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España es la gran economía del euro donde más bajaron los salarios reales en 2022
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LAS CONSECUENCIAS DE LA INFLACIÓN

España es la gran economía del euro donde más bajaron los salarios reales en 2022

La OCDE corrobora que los trabajadores de nuestro país sufrieron una pérdida de poder adquisitivo del 5,3%, 10 veces superior a la de Francia y más del doble que la de Italia

Foto: Unos camareros en un bar de San Sebastián. (EFE/Juan Herrero)
Unos camareros en un bar de San Sebastián. (EFE/Juan Herrero)

España es la gran economía del euro donde más bajaron los salarios reales en 2022. Los trabajadores de nuestro país aumentaron sus ingresos de forma considerable, pero eso no les sirvió para mantener su poder adquisitivo. Todo lo contrario: el impacto de la inflación provocó un empobrecimiento del 5,3%, muy superior al de sus principales vecinos. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) corrobora que la política fiscal no sirvió para paliar esta situación.

El club de las naciones más ricas del mundo ha publicado este martes su informe anual sobre la carga tributaria de las rentas del trabajo, que deja a la masa salarial española como una de las peor paradas de la espiral de precios. Pese a que el sueldo medio creció en casi 800 euros en 2022, hasta los 28.360 euros brutos anuales, la inflación, disparada al 8,6%, se comió todo ese incremento.

La pérdida de la capacidad de compra no tiene parangón entre las grandes economías del euro con las que se suele comparar nuestro país: es 10 veces superior a la de Francia, más del doble que la de Italia e, incluso, supera en 1,4 puntos a la de Alemania, que tuvo un índice de precios de consumo (IPC) medio muy similar al nuestro. En otras palabras: lo que nos diferenció de nuestros vecinos no fue el hecho de haber tenido una inflación más disparada —ocurrió al principio de la espiral, pero el diferencial se fue atenuando a lo largo de los meses y ahora es favorable a España—, sino que los salarios han subido menos. Mucho menos. En Italia, por ejemplo, aumentaron alrededor de 1.800 euros; en Francia, 2.100, y en Alemania, 2.200. Solo los Países Bajos, Grecia, la República Checa y las naciones bálticas, que experimentaron subidas de precios de doble dígito, sufrieron una pérdida de poder adquisitivo superior.

La contención salarial tuvo unos efectos directos en el bolsillo de los trabajadores. A la cicatería de los empresarios —que aplicaron el pacto de rentas a los empleados mientras aumentaban los márgenes, como corrobora la Central de Balances del Banco de España o la estadística de ventas, empleo y salarios de la Agencia Tributaria— se unió la del Gobierno, que se ha negado una y otra vez a deflactar la tarifa del IRPF, como le pide el Partido Popular y han hecho algunas autonomías.

El tipo medio aplicado a los salarios se redujo un 0,1% en 2022 gracias a las rebajas autonómicas

En un contexto de récord de ingresos fiscales motivado, en parte, por la espiral inflacionista, la acción del Estado para compensar el hachazo del IPC sobre la capacidad de compra ha pasado inadvertida. Según el organismo con sede en París, el tipo medio solo se redujo un 0,1% en 2022. Aunque el informe no entra a valorar las causas, es muy probable que este dato se deba a las rebajas fiscales emprendidas por una decena de comunidades autónomas. Algunas de ellas, como la Comunidad de Madrid o Andalucía, han optado por deflactar el IPPF, es decir, por aumentar las cotas de cada tramo para que las actualizaciones salariales no supongan un salto al siguiente y, por tanto, la aplicación de un tipo medio superior. Pero solo lo han podido hacer sobre la parte del impuesto cedido a las regiones, ya que la parte común sigue inalterada por decisión de la Moncloa.

La polémica de la deflactación

España no es el único país donde la política fiscal no ha ayudado a compensar la pérdida de poder adquisitivo. Sin embargo, sí es de los pocos donde el sistema tributario se adapta de forma arbitraria a las subidas de precios. Hasta los años 90, nuestro país solía deflactar el IRPF cada año. Pero dejó de hacerlo cuando la entrada en la Unión Monetaria dejó atrás las épocas inflacionistas para inaugurar un largo período de estabilidad. Desde entonces, la decisión de deflactar depende de la discrecionalidad del Gobierno, que la aplicó por última vez en 2008. Pese a que el fenómeno de la inflación ha regresado en los dos últimos años, el Ejecutivo ha preferido aprovechar las subidas del IPC para recaudar más y destinar esos ingresos extra a políticas sociales para aplacar los efectos de la crisis, en lugar de mantener las rentas en el bolsillo de los ciudadanos.

Aunque la OCDE no entra a valorar esta decisión, su informe pone negro sobre blanco la excepcionalidad de España en el ámbito europeo. Además de nuestro país, Alemania, Hungría y Austria son los únicos que no establecen un período para revisar los tramos del IRPF, que suele ser anual. Pero este último, destaca el documento, acaba de aprobar una reforma que obliga al Gobierno a hacerlo con base en una propuesta de dos institutos independientes de investigación económica. En la mayoría de los casos, los gobiernos no están obligados a deflactar el impuesto sobre la renta, pero al menos deben tomar una decisión cada año, como sucede en Italia o Portugal. En España, en cambio, el Ejecutivo central va por un lado, y muchos de los autonómicos, por otro. Todo se deja al albur del interés político de cada momento.

España es la gran economía del euro donde más bajaron los salarios reales en 2022. Los trabajadores de nuestro país aumentaron sus ingresos de forma considerable, pero eso no les sirvió para mantener su poder adquisitivo. Todo lo contrario: el impacto de la inflación provocó un empobrecimiento del 5,3%, muy superior al de sus principales vecinos. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) corrobora que la política fiscal no sirvió para paliar esta situación.

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