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Brasil, al mejor postor: Lula recoge cable para apagar el incendio de sus opiniones sobre Ucrania
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"Zelenski es tan responsable como Putin"

Brasil, al mejor postor: Lula recoge cable para apagar el incendio de sus opiniones sobre Ucrania

Lula da Silva llega a España para firmar acuerdos bilterales con socios europeos después de las polémicas declaraciones interpretadas como un apoyo a Rusia en la guerra de Ucrania

Foto: Luiz Inácio Lula da Silva, en su visita a Portugal. (Reuters/Rodrigo Antunes)
Luiz Inácio Lula da Silva, en su visita a Portugal. (Reuters/Rodrigo Antunes)

"Ayer soñé que estaba en Moscú, bailando un pagode ruso en la discoteca Cossacou". La canción alegre del artista popular Luiz Gonzaga combina poco con el ambiente de tensión calma que permea el Gobierno de Brasil en los últimos días, sacudido por las polémicas relacionadas con la política internacional después de que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva afirmara que Ucrania tenía responsabilidad en la invasión rusa del país ("ambos países tomaron la decisión de guerra") y acusara a Washington de "fomentar" el conflicto. Además, algún que otro escándalo doméstico, como la dimisión de un general amigo del presidente por una supuesta implicación en los actos golpistas del 8 de enero.

Lula ya está lejos de Brasil, en Portugal, y este martes desembarca en España. Oficialmente, el objetivo de su viaje es firmar 13 acuerdos bilaterales para estrechar relaciones comerciales y políticas con dos socios importantes, considerados "puertas de entrada naturales" a una Europa que está resentida por sus recientes declaraciones sobre la guerra en Ucrania. Por esta razón, son los primeros países europeos que el mandatario brasileño ha decidido visitar en su tercer mandato.

Foto: El presidente brasileño, Lula da Silva, durante una visita a China la semana pasada. (Getty/Pool/Ken Ishii)

Sin embargo, según varios analistas, este viaje oficial servirá para intentar suavizar su postura sobre el conflicto ruso y retomar la característica imagen de neutralidad de la diplomacia brasileña. Lula consiguió la hazaña de cabrear a los Estados Unidos, a Ucrania y a la Unión Europea durante su paso por China, cuando pidió a Joe Biden que parase de financiar el conflicto. "Estados Unidos necesita dejar de incentivar la guerra y empezar a hablar de paz. Es necesario que la Unión Europea empiece a hablar de paz para que podamos convencer a [Vladímir] Putin y [Volodímir] Zelenski de que la paz es el interés de todos y que la guerra, por el momento, solo interesa a ambos", afirmó Lula un día después de reunirse con su homólogo Xi Jinping en Pekín.

Estas declaraciones cayeron como una bomba sobre la Casa Blanca, que acusó a Lula de repetir como un papagayo la propaganda rusa sobre Ucrania. Bruselas, que esperaba con optimismo el regreso del líder socialista tras cuatro años de bolsonarismo, también mostró su decepción y preocupación por un supuesto acercamiento de Brasil a Rusia y a China.

Foto: Foto de archivo: el presidente electo de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, asiste a la presentación de los ministros propuestos para su gobierno, en Brasilia. (Reuters/Adriano Machado)

"Yo considero equivocadas las declaraciones de Lula. Parte de su Gobierno tiene la percepción de que Rusia en alguna medida fue provocada por la OTAN, que tendría buena parte de responsabilidad por esta guerra. Este discurso perjudica al propio Ejecutivo brasileño. Aun así, creo que se ha tratado de un problema de comunicación. Si bien las palabras de Lula en China parecen reflejar la posición de este grupo, las acciones del Gobierno muestran en realidad una postura neutral", señala a este periódico Leonardo Paz Neves, analista de inteligencia del Núcleo de Prospección e Inteligencia Internacional de la Fundación Getúlio Vargas (FGV).

La ambivalencia de Lula en la guerra

Desde antes de asumir su tercer mandato, Lula ha dado muestras de querer desempeñar un papel central en un hipotético grupo de países mediadores para conseguir el fin de las hostilidades entre Moscú y Kiev. Paralelamente, el presidente de Brasil se ha desmarcado en más de una ocasión de la postura de Occidente y no ha parado de decir que "dos no se pelean si uno no quiere", responsabilizando también al Gobierno de Zelenski de la invasión rusa. Lula incluso llegó a sugerir que Ucrania podría verse abocada a ceder la disputada Crimea y negociar este asunto espinoso con Moscú para facilitar un acuerdo que ponga fin a la guerra.

La reciente visita del ministro ruso de Exteriores a Brasilia solo sirvió para empeorar la situación. Serguéi Lavrov agradeció los esfuerzos de Brasil por intentar resolver el conflicto en Ucrania y señaló que su país desea que la guerra "termine lo antes posible". Para algunos analistas brasileños, este encuentro fue un auténtico "desastre político". Una traducción ambigua de las declaraciones en ruso de Lavrov contribuyó a sembrar el caos. En la versión inglesa, el ministro de Exteriores habría dicho que Brasil y Rusia tienen "posiciones similares" sobre la guerra de Ucrania. En la versión en portugués, distribuida por el equipo de Lula, se puede leer que las posiciones de Brasil y Rusia "son únicas".

Foto: Foto de archivo: el presidente electo de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, asiste a la presentación de los ministros propuestos para su gobierno, en Brasilia. (Reuters/Adriano Machado)

Al margen de unos posibles errores de traducción, hay que contextualizar la posición de Lula desde otra perspectiva: la visita discreta a Moscú del asesor especial de la Presidencia, Celso Amorim, quien se encontró con el presidente Vladímir Putin antes de la llegada de Lavrov a Brasilia. Amorim fue ministro de Exteriores de Lula durante sus dos primeros mandatos y el propio fundador del Partido de los Trabajadores suele presentarlo en todos los actos como "el mejor canciller del mundo". La opinión pública brasileña solo conoció los detalles de esta reunión bilateral a posteriori, una semana después del viaje, cuando Itamaraty (sede del Ministerio de Exteriores) anunció que el Kremlin pondría fin a las restricciones a las importaciones de carne brasileña.

Tampoco podemos olvidar que el poderoso sector agrícola de este macroproductor de soja depende de Vladímir Putin. Brasil importa el 85% de los fertilizantes que utiliza y Rusia responde por el 23% de estas importaciones. El país tropical es el cuarto mayor consumidor de fertilizantes del mundo, detrás de China, India y Estados Unidos, y el mayor importador mundial. Otra razón de peso para no querer enemistarse con Moscú.

Foto: Durão Barroso, durante su intervención.

En medio de la polémica, la prensa local se hizo eco de unas declaraciones off the record de algunos embajadores extranjeros, que tildaron las palabras de Lula de "irritantes" e "infelices". Estas mismas fuentes apuntaban que una parte de la comunidad internacional podría alejarse de Brasil, si Lula no rectificaba su postura. "El mundo de 2023 no es el mundo de 2003 o de 2010, que aceptaba o incluso pedía una mayor presencia de Brasil. Hoy el ambiente global es de división geopolítica y el espacio para que Brasil juegue un papel de protagonismo, incluso debido a la pérdida de importancia económica, es menor", señala un embajador europeo.

Objetivo: volver a la escena internacional

Como buen estadista, Lula recibió el recado y empezó a retractarse un día después de reunirse con Lavrov en el palacio presidencial. Durante un almuerzo con el presidente de Rumanía, Klaus Iohannis, el mandatario de Brasil reforzó que su Gobierno condena la invasión rusa de Ucrania, tal y como quedó registrado en las Naciones Unidas. Sus intentos para apaciguar el enfado causado en sus socios occidentales podrían tener que ver con la reacción de los países del G7 e incluso con su eterna aspiración de que Brasil forme parte del Consejo de Seguridad de la ONU.

Con el lema de que Brasil está de regreso en el escenario internacional, Lula ha intentado desde el inicio de su mandato recobrar un rol decisivo en la diplomacia mundial. Incluso participó en la COP27 en Egipto, a finales del año pasado, antes de asumir el cargo. Para Leonardo Paz Neves, Lula ha devuelto Brasil a la escena internacional tras cuatro años de ostracismo, que define como "dramáticos". "El exministro de Exteriores de Jair Bolsonaro se jactaba de ser un paria internacional. Bolsonaro quebró los puentes con los tres principales puentes de la política internacional, Estados Unidos, China y la Unión Europea, y Lula rápidamente está intentando ya en sus primeros 100 días reparar estos puentes", señala este analista.

Foto: Ciudadanos brasileños se manifiestan a favor del presidente Lula. (EFE/Enrique García Medina)

Sin embargo, su conducta errática de las últimas semanas parece indicar que Lula olvidó cómo usar aquellas habilidades oratorias y estratégicas que en el auge de su gestión le convirtieron en un mago de la diplomacia. Queda para la historia el mítico flechazo de Barack Obama durante la reunión del G20 de 2009, cuando definió a su homólogo como "el político más popular de la Tierra".

El caso es que Lula ha cambiado su postura sobre la invasión de Ucrania en al menos seis ocasiones. En mayo de 2022, por ejemplo, dijo en la revista estadounidense Time que Zelenski "quería la guerra" y podría haber actuado de otra manera. "Este tipo es tan responsable como Putin", espetó. En febrero de este año, sin embargo, afirmó que Putin cometió un "error histórico" al invadir Ucrania. Al mismo tiempo, ratificó su posición de no enviar armas a Kiev, haciendo caso omiso de una petición explícita de Alemania. Un mes después, señaló que Rusia no puede quedarse con "las tierras" del país y que Zelenski no puede quererlo todo, en relación a Crimea, anexada por Rusia en 2014.

Por lo pronto, el presidente ucraniano ha invitado a Lula a visitar Kiev para comprender "las verdaderas causas, la esencia de la agresión rusa y sus consecuencias para la seguridad global". Todo apunta a que será el propio Amorim el encargado de llevar a cabo esta delicada misión diplomática.

Foto: Un tanque cerca de Zaporiyia. (Reuters)

Mientras tanto, el Gobierno de Biden ha anunciado una donación récord al fondo de protección para la Amazonía para combatir la deforestación: en total, 500 millones de dólares, equivalentes a unos 455 millones de euros. Este valor es 10 veces superior a lo que fue previsto inicialmente en febrero de este año, cuando Lula visitó los Estados Unidos. En su momento, el Gobierno brasileño se mostró decepcionado con la oferta inicial del mandatario estadounidense.

Un cambio de moneda... y otra reforma laboral

¿Cómo interpretar este cambio de rumbo por parte de Washington? ¿Es un intento de controlar un Brasil que se estaría mostrando favorable a abandonar su tradicional neutralidad para alinearse con China y Rusia en una nueva dimensión multipolar?

Las declaraciones de Lula en China sobre la sustitución del dólar como moneda oficial en las transacciones entre los países Brics parecen respaldar esta posibilidad. Pero no hay unanimidad sobre este aspecto. "Se ha hecho una lectura equivocada de este asunto. Me sorprendería que cualquier presidente de Brasil no intentase mitigar ciertas vulnerabilidades. Brasil tiene relaciones comerciales con China por un valor de 150.000 millones de dólares. Es un dato que da miedo. Muchas grandes empresas brasileñas venden la casi totalidad de sus productos en China y también compran materiales en este país. Entonces me parece lógico y lícito pensar en usar otro canal como la moneda china o incluso el bitcoin para reducir la fricción financiera, porque cada vez que se cambia el real al dólar, la transacción se encarece", opina Leonardo Paz Neves.

Foto: Agentes de la Fuerza Nacional y de la Policía Militar en la Plaza de los Tres Poderes. (EFE / Andre Borges)

"Me parece muy natural que un gran bloque de países que controla el 20% de la economía global y un poco más de un tercio de la población mundial busque canales alternativos para reducir las vulnerabilidades. Crear una alternativa al dólar no significa prohibirlo. De hecho, cada país va a ser libre de usar la moneda que prefiera. Un empresario que vende el 80% de su soja a China puede querer recibir el valor en renminbis y devolverlo, por ejemplo, en la compra de tractores sin perder dinero con el cambio en dólares", agrega.

En el telón de fondo, queda una hipotética revisión de la reforma laboral de Brasil, aprobada por el expresidente Michel Temer para flexibilizar las relaciones contractuales. Cuando en marzo del año pasado, en plena precampaña de Lula, la vicepresidenta y ministra de Trabajo de España, Yolanda Díaz, visitó Río de Janeiro, había un claro interés en imitar a España en su esfuerzo de reducir la precariedad laboral. Desde entonces ha llovido mucho, los empresarios brasileños se han aliado al vice de Lula, Geraldo Alckmin, mucho más moderado y ortodoxo en cuanto a política económica, y el horno no parece estar para bollos.

A partir del 25 de abril, el líder de izquierdas debe reunirse con Felipe VI y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para hablar de Ucrania y del acuerdo entre la UE y el Mercosur. Está por ver si el sindicalista brasileño seguirá su idilio político con la hija de otro sindicalista, que acaba de lanzar su candidatura en solitario, o si prevalecerá el pragmatismo en una visita que podría estar marcada por un mea culpa implícito.

"Ayer soñé que estaba en Moscú, bailando un pagode ruso en la discoteca Cossacou". La canción alegre del artista popular Luiz Gonzaga combina poco con el ambiente de tensión calma que permea el Gobierno de Brasil en los últimos días, sacudido por las polémicas relacionadas con la política internacional después de que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva afirmara que Ucrania tenía responsabilidad en la invasión rusa del país ("ambos países tomaron la decisión de guerra") y acusara a Washington de "fomentar" el conflicto. Además, algún que otro escándalo doméstico, como la dimisión de un general amigo del presidente por una supuesta implicación en los actos golpistas del 8 de enero.

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