ucrania pida? Por qué los aliados de Kiev deben actualizar su estrategia

La politización de la ayuda a Ucrania en Estados Unidos y Europa, combinada con la creciente guerra de desgaste, está poniendo en tela de juicio la estrategia de Occidente para Ucrania

Foto: Militares ucranianos del 228 Batallón Separado de la 127ª Brigada de Defensa Territorial Separada. (EFE/Yakiv Liashenko)
Militares ucranianos del 228 Batallón Separado de la 127ª Brigada de Defensa Territorial Separada. (EFE/Yakiv Liashenko)

En las últimas semanas, tanto los legisladores estadounidenses como la Unión Europea han fracasado a la hora de aprobar sus paquetes más recientes de apoyo militar y económico a Ucrania. Ambos volverán a reunirse para intentarlo de nuevo en el nuevo año, pero esto deja la fiabilidad del apoyo occidental a Ucrania en un terreno inestable durante las vacaciones de invierno. Aunque Ucrania puede hacer frente a una breve interrupción de la financiación, una interrupción más prolongada o un recorte total de la ayuda inclinaría la balanza en el campo de batalla a favor de Moscú, obligaría a Ucrania a mantenerse a la defensiva y podría permitir a Rusia realizar nuevas ganancias territoriales que, en última instancia, podrían afectar a cualquier perspectiva de paz que no sea la capitulación de Ucrania.

Desde el comienzo de la guerra, Ucrania ha contado con la ayuda militar y económica de Estados Unidos, la UE y el G7. Durante los últimos 18 meses, funcionarios estadounidenses, líderes europeos y aliados de la OTAN han repetido la máxima de que apoyarán a Ucrania "todo el tiempo que haga falta". Ahora, sin embargo, las crisis políticas de Bruselas y Washington ponen en entredicho esta estrategia. A pesar de su promesa de longevidad, la estrategia occidental del "mientras sea necesario" ya está llegando a sus límites. Tras su última reunión con su homólogo ucraniano, incluso el Presidente Joe Biden empleó una fórmula ligeramente distinta, afirmando que Estados Unidos respaldaría a Ucrania durante "todo el tiempo que podamos".

Además de la creciente oposición al apoyo a largo plazo a Ucrania, cada vez está más claro que el enfoque actual no puede permitir a Ucrania recuperar el control sobre los territorios ocupados. Hace un año, los líderes occidentales declararon con firmeza que Rusia ya había perdido la guerra en Ucrania, pero hoy esta afirmación es mucho menos segura. La capacidad de Rusia para aprender de los errores del pasado, remodelar su economía al servicio de su agenda militar y dividir a Occidente mediante magistrales campañas de desinformación está dando resultados y la ha convertido en un enemigo formidable.

Mientras tanto, los modestos resultados de la contraofensiva ucraniana, combinados con la disminución del apoyo a Kiev y el incumplimiento de los plazos en la producción de armas, también están inclinando la balanza a favor del Kremlin. La guerra ha entrado en una fase de desgaste, de la que Rusia podría salir ganando dadas sus reservas de recursos. De hecho, Rusia parece haberse instalado en una guerra larga con combates de alta intensidad: casi un tercio de su presupuesto para 2024 está destinado a defensa. En las circunstancias actuales, esto dificultará a Ucrania la defensa de su territorio, por no hablar de la recuperación de los territorios ocupados. En noviembre, el jefe del ejército ucraniano, el general Valery Zaluzhny, advirtió de que la guerra había llegado a un punto muerto.

Foto: La analista sobre Rusia y escritora de 'El mundo de Putin', Angela Stent. (Cedida)

Los analistas han criticado a la actual administración estadounidense por su incremento en la prestación de apoyo, acusándola de "autodisuasión". El ex general estadounidense Ben Hodges explicó que la ayuda estadounidense hasta ahora solo ha sido suficiente para mantener a Ucrania en la lucha, pero no para hacer vulnerables a las fuerzas rusas en Ucrania. Esta política podría acabar dejando a Ucrania con pocas opciones, salvo negociar un acuerdo, en el que Rusia podría mantener el control sobre los territorios ocupados. Un número cada vez mayor de legisladores estadounidenses aboga ya por una solución negociada.

Algunos expertos han argumentado que un acuerdo negociado no constituiría una victoria rusa, ya que el Kremlin no lograría sus objetivos bélicos declarados de eliminar la independencia nacional y política de Ucrania. Sin embargo, un acuerdo negociado sería un desastre para Ucrania y solo marcaría una pausa hasta una futura guerra una vez que Rusia se recupere y esté preparada. Un acuerdo negociado también sería una mala solución para Estados Unidos y Europa, que se enfrentarían a la perspectiva de gastar más a largo plazo para disuadir y defenderse de futuras agresiones de una Rusia envalentonada.

Además, la idea de las negociaciones pasa por alto un elemento importante: Rusia no está dispuesta a negociar, a pesar de que el Kremlin ha hecho flotar aleatoriamente la idea en múltiples ocasiones. Los funcionarios rusos siguen insistiendo en sus objetivos bélicos maximalistas: en una de sus últimas apariciones públicas, el presidente Vladímir Putin insistió en que los objetivos maximalistas de Rusia en Ucrania no han cambiado e incluyen la "desnazificación", la "desmilitarización" y la imposición de un "estatus neutral" a Ucrania. Funcionarios estadounidenses predicen que Putin no considerará poner fin a la guerra hasta conocer los resultados de las elecciones estadounidenses, lo que podría crear un contexto diferente para sus objetivos si Donald Trump es reelegido presidente.

El apoyo a Ucrania es, por tanto, un problema urgente. Los círculos diplomáticos siguen siendo optimistas en cuanto a que el Congreso aprobará el suplemento para Ucrania en los próximos dos meses. Es probable que los legisladores respalden el apoyo militar, especialmente si la administración estadounidense puede articular mejor su estrategia en Ucrania y encontrar un compromiso sobre los desacuerdos internos. Los líderes europeos también confían en que la UE apruebe un paquete de ayuda para Ucrania en enero de 2024. Pero existe incertidumbre sobre la cuantía de la ayuda económica que destinarán los legisladores estadounidenses. E incluso si el Congreso aprueba el proyecto de ley de financiación para Ucrania, el sentido común en EEUU es que, independientemente de quién gane las elecciones presidenciales en 2024, reducirá su ayuda a Ucrania a partir de 2025. Esto da a Kiev y a sus aliados un año para prepararse para un nuevo contexto internacional, en el que Europa tendrá que tomar la iniciativa en una estrategia de apoyo a Ucrania. Se trata de una tarea audaz para Europa, pero las contribuciones de la UE hasta la fecha demuestran que es factible, siempre que Estados Unidos mantenga parte de su apoyo militar a Ucrania.

Sin embargo, Europa necesita actualizar esta estrategia para garantizar un apoyo mayor y a más largo plazo a Ucrania que le permita librar una guerra de desgaste. Esto debería centrarse en un apoyo sostenible que sea mutuamente beneficioso para Ucrania y Europa. Existen al menos tres instrumentos que pueden alimentar este enfoque. Ante todo, los aliados europeos y Ucrania deberían aumentar la coproducción de armamento, lo que permitiría a Ucrania armarse incluso si el apoyo occidental disminuye y fluye. Los proyectiles de artillería y los sistemas de defensa antiaérea serán fundamentales para una guerra larga y deberían ser el centro de este esfuerzo. Ucrania ya ha organizado el primer foro internacional de la industria de defensa en septiembre y ha firmado decenas de contratos de producción conjunta.

Foto: European Focus

La confiscación de activos rusos congelados en la UE por valor de más de 300.000 millones de dólares también puede ayudar a Ucrania a mantener una guerra larga. Las dudas iniciales de EE.UU. y la UE sobre la confiscación de activos rusos han dado paso a debates sobre cómo hacerlo. La UE se dispone a iniciar el proceso transfiriendo a Ucrania los beneficios generados por los activos rusos congelados, pero continúa el debate sobre qué hacer con el grueso de los fondos rusos. La mayor parte del dinero está en países de la UE y será necesario un trabajo meticuloso para construir el caso de confiscación, sin embargo, una decisión conjunta del G7 y la UE de confiscar los activos minimizaría los posibles riesgos financieros.

Por último, la OTAN sigue siendo clave para disuadir a Rusia de una futura guerra. La cumbre de Vilna dejó un sabor amargo en la boca de los ucranianos y de algunos miembros de la OTAN al no proporcionar un calendario claro para la adhesión de Ucrania. Pero cada vez resulta más difícil concebir que Ucrania forme parte de la UE pero no de la OTAN. La próxima cumbre de la OTAN, que se celebrará en Washington en julio de 2024, llega en un contexto político difícil en Estados Unidos, pero si no desemboca en un calendario claro para la adhesión de Ucrania a la OTAN, alterará negativamente las perspectivas bélicas. Ucrania puede pasar a formar parte de Occidente o ser colonizada por Rusia. Para evitar el segundo escenario, los partidarios de Ucrania tienen que adaptar su estrategia al contexto actual para aumentar el apoyo y convencer a Rusia de que no puede ganar una guerra de desgaste.

*Análisis publicado originalmente en inglés en el European Council on Foreign Relations por Leo Litra y titulado "The limits of 'as long as it takes': Why Ukraine’s allies need to update their strategy".

En las últimas semanas, tanto los legisladores estadounidenses como la Unión Europea han fracasado a la hora de aprobar sus paquetes más recientes de apoyo militar y económico a Ucrania. Ambos volverán a reunirse para intentarlo de nuevo en el nuevo año, pero esto deja la fiabilidad del apoyo occidental a Ucrania en un terreno inestable durante las vacaciones de invierno. Aunque Ucrania puede hacer frente a una breve interrupción de la financiación, una interrupción más prolongada o un recorte total de la ayuda inclinaría la balanza en el campo de batalla a favor de Moscú, obligaría a Ucrania a mantenerse a la defensiva y podría permitir a Rusia realizar nuevas ganancias territoriales que, en última instancia, podrían afectar a cualquier perspectiva de paz que no sea la capitulación de Ucrania.

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