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¿A qué juega Francia? Así metió Macron a la defensa europea en un callejón sin salida
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el liderazgo militar de parís se desdibuja

¿A qué juega Francia? Así metió Macron a la defensa europea en un callejón sin salida

A punto de cumplirse un año del conflicto, el papel de París ha sido, por momentos, ambiguo, y su liderazgo se ha ido desdibujando con el paso del tiempo. Muchos analistas se preguntan, ¿a qué está jugando Macron?

Foto: Macron, Putin y la supermesa, en febrero de 2022. (EFE/Sputnik)
Macron, Putin y la supermesa, en febrero de 2022. (EFE/Sputnik)

Hace poco más de un año, el presidente Emmanuel Macron protagonizaba con Vladímir Putin uno de los memes más delirantes de la geopolítica: la supermesa. Apenas faltaban un par de semanas para que comenzara la invasión y el líder francés —un poco ingenuamente, visto en perspectiva— todavía creía que era posible apaciguar al exagente de la KGB. Viajó a Moscú buscando una “solución histórica” para evitar la guerra y se fue con una chufla épica en las costillas. Su conversación de cinco horas con Putin, separados por seis metros de madera de haya lacada en blanco, acabó en nada. “Los próximos días serán decisivos para una desescalada”, afirmó Macron al salir. Y ya sabemos lo que pasó.

En ese momento, el empeño de París por lograr evitar el conflicto fue aplaudido internacionalmente. Había un escepticismo generalizado, empezando por los propios ucranianos, ante los insistentes avisos de Washington de que la guerra era inminente. Macron entró en escena buscando los dividendos de varios años cultivando relaciones diplomáticas con los rusos —precisamente para evitar este escenario—. El presidente galo venía de diagnosticar a la OTAN con "muerte cerebral" en 2019, mientras impulsaba la idea de una autonomía estratégica europea, con unas potenciales Fuerzas Armadas de la Unión, como alternativa al eje atlantista. Pero comenzó el conflicto. A punto de cumplirse un año del conflicto, el papel de París ha sido, por momentos, ambiguo, mientras su liderazgo se ha ido desdibujando con el paso de los meses. Muchos se preguntan, ¿a qué está jugando Macron?

Ese intento de apaciguamiento fue visto como naíf por los halcones atlantistas, que señalaban el error de cálculo del francés al dejarse engatusar por Putin y su mesa gigante. Pero la cosa fue a más cuando Macron continuó conversando con el Kremlin incluso después de que reventara las fronteras ucranianas con una ocupación a gran escala. Hasta en 13 ocasiones, según datos públicos del Elíseo, pero puede que más. Unos contactos que solo han puesto de relevancia su nula influencia política sobre Putin. De hecho, en más de una ocasión, estas conversaciones fueron utilizadas para meter cizaña entre los aliados, como cuando Moscú aseguró que el presidente francés hizo una “petición personal” para organizar corredores humanitarios para civiles ucranianos… con destino Rusia. “Esto no es serio”, respondería Macron horas después. “Es de un cinismo moral y político que me resulta insoportable”, agregó.

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Pero lo que más ha indignado a los aliados más combativos en el este y norte de Europa —es decir, los que tienen al enemigo literalmente a sus puertas— han sido algunos de los erráticos comentarios de Macron sobre el futuro de la guerra y su confianza en la victoria ucraniana. En junio, el mandatario aseguró que Occidente “no debería humillar a Rusia” porque había que mantener una vía diplomática abierta llegado el momento. Esto ubicaba a París al mismo nivel timorato de Berlín y en conflicto con la teoría de Polonia, los bálticos y los nórdicos de que solo una contundente y definitiva derrota de Putin puede asegurar la seguridad en el flanco oriental de la OTAN.

“Pedir que se evite humillar a Rusia solo puede humillar a Francia y a cualquier país que defienda esto. Porque es Rusia la que se humilla a sí misma”, respondió en ese momento el ministro de Exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba. “Mejor nos centramos todos en cómo poner a Rusia en su sitio. Eso es lo que traerá paz y salvará vidas”, agregó.

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El más reciente de estos malabarismos retóricos fue en diciembre, durante una visita a Estados Unidos, cuando Macron aseguró en una entrevista que los “temores de Rusia de tener a la OTAN justo a sus puertas” deberían ser tenidos en cuenta mediante “garantías de seguridad para Moscú el día que decida regresar a la mesa de negociaciones”. Las declaraciones desataron un pandemonio de críticas por unos comentarios "peligrosos e irresponsables" que legitiman las narrativas del Kremlin para lanzar una invasión ilegal y unilateral de un país vecino. La expansión de la OTAN a Europa del Este es un clásico entre los apologistas de Putin en Occidente, quienes, de algún extraño modo, justifican la sangría ucraniana como una respuesta rusa a la creciente presencia aliada en el vecindario, y no como el resultado de las fantasías imperiales del líder ruso.

“Durante años, el Kremlin ha explotado cínicamente el imaginario de amenazas de seguridad para justificar sus propias agresiones internacionales. Con sus comentarios, el presidente francés se arriesga a dar por buenas estas falsas preocupaciones. Es Ucrania, y no Rusia, quien necesita desesperadamente garantías de seguridad. Hacerse eco de la desinformación deliberada del Kremlin tan solo sirve para envalentonar a Rusia y prolongar la guerra”, considera Peter Dickinson, editor del servicio UkraineAlert, del grupo de análisis The Atlantic Council.

El peligro de caer en la irrelevancia

En paralelo, Macron ha tratado de mostrarse como un aliado sólido para Kiev, recogiendo fondos para la reconstrucción del país y prometiendo una significativa ayuda militar, siendo uno de los primeros países en ofrecer blindados para el frente ucraniano. Sin embargo, esto tampoco está del todo claro.

La ayuda militar y financiera francesa era, hasta noviembre del año pasado, la tercera más alta en la Unión Europea y la séptima del mundo, según los datos del Instituto Kiel para la Economía Mundial. Entre las entregas galas están equipos avanzados como los howitzers Caesar, los sistemas de defensa aérea Crotale y unos lanzamisiles de precisión del estilo HIMARS estadounidense. Podría mandar más, pero las Fuerzas Armadas francesas han avisado de que quieren evitar vaciar sus propios stocks de armas y munición de forma muy significativa.

Sin embargo, un análisis sobre el terreno de la organización Strategic Ark en Polonia rebajó considerablemente la contribución militar francesa en tonelaje, con menos del 2% del material entregado hasta septiembre. Muy por detrás de EEUU, con un 49%, Polonia, con un 22%, e incluso Alemania, tan criticada en esta guerra, con un 9%, e Italia, con un 3%.

"Estaba preocupado por la fiabilidad de las estadísticas que mostraban a Francia muy alto en las listas de países que contribuyen [con el esfuerzo de la guerra]”, dijo François Heisbourg, uno de los analistas de defensa más influyentes de Francia y miembro del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos. El académico viajó en octubre al principal centro de distribución en Polonia para ver cuánto tonelaje se estaba entregando de verdad, más allá de las promesas. "Lamentablemente, las cifras confirmaron mis temores. Francia está mucho más abajo en la lista, en la novena posición”, agregó en una entrevista con la BBC.

"No sentí que los ucranianos estuvieran molestos con nosotros. Era peor: tenía la sensación de que estábamos volviéndonos irrelevantes"

El Elíseo se defiende argumentando que la verdadera medida del apoyo militar a Kiev es la calidad y no solo la cantidad. Y mientras muchos países están entregando antiguallas y equipo desfasado, París ha cedido 18 unidades de cañones autopropulsados Caesar, muy celebrados por los ucranianos en el frente. Esto supone un cuarto de toda la artillería móvil francesa. Y, como otros aliados europeos de la OTAN, el país reconoce que el dividendo de paz de la pos Guerra Fría dejó sus inventarios tiritando y que no puede desproteger otras regiones donde tiene presencia militar comprometida, como el Sahel o el Indo-Pacífico.

"Cuando estuvo en Kiev, todo el mundo fue muy amable. No sentí que los ucranianos estuvieran molestos con nosotros, los franceses”, explicó Heisbourg. “En cierto modo, era peor. Tuve la clara sensación de que estábamos volviéndonos irrelevantes”.

¿Ex? campeón de la defensa europea

Y aquí es donde el problema nos salpica a todos. Porque, para ser justos, Macron siempre tuvo razón en una cosa: Europa debía tomarse en serio su defensa. Algo por lo que el joven mandatario llevaba abogando desde que llegó a la presidencia en 2017. Su propuesta consistía en construir una alternativa más europea a la vieja OTAN, con toda una mochila histórica de prejuicios y distorsiones. Una autonomía estratégica que independizara a la UE en sus objetivos y capacidades de Washington, algo que con Donald Trump en la Casa Blanca tenía más sentido que nunca.

Francia, único poder atómico de la UE y con el Ejército más poderos de los 27, miembro del consejo de seguridad permanente de la ONU y con una potente industria militar, era el candidato obvio para encabezar esta propuesta. Además, su independencia energética gracias a la capacidad nuclear expandida durante el shock petrolero de los 70 la hacía virtualmente inmune al chantaje del gas ruso en el que sus vecino alemanes se vieron empantanados hasta hace pocos meses. París debería sentirse reivindicada. ¿O no?

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“El problema es que, visto desde Varsovia, Tallin o Estocolmo, Francia se ha equivocado por partido doble. Primero, París infravaloró el compromiso de Washington, y lo indispensable de su apoyo, para la seguridad europea. El papel crucial de EEUU en proveer ayuda a Ucrania arroja serias dudas sobre la idea de que Europa pueda en algún momento ser estratégicamente autónoma”, escribió Pawel Zerka, analista del European Council on Foreign Relations, en un reciente análisis en El Confidencial.

“Y segundo, Francia parece demasiado dispuesta a relacionarse con Rusia —lo hizo después de la anexión de Crimea en 2014 e incluso después de la invasión total de Ucrania este año—. El recuerdo de Macron en 2019, con la muerte cerebral de la OTAN y su reunión en Brégançon con Vladimir Putin, aumentó la desconfianza de muchos políticos del este y norte de Europa”, agregó.

Rectificar el tiro

Ahora, París trata de rectificar el tiro. Primero, Macron ha anunciado un impulso histórico al gasto de defensa francés de 400.000 millones de euros entre 2024 y 2030 (o unos 60.000 millones anuales, casi el triple que España). Esto representa un incremento del 40% respecto a los casi 300.000 millones del anterior ciclo presupuestario 2019-2025 y elevará su inversión militar por encima del 2% comprometido con la OTAN (aunque los funcionarios han evitado dar previsiones específicas). Francia ya había llegado a la cota del 2% en 2020 tras promediar un 1,8% del PIB entre 2014 y 2019. Además, se incrementará un 60% el presupuesto en inteligencia militar y se preparará a las Fuerzas Armadas para un conflicto de alta intensidad como el ucraniano.

Ya el año pasado, el presidente instó a los contratistas militares domésticos, como Dassault Aviation, Thales, Safran y Nexter Systems, a elevar la producción e impulsar las capacidades europeas de una “industria de defensa mucho más grande, más grande y más ambiciosa”. “Francia ha entrado en una economía de guerra en la que creo que estaremos metidos mucho tiempo”, dijo el mandatario en ese momento. Sin embargo, al igual que pasó con el Zeitenwende alemán de 100.000 millones, casi un año después los progresos son muy limitados. “Los nuevos conflictos de este siglo no serán de nuestra elección”, dijo Macron en un discurso de Año Nuevo desde la base aérea de Mont-de-Marsan. “No hay más dividendo de paz después de la agresión de Rusia contra Ucrania”.

Foto: Blindado cazacarros AMX-10 RC. (4e RCh)

Además, Francia diluyó el concepto de autonomía estratégica europea en una difusa estrategia industrial militar común, más que un camino hacia las Fuerzas Armadas Europeas operativas, y se quiere proyectar ahora como el punto de cooperación entre la OTAN y la UE. Pero nada de esto le asegura recuperar la influencia perdida. A finales del año pasado, un grupo de analistas geopolíticos, publicaron una carta conjunta en el diario Le Monde para pedir que Francia sea "el mejor aliado de Ucrania".

“El resultado de la guerra en Ucrania sigue siendo incierto. Sin embargo, los contornos de la Europa del futuro ya están tomando forma con un centro de gravedad que, en cualquier caso, se moverá hacia el este del continente y en el que Francia se arriesga a sufrir una severa devaluación”, dijeron los expertos en la misiva. “Los países más activos apoyando a Ucrania están desafiando la primacía de París y Berlín en la Unión Europea. No nos engañemos. Mediante sus errores e insuficiencias ante la agresión rusa, Francia ha perdido una oportunidad histórica para afianzar su lugar y su fuerza”, concluyen.

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Por el momento, Macron parece haber tomado nota. En enero, fue el primero en romper el tabú de los carros de combate anunciando el envío de varios blindados ligeros AMX-10 EC, movimiento que posteriormente secundaron EEUU (con los Bradley) y Alemania (con los Marder). Además, París también estudia el envío de los Leclerc, el principal tanque pesado francés, mientras sus aliados hacen los propio con los Leopard 2 alemanes, los Challenger británicos y los Abrams estadounidenses. Y, quizás más importante, se comprometió a apoyar a Ucrania “hasta la victoria final” en la visita relámpago que hizo el presidente Volodímir Zelenski a Europa, en la que intercaló una improvisada escala parisina entre Londres y Bruselas para ser esta vez él quien tratara de engatusar a Macron.

"Ucrania puede contar con Francia y sus aliados europeos para ganar la guerra. Es necesario que aportemos el apoyo militar necesario para Ucrania, para preservar su futuro", prometió el presidente francés. “Rusia ni puede ni debe ganar”.

Hace poco más de un año, el presidente Emmanuel Macron protagonizaba con Vladímir Putin uno de los memes más delirantes de la geopolítica: la supermesa. Apenas faltaban un par de semanas para que comenzara la invasión y el líder francés —un poco ingenuamente, visto en perspectiva— todavía creía que era posible apaciguar al exagente de la KGB. Viajó a Moscú buscando una “solución histórica” para evitar la guerra y se fue con una chufla épica en las costillas. Su conversación de cinco horas con Putin, separados por seis metros de madera de haya lacada en blanco, acabó en nada. “Los próximos días serán decisivos para una desescalada”, afirmó Macron al salir. Y ya sabemos lo que pasó.

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