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El último pique entre Alemania y Francia pone en vilo el futuro de la defensa continental
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la defensa será ahora o será europea

El último pique entre Alemania y Francia pone en vilo el futuro de la defensa continental

El anuncio del canciller Olaf Scholz poco después de la invasión rusa a Ucrania sobre la necesidad de un Zeitenwende en materia de defensa fue música para los oídos de muchos de sus socios europeos

Foto: Sistemas Patriot en maniobras polacas. (Reuters)
Sistemas Patriot en maniobras polacas. (Reuters)
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En pleno Paris Air Show, uno de los eventos de referencia para la industria de defensa europea, el presidente Emmanuel Macron convocó a una cumbre improvisada con ministros de Defensa europeos, altos militares estadounidenses y de la OTAN y ejecutivos del sector. Alemania, que pensaba enviar a un funcionario secundario, finalmente estuvo representada por el propio ministro Boris Pistorious. Pero lo que el Elíseo vendió como un foro de debate entre aliados sobre el futuro de la defensa europea era en realidad un desafío frontal a la iniciativa del escudo antimisiles europeo que promueve Berlín desde el año pasado. Algo que el propio Macron se encargó de dejar claro, de forma nada sutil, al comparecer ante la prensa.

"Cuando hablamos de defensa aérea, sería un error apresurarse en el tema de la capacidad. Necesitamos saber cuál es el nivel de amenaza y preguntarnos qué somos capaces de producir nosotros, los europeos", dijo el mandatario durante la feria parisina esta semana. "De lo contrario, terminamos comprando masivamente el armamento que esté disponible, incluso si es inútil, y eso generalmente significa compras masivas fuera de Europa", agregó.

A lo que hace referencia Macron es a la iniciativa European Sky Shield (escudo aéreo europeo) que impulsa Scholz desde octubre del año pasado y a la que se han anotado casi una veintena de países europeos, incluyendo Reino Unido, Suecia, Finlandia y los países bálticos, entre otros. La idea es hacer cooperar en logística y compras conjuntas, pero cada país decide qué sistemas implementar. El plan alemán, para el cual el parlamento nacional aprobó fondos este mes, incluye Patriots estadounidenses y el Arrow 3 israelí. Esto no sentó bien a Macron, quien reaccionó con unas críticas públicas poco habituales que aumentarán la tensión.

"La asistencia de Boris Pistorius a la conferencia fue interpretada como un símbolo positivo", explica Rafael Loss, analista especializado en defensa del European Council on Foreign Relations (ECFR). "Sin embargo, la reprimenda de Macron durante el encuentro no fue muy útil a la hora de rebajar las discrepancias", agrega.

Foto: Boris Pistorius, nuevo ministro de Defensa alemán. (EFE/Filip Singer)

No tenía por qué haber sido así. El anuncio del canciller Olaf Scholz poco después de la invasión rusa a Ucrania sobre la necesidad de un Zeitenwende en materia de defensa fue música para los oídos de muchos de sus socios europeos, especialmente Francia, frustrados durante décadas por la racanería armamentística de Berlín. Por fin, entendía el Gobierno de Macron, Alemania se rendía a la evidencia de la necesidad de adoptar un enfoque en política exterior similar al francés, que otorga un rol destacado a las Fuerzas Armadas e implica una inversión constante en capacidades militares.

Pero ahora que Berlín y París parecían estar en la misma página en la necesidad de una Europa de la defensa, han aflorado profundas diferencias sobre cómo llegar a ese objetivo y en qué plazos. Un pique entre los dos motores de la UE que amenaza con agrietar los tiernos pilares de la autonomía estratégica europea. Un debate con diferencias en varios niveles que muestra las dificultades de lograr esa estrategia común.

División política

La principal razón por la que Alemania tomó la iniciativa e impulsó el Sky Shield en tiempo récord fue la sensación de urgencia. Berlín asistió con horror a la oleada masiva de misiles rusos que el 24 de febrero de 2022 devastó gran parte de los aeropuertos y bases militares de Ucrania como prólogo a la invasión terrestre a gran escala. El país lleva décadas viviendo del dividendo de la pax americana tras el fin de la Guerra Fría y sus capacidades, incluyendo unas escasas defensas antiaéreas que habían quedado desactualizadas. De este imperativo nacional, Scholz quiso impulsar un proyecto continental que, pese a ser bastante difuso, halló una considerable resonancia entre otros países que compartían la misma inquietud.

Foto: El canciller alemán, Olaf Scholz, sostiene un ejemplar de la estrategia de seguridad nacional. (EFE/Clemens Bilan)

Pero a otros socios europeos clave, empezando por Francia pero también Italia o Polonia, no les convence el plan. París considera que esta iniciativa carece de una lógica estratégica clara y considera un insulto su rápida puesta en marcha sin consultar previamente con el Elíseo. Una falta de unidad política que responde a la incapacidad —o falta de voluntad— de Berlín a la hora de equilibrar con éxito los intereses de seguridad del continente y sus propias necesidades nacionales.

Además, Francia teme que el plan alemán ponga la zancadilla a otros planes europeos de defensa antiaérea. Desde 2019, varios estados miembros de la UE —entre ellos, España— han estado desarrollando el proyecto común Alerta Rápida e Intercepción con Vigilancia Espacial de los Teatros de Operaciones (Twister, por sus siglas en inglés) bajo el liderazgo francés y como parte de la Cooperación Permanente Estructurada en Defensa (Pesco). Su objetivo es el de crear para 2030 un sistema polivalente de defensa con vigilancia espacial capaz de hacer frente a amenazas aéreas emergentes, como los misiles hipersónicos. Como coordinador de esta iniciativa, París no está dispuesto a permitir que se vea truncada por las prisas de su vecino.

División industrial

Pero Berlín cree que los plazos para los proyectos de armas europeos son excesivos, lo que ha llevado al Gobierno de Scholz a adquirir equipamiento militar listo para su uso inmediato y procedente de países fuera de Europa. La iniciativa Sky Shield contempla misiles Iris-T de la alemana Diehl para el medio alcance por unos 900 millones de euros (el primer lote), los Patriot de la estadounidense Raytheon para el largo alcance (que fuentes estiman hasta 10.000 millones) y el Arrow 3 israelí para el muy largo alcance, autorizado por 4.300 millones de euros. Esto ha irritado a París puesto que, como recuerda Loss, "la visión francesa sobre cómo reforzar la capacidad defensiva europea está centrada en fortalecer su industria de defensa".

Foto: Hervé Dammann, vicepresidente de Thales. (AED)

Macron lleva años instando a los estados miembros de la UE a impulsar una industria propia de defensa y comprar armamento fabricado en el continente, un empeño que mantiene hasta el día de hoy. Durante la reunión de esta semana en París, el mandatario argumentó que las decisiones de compra a corto plazo, como la de Alemania, tendrán consecuencias a largo plazo para las capacidades militares europeas, dado que todo euro gastado en la adquisición de sistemas de armas de terceros países es uno que no contribuirá a la investigación y el desarrollo de la industria en los Veintisiete. Además de suponer un problema en caso de conflicto.

"Cuando veo a ciertos países incrementar su gasto en defensa para comprar masivamente sistemas no europeos, simplemente les digo: 'Estás creando problemas para el mañana'", dijo Macron en un reciente discurso.

Foto: Soldados españoles, de maniobras en Letonia. (EFE)

De acuerdo con reportes de medios franceses, el Elíseo está particularmente irritado por la exclusión en la iniciativa germana del sistema antimisiles SAMP/T, también conocido como Mamba. Fabricado por un consorcio italiano-francés, el armamento lleva meses funcionando en Ucrania y cumple una función similar a los Patriot de EEUU, con capacidad de prevenir ataques con misiles balísticos y de crucero.

A nadie se le escapa el hecho de que Francia cuenta con grandes intereses industriales a la hora de promover una defensa "europea para Europa", como indicó Macron durante el encuentro. Con 5.000 empresas y 400.000 puestos de trabajo en el sector, (incluidos 165.000 dedicados exclusivamente al armamento), la industria francesa representa más del 25% de la capacidad de toda la UE.

División estratégica

Finalmente, existe una discrepancia estratégica que separa a los vecinos europeos. Quizás la más complicada, ya que hunde sus raíces en las propias doctrinas militares de cada países más allá de pactos internacionales y alianzas. En este caso, Francia y Alemania dan una importancia radicalmente diferente a los sistemas antiaéreos como herramienta de defensa.

"Francia, tradicionalmente, ha confiado en su estatus de potencia nuclear para disuadir a cualquier adversario potencial de lanzar misiles contra su territorio, en lugar de desplegar sistemas para protegerse de ese tipo de ataques", explica Loss. La doctrina militar francesa, por lo tanto, concede una importancia limitada a la capacidad antimisiles para defender el territorio nacional más allá de la protección de tropas sobre el terreno.

Esto no significa que París renuncie por completo a la defensa de sus cielos. Esta misma semana, el Ministerio de Defensa de Francia anunció la compra de cientos de misiles antiaéreos Mistral, fabricados por la francesa MBDA, junto con Bélgica, Chipre, Estonia y Hungría. Sin embargo, este planteamiento estratégico sí contribuye a que Gobierno de Macron mire con escepticismo adquisiciones como la de los Arrow-3, cuyo precio y origen creen que no compensa.

Foto: Batallón francés de la OTAN, en Rumanía. (Reuters/George Calin)
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Aunque Alemania destaca la disuasión nuclear en su recientemente publicada Estrategia de Seguridad Nacional, la realidad es que el país no cuenta con este tipo de armamento y no puede permitirse la complacencia francesa. "Los alemanes miran lo que está sucediendo en Ucrania y temen que lo mismo pueda pasarles a ellos en el futuro, por lo que buscan asegurarse lo antes posible de ser capaces de interceptar cualquier misil antes de que llegue a territorio alemán", indica el analista de ECFR.

Otra preocupación de París sobre el escudo antimisiles propuesto por Alemania es que socave, a los ojos de Moscú, su capacidad de segundo ataque. La ley de oro de la disuasión nuclear se puede resumir con la máxima quien dispara primero, muere segundo. Sin embargo, si uno de los bandos cuenta con una capacidad antiaérea tan avanzada como para evitar esta destrucción mutua asegurada, el otro se encuentra con una desventaja masiva. En los círculos estratégicos franceses, muchos temen que el desarrollo del Sky Shield incentive a Rusia a iniciar otra crisis o a escalar dramáticamente la actual en Ucrania en el corto plazo, antes de que el proyecto concluya.

En última instancia, resulta difícil no considerar estas desavenencias franco-alemanas como una consecuencia más del deterioro de una relación que hace tiempo que no pasa por sus mejores momentos. "Forma parte de una tendencia más amplia" —señala Loss— "una en la que Alemania y Francia no parecen capaces de ponerse de acuerdo en múltiples asuntos".

En pleno Paris Air Show, uno de los eventos de referencia para la industria de defensa europea, el presidente Emmanuel Macron convocó a una cumbre improvisada con ministros de Defensa europeos, altos militares estadounidenses y de la OTAN y ejecutivos del sector. Alemania, que pensaba enviar a un funcionario secundario, finalmente estuvo representada por el propio ministro Boris Pistorious. Pero lo que el Elíseo vendió como un foro de debate entre aliados sobre el futuro de la defensa europea era en realidad un desafío frontal a la iniciativa del escudo antimisiles europeo que promueve Berlín desde el año pasado. Algo que el propio Macron se encargó de dejar claro, de forma nada sutil, al comparecer ante la prensa.

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