Es noticia
Así cambiará la economía mundial por la crisis geopolítica actual
  1. Economía
Nuevo orden internacional

Así cambiará la economía mundial por la crisis geopolítica actual

La invasión de Ucrania por Rusia puede verse como un acelerador de tendencias con importantes consecuencias para el devenir de la economía global a largo plazo

Foto: Cartel indicativo del gasoducto Nord Stream 2. (Reuters/Hannibal Hanschke)
Cartel indicativo del gasoducto Nord Stream 2. (Reuters/Hannibal Hanschke)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

La tormenta que sacudió a los mercados europeos el jueves, en paralelo al avance de las tropas rusas por Ucrania, dio paso una jornada después a un sorprendente alivio. Tras el susto inicial, los inversores llegaron al cierre de mercados del viernes con la idea de que en esta ocasión, como en anteriores episodios de crisis geopolítica, las consecuencias económicas serán poco significativas. Pero ahora habrá que ver cómo reaccionan el lunes (o esta noche en los mercados asiáticos) a la decisión de Occidente de escalar las sanciones financieras a Rusia: desconectar a varios bancos del sistema de comunicación de pagos SWIFT y bloquear el uso de los más se 640.000 millones de dólares en reservas internacionales de los que dispone Moscú.

El comportamiento del mercado no es otra cosa que el reflejo de las dispares visiones de la situación que manejan las distintas casas de análisis. En juego hay dos visiones contrapuestas. Por un lado, están los que afirman que el brusco encarecimiento de la energía que provocaría la crisis y una batería dura de sanciones —amén de otras materias primas fundamentales— podría conducir la economía europea hacia la recesión. Por el otro están los que se apoyan en la idea de que ni a Occidente ni a Rusia les interesa llevar su enfrentamiento al terreno energético (por las graves consecuencias económicas que tendría para ambos bloques).

Además, en paralelo a la amenaza económica inherente a esta crisis han florecido las expectativas de que los bancos centrales pisen el freno y aplacen sus planes para endurecer la política monetaria y sigan aportando liquidez para apuntalar el crecimiento económico.

Foto: Foto: EC.

Pero por debajo de los efectos de corto plazo, la crisis desatada en torno a Ucrania también ofrece elementos que podrían conllevar transformaciones de largo plazo para la economía mundial. Y que, a primera vista, no serían favorables para las perspectivas de crecimiento global.

Unas secuelas esperables que tienen mucho que ver con la manera en que el conflicto de Ucrania se interrelaciona con la configuración de un nuevo orden internacional. "Llevamos mucho tiempo señalando que nos encontrábamos en una etapa de transición desde un mundo unipolar a uno multipolar. Esta es una constatación de que ya no estamos en esa transición, ya hemos llegado", observa Miguel Otero, investigador principal del Real Instituto Elcano y profesor del IE School of Global And Public Affairs.

Entre los expertos en política internacional predomina la sensación de que el atrevimiento del presidente Vladimir Putin al lanzar la invasión de Ucrania, desoyendo las advertencias de Europa y Estados Unidos, es una muestra más de cómo se ha ido resquebrajando en los últimos años la 'autoritas' internacional de Occidente, dando margen de acción a otras potencias, como la propia Rusia y, especialmente, China.

"Si Estados Unidos realmente se encuentra en un estado de colapso en casa y en retirada en el extranjero, como evalúa el Kremlin, entonces quizás Rusia pueda anular los últimos 30 años de dominio estadounidense en la seguridad europea, además de restringir la independencia de Ucrania", señalaba a inicios de febrero, en una comparecencia ante el Senado norteamericano, Fiona Hill, exfuncionaria del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Y en la misma línea se expresaba un mes antes Richard Haass, diplomático estadounidense, presidente del Council of Foreign Affaires: "El objetivo inmediato es Ucrania, pero el desafío estratégico que plantea la Rusia de Putin es mucho más amplio".

El desafío de Rusia a Occidente se entiende como resultado de su cercanía con China

Teniendo en cuenta que Rusia no pasa de ser, hoy en día, una potencia de segundo rango, con una economía ligeramente superior a la de España (pese a sumar el triple de población), muy dependiente de sus relaciones comerciales con Europa, su osadía al plantar cara a Occidente de esta manera solo parece explicarse desde su confianza en contar con el respaldo de China, la otra gran potencia capaz de disputar la hegemonía global a Estados Unidos.

"Rusia se está aislando de Occidente porque tiene la esperanza de que el orden mundial ya este cambiando irreversiblemente hacia uno liderado por China", sostiene al respecto Alicia García-Herrero, economista jefe de Asia-Pacífico de Natixis. Aunque algunos expertos discuten que los intereses de Rusia y China sean compatibles a largo plazo, el gigante asiático podría contar con varias razones para un alineamiento más o menos temporal de intereses, que hasta el momento se ha manifestado en una especie de 'laissez faire' diplomático, en el que las autoridades del régimen comunista chino han evitado cualquier censura a la acción rusa en Ucrania.

"Rusia aun tiene algo que China necesita —más allá del gas— que es la tecnología militar", sugiere García-Herrero. Por su parte, Miguel Otero pone sobre el tablero las pretensiones de China de restaurar su control sobre Taiwán. En su opinión, lo que está ocurriendo en Ucrania sería una manera de testar la disposición de Occidente a embarcarse en aventuras internacionales y serviría como "el mejor aviso a los taiwaneses de que en caso de dificultades no van a contar con ayuda y que es mejor evitar llegar a una situación como esta".

Foto: Protestas en Alemania contra las operaciones militares de Rusia. (EFE/EPA/ Constantin Zinn)

Todos estos elementos configuran un contexto económico en el que es posible atisbar una serie de tendencias —que en cierto modo ya se vienen reflejando desde hace varios lustros— de importantes consecuencias a largo plazo. "La crisis de Ucrania deja claro una vez más que los próximos años serán testigos de la desglobalización, más política industrial, una nueva política energética de la UE y más gasto en defensa", sugerían en una nota reciente los analistas del banco alemán Commerzbank.

Según estos, la creciente convergencia entre China y Rusia acentuará en los próximos años el desacople de China de la economía occidental, acelerando la reversión del proceso globalizador experimentado en las décadas previas. "En los próximos años esperamos más que nunca una desglobalización en el sentido de que es probable que el comercio mundial crezca más lentamente que el PIB mundial en el futuro, a diferencia de los sesenta años posteriores a la Segunda Guerra Mundial", señalan en el banco alemán, donde ven previsible que el comercio global sea reemplazado por unas estructuras más regionalizadas, con China incrementando su influencia comercial sobre las economías de su entorno.

En la misma línea, en Capital Economics prevén una rápida reducción de las relaciones económicas entre Europa y Rusia, siguiendo una tendencia de años que ya recibió un fuerte impulso en 2014, tras la anexión de Crimea por parte de Rusia. "Las exportaciones de Alemania a Rusia aumentaron considerablemente en la década de los 2000, alcanzando un máximo de alrededor del 1,4% del PIB, pero desde entonces han caído a solo el 0,6%", apuntan.

Economías desacopladas

La configuración de esta política internacional de bloques más o menos enfrentados podría tener importantes implicaciones para la gestión empresarial. "Soy de la opinión de que las grandes empresas necesitan entre su alta dirección a un responsable de riesgos geopolíticos", apunta Otero. El experto de Elcano sugiere que un mundo económico multipolar podría conllevar la convivencia de distintos universos digitales diferenciados, que obligarían a las compañías a saltar de uno a otro en función del área geográfica en que se muevan. "Damos por hecho que podemos operar en un solo Internet, con unas mismas aplicaciones y sistemas en todo el mundo. Pero esto no tiene por qué ser así", apostilla.

A escala macroeconómica, el proceso de desconexión internacional conllevaría transformaciones cruciales en las políticas económicas de Occidente y, particularmente, de Europa, que entre otras cuestiones podría verse forzada a revertir su tendencia a reducir sus presupuestos en materia de defensa. "Un aumento en el gasto de defensa es probablemente inevitable. El dividendo de la paz presumiblemente se ha agotado. Esto permitió a Occidente reducir significativamente el gasto en defensa cuando la Guerra Fría se desvaneció en la segunda mitad de la década de 1980 y aún más después del colapso de la Unión Soviética en 1991", observan en Commerzbank.

La demanda a Europa de más inversión en el terreno militar ha sido una constante de la Administración estadounidense en los últimos años, especialmente durante la presidencia de Donald Trump, sin que los compromisos en este sentido se hayan plasmado aún de forma significativa en un incremento del gasto en esta área. "Ojalá esto suponga un punto de inflexión. Europa necesita inevitablemente invertir más en su seguridad", asevera Otero.

Foto: EC.
TE PUEDE INTERESAR
Qué significa para los inversores la invasión rusa de Ucrania
The Wall Street Journal. James Mackintosh

Aunque este desarrollo tendría consecuencias positivas para algunos sectores, entre los economistas prima la idea de que sus resultados generales serían negativos para el crecimiento. "Esto es bueno para el sector de armamento y la innovación (como sabemos por la experiencia americana, el gasto militar empuja la investigación en ciencias básicas) pero no para la economía en general", corrobora García-Herrero.

Pero las consecuencias del nuevo orden internacional implícito en la ofensiva rusa en Ucrania van mucho más allá del sector de defensa. Si desde hace años, y especialmente a partir de la crisis del coronavirus, se viene discutiendo la necesidad de racionalizar las cadenas de suministro y reindustrializar economías como la europea, este proceso podría encontrar un incentivo poderoso en la política internacional. "El desenmarañamiento económico entre Occidente y Oriente acelerado por la crisis de Ucrania va de la mano con la construcción de las capacidades necesarias por parte de los respectivos bloques económicos para satisfacer la demanda por sí mismos. Para garantizar esto, los estados recurrirán a la regulación y amplios subsidios", observan en Commerzbank.

Estos objetivos ya están presentes en principios como el de la "autonomía estratégica", perseguido por Bruselas, entronca con el mayor dirigismo económico de la clase política, claramente perceptible en Europa desde el estallido de la crisis del coronavirus. En este sentido, los expertos admiten la conveniencia estratégica de reducir dependencias y asegurar suministros, pero advierten de que es una política llamada a incrementar el gasto público, elevar los costes empresariales (y con ello la inflación) y presumiblemente a reducir la productividad y el crecimiento económico futuro, por una probable peor asignación de los recursos.

Reducir la dependencia de Rusia supondría precios más altos e importantes inversiones

Y mucho de esto se puede aplicar al ámbito de la política energética, especialmente afectado por los sucesos en Ucrania. La dependencia de Europa de los suministros de gas de Rusia se ha mostrado en estos días como un crucial talón de Aquiles que la región debe proteger si no quiere estar sometido al arbitrio de los intereses de otras naciones. Es por eso por lo que se asume que la región verá en esta crisis un incentivo para acelerar sus planes de transición energética y pulir sus fallas. "La UE necesita disminuir su dependencia energética de Rusia", observa Ignacio Dolz Espejo, director de Soluciones de Inversión en Mutuactivos, quien advierte, no obstante, que "compaginar este proceso con la descarbonización de la transición energética será difícil y costoso".

Por ejemplo, en las últimas semanas se ha planteado la conveniencia de abrir nuevas vías de suministro de gas, que pasarían por incrementar las importaciones de gas natural licuado (GNL). Pero, para ello, Europa necesitaría primero construir una costosa infraestructura de regasificación y asumir unos costes medios del gas probablemente superiores a los que ofrece en situación de normalidad el suministro por tuberías desde Rusia. La decisión de Alemania de cancelar la certificación del gasoducto Nord Stream 2 es una muestra de los sacrificios implícitos a la ruptura de vínculos comerciales con el gigante euroasiático.

Todas estas cuestiones conllevarían según los expertos una serie de resultados económicos difíciles de gestionar, especialmente en un bloque como el europeo en el que los distintos países responden a intereses muy dispares. "Todo esto tiende a reducir el crecimiento económico y a presionar las finanzas públicas, que ya están bajo presión debido a la reestructuración ecológica de las economías. Esto aboga por reglas fiscales europeas más laxas y una política monetaria del BCE que no combata los riesgos de inflación de manera suficientemente decisiva por consideraciones políticas", sentencian en Commerzbank.

La tormenta que sacudió a los mercados europeos el jueves, en paralelo al avance de las tropas rusas por Ucrania, dio paso una jornada después a un sorprendente alivio. Tras el susto inicial, los inversores llegaron al cierre de mercados del viernes con la idea de que en esta ocasión, como en anteriores episodios de crisis geopolítica, las consecuencias económicas serán poco significativas. Pero ahora habrá que ver cómo reaccionan el lunes (o esta noche en los mercados asiáticos) a la decisión de Occidente de escalar las sanciones financieras a Rusia: desconectar a varios bancos del sistema de comunicación de pagos SWIFT y bloquear el uso de los más se 640.000 millones de dólares en reservas internacionales de los que dispone Moscú.

Conflicto de Ucrania Internacional Macroeconomía
El redactor recomienda