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La economía de Ucrania entra en modo supervivencia tras la salvaje arremetida rusa
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La economía de Ucrania entra en modo supervivencia tras la salvaje arremetida rusa

En el flanco económico, y pese a las sanciones, Ucrania está perdiendo la guerra. Su PIB se hundirá más de un 45%, frente al 11,2% de Rusia, según el Banco Mundial

Foto: Un hombre en la ciudad de Borodyanka, tras la salida de las tropas rusas. (EFE/Oleg Petrasyuk)
Un hombre en la ciudad de Borodyanka, tras la salida de las tropas rusas. (EFE/Oleg Petrasyuk)
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Habla un empresario en guerra: “Eran apenas los primeros días de invasión cuando los rusos ocuparon Trostyanets [noreste, provincia de Sumy]. Los bombardeos destruyeron completamente la fábrica de Mondelez [donde se producían las galletas Oreo, entre otros productos]. Los rusos robaron la comida almacenada e incluso los materiales crudos. Y así, de repente, uno de nuestros mayores clientes desapareció. Otros también han tenido que cerrar. Todo nuestro negocio ha cambiado”.

El relato es de Yevgen Lemberg, director ejecutivo de una empresa de transporte de más de 700 empleados, principalmente en Odesa (sur) y Járkov (noreste), pero con operaciones en varias zonas del país. El pasado mes de enero estaba liado organizando una fiesta para celebrar el 30 aniversario de la compañía. La guerra hizo saltar por los aires sus positivas perspectivas y ahora echa cuentas para mantener el negocio. Como todo el tejido empresarial ucraniano, Lemberg ha tenido que derivar parte de sus operaciones para la economía de guerra, cediendo parte de su flota al Ejército, y adaptarse a un entorno de incertidumbre y riesgo extremo.

La invasión rusa ha impactado todos los niveles de la ya antes frágil economía ucraniana, lastrada por décadas de falta de reformas y una rampante corrupción. Sus vitales exportaciones de grano y materias primas están hundidas y sus puertos, bloqueados; la industria, como las acerías del sur o las fábricas del este, está siendo atacada día tras día, mientras empresas y negocios de toda índole quiebran sin posibilidad de rescate. En el frente económico, Ucrania está perdiendo la guerra.

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Según estimaciones del Banco Mundial, el producto interior bruto (PIB) de Ucrania se hundirá más de un 45% en 2022, cuatro veces más que el de Rusia, pese a que su economía está sometida a férreas sanciones occidentales. La guerra ha generado un efecto dominó en una economía que debe digerir un 'shock' de enormes proporciones, con cinco millones de refugiados en el exterior, más de siete millones de desplazados sin empleo y una incertidumbre bélica sin visos de acabar pronto. El impacto puede durar años. Generaciones, incluso.

“La magnitud de la crisis humanitaria desatada por la guerra es pasmosa. La invasión rusa está asestando un tremendo golpe a la economía de Ucrania y ha causado enormes daños a la infraestructura”, afirmó la vicepresidenta de la institución financiera para Europa y Asia Central, Anna Bjerde.

Un país hecho escombros

El impacto de la agresión rusa después de casi dos meses de guerra es patente. Gran parte de las infraestructuras básicas del país está reducida, literalmente, a escombros. Algunas cayeron bajo la intensa campaña rusa de bombardeos indiscriminados contra aeródromos y otras instalaciones militares y civiles de todo tipo por gran parte de la geografía nacional. Los ucranianos también realizaron la voladura estratégica de algunos puentes y carreteras para ralentizar el movimiento de las tropas ocupantes. La reconstrucción será una tarea monumental.

El coste total de la reconstrucción podría ascender a unos 250.000 millones de euros, según el Gobierno de Volodímir Zelenski, cuyas estimaciones iniciales apuntan a unos 7.000 edificios residenciales destruidos o dañados hasta la fecha. Los investigadores del Centre for Economic Policy Research (CEPR), una red de economistas independientes, han estimado que el coste podría estar en una horquilla de entre 200.000-500.000 millones de euros. Esto podría suponer hasta tres veces el PIB ucraniano de antes de la guerra y los compromisos occidentales no cubren ni un 25% de la parte baja de la estimación.

Foto: El gobernador del Banco Central de Ucrania, Kyrylo Shevchenko. (Reuters/Gleb Garanich)

El panorama, al detalle, es aún más desolador. Un informe del Instituto de Desarrollo Económico de Kiev (KSE) da una idea de la extensión y profundidad del impacto ruso en el patrimonio físico ucraniano, recopilando los daños de todo tipo de infraestructuras. La institución calcula que tan solo en los 47 primeros días de la invasión habrían sido destruidos, dañados o perdidos a manos del enemigo al menos 23.000 kilómetros de carreteras, 37.000 metros cuadrados de bienes inmuebles, 319 guarderías, 205 instituciones médicas, 546 instituciones educativas, 145 fábricas y empresas. También habrían resultado destruidos o afectados 54 edificios administrativos, 277 puentes, 10 aeródromos, ocho aeropuertos y dos puertos. Asimismo, se informa de 62 edificios culturales y 74 religiosos perjudicados de algún modo. Las estimaciones sobre el daño en la economía podrían ascender hasta a 550.000 millones de euros.

"Si queréis que continuemos luchando esta guerra, si queréis que ganemos esta guerra, entonces, ayudadnos"

El Gobierno ucraniano ha reiterado sus peticiones de asistencia financiera inmediata de decenas de millones de euros para ayudar al flujo de caja de un país asediado en todos los frentes por la agresión rusa. “Estamos bajo un gran estrés [financiero] y en las peores condiciones [económicas]”, dijo el ministro de Finanzas de Ucrania, Sergii Marchenko, en una entrevista con el 'Financial Times' la semana pasada. "Ahora es una cuestión de supervivencia para nuestro país. Si queréis que continuemos luchando esta guerra, si queréis que ganemos esta guerra, entonces, ayudadnos", pidió.

El Gobierno incurrió en un déficit de 2.500 millones de euros en marzo. Este déficit como mínimo se duplicará en abril y mayo, pronostican las autoridades ucranianas. Los ingresos fiscales se están desplomando a un ritmo vertiginoso y las estimaciones previas a la guerra de un déficit del 3,5% del PIB en 2022 se verán superadas “muchas veces". Las perspectivas son malas y empeoran con cada día que se prolonga la guerra.

Soldados empresariales

Khrystyna, dueña de una cadena de pizzerías, ha tenido que cerrar dos de sus sedes en la ciudad de Járkov porque las fábricas que las abastecían de harina han sido completamente aplastadas por los rusos. Bajo asedio ruso, tampoco podría decir cuánto tiempo aguantarían esos negocios o si algún día acabarían reventados por el fuego invasor. Como ella, todos los empresarios ucranianos viven con la incertidumbre de si sus instalaciones podrían ser las próximas. Pueden ser unos almacenes de la farmacéutica Farmak valorados en casi 50 millones de euros, bombardeados el pasado 22 de marzo en el norte de Kiev, o plantas industriales, como las metalúrgicas de Azov Stal en Mariúpol, una de las mayores de Europa y ahora destruida “completamente sin posibilidad de repararla”, según confirmó la semana pasada el alcalde de la asediada localidad, Sergey Orlov. Otras veces son pequeños negocios, reventados por los combates o asfixiados por el frente.

Las cifras agregadas dan una idea de cómo la guerra ha deshilvanado completamente el tejido industrial ucraniano. Casi un tercio de las empresas del país ha cesado su actividad y otro 45% ha visto sus operaciones disminuidas o afectadas por la agresión, según cifras de las autoridades ucranianas presentadas ante el Consejo Europeo. El consumo de electricidad se ha reducido un 35% en las primeras seis semanas de guerra y tanto las exportaciones (-50%) como las importaciones (-75%) se han hundido entre febrero y marzo. La magnitud de la pérdida de mano de obra y la tasa de desempleo es todavía incalculable.

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Roman, junto a su máquina (A. A.)

Además, todos los empresarios —grandes o pequeños— están implicados en el 'frente económico' para ganar la guerra, cada uno colaborando desde su especialidad. En Lviv, Roman ha transformado su pequeña fábrica de lámparas metálicas que vendía a Alemania en una pequeña cadena de montaje para producir los conocidos erizos, unos elementos defensivos en forma de equis con los que el Ejército ucraniano protege las vías del avance de vehículos enemigos.

Cortar, doblar el metal. La máquina incluso se rompió de no sé cuántos miles de barras que doblamos”, cuenta este modesto fabricante rodeado de centenares de erizos metálicos. Cuando suena la alarma antiaérea, ni se inmuta; no hay ningún refugio antiaéreo cercano pese a que el taller está entre una sede del Ejército y una fábrica militar, lo que la hace posible objetivo de misiles rusos mal guiados. "Todo lo que hago por el Ejército, lo hago gratis. Ellos me dicen ‘queremos pagarte, el trabajo hay que pagarlo’. Y yo les digo que no, no, vosotros tenéis otro trabajo", añade Roman, quien intentó presentarse voluntario a las Fuerzas de Defensa Territorial. "Me dijeron que no, y entendí que podía ser más útil aquí, haciendo esto con mi empresa".

"Si Ucrania pierde, perdemos nuestro negocio"

Khrystyna ha utilizado su cadena de pizzerías para gestionar más de 400 raciones diarias para alimentar a las tropas ucranianas pagadas con su propio dinero. "Si Ucrania pierde, perdemos también nuestro negocio", explica con un tono entre pragmático y comprometido.

"Estoy en contacto directo con varios muchachos del frente, hay cosas que el Ejército no puede proveer, o que no pueden hacerlo tan rápido y de manera operativa, nosotros somos más flexibles", sostiene Peter, quien pasó de fabricar mesas y muebles a, entre otras cosas, producir estufas portátiles para calentar a los soldados en el frente. También utiliza sus recursos para acomodar y dar oportunidades a los desplazados internos que siguen llegando al oeste del país.

En Zhydachiv, el granjero Volodímir ha donado combustible y varias furgonetas 'pick up' para la logística de las Fuerzas Armadas. En Odesa, Aleksander Yakovenko, CEO de una gran empresa de logística, ha cambiado sus barcos mercantes por la producción y testeo de chalecos antibalas, y Yevgen Lemberg ha cedido sus almacenes y parte de su flota de camiones. A esto se unen los miles de donaciones de dinero, medicinas, ropa de abrigo y otros enseres, gestionadas por una red de voluntarios que traslada los productos desde la retaguardia al frente en vehículos privados. Este tipo de esfuerzo particular es masivo y visible por toda Ucrania, en una economía de guerra alimentada más con la autogestión ciudadana apoyada en autoridades locales que por una estrategia centralizada por las autoridades nacionales.

“Gente con recursos han intentado ayudar al Ejército —si es que no están en el Ejército— y esto ha sido un movimiento masivo. La maquinaria del Estado es grande, pero no siempre eficiente, y a veces no es capaz de entender las necesidades específicas. Ha habido, incluso en la producción industrial, una transición hacia la producción para el Ejército, hasta cierto punto”, admite Pavlo Kukhta, ministro de Economía ucraniano hasta 2020, en una entrevista con El Confidencial. "Pero esos recursos tienen un límite. Hay un segundo aspecto, que es la generación de recursos económicos necesarios para sostener este esfuerzo bélico. La economía de la retaguardia, los servicios, tiene que seguir funcionando".

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Krysthyna, en su pizzería. (A. A.)

Al igual que la resistencia militar, la capacidad de la economía ucraniana de asumir la primera acometida ha sorprendido a muchos dentro y fuera del país. Pero todos saben que la situación no es sostenible. "Ha habido una enorme disrupción de la economía ucraniana. Por fortuna, el sistema financiero, gracias a las reformas de los últimos ocho años, se ha comportado de una manera estelar. El canco central ha sido capaz de mantener el sistema bancario estable, la moneda estable… Pero por supuesto, cuanto más dure [la guerra], será más y más dependiente de la ayuda internacional", avisa Kukhta.

Emergencia bélica y financiera

Zelenski y su Gobierno llevan semanas solicitando ayuda bélica y financiera para sostener el esfuerzo de la guerra. Kiev ha pedido una intervención decidida de sus socios occidentales a través de préstamos de emergencia del FMI y el Banco Mundial. El domingo, el mandatario conversó con la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, para "asegurar la estabilidad financiera de Ucrania y sobre los preparativos para la reconstrucción de nuestro Estado después de la guerra".

"Nos referimos a áreas específicas de posible cooperación con el FMI tanto en el futuro cercano como en los próximos años. Estoy seguro de que el progreso en nuestras relaciones con el Fondo será tangible. Y quiero agradecer a la Sra. Kristalina su apoyo personal y significativo", aseguró el mandatario en un comunicado en el que volvió a pedir a sus socios más soporte militar, diplomático y económico.

Foto: Zelenski, en el Parlamento alemán. (EFE/EPA/Clemens Bilan)

Los analistas creen que el Gobierno debe concentrar parte de sus esfuerzos por reactivar la economía en las zonas más alejadas de los frentes, que ahora parece se concentrarán en la región oriental del Donbás. "La reanudación, o al menos algo parecido, de una vida económica normal es una tarea crítica para el país", sostiene Kukhta, quien considera que si se logra encapsular el conflicto, podría ponerse en marcha la aplicación de un Plan Marshall para Ucrania.

"En ese punto tendríamos que ver que la fase a gran escala de la guerra está acabada y que las ayudas [económicas] estructurales tienen que ser lanzadas y ejecutadas rápidamente. No hay tiempo de esperar y deliberar", sostiene el exministro. "Lo que debería ser es un esfuerzo para reconstruir la economía modernizándola, haciéndola más cercana a como debería lucir una economía europea. Ser la nueva Polonia".

En Lviv, provincia occidental que hasta este lunes se había mantenido relativamente a salvo de los bombardeos rusos, las autoridades regionales han instado a la población a que reabra sus negocios y a los desplazados a que busquen nuevos empleos, con el propósito de movilizar la economía. En la ciudad hay bullicio y las tiendas están abiertas, pese a los problemas de suministro. En Kiev, los negocios también comienzan a reabrir tímidamente, ahora que parece que el asalto ruso sobre la capital es algo lejano.

"Insto a los empleadores, por difícil que sea, a intentar emplear a las personas desplazadas", pidió Zelenski en su mensaje, en el que anunció asistencia financiera para los desplazados, alojamientos de emergencia y bonificaciones a las empresas para su contratación. "Ahora, cada trabajo salvado y cada trabajo extra están ayudando a proteger al Estado en la guerra", concluyó.

Habla un empresario en guerra: “Eran apenas los primeros días de invasión cuando los rusos ocuparon Trostyanets [noreste, provincia de Sumy]. Los bombardeos destruyeron completamente la fábrica de Mondelez [donde se producían las galletas Oreo, entre otros productos]. Los rusos robaron la comida almacenada e incluso los materiales crudos. Y así, de repente, uno de nuestros mayores clientes desapareció. Otros también han tenido que cerrar. Todo nuestro negocio ha cambiado”.

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