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Los alquileres por las nubes y odios en Tinder: la otra gran invasión de los rusos
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El país que da la espalda a Putin

Los alquileres por las nubes y odios en Tinder: la otra gran invasión de los rusos

Un piso en el centro de Tbilisi costaba cerca de 300 euros antes de la guerra. Ahora, el mismo piso ha subido a los 1.000 mensuales por la llegada de miles de rusos a la capital

Foto: Manifestación contra el restablecimiento de los vuelos directos entre Tbilisi y Moscú. (EFE/Zurab Kurtsikidze)
Manifestación contra el restablecimiento de los vuelos directos entre Tbilisi y Moscú. (EFE/Zurab Kurtsikidze)

Un apartamento en el centro de 80 metros cuadrados, tres dormitorios, dos baños y un balcón. 1.500 euros al mes. También en el centro, un piso recién reformado de 48 metros, repartidos en dos habitaciones y un baño. 1.000 euros al mes. Mariam Nikuradze, una periodista nacida y residente en Tbilisi, se encuentra diariamente con anuncios como estos. Hace unos meses, cuando ella misma estaba buscando piso y, ahora, a través de amigos y familiares que libran una lucha diaria por encontrar una vivienda en la capital de Georgia. "El piso en el que vivía en 2021 costaba cerca de 300 euros. Ahora, uno similar y en una zona cercana ha subido a 900". Entre 2021 y ahora, Rusia invadió Ucrania y miles de rusos abandonaron su país. Algunos de ellos con destino a Georgia. "Han venido aquí y han empezado a alquilar y a comprar casas. Tienen dinero y eso hace que suba la demanda. Los alquileres han subido por su culpa, es así de claro", afirma Nikuradze.

La primera oleada de rusos que llegaron a Georgia ocurrió entre febrero y marzo de 2022, justo después del inicio de la guerra. La segunda, y más masiva, en septiembre de ese mismo año, por la “movilización parcial” anunciada por Vladímir Putin, que provocó la huida de otros miles de personas para escapar del reclutamiento. Los datos oficiales apuntan a que más de 110.000 ciudadanos rusos viven el país vecino, aunque los locales creen que son muchos más.

Foto: Imagen de la protesta contra la ley de agentes extranjeros en Tiflis, Georgia. (EFE/Zurab Kurtsikidze)

Los precios de los alquileres es uno de los síntomas de esta afluencia de rusos. Un estudio de un banco local citado por la periodista apunta a que han subido más del 120% del año pasado hasta ahora. Otras cifras de empresas locales elevan la cifra al 210%. El final del covid y el retorno del turismo empezó con un aumento que se disparó con la llegada de ciudadanos de Rusia. "Es innegable que está relacionado. Por ejemplo, un compañero de trabajo ha cambiado de piso cuatro veces en un año, la mayoría de las veces porque le subían el alquiler. Le decían que tenían otra persona que pagaba más y la mayoría de los casos los que estaban dispuestos a eso eran rusos", explica Nikuradze a El Confidencial.

Las consecuencias son muy parecidas a las que sufren otras ciudades grandes en Europa por el aumento de los alquileres: los locales tienen casi vetado el acceso a la vivienda en el centro de la ciudad y están obligados a mudarse a las afueras. En el caso de los estudiantes, sobre todo los que vienen de otras partes del país a estudiar en la capital, la situación es hasta peor y en la universidad se organizaron manifestaciones masivas durante semanas. Los jóvenes reclamaban que se acomodaran y reformaran las residencias universitarias para que no tuvieran que hacer frente a un alquiler en la ciudad. La iniciativa se ha quedado, por ahora, en una promesa del centro.

placeholder Un grafiti con las banderas de la UE, Ucrania y la OTAN, en Tbilisi. (EFE/Zurab Kurtsikidze)
Un grafiti con las banderas de la UE, Ucrania y la OTAN, en Tbilisi. (EFE/Zurab Kurtsikidze)

Además del precio de la vivienda, el fenómeno ruso en Georgia ha afectado también a otros sectores, como la cesta de la compra. "(Los rusos) han contribuido a la inflación porque la creciente demanda conduce a precios altísimos. Por otro lado, también tuvieron un efecto económico positivo. Hay un crecimiento económico que se les puede atribuir, pero esto será solo temporal", dijo Goga Tushurashvili, jefe de investigación de la organización local IDFI, a Politico.

Las calles del descontento

Mariam Nikuradze no duda al afirmar que, en un año, el poder adquisitivo de los georgianos ha bajado, sobre todo para aquellos que ya estaban en situaciones de vulnerabilidad. Sin embargo, la poca simpatía que sienten los locales hacia los recién llegados tiene un origen mucho más complejo que la subida de los precios del alquiler. “Hemos tenido una guerra con Rusia en 2008 y dos zonas ocupadas, Osetia del Sur y Abjasia. Nadie lo ha olvidado y eso nos pone en una situación complicada. No sé, puede parecer un poco raro que la gente se mude a un país con el que hace unos años estaba en guerra”, se pregunta en entrevista con este periódico.

A este contexto histórico se suma una situación económica y también una preocupación por cuestiones de seguridad. "Tener a tantos rusos aquí puede ser peligroso porque puede ser un motivo para que Putin ataque, no es la primera vez que argumenta las invasiones para proteger a su población en otro país", subraya.

Foto: Georgianos protestaban en junio para pedir que el país sea candidato a formar parte de la Unión Europea. (EFE/Zurab Kurtsikidze)

La postura de los habitantes de Tbilisi hacia los recién llegados es un fenómeno que no pasa desapercibido. Las cifras no son oficiales, pero la periodista local estima que cerca del 80% de los habitantes de la ciudad no está a favor de la llegada de masiva de los rusos. Los grafitis, carteles y pegatinas en las calles son una manera de percibir esta sensación. "Putin khuylo", que se traduce como "Putin imbécil" o "Rusos volved a vuestras casas" son algunas de las frases estampadas en las fachadas de los edificios y pegatinas de algunos bares del centro. En Fabrika, un albergue de estilo industrial con espacio de coworking, bares y tiendas hipsters, uno de los locales ha colgado una advertencia: "¡Rusia es un agresor! ¡Abajo el régimen bandido de Putin! ¡Los que no estén de acuerdo no entran!".

Este tipo de mensajes no son una excepción en Tbilisi, y algunos bares como Dedaena se han popularizado por su postura firme contra los rusos que no condenen la invasión. El local ha impuesto una especie de régimen de visas en el que cada ruso que entra tiene que rellenar un cuestionario online en el que tiene que marcar que está a favor de cuestiones como: "No voto por Putin, es un dictador" o "Condeno la agresión rusa en Ucrania". Este es el peaje que todo ciudadano de Rusia tiene que pagar por consumir en este bar.

placeholder Anuncio en un bar de Tbilisi. (EC)
Anuncio en un bar de Tbilisi. (EC)

Estas advertencias, así como las banderas ucranianas desplegadas y pintadas por Tbilisi, son un mensaje directo para los rusos. Algunos de ellos se han integrado en la sociedad georgiana, mientras que muchos otros se relacionan solamente con sus compatriotas. Tamara, una guía turística en la capital, explica que algunos locales prefieren no acudir a negocios dirigidos por ciudadanos procedentes de Rusia. “Muchas personas, incluso yo misma, fingen que no saben ruso si alguien les pregunta algo en ese idioma”, sostiene.

Ante este fenómeno social, algunos recién llegados se han mostrado contrarios a la ideología y objetivos políticos de Putin desde su llegada a Georgia. Dejar clara esta postura se ha convertido en un requisito para poder forjar amistades, y también para ligar. Mikhail, de 29 años, escribe en su perfil de Tinder: “Soy otro chico IT (experto en tecnología) que ha escapado del régimen y quiere empezar un nuevo capítulo de su vida”. Un vistazo por varios perfiles de Tinder muestra que, en el caso de los jóvenes rusos, subrayan su posición contra la guerra para poder tener oportunidades de conseguir un match.

La política va por otro lado

El rechazo visible en las calles no está totalmente respaldado por el poder político. El caso más representativo fue el proyecto de ley sobre agentes extranjeros que apoyó en marzo el Parlamento georgiano, conocido popularmente como "ley rusa" y que provocó que miles de personas salieran a las calles por su similitud con otras iniciativas políticas aprobadas por el Kremlin. Los diputados acabaron dando marcha atrás y el proyecto nunca fue aprobado, pero las movilizaciones, en las que miles de personas ondeaban banderas de la Unión Europea, fueron la manera de mostrar que la sociedad georgiana daba la espalda simbólicamente a Vladímir Putin.

placeholder Grafiti en una de calle de Tbilisi. (Cedida)
Grafiti en una de calle de Tbilisi. (Cedida)

Esta posición la comparte una mayoría de georgianos, según la encuesta del Instituto Nacional Democrático, que arroja que el 83% de la población aprueba la adhesión del país a la UE. Sin embargo, muchos acusan al Gobierno de no actuar de manera consecuente con los intereses de la sociedad actual. Además de la "ley rusa", jóvenes como Mariam Nikuradze critican que el Gobierno no ha tomado medidas suficientes para frenar el impacto tanto económico como social de la llegada de miles de rusos.

Uno de los principales obstáculos apunta al partido gobernante, Georgian Dream, fundado por el ex primer ministro Bidzina Ivanishvili, acusado por sus vínculos con el Kremlin. Esta relación parece no estar extinta y la fortuna que hicieron algunos miembros de la formación ha fortalecido la lealtad de algunos hacia Rusia. "En los últimos años, y especialmente en los últimos 18 meses, la coalición gobernante de Georgia ha realizado una serie de movimientos que parecen diseñados para distanciar al país de Occidente y trasladarlo gradualmente a la esfera de influencia de Rusia", indicó el European Council of Foreign Relations (ECFR) en un informe. Una de las más recientes, el restablecimiento de los vuelos directos entre Moscú y Tbilisi (lo que provocó protestas en la capital), y seguir permitiendo que los rusos viajen sin visado hacia Georgia a pesar de las iniciativas sociales para introducir de nuevo este sistema que fue abolido en 2012 para potenciar el turismo.

Foto: Foto: Getty/Spencer Platt.
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En un momento en el que la mayoría de los georgianos piden a gritos ser más europeos, el Gobierno les mantiene atados a su pasado soviético. Las medidas de Georgian Dream para mantener estos lazos han llegado hasta el punto de que Jim O’Brien, el coordinador de las sanciones estadounidenses, incluyó a Georgia en una lista de países que están ayudando a Rusia a evadir las sanciones.

De cara a un futuro, los jóvenes —que han encabezado muchas de las protestas a favor de la integración a la UE— planean seguir la misma senda. "Sabemos que hay una brecha entre lo que nosotros pensamos y lo que el Gobierno piensa. Y aunque Georgia pueda estar en peligro, no dejaremos de repetir y de demostrar que no nos gusta Rusia, no queremos estar asociados con Rusia ni queremos formar parte de Rusia", concluye Mariam Nikuradze.

Un apartamento en el centro de 80 metros cuadrados, tres dormitorios, dos baños y un balcón. 1.500 euros al mes. También en el centro, un piso recién reformado de 48 metros, repartidos en dos habitaciones y un baño. 1.000 euros al mes. Mariam Nikuradze, una periodista nacida y residente en Tbilisi, se encuentra diariamente con anuncios como estos. Hace unos meses, cuando ella misma estaba buscando piso y, ahora, a través de amigos y familiares que libran una lucha diaria por encontrar una vivienda en la capital de Georgia. "El piso en el que vivía en 2021 costaba cerca de 300 euros. Ahora, uno similar y en una zona cercana ha subido a 900". Entre 2021 y ahora, Rusia invadió Ucrania y miles de rusos abandonaron su país. Algunos de ellos con destino a Georgia. "Han venido aquí y han empezado a alquilar y a comprar casas. Tienen dinero y eso hace que suba la demanda. Los alquileres han subido por su culpa, es así de claro", afirma Nikuradze.

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