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Por qué la prohibición de los visados a los rusos no servirá para absolutamente nada
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European Council on Foreign Relations

Por qué la prohibición de los visados a los rusos no servirá para absolutamente nada

Es una falsa ilusión pensar que poner restricciones de movimiento a los ciudadanos rusos vaya a condicionar la toma de decisiones por parte del Kremlin

Foto: El presidente ruso Vladímir Putin durante una reunión. (Reuters/Mikhail Klimentyev)
El presidente ruso Vladímir Putin durante una reunión. (Reuters/Mikhail Klimentyev)

El pasado 8 de agosto, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, hizo un llamamiento a las naciones occidentales a prohibir los visados para los turistas rusos. Su petición fue apoyada por los dirigentes de Finlandia y Estonia, dos países que están siendo la puerta de entrada de ciudadanos rusos a la UE desde que sus miembros suspendieron las conexiones aéreas con Moscú. Esta medida ha sido motivo de debate, con algunos propagandistas del Kremlin amenazando con una escalada del conflicto en Ucrania si la prohibición entra en vigor. Mientras tanto, partidarios de la propuesta alegan que las amenazas rusas demuestran que la restricción de visados incrementaría la presión sobre el Kremlin.

Desde un punto de vista moral, esta idea tiene sentido. Es inaceptable que los nacionales rusos puedan disfrutar de sus vacaciones en hoteles de lujo de la Costa Azul o en centros comerciales de las capitales europeas mientras los ucranianos están sufriendo y muriendo por la invasión rusa. Viajar a Europa no es un derecho humano. En este caso, sería un privilegio concedido a nacionales de un país que ha invadido, en contra de toda norma internacional, un país vecino y ha cometido crímenes de guerra a gran escala.

Prohibir a los rusos viajar a la UE no los aislaría, simplemente buscarían otros destinos

El segundo argumento a favor de prohibir los visados es que mandaría un mensaje a la sociedad rusa, especialmente a la clase media-alta urbana —cuyas opiniones son las que supuestamente más conciernen al Kremlin—, de que la guerra tiene un precio. Los adeptos a la medida ven la oportunidad de viajar a Europa como parte del contrato social que el régimen ruso ha creado con la ciudadanía. Al cortar este lazo entre el Gobierno y los ciudadanos de a pie, el Kremlin tendría menos margen de maniobra.

Esta línea argumental tiene dos puntos débiles. Primero, que es una falsa ilusión pensar que poner restricciones de viaje a los ciudadanos rusos vaya a tener algún efecto en las políticas de Moscú. Desplazarse a Europa ya era muy caro para la mayoría de los rusos, incluso antes de la suspensión de vuelos entre el país y los Estados europeos. Prohibir a los nacionales rusos viajar a la UE no los aislaría, simplemente buscarían otros destinos. Aunque es cierto que la posibilidad de visitar el viejo continente no ha hecho necesariamente que los rusos sean más receptivos con los valores occidentales, la prohibición de visados —una medida que la UE nunca había impuesto a nacionales de otros países— podría ser usada por el Kremlin para alimentar su propaganda acerca de una supuesta rusofobia.

Los ciudadanos rusos que viajen a Europa deberían comprobar con sus propios ojos que la verdadera Europa no se corresponde con la caricatura que Moscú hace de ella. La decisión de imponer restricciones sería bien recibida por el régimen ruso, que ha ido construyendo su legitimidad sobre el resentimiento y frustración de la ciudadanía. En su lugar, la prohibición aumentaría la vulnerabilidad de los rusos más abiertos y tolerantes, ya que cualquiera de ellos que haya vivido o visitado el continente sería susceptible de ser etiquetado como la 'quinta columna' de Occidente en Rusia. Estas personas tendrán un rol muy importante en el futuro, puesto que seguirá habiendo una Rusia después de Putin.

Foto: Día de la Victoria en Rusia. (Reuters/Maxim Shemetov)

Segundo, el argumento a favor de las restricciones ignora el hecho de que Moscú deja poco espacio para que la ciudadanía exprese su descontento y castiga con dureza a aquellos que intenten hacerlo. A lo largo de estos años, el Kremlin ha sabido instrumentalizar con éxito la fragmentación social y política de la sociedad rusa para prevenir el auge de un movimiento de protesta organizado. Al mismo tiempo, ha utilizado diversos instrumentos para moldear la opinión pública a su favor y desacreditar discursos alternativos. Es prácticamente imposible que las protestas masivas que tuvieron lugar en Moscú entre 2011 y 2012 puedan volver a suceder, por lo que los rusos que se oponen a la guerra en Ucrania han encontrado formas alternativas de manifestarse, permitiéndoles lanzar un mensaje en espacios públicos intentando correr el menor riesgo posible. Prohibir a estas personas la entrada a la UE les privaría de una vía de escape a la represión gubernamental, impidiendo que puedan viajar al bloque comunitario en caso de que se encontrasen ante un riesgo inminente. Estas personas no deberían tener que elegir entre el asilo y la lealtad al régimen. Deberían tener la oportunidad de quedarse en Rusia si están dispuestos a correr el riesgo de ser reprimidos y, al mismo tiempo, de poder salir del país si lo necesitan, incluso para cortos periodos de tiempo.

Existe también un cierto autoengaño en el argumento de que la prohibición afectaría únicamente a los visados de los turistas. Estos documentos son clasificados de acuerdo con el tiempo de estancia de los viajeros: hasta 90 días o una mayor duración. Los motivos del desplazamiento —turismo, visitas familiares o viajes de negocios— tan solo determinan el tipo de documentación que acompañará a la solicitud presentada. Las restricciones a los visados turísticos significarían una prohibición tanto a cualquier desplazamiento de menos de 90 días, independientemente del motivo, como a las solicitudes basadas en reservas de hoteles, que representan la manera más rápida de pedir un visado. Sería una tarea difícil para los nacionales rusos —incluyendo activistas, periodistas y artistas— solicitar un visado sin tener de antemano contactos en los países europeos y sin pasar por el tedioso proceso burocrático que rodea a los trámites para visados no-turísticos.

Los visados humanitarios, presentados con frecuencia como una alternativa al alcance de estas personas, solo se encuentran disponibles en un reducido número de países de la UE. Y es muy poco probable que un nacional ruso que reciba este documento pueda volver a su país de manera segura. Por ello, esta medida dejaría a estas personas sin otra posibilidad que tener que elegir entre un exilio forzado o un retorno a Rusia sin garantías de seguridad.

Foto: Militares rusas ensayan para el desfile del Día de la Victoria en la Plaza Roja de Moscú. (EFE/Maxim Shipenkov)

Por el bien de su propia identidad, la Unión Europea debería pensar dos veces antes de adoptar una medida que pondría en duda los valores que aspira a defender. El proyecto europeo se basa en la tolerancia y la no discriminación, a pesar de que, en los últimos años, el bloque comunitario no ha seguido estos valores en su política migratoria.

De ninguna manera, la prohibición de visados para los turistas rusos va a contribuir a la victoria de Ucrania en la guerra. Es preferible que la UE se centre en las medidas que sí pueden ayudar a Kiev a conseguir este objetivo: imponer sanciones a Rusia para que no pueda sustentar su maquinaria de guerra, incrementar la resiliencia económica, social y financiera de Ucrania y suministrar el armamento que necesita para mantener el esfuerzo bélico. Bruselas debería prepararse para mantener todas estas medidas de apoyo a largo plazo y no malgastar recursos en decisiones simbólicas pero sin efectos prácticos.

*Análisis publicado originalmente en inglés en el European Council on Foreign Relations por Marie Dumoulin y titulado 'Unmoved: Why a ban on Russians’ visas won’t help'.

El pasado 8 de agosto, el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, hizo un llamamiento a las naciones occidentales a prohibir los visados para los turistas rusos. Su petición fue apoyada por los dirigentes de Finlandia y Estonia, dos países que están siendo la puerta de entrada de ciudadanos rusos a la UE desde que sus miembros suspendieron las conexiones aéreas con Moscú. Esta medida ha sido motivo de debate, con algunos propagandistas del Kremlin amenazando con una escalada del conflicto en Ucrania si la prohibición entra en vigor. Mientras tanto, partidarios de la propuesta alegan que las amenazas rusas demuestran que la restricción de visados incrementaría la presión sobre el Kremlin.

Conflicto de Ucrania
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